Fernando Zóbel encarna una interesante mezcla de culturas que sin lugar a duda se refleja constantemente en su obra pictórica
En Filipinas, Estados Unidos y España respectivamente, fue testigo de acontecimientos artísticos determinantes: asistió al nacimiento del arte moderno en la obra de los artistas filipinos, a la aparición del expresionismo abstracto en Nueva York y a la difusión de la pintura abstracta en España. Ejemplo de ello es el lienzo que Setdart subastará el próximo día 10 de diciembre. En esta creación tardía, Zóbel sintetiza las inquietudes e influencias que a lo largo de su vida fueron dando forma a su personalidad artística. “Orilla al atardecer” es fruto del paisaje que descubrió en Cuenca, el mismo que le inspiró algunas de sus series más reconocidas como a El Júcar, Serie Blanca o Serie Orillas. Como el caudal que fluye en un rio en calma sus trazos y manchas negra se expanden sinuosos y armónicos sobre el blanco del lienzo.
En su evolución pictórica el descubrimiento del expresionismo abstracto, y en particular el de Mark Rothko; lo empujaron definitivamente al camino de lo abstracto. Sin embargo, el proceso creativo del que parten sus composiciones se opone a la concepción expresionista. Lejos de surgir de una gestualidad aleatoria y visceral son fruto de un planeamiento eminentemente mental. En sus obras cada elemento es ejecutado a partir de una planificación minuciosa de la superficie del lienzo gracias a la cuadricula prácticamente invisible con la que los cubre y estructura. Asimismo, Zóbel se aleja del dramatismo expresionista, para basar su pintura en la desnudez de la línea y el movimiento sugerido a través de sus trazos, que cruzan el espacio y se entremezclan para envolvernos en una atmósfera en la que se respira el aire calmo del silencio. Este misticismo que desprende en cada trazo y cada mancha tiene su raíz en el profundo conocimiento de la cultura oriental y especialmente de la caligrafía japonesa, con la que Zóbel, sin necesidad de algún atisbo de representación, es capaz de evocar el carácter más sosegado y evanescente de la naturaleza. La impronta oriental se refleja también en la contraposición de valores o elementos opuestos, acercándonos a la filosofía del yin y el yang y a la búsqueda incansable del equilibro entre elementos contrarios tan arraigada a su trayectoria. Sin lugar a duda estos nuevos conocimientos, enraizados en dos culturas lejanas y contrapuestas son el catalizador del nacimiento de su estilo característico e inimitable, el mismo que le convertirá en el gran representante de la abstracción lírica española.