Muchas veces al estudiar una obra perdemos de vista la historia de la misma. Tras las pinceladas de una pieza de tela o de una tabla, hay mucho más de lo que en apariencia podemos ver.  Las obras de arte son testigos de la historia, de las personas que las han protegido, de aquellos que las salvaron de guerras y destrucción, quienes las han restaurado y han hecho con sus acciones que sigan hasta nuestros días.  La labor de estudiar a estas personas recae con más peso cuando la obra por su calidad nos indica que tenemos que contar la historia de ella misma y de quienes la sostuvieron.. Empezaremos por este mismo tiempo esta pieza  atribuida a Van Dyck.

Una misma familia, desde hace ciento setenta años, ha tenido el privilegio de custodiar la Virgen con el Niño atribuida a Van Dyck y su taller. El aristocrático nombre de una familia que siendo Grandes de España han dado prueba de su origen contribuyendo de una manera tan sobresaliente a la protección del arte como pocas pudieran compararse en sus tiempos. Como reza el dicho, nobleza obliga. Dos generaciones desde los años 40 han mantenido esta obra exhibida en los salones de cada propiedad con el valor y cuidado que ella misma merecía. La fotografía que podemos ver nos presenta la pintura sobre la chimenea de uno de esos espacios sobre un repostero elaborado con bordados del siglo XVII.  Sería sobre los años cercanos cuando la obra fue puesta aún mas en valor y fue despojada de un marco impropio. Sus propietarios adquirieron un importante marco del siglo XVIII elaborado con una calidad tan alta que si no fuera por la de la obra que contiene, el mismo marco eclipsaría cualquier contenido que tuviera.

Antes de encontrarse en Madrid la pieza estuvo hasta los años 20 en el palacio familiar en Paris en la avenida Victor Hugo. Esta casa además de fiestas memorables con toda la alta sociedad europea durante más de medio siglo, tuvo la fortuna de albergar una sobresaliente colección artística. En ese hotel particulier se citan obras de Alonso Cano, Montañes, Hubert Robert o Valdés Leal.  La tradición familiar afirmaba generación tras generación la mano de Van Dyck en la pintura.

Sería hacia 1850 cuando esta familia adquiera para la residencia de Paris la obra. En una subasta inglesa pudieron hacerse con la pintura. Una subasta en la que se hacía mención a su origen. Propiedad de lord Howard, así mantuvieron durante la compra. Es interesante mencionar que la familia Howard, más conocidos por los títulos de duques de Norfolk o condes de Arundel fueron al igual que otros miembros de la nobleza inglesa, importantes mecenas de Van Dyck.