LA PINTURA DE TECHO BARROCA: UNA VENTANA AL CIELO

Entre finales del siglo XVI y principios del XVII, surge en Italia un nuevo movimiento estético e ideológico que impregnará la producción artística y literaria de la península y de todo el continente.

El Barroco conquistó las cortes europeas con su planteamiento tan alejado del Manierismo anterior: un triunfo de la invención sobre la imitación, una celebración del énfasis y lo extraño, una clara intención de sorprender e impresionar, en claro contraste con el Clasicismo.

La espectacularidad buscada por este movimiento se expresa en gran medida con impresionantes y suntuosos techos decorados con frescos: el objetivo es asombrar al espectador y engañar su vista, utilizando la pintura ilusionista para recrear efectos tridimensionales. La barrera arquitectónica se convierte así en un trampolín para representar una escena a medio camino entre la realidad y la ficción, creando espacios irreales que mezclan la tierra y el cielo (como el techo de la iglesia de Sant’Ignazio de Roma pintado por Andrea Pozzo).

Bóveda de la iglesia de San Ignacio.
"Cámara de los Esposos", de Andrea Mantegna.

En el Renacimiento, Andrea Mantegna puso de relieve esta técnica en la Cámara Nupcial del Palacio Ducal de Mantua, utilizando estructuras arquitectónicas falsas que conducen a un cielo abierto, sugiriendo una ilusión de profundidad.

Sin embargo, durante el Barroco, la pintura de los techos, ya muy utilizada, se transforma en un “escenario” artístico para expresar un triunfo de figuras, estucos duraderos, cuadros ilusionistas. Además de la complejidad técnica de la superficie a decorar, había que tener en cuenta la distorsión óptica que provocaría una representación a escala en el techo.

Para sortear este problema, la estratagema más común -ya conocida por Miguel Ángel del Juicio Final- era recurrir a la anamorfosis, una imagen curva u oblicua que sólo podía descifrarse si se observaba desde un determinado punto de vista.

Durante este periodo, la iglesia de la Contrarreforma era el principal cliente: quería deslumbrar y despertar fuertes emociones en los fieles, aprovechando el repertorio iconográfico cristiano.

Así, en las iglesias los temas preferidos son los santos y beatos, a menudo flanqueados por alegorías de las virtudes cardinales o escenas bíblicas; en los palacios privados, en cambio, se regocijan las representaciones de mitos paganos del mundo helenístico o reelaborados en clave romana.

Estas representaciones también permitían un alarde de erudición y opulencia por parte de los mecenas, en su riqueza de figuras alegóricas, simbolismos, figuras alusivas al patrimonio de las familias.

El prolífico Giambattista Tiepolo cuenta en su producción con un gran número de frescos de techo, con extraordinarias composiciones que pronto le valieron la fama europea.

Empezando por Venecia con el Palacio Labia y Ca’ Rezzonico, también puede presumir de la realización de los frescos de la Residencia de Wurzburgo hasta el último encargo realizado para el Palacio Real de Madrid.

Lote: 35148572. Escuela italiana del siglo XVIII. Círculo de GIOVANI BATTISTA TIEPOLO (Venecia, 1696 - Madrid, 1770). “Paciencia, Inocencia y Castidad” y “Fortaleza y Justicia”.

En Setdart ofrecemos a la venta una pareja de óleos sobre papel adheridos a lienzo pertenecientes al círculo del artista italiano, que representan las alegorías de “Paciencia, Inocencia y Castidad” y “Fuerza y Justicia”.

Estas figuras fueron concebidas para ser colocadas en las esquinas del techo de la Sala Capitular de la Scuola Grande dei Carmini de Venecia, y reflejan la dotada luz típica del legado de Tiepolo, impregnada de un vibrante dinamismo.

Así, la huella del artista deja un surco en las generaciones futuras, elevando el lenguaje barroco y ganándose el título de magnífico primer maestro de la Gran Manera.

Algunos detalles