La mejor versión de la faceta como dibujante de Joaquin Sorolla transluce en la magnífica acuarela que será licitada el próximo día 1 de diciembre.
El virtuosismo técnico que Joaquin Sorolla alcanzó con su obra pictórica lo consagró como el pintor de la luz por antonomasia. Sin embargo, la envergadura de su obra va mucho más allá de sus archiconocidos lienzos en los que capturó como pocos los efectos lumínicos del mediterráneo. En este sentido, la faceta como dibujante del artista valenciano representa un valioso testimonio de la evolución que experimentó su obra, revelándose en ella los aspectos clave que marcaron su personalidad artística. Lejos de considerarla una manifestación secundaria, Sorolla construye su producción como pintor y dibujante en paralelo, evolucionando a la par tanto en lo referente a los aspectos técnicos como en los temáticos. Salvo excepciones, sus dibujos no suelen ser preparatorios si no que como en el caso que nos ocupa son en sí mismas verdaderas obras de arte.
Dentro de su evolución resulta determinante la beca que tras ganar el concurso convocado por la diputación provincial de valencia se le concede en 1884 para completar sus estudios en Roma. En la capital italiana un joven Sorolla descubrirá no solo la obra de los grandes maestros renacentistas italianos, sino que también será donde aflorará su admiración por el trabajo de Mariano Fortuny, quien llegará a ejercer una poderosa influencia sobre la obra del artista valenciano.
De hecho, su formación académica y su paso por Roma serán determinantes en el desarrollo de su producción como dibujante marcando el ideal plástico al cual debía aspirar. Desde sus dibujos más tempranos el pintor explora con distintas técnicas que como el carboncillo la acuarela la tinta o el gouache combinaba entre sí. Este es el caso de “Tocando la guitarra”, realizada durante su temprana etapa italiana y donde a pesar de su juventud, Sorolla ya nos ofrece claras muestras de la maestría técnica que llegaría a alcanzar. La escena que nos presenta de raigambre costumbrista denota el excelente sentido narrativo y destreza compositiva que definirá este tipo de producción en la que se evidencia la huella que dejaron en él, maestros como, Ignacio Pinazo , Francisco Pradilla o el ya citado Fortuny. Asimismo, Sorolla ya nos ofrece indicios de la que llegará a ser su personalidad artística, deleitándonos ya en esta escena, con la fuerza expresiva de su pincelada rápida pero concreta y dejándonos entrever la especial sensibilidad que adquirirá a la hora de capturar los efectos lumínicos.
Durante toda su trayectoria artística, Sorolla llegó a realizar de manera incasable más de 5000 dibujos en los que entre trazo y trazo intuimos como sucede en acuarela que aquí nos atañe , la maestría del pintor en toda su dimensión.