SALVADOR CLEMENTE, LA VENDIMIA. FECHA SUBASTA 27 MAYO.
El pintor gaditano Salvador Clemente gozó de prestigio por sus escenas costumbristas resueltas con prodigioso pincel
Las escenas costumbristas resueltas con prodigioso pincel granjearon al pintor gaditano Salvador Clemente especial fama. Su realismo, de concepción preciosista, caracterizado por lograr calidades y volúmenes sumamente nítidos, se manifiesta con vehemencia en “La vendimia” (véase lote 35216322).
Los vendimiadores de Moguer se entregan a su labor bajo un sol inclemente. Como si de una fotografía se tratara, algunos campesinos se ven observados en esa instantánea mientras otros permanecen ajenos a la mirada del espectador, concentrados en su actividad. Ataviados con ropajes populares, los trabajadores cubren sus cabezas con pañuelos y sombreros de paja para cobijarse del abrasador calor de agosto, época de vendimia.
Un reguero de personas traslada sobre sus cabezas las canastas llenas de uva, y los que las tienen vacías se disponen a ello para, de nuevo, verterlas en los serones, desde donde serán trasladadas a los grandes toneles. Clemente capta la luz, el calor y hasta el olor del monte y de los racimos recién cortados de uva blanca y negra. Sirviéndose de una pincelada de cortos y pastosos toques, cada hoja, cada rama, cada prenda… es descrita con precisión mimética en los primeros términos, haciéndose más diluida y casi impresionista en los últimos planos. En definitiva, Clemente inmortaliza el espléndido día de sol en el pueblo onubense de Moguer.
Salvador Clemente comenzó su formación académica en la Escuela de Bellas Artes de Cádiz, Tras realizar varios viajes, en 1880 se mudó a Sevilla en 1880, donde siete años más tarde comenzó a trabajar como tesorero de la Academia Libre de Bellas Artes y donde además estableció su taller de pintor, en el que impartía clase. También trabajo como ilustrador, llegando a realizar dibujos destinados a diferentes publicaciones como por ejemplo, el libro de Manuel Cano y Cueto El hombre de piedra (con prólogo de Siro García del Mazo y dibujos de Salvador Clemente, Madrid, 1889), Su pintura se inscribe dentro de la corriente del costumbrismo, con cierto carácter técnico, de corte preciosista donde se aprecia un gran interés por la luz, y los efectos que esta produce sobre la totalidad de la composición. En 1897 presentó una única pintura en la Exposición Nacional de Bellas Artes siendo galardonado con una mención honorífica. Hoy en día su obra se encuentra en dividida entre diferentes colecciones privadas e importantes centros de interés artístico como por ejemplo el Museo Carmen Thyssen de Málaga.
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