Anzo: cuando la modernidad era revolucionaria
En el contexto de gran agitación antifranquista y efervescencia cultural que por aquel entonces vivía su Valencia natal, Anzó fundó, junto a Andreu Alfaro, Rafael Solbes y Manolo Valdés el grupo Estampa Popular de Valencia. A raíz de su actividad dentro del colectivo, Anzo destacará en el desarrollo de una estética basada en el pop Art americano y se convertirá en el precursor de esta corriente dentro de la cultura artística valenciana. Sin embargo, la riqueza de su obra escapa de los limites que impone cualquier etiqueta en la que se pretenda circunscribir la verdadera dimensión plástica de este artista, cuyo genio creativo nace de la búsqueda incesante de nuevas respuestas. Sin lugar a duda, su legado artístico merece recuperar el espacio que ocupó en vida como uno de los creadores más originales y visionarios de la España de posguerra.
Desde Setdart queremos contribuir a la difusión y revalorización de su obra presentando el próximo día 26 la primera subasta monográfica dedicada íntegramente a la producción del artista valenciano. El conjunto de piezas inéditas, procedentes de la colección particular del artista, nos permite trazar un recorrido por la evolución plástica del que ha sido, con su capacidd para asumir e interpretar la realidad social de su época, uno de los artífices que abrieron el camino hacia la modernización del arte contemporáneo español.
Anzo jamás puso límites a su creatividad. Desde su juventud dio muestras de un irrefrenable espíritu innovador que le condujo a experimentar e investigar con las novedosas tesis que promulgaban las tendencias internacionales más rompedoras. De este modo, su obra avanza y se enriquece de forma intermitente entre diversos lenguajes como el neofigurativismo, el arte pop, el informalismo o la geometría lírica, moldeándolos a su antojo hasta grabar en cada uno de ellos su característica impronta personal.
En los múltiples estilos que cultivó, sobrevuela de forma perenne, la inquietud e incertidumbre por el devenir del ser humano en un nuevo mundo dominado por las vertiginosas transformaciones derivadas de los avances tecnológicos. Desde sus obras de juventud, la alienación del hombre devorado bajo un manto de aparente progreso será el eje vertebrador que recorrerá toda su producción.
Durante la década de los 70, abordará la cuestión de la soledad y aislamiento en un mundo tecnificado y masificado a través de la irrupción de motivos geométricos, circulares, en espiral o laberínticos que, como piezas de mecano o puzzles, se transforman en una metáfora de la reducción del ser humano a un mero troquel de una gran maquinaria.
En las décadas posteriores, su evolución plástica deriva en una geometría pura que progresivamente adquirirá una evidente connotación lírica. Tras la aparente frialdad de las líneas geométricas, se deja entrever una sensibilidad poética en la que a partir de la superposición de planos y colores conforma secuencias rítmicas que, en ocasiones, se tornan casi musicales.
En sus últimas obras, retoma un lenguaje de raigambre informalista donde la alteración de las texturas, el esquematismo geométrico, y el estudio de los contrastes volumétricos traducen la soledad y pérdida de identidad que se esconde bajo la supremacía del todo sobre lo único.
En cuanto a su producción escultórica, Anzo experimentará con todo tipo de materiales bajo los cuales, ya fuera en madera, acero o piedra, reflexiona entorno a los beneficios e inconvenientes que nos plantea un mundo regido por la creciente estandarización y serialización industrial. En ellas transluce el propio dilema al que Anzo se enfrentó, debatiéndose entre la esperanza de progreso que prometía la revolución tecnológica y la nostalgia de un mundo más conectado con nuestras raíces y origen.
Sin embargo, el corpus artístico de Anzo nos demuestra incluso desde la crónica social más dura la inherente belleza contenida en todas y cada una de sus series en las que prevalecen los valores plásticos propio de un esteta que fundamentalmente persigue la belleza a través de la armonía, el color y la línea.
Anzo es ante todo heredero de una cultura y educación forjada en un contexto histórico conflictivo e incierto del que germina el lenguaje plástico con el que dio luz a su personal cosmovisión de un mundo distópico y contradictorio. Años después, su obra renace con un discurso que perdura tan vigente como antaño.