La versión más lírica de Ràfols Casamada llega a Setdart.
El espíritu de modernidad que subyace en cada una de las obras de Ràfols Casamada ha logrado imponerse por encima de cualquier moda pasajera, encajando casi de manera orgánica en cualquier escenario. Ya sea en interiores de carácter minimalista o bien en aquellos de cariz más clásico, sus creaciones actúan como tragaluces en los que las armoniosas formas y colores conquistan nuestra mirada y el espacio que les rodea. Ejemplo de ello es el monumental lienzo que el próximo día 15 se licitará en nuestra subasta de arte moderno y contemporáneo. “Crepuscular“ realizada en el año 1992, pertenece a la serie de obras de gran formato que Ràfols Casamada, bajo su particular visión poética de la realidad , dedicó a representar las distintas fases del día.
A lo largo de su dilatada carrera, su estilo fue experimentando una paulatina y sólida evolución fruto de una profunda reflexión y asimilación de las diversas corrientes que se dieron cita en el panorama artístico del fecundo y revolucionario siglo XX. Sus inicios ligados a la tradición figurativa y a la influencia del Noucentisme de Torres- García o Joaquín Sunyer abarcan un corto periodo de tiempo en su basta producción ya que pronto se dejaría seducir por las nuevas corrientes que irrumpieron en Francia y Estados Unidos. La influencia del informalismo francés y del expresionismo norteamericano, cuyos principios nos remiten a la exaltación del arte puro, actuaron como catalizador del camino que emprendió a finales de la década de los 50 hacia una concepción más esquemática y estructurada de la realidad de sesgo claramente abstraccionista. Sin embargo, y como el propio Ràfols afirmó, el suyo, «es un estilo personal que nace de los demás», transformándolo, mediante una profunda reflexión ecléctica y sólidamente fundamentada, en algo singular y único. Y es que en las obras de RàfolsCasamada nada es superfluo o fruto del capricho. Cada trazo, pincelada y elemento que conforma la obra está metódicamente planificado para dotar a sus composiciones de ese ritmo reposado y estable, de atmósferas casi hipnóticas, tan característico del artista. De hecho, su evolución plástica es un espejo en el que se refleja su personalidad: reflexiva, pausada, sin estridencias ni bruscos sobresaltos, todo en ella fluye de manera equilibrada y armónica bajo una visión poética de la realidad en la que las formas y colores se despliegan en el soporte como una idea expandiéndose en la mente.
En obras como la presente podemos contemplar en todo su esplendor el lenguaje plástico de plena madurez con el que Ràfols dio luz a una obra tremendamente lírica y evanescente. Valiéndose tan solo, de los valores puramente pictóricos,Casamadas nos envuelve de lleno en la atmosfera lumínica propia de la hora crepuscular. Partiendo de la más absoluta pureza estructural y de unaespecial sensibilidad cromática, el pintor, nos invita a una contemplación serena y reposada que nos transporta a la esencia misma de la naturaleza, donde espacio y tiempo, forma y luz se conjugan en armonía. La descomposición ortogonal de las formas y la reverberante luminosidad que emerge del fondo, se convierten en los protagonistas de sus estructuradas y geométricas composiciones introduciendo como en este caso, un registro no finito en el que incorpora nuevos valores como las veladuras, el vacío o la fragmentación.
Su talento, sensibilidad y reconocimiento lo convierten en una de las figuras centrales del arte español del siglo XX tal y como nos reafirma su presencia en instituciones tan emblemáticas como el MOMA de New York o el Centro George Pompidou de París. Sutil y elegante como pocos, con él, la abstracción lírica española encuentra a uno de sus grandes referentes: un artista polifacético y único que hizo del arte el eje estructural de su vida.