Óscar Domínguez y su importancia dentro de la plástica artística europea
A lo largo de la historia del arte han sido tan sólo unos pocos artistas privilegiados los encargados de poner nombre y rostro a los diferentes movimientos artísticos. Claro ejemplo de dicha desafortunada situación es lo que ocurrió dentro del movimiento surrealista, el cual no sólo fue obra de los conocidos Breton, Eluard o Dalí, sino que fueron muchas otras las aportaciones al mismo, entre las cuales destacaron las del importante artista canario que nos ocupa, Óscar Domínguez.
Para entender la obra de Domínguez es imprescindible conocer dos aspectos fundamentales de su vida. Por un lado, la presencia de una enfermedad que le acompañaría toda su existencia, haciéndose protagonista en algunas de sus obras: la acromegalia, un trastorno que agigantó y deformó sus extremidades y que le llevó a mantenerse en un segundo plano, así como a vivir una vida de truculenta de alcohol, violencia y destrucción.
Por otro lado, su traslado a París. Por aquellos momentos, la ciudad gala era considerada como la capital del arte debido a la cantidad de artistas que a ella se habían trasladado: Pablo Picasso, Julio González, Juan Gris o Giorgio de Chirico -a quienes Domínguez llegó a conocer-, entre muchos otros, fueron los responsables de la aparición de importantes movimientos artísticos. Junto a los Ballets Rusos, estos movimientos crearon un clima excepcional de experiencias que ni tan siquiera se vieron frenadas con la guerra de 1914. Libertad y extrema miseria convivieron en un mundo que buscaba encontrar nuevas expresiones, otro destino, y el cual se vio reflejado en las extraordinarias y novedosas obras que estos jóvenes artistas realizaban y en las que, por supuesto, se encontraban las de Óscar Domínguez.
Sin embargo, según el crítico surrealista Brian Morris, Domínguez vivió una marginalidad que le mantuvo a la sombra de los artistas franceses y que fue la culpable de que el reconocimiento y la gloria le llegara después que a sus compañeros.
Ayudando a la difusión de la obra de Domínguez, Setdart Subastas tiene el orgullo de presentar una de las producciones más originales del autor canario, realizada en el año 1954 y dedicada por el artista en la parte inferior derecha. Correspondiente a la etapa esquemática o de triple trazo, una de las de mayor personalidad estilística, la obra se caracterizada por la cohesión armónica de los planos, así como por el juego de líneas, el importante peso de las superficies monócromas y, sobre todo, por el conocimiento del previo del artista acerca de lo que está trasladando al lienzo, dando como resultado una obra de gran virtuosismo en su estructuración.
De igual manera, la obra se caracteriza por la particular técnica con la que ha sido realizada: la decalcomanía. Aunque en muchas ocasiones se le atribuye la invención de dicha técnica a Domínguez -aunque no fue realmente invento suyo, fue un gran el de la misma-, la decalcomanía consiste en aplicar gouache negro sobre un papel, el cual se coloca encima de otra hoja sobre la que se ejerce una ligera presión, para finalmente despegar ambos papeles antes de que se sequen.
Óscar Domínguez es, es definitiva, una importante figura dentro de la artística europea. Su insaciable sed de cambio le llevó a crear obras magistrales y tremendamente importantes, las cuales le hicieron convertirse en uno de los principales artistas españoles dentro de la vanguardia parisina de principios del siglo XX.