La figura de Buda en el arte oriental.
Las figuras antropomórficas de Buda tienen su origen en el norte de la India y los actuales países de Afghanistan y Pakistan en el siglo I d.C. Durante los siglos posteriores, las representaciones de Buda y sus enseñanzas se esparcen en prácticamente cada cultura desde Afganistan hasta Japón y son objetos de contemplación, meditación y veneración en hogares y templos.
Las esculturas de Buda, realizadas en una infinidad de estilos y materiales, están cargadas con símbolos de sus enseñanzas de compasión y sabiduría: desde los pliegues de sus ropajes y el pecho descubierto, hasta los distintos gestos con las manos llamados mudras.
Dentro del ecléctico grupo por ser subastado en Setdart, se ecuentra un importante bronce tailandés de un “Buda caminando”, fechado entre los siglos XIV y XV. La posición representa paz interior y gracia, así como el comienzo del viaje Buda al nirvana o su regreso a la tierra para impartir un sermón. El sutil cincelado de la cara, la gracia del movimiento ondulante simulado por los pliegues de la tela y finalmente el excepcional estado de conservación dotan a esta pieza de una particular elegancia.