Olivier Bro de Coméres, un pintor romántico en oriente
La historia de Olivier Bro de Comeres parece la antesala de Lawrence de Arabia o de alguna novela heroica. Su biografía, ha pasado desapercibida durante más un siglo, hasta hoy.
Tras una cubierta de cuero roja bordada al estilo oriental se escondía uno de los mejores ejemplos de pintura e historia del romanticismo. Los dibujos que contenía bien podrían haber pasado como simples notas artísticas. Sin embargo, su valor va mucho más allá ya que, además de poseer el aire de una novela aún no escrita, se convierte en un inestimable testimonio gráfico que atesora múltiples registros arquitectónicos, etnográficos, históricos, y botánicos.
La fascinación que ha despertado el mundo exótico y orientalista viene de lejos, cuando en la Edad Media Venecia se convirtió en un auténtico imperio comercial. No obstante, no fue hasta 1798 cuando, tras la expedición de Napoleón a Egipto, se desataría una autentica fiebre en Europa por todo aquello relacionado con el mundo egipcio y árabe.
Dicha expedición contó con militares y sabios de diferentes ámbitos: dibujantes, botánicos y arquitectos que cumplieron su cometido de recoger los apuntes de todas y cada una de las maravillas del pasado egipcio y de su naturaleza. Todos estos trabajos se recopilaron en el libro, “Description de l’Égipte”, publicado entre 1808 y 1822 y cuya lectura caló de forma profunda en la mente de Olivier. Una vez instalado en Argelia y sintiéndose como uno de esos eruditos de la expedición egipcia, Bro de Comeres reflejó a través de sus dibujos una evidente intención de registrar todos los aspectos de una cultura prácticamente desconocida para los europeos.
Los orígenes de esta historia se remontan al París de principios del siglo XIX, cuando el general Louis Bro, una de las principales figuras de su tiempo, es enviado en el año 1833 a la conquista de Argelia. En esta misión le acompañó el joven oficial de 21 años, Olivier Bro, quien desde su llegada a la ciudad de Alger se dedicó a registrar en sus cuadernos distintos aspectos e impresiones sobre el lugar, desde sus perspectivas y edificios, hasta sus gentes y costumbres.
La fascinación que le produjo dibujar una cultura que no era la suya le llevó a reproducir los detalles más pequeños y anecdóticos con suma rapidez, tal y como queda corroborado en los 20 dibujos que realizó en tan sólo un mes. En ellos se palpa la voluntad de apostar por la veracidad mostrando, por encima de los aspectos estéticos, la cotidianeidad de cada escena.
Ejemplo de ello, son estos dibujos donde el artista nos sumerge de lleno en la atmósfera del ambiente, capturando con total veracidad un instante vívido. Prueba de su rigurosidad a la hora de representar cada uno de los personajes y ambientes son los apuntes que él mismo anotó al dorso de las obras en relación con los nombres profesiones y datos personales de la vida de cada uno de ellos.
Cabe destacar también el protagonismo que en su obra adquieren las mujeres con independencia de cuál fuera su origen, religión o posición social. Entre ellas, sobresalen las conocidas como odaliscas quienes con su aspecto sensual y ataviadas con lujosos vestidos, joyas y bordados se convierten en uno de los rasgos más atractivos de la colección. Sus enigmáticas damas que aparecen en escenas de seducción con el propio artista, adquieren una presencia real que lejos de ser un prototipo, esconden sus propias biografías.
Por último y teniendo en cuenta la tarea como militar que desempeñó en Argelia, no podemos dejar de mencionar las batallas, asedios, soldados y campamentos cuya representación se convierte en un documento histórico sin parangón. Como si de un reportero de guerra se tratara, Oliver Bro nos informa de diversos sucesos como la toma de la ciudad de Constantine o la destrucción de la ciudad de Medea. Asimismo, son de gran interés también los dibujos tomados durante las batallas destinados a los familiares de los soldados caídos o heridos en los que se describe de forma heroica su lucha.
El conjunto en su totalidad es un valioso fragmento de la historia que ha permanecido vivo gracia a la dedicación y pasión de figuras como la de Olivier Bro de Comeres.