5 curiosidades sobre la vida y obra de Lita Cabellut
La biografía de Lita Cabellut es tan poderosamente llamativa como los lienzos que surgen de ella.
Siguiendo la trayectoria de Lita Cabellut podemos afirmar que sus obras son el resultado de su propia pasión por la vida y por esa necesidad de ahondar en la complejidad de un alma humana, cuyas pasiones miedos y contradicciones nos muestra a menudo con una honestidad brutal. Sus monumentales pinturas, a menudo protagonizadas por el segmento más desprotegido de la sociedad, se han convertido en verdaderos alegatos de humanidad
Si queréis descubrir algunos de los acontecimientos que han marcado la vida y obra de Cabellut no dejéis de leer las siguientes curiosidades que a continuación os planteamos:
- La infancia de Lita, lejos de ser un camino de rosas, estuvo marcada por el abandono y la pobreza. Sobreviviendo en las calles de Barcelona, Lita cuenta de esta época: “no fui a la escuela, yo era una niña de la calle como otros muchos. Hacía trabajitos para las prostitutas, ellas me daban dinero para que les comprara paquetes de cigarros, bocadillos, preservativos, pendientes… y yo me quedaba con el cambio. Muchas veces dormía en la calle”.
- Lita reveló su vocación como artista a raíz de descubrir en el Museo Prado a los grandes maestros como Goya, Velázquez o Rembrandt. De hecho, cuenta su biografía, que la conmoción que sintió ante “Las tres Gracias” de Rubens “fue el detonante de su decisión”.
3. Tal y como ella misma reconoce, Rubens y Velázquez le impactaron por su belleza y magnitud pero frente a Goya se estremeció al comprender a la perfección lo que gritaban las pinturas del maestro aragonés, ya que ella misma vivió en sus carnes el delirio del universo goyesco.
4. Una de las señas de identidad del estilo de Lita es sin duda la técnica que ha desarrollado, basada en una variante de la técnica de la pintura al fresco que, simulando los efectos del “craquelé”, nos evoca la fragilidad de la vida y las cicatrices que deja a su paso.
5. La intensa carga emocional con la que sus obras nos interpelan cobra vida gracias a una dualidad existente en toda su obra: el profundo conocimiento y dominio del dibujo academicista de los grandes maestros, junto a la factura de trazos desgarrados e instintivos de artistas como Francis Bacon, Lucien Freud o Pollock, regida por las energías internas que nacen del propio artista.