Miquel Navarro. Simbiosis entre escultura y arquitectura.
El creciente prestigio del artista valenciano Miquel Navarro estriba, en gran parte, en la particular confluencia que se da en su obra entre aquello que nace de sus propias vivencias y lo que fragua mediante la libre asimilación de distintos movimientos modernos, desde el minimalismo al arte metafísico.
La producción más representativa de Navarro se desarrolla dentro de la investigación plástica de ciudades imaginarias, en las que se establece una simbiosis entre escultura y arquitectura, un constante diálogo entre ambas disciplinas.
La pieza que Setdart pone en subasta estos días (lote 35158769) se vincula directamente a esta búsqueda urbanístico-escultórica, que parte de la influencia del constructivismo ruso y de la admiración por la obra de Julio González, para derivar en complejas instalaciones formadas por piezas relacionales. En los años noventa, los “edificios” de sus “ciudades” tienden a disgregarse, individualizándose en obras independientes, como la que aquí nos ocupa.
El empleo del hierro, el zinc y el aluminio le permitió al artista valenciano canalizar la concepción arquitectónica de sus metrópolis hacia formas geométricas simples, perdiendo parte de su carácter anecdótico y volviéndose más esquemáticas y esenciales. La presente pieza, fechada en 1999, responde a esta etapa de depuración formal y conceptual.
Miquel Navarro (Mislata, Valencia, 1946) estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos (Valencia). Comenzó como pintor en 1964, realizando dibujos y pinturas sobre papel. En 1968 realizó relieves en goma y plástico, y en 1972 se decanta definitivamente por la escultura. Su trabajo se encamina hacia las instalaciones y montajes, a modo de paisajes escultóricos, aunque en la década de los setenta alterna los montajes con esculturas autónomas, más tradicionales. En 1980 expone por primera vez en Nueva York. En esta década experimenta con nuevas manifestaciones artísticas, realizando las escenografías para las obras teatrales “Vente a Sinapia”, de Fernando Savater, y “Absalón”, de Calderón de la Barca, ambas en el Teatro Nacional de Madrid. En 1984 se inauguró en una plaza pública de Valencia una fuente de 23 metros que conmemora la traída de aguas potables desde el río Júcar a la ciudad, pero nunca abandonó los montajes, uno de los cuales “La Ciudad” se expuso en Grasz (Austria), Madrid y Londres. La influencia del constructivismo ruso y de la obra de Julio González son también perceptibles en sus obras de la última década. Sus “Ciudades”, que desarrolla desde 1972, son instalaciones complejas, realizadas con múltiples piezas de materiales cerámicos y principalmente barro -materia llena de connotaciones culturales y de fácil maleabilidad. El refractario, el zinc, el plomo, la madera, el yeso o el mármol son también extensamente empleados por Navarro. Su carrera podemos destacar el Premio Nacional de Artes Plásticas, obtenido en 1986, el Premio Alfons Roig (Diputación de Valencia, 1987), el Premio CEOE a las Artes (1990) o el Premio Nacional de la Asociación de Críticos de Arte (AECA) ARCO´95.