Los surrealistas sintieron fascinación por la figura del Marqués de Sade, al que cada uno de los artistas de este movimiento reencauzó de acuerdo a sus propios intereses y fijaciones, mezclándose esa influencia con el psicoanálisis freudiano.
En el caso de Salvador Dalí, la obsesión con el divino marqués quedó plasmada ya en la mítica película “L’age d’or” (1930), de la que fue co-autor junto a Luis Buñuel, concretizándose en el apasionado y perverso duque. De resonancias sadianas fueron también sus relatos de los años 30, escenas de amor y muerte ambientadas en iglesias románicas.
Con el paso del tiempo, y ya alejado de aquellos años de efervescencia del grupo surrealista, en los 60’s, no menguó el interés de Dalí por Sade, de lo que ahora Setdart deja testimonio con “La crime” , dibujo que muestra la representación teatral de una de aquellas narraciones del marqués agrupadas bajo el título “Crímenes de amor”.
Siempre interesado en el teatro, este tipo de composiciones de escenarios son frecuentes en la obra de Dalí en sus años de madurez. De Los Crímenes de Amor fue realizando varios episodios, cuyas tramas convergen en situaciones que llevan a los personajes a los lindes de la locura o el amour fou. Carecían de las crueles escenas de tortura y sexo explícito de otras obras por las que Sade sería más conocido, pero desvelaban con lucidez deseos ocultos y la malicia congénita del corazón humano.
A Dalí le encandilaba la fantasía, los trajes, las joyas, Hollywood y los escenarios. Son numerosos sus dibujos y sus obras de arte vinculados con el mundo del teatro y los musicales. Se ocupó de ballets, libretos, diseño de decorados y vestuario, siendo un creador multidisciplinario que osó experimentar con los diferentes géneros del arte.