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Así son las entrañas de una casa de subastas online
La Vanguardia | Cultura | 23/10/2013
Piezas pictóricas españolas de gran valor y firmadas por artistas como Barceló, Tàpies, Tarrassó o Clavé se han convertido en objeto de deseo de inversores y coleccionistas privados procedentes de mercados emergentes, especialmente rusos y chinos. Así lo constatan diversos especialistas, que también ratifican que son los extranjeros los que más alto pujan en las casas de subastas, sobre todo para adquirir obras destacadas, y sostienen que internet ha propiciado que las piezas sean más fácilmente localizables para este público. “Hay una gran cantidad de nuevos ricos en Rusia y China cuya apertura, a pesar de haber sido países comunistas, ha hecho emerger una importante oligarquía que quiere poseer muchas obras de arte para invertir y para exhibir su estatus”, comenta el experto Albert Moya.
Según la cosocia del principal portal on line de subastas en España y uno de los más prestigiosos del sector, Setdart, “muchas obras españolas han salido de España y están en manos de extranjeros”. La tendencia, que se ha acentuado con la crisis económica, facilita que se pierda la trazabilidad de muchas de estas obras, ya que, como señala Moya, “saber dónde irá a parar al final es imposible porque estamos en un mercado libre”, donde cada estado miembro de la Unión Europea (UE) tiene convenios con otros países, por lo que una obra cuyo comprador procede de Inglaterra puede acabar en Estados Unidos.
Las obras más cotizadas
Los rusos sienten una mayor predilección por “las piezas monumentales”: de grandes dimensiones, bronces, pintura historicista y muebles de gran espectacularidad; en cambio, los inversores procedentes del mercado chino “buscan piezas que pertenezcan a su propia cultura”, aunque también están abiertos a invertir en otro tipo de arte. En general, los extranjeros “se interesan mayormente por adquirir pintura”, explica Arturo Montoya, director general de Subastas Imperio, casa también especializada en el sector on line.
Además de obras pictóricas, que son la estrella de las subastas, las joyas y el mueble español del siglo XVII y de épocas anteriores generan un gran interés entre el público foráneo. Y es que, según Moya, no es lo mismo comprar un mueble antiguo en Londres que en territorio español, donde el precio de subasta puede ser un 50% inferior. Una de las razones que explica la diferencia es que en España los muebles de épocas anteriores son demasiado grandes para el tamaño de los pisos actuales. Asimismo, “hay que pensar que los precios de una casa de subastas van en función de su lista de clientes”.
Un momento propicio para las gangas
Independientemente de que rusos y chinos pujen fuerte, la opinión mayoritaria es que el coleccionista español continúa teniendo un buen poder adquisitivo y sigue adquiriendo piezas importantes. No obstante, al igual que otros sectores, la crisis también ha afectado gravemente al del arte, lo que ha conllevado la devaluación del mercado. “Es un momento fantástico para comprar porque los precios están muy bajos”, afirma Marina Pelegrí.
En este sentido nuevos ricos que compraron piezas artísticas durante el boom económico, con tasaciones al alza, ahora se desprenden de ellas, lo que hace que sea un buen momento para encontrar gangas en las licitaciones. Un aspecto negativo es que muchos de los propietarios de los artículos “se sienten defraudados” porque los precios son muy diferentes a los que pagaron en su día por ellos, sostiene Pelegrí. No obstante, quien tenga en su posesión una buena obra de arte no debe temer puesto que el valor de este tipo de artículos, según el experto Albert Moya, “no baja”.
Además de proceder de nuevos ricos venidos a menos, las piezas que llegan a una subasta provienen de comerciantes que quieren deshacerse de sus existencias, anticuarios y personas mayores cuya descendencia ya no está interesada en ellas. “Es una pena que la gente joven no sepa valorar, por ejemplo, una cómoda que sus antepasados han abierto durante tantísimos años. En este sentido nos gustaría hacer un trabajo didáctico y sensibilizador”, comenta Pelegrí, que confía que las nuevas tecnologías acerquen a los jóvenes al mercado del arte.
El auge de la subasta on line
Como también ha ocurrido en otros campos, internet ha causado cambios destacables en el sector ya que cada vez se realizan más subastas on line y menos presenciales. Hoy en día, explica Moya, la mayoría de casas de subasta ofrecen la posibilidad de pujar a través de la red, lo que permite que los licitadores no tengan que desplazarse al lugar donde se realiza la subasta, con el ahorro de tiempo que esto comporta. Otra de las ventajas de internet es que desde cualquier sitio y en cualquier momento el interesado puede acceder a la evolución de las pujas.
Sin embargo, Moya señala algunos inconvenientes: dependiendo del tipo de casa de subastas a la que se acude, “no sabes cuánto te cobrarán por el transporte y si la pieza llegará en buenas condiciones a su destino”. Por eso, antes de pujar on line, recomienda conocer la garantía de la casa, si existe la posibilidad de devolución del género, cuáles son los gastos exactos de transporte y si la mercancía está asegurada.
Otra de las cuestiones que puede plantear dudas es que en las subastas on line los compradores solo pueden ver el artículo a través de una pantalla de ordenador. Una deficiencia que algunas empresas han corregido permitiendo a los licitadores comprobar la calidad del género presencialmente antes de pujar por él. Es la fórmula que, en parte, explica el éxito de Setdart, empresa nacida en 2003 en internet y que a día de hoy cuenta con 35.000 usuarios registrados. Otras empresas, como Subastas online ofrecen la posibilidad de realizar la puja directamente en el domicilio de cada vendedor.
No obstante, según cuenta el director general de Subastas Imperio, “todavía hay gente que no se fía” de internet para participar en una subasta, por lo que es indispensable que la casa donde se realiza “se gane la confianza del consumidor”. En este sentido Moya alerta de la cantidad de obras que circulan con certificados de autenticidad falsos, por lo que considera necesario que antes de licitar en una subasta, un entendido en que confíe se encargue de estudiar la obra minuciosamente.
Por otro lado, este experto avisa de la grave crisis en que se encuentra inmerso el sector tradicional del arte, en que marchantes, anticuarios y galerías “están perdiendo mucho con internet”, debido a que en general no se han sabido adaptar a los nuevos tiempos. Un síntoma es que muchos todavía no se han introducido en el mundo de las subastas on line. Las almonedas que reunían a decenas de compradores en una sala, a menudo durante horas, hasta llegar a la puja más alta podrían tener los días contados.
Raquel Quelart
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Felicidades, una explicación muy buena e ilustrativa