Mujeres artistas merecidamente reconocidas
Dos grandes referentes de la plástica contemporánea como Soledad Sevilla y Cristina Iglesias comparten protagonismo en nuestra subasta del próximo día 5 de abril.
La historia del arte la han protagonizado infinidad de mujeres cuyo talento y trascendencia fue sistemáticamente ignorado e invisibilizado. Las antiguas estructuras que regían el sistema artístico y las dinámicas excluyentes que las condenaron al olvido y las relegaron al simple papel de musas, actualmente se derrumban como síntoma del signo de una época que no puede seguir reproduciendo los clixes discriminatorios de tiempos pasados. La necesidad de introducir e integrar a las mujeres artistas en el relato historiográfico, ha impulsado nuevas vías y metodologías de investigación, cuyo impacto ha derivado en los últimos años en un incremento sintomático de su presencia dentro de las instituciones museísticas, así como también en los planteamientos que han dominado los discursos hegemónicos tradicionales .
Este incipiente cambio de paradigma se ha visto traducido en el creciente interés del mercado del arte por su obra, cuya presencia (y cotización), ha experimentado un auge significativo, duplicando durante la segunda década de este siglo el valor de las cifras que se registraron a lo largo de la primera. Esta tendencia se visibiliza especialmente en el ámbito del arte contemporáneo, donde el peso de las mujeres artistas representa un valor al alza que desde Setdart queremos apoyar y consolidar, en este caso, de la mano de dos de los grandes referentes de la plástica contemporánea de nuestro país: Soledad Sevilla y Cristina Iglesias.
La trayectoria de Soledad Sevilla es la historia de una lucha obstinada por convertirse en pintora profesional. La suya ha sido una carrera de obstáculos que la unen a generaciones de mujeres artistas que se revelaron frente a unos estereotipos machistas que no concebían el hecho de ser madre con el desarrollo de una vocación propia. Pionera del op art español y la abstracción geométrica, su obra es el resultado del equilibrio entre el rigor geométrico y la plasticidad emotiva.
En este lienzo de 2007 Sevilla realiza el mismo ejercicio que ya hicieran artistas como Picasso, volviendo su mirada hacia los grandes maestros para transformar su obra en algo radicalmente nuevo y personal. La serie al completo representa una versión inspirada en las tablas de los Apóstoles que Rubens realizó por encargo del Duque de Lerma donde Soledad, estableciendo una especie de dialogo con la voluptuosidad y cromatismo de los ropajes del apostolado, convierte el color en portador del mensaje divino. Asimismo, la artista investigará y abordará las posibilidades expresivas de la madera generando delicadas texturas cuyas gradaciones y contrastes cromáticos se asemejan al aspecto de las maderas teñidas en una superficie que, marcada por la huella del paso del tiempo, nos revela el hondo sentido poético que ilumina toda su obra. Luz, materia y espacio se unen en un trabajo que Soledad concibe como una experiencia sensorial y orgánica tan sutil como hermética.
La generación de Soledad Sevilla abrió y asfaltó el camino que continuaron artistas como Cristina Iglesias. Desde que irrumpiera en escena a principios de la década de los 80, el fulgurante éxito y proyección de la escultora vasca la catapultó como una de las artistas más internacionales de los últimos tiempos, cuyo reconocimiento incluye múltiples galardones y una presencia indiscutible en los museos, galerías y colecciones más prestigiosas del mundo. Además de su producción escultórica, Iglesias destacará también en su faceta como grabadora, cuyas continuas investigaciones y aportaciones le valdrán el Premio Nacional de Arte gráfico en 2019.
Desarrollada en paralelo a su práctica escultórica, su propuesta gráfica nos invita a entrar de lleno en la obra, superando los límites de un grabado convencional que Iglesias concebirá bajo el mismo sentido arquitectónico que proyecta en sus esculturas. Obras como el monumental “Díptico XVIII” ilustran su predilección por la técnica serigráfica con cobre como soporte, desvelándonos esa voluntad de interacción y reconfiguración del espacio circundante, donde la imagen serigráfica se diluye y proyecta gracias a las calidades de reflexión y refracción del soporte. En este juego de espejos en el que sumerge al espectador, Iglesias explora la idea de un espacio dentro de otro que, en su ambigüedad y misterio, se convierten a la vez en refugio y cautiverio.
El éxito de ambas artistas es el éxito de una sociedad que avanza y se enriquece culturalmente. Lejos de exaltar a las mujeres artistas por una cuestión puramente de género, de lo que se trata es de reconocer el talento y creatividad que históricamente se les negó por el simple hecho de ser mujer, planteando nuevos modelos y métodos que deconstruían una historia llena de olvidos. La misma historia falseada e incompleta que fue concebida bajo unos parámetros que hoy en día, y más en una disciplina que lleva por bandera la libertad, no pueden tener cabida.