El Paso: un puente hacia la modernidad.
Durante la posguerra española, una generación de jóvenes artistas logró sacudir el anquilosado panorama artístico de un país que permanecía cultural y políticamente aislado. Rompiendo con la absoluta atonía de un mundo creativo subyugado a los parámetros dictados por el franquismo, iniciaron un nuevo capítulo en la historia del arte español, determinante en la configuración de la vanguardia española. En el año 1956 bajo el nombre de “El paso”, este heterogéneo grupo de artistas entre los que se encontraban Antonio Saura, Luis Feito, Manolo Millares o Rafael Canogar, se movilizó entorno a una idea en común: la del arte como elemento de cohesión y compromiso moral con la sociedad de su tiempo. Su espíritu rebelde y rupturista transformó el lienzo en un campo de batalla en el que hacer frente a una realidad que no querían vivir más. Desde entonces, su frenética actividad les llevó a exponer en diversas galerías y museos de ciudades como París, Roma o Nueva York cosechando un buen número de éxitos internacionales y un prestigio superior al que disfrutaban en su propio país. Paradójicamente, este prestigio se convertirá en un arma de doble filo en manos de un régimen franquista que vio en ellos, la oportunidad de ofrecer al exterior una imagen de la dictadura inédita y moderna.
“Pretendemos presentar una obra auténtica y libre y luchamos por un arte hacia la salvación de la individualidad, dentro del signo de nuestra época.” De este modo, defendieron una nueva libertad creativa que encontró en la explosión cultural que llegó de la mano del informalismo francés y el expresionismo abstracto norteamericano, el germen de su revolución artística. Aún así, la asimilación de estas influencias jamás socavó el sentimiento de arraigo a una tradición pictórica propia de carácter trágico, heredera de la España negra que con gran lucidez describieron Goya y posteriormente José Gutiérrez Solana.
El carácter subversivo y la pluralidad creativa que les definió como grupo, regresa a la actualidad como protagonista de nuestras subastas de noviembre a través de dos de sus integrantes más carismáticos: Luis Feito y Antonio Saura.
Entendiendo la pintura como un ejercicio espiritual que va más allá de la apariencia formal, la obra de Luis Feito aborda, desde la más pura abstracción, las tensiones y dualidades entre conceptos radicalmente opuestos. Bajo esta premisa, el lienzo se convierte en un espacio de confrontación, que gravita entre el equilibrio estructural y la tensión dinámica que surge de la interacción de los colores y las formas. Caos y orden, gesto y contención, rigor geométrico y trazo irracional se desarrollan a la par a lo largo de su basta trayectoria, confiriéndole un aire de calma tensa que nos invita a una observación meditativa cercana al misticismo de Rothko y Malevich. En este sentido, la pareja de lienzos que nos ocupan refleja una obra que, aún en constante cambio, permanece fiel a los principios creativos que la originaron. Mientras la primera (35201804) es un soberbio ejemplo de la anárquica intensidad y dramatismo barroco que surge del tenso contraste cromático que definió su periodo rojo y negro, la segunda, muestra una expresividad mas pausada y contenida, que lo encaminan hacia una depuración formal visible en dípticos monumentales como ” Bas” (35189944) en los que, confrontando la estructura compositiva de ambas partes logra elevar el concepto de dualidad a la máxima potencia.
Mientras Feito concibe su obra como un acto espiritual, Saura encara el acto creativo desde una vertiente más visceral cercana a la de su admirado Pollock. En ellos la gestualidad pictórica alcanza una liberación absoluta donde los trazos frenéticos y nerviosos abarrotan la superficie de la obra. Sin embargo, la obra de Saura no se desarrolla en la abstracción pura, sino que, apoyada en ciertos elementos figurativos, el artista enfrenta los grandes temas de la humanidad que vertebraron su obra. Entre los motivos que conforman su universo creativo destacan las multitudes humanas (35206902) y las figuras eclesiásticas (35130843) que protagonizan la pareja de obras que nos ocupan donde el artista nos arroja su particular y mordaz visión de la muerte, la violencia y la religión reflejando un mundo en decadencia donde el ser humano se consume en el absurdo de su existencia.
A pesar de la disolución del grupo tan solo 10 años después de su creación, el grito atronador en favor de la libertad que surge de las entrañas de su obra sigue resonando a través de generaciones posteriores que vieron en ellos el camino hacia la modernidad.