Written by Andrea Domenech

Gucci: Más que una marca, un icono de moda

Gucci: Más que una marca, un icono de moda

Gucci es sinónimo de un legado fascinante, historia viva de la moda casi un siglo después de su fundación.

Ofrecer exclusividad mientras se crea una cultura inclusiva, alternar productos clásicos y muy de moda y satisfacer las expectativas de los consumidores jóvenes tanto como sea posible, estos son algunos de los elementos estratégicos que sigue actualmente Gucci para conseguir un crecimiento explosivo que la está reposicionando con una amplia visibilidad y popularidad entre las nuevas generaciones. En este marco, Setdart presenta una subasta de 55 lotes de la icónica marca italiana en la que destacan los bolsos, objetos de culto y deseo para los amantes de la moda.

La historia de Gucci es una narrativa fascinante que se entrelaza con la evolución de la moda moderna. Desde sus modestos inicios en 1921 como una pequeña tienda de artículos de cuero hasta convertirse en una potencia global del lujo, Gucci ha mantenido una reputación impecable por su artesanía excepcional, su innovación inigualable y su estilo inconfundible.

El logo de las dos G entrelazadas proviene del nombre del fundador de la marca, Guccio Gucci, un joven florentino que, impresionado por el lujo, abrió en los años 20, en su ciudad natal, una tienda artesanal de bolsos, cinturones tricolor y mocasines trabajados en cuero de forma artesanal. Con la ayuda de tres de sus hijos –Aldo, Vasco y Rodolfo–, Guccio comenzó la expansión de la compañía abriendo sucursales en Milán y Roma. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, con el mundo y la economía desperezándose, la marca comenzó su internacionalización estableciendo una sucursal en Nueva York.

Primera tienda Gucci en New York, año 1922.

Los productos de Gucci pronto se convirtieron en los favoritos de la élite italiana, y su estatus se consolidó cuando la realeza europea y las celebridades de Hollywood comenzaron a lucir sus creaciones.

A lo largo de los años, Gucci ha vestido a algunos de los nombres más influyentes del mundo del entretenimiento, la moda y la cultura. Desde Audrey Hepburn Grace Kelly, Elizabeth Taylor hasta Jacqueline Kennedy Onassis, las estrellas más brillantes han sido fotografiadas con los icónicos bolsos, zapatos y accesorios de Gucci, creando momentos que han quedado grabados en la memoria colectiva.

Jacqueline Kennedy Onassis con el bolso Gucci., 1970
Lote 35359804. Gucci, Jackie
Lote 35279877. Gucci, Jackie

Uno de los nombres más destacados es Tom Ford, cuya dirección creativa en la década de 1990 revitalizó la marca con su estética sensual y provocativa, redefiniendo la moda de la época y estableciendo a Gucci como un símbolo de glamour y sofisticación.

Tom Ford en el desfile de Gucci de 2004 de Milán
Lote 35359805. Gucci, Dionysus
Lote 35359820. Gucci, Dionysus GG Supreme

Más recientemente, Alessandro Michele ha llevado a Gucci a nuevas alturas con su enfoque ecléctico y maximalista. Desde que asumió el cargo de director creativo en 2015, Michele ha transformado la marca con su estética extravagante y romántica, combinando elementos vintage con toques contemporáneos para crear una visión única de la moda que ha cautivado a una nueva generación de aficionados.

Alessandro Michele para Gucci
Lote 35359817. Gucci, Tote Ophidia GG Supreme Flora
Lote 35359810. Gucci, Bambú Floral

La historia de Gucci está marcada por colaboraciones legendarias y momentos definitorios en la moda. En la década de 1960, el bolso “Jackie” se convirtió en un símbolo de elegancia gracias a su asociación con la icónica primera dama Jacqueline Kennedy. En los años 70, la marca introdujo el famoso patrón de doble G, que se ha convertido en un emblema de estatus y sofisticación.

Hoy en día, Gucci continúa siendo la elección preferida de las estrellas de cine, músicos, deportistas y líderes de opinión de todo el mundo. Sus diseños audaces, su artesanía impecable y su compromiso con la innovación han asegurado su lugar como una de las marcas más influyentes y admiradas en la industria de la moda.

Elisabeth Olsen con el bolso Gucci Sylvie
Lote 35359019 Gucci Sylvie
Lote 35359019 Gucci Sylvie
Lote 35359808. Gucci, Sylvie
Lote 35359808. Gucci, Sylvie
Lote 35359799. Gucci, Sylvie
Lote 35359799. Gucci, Sylvie

Desde las pasarelas hasta las alfombras rojas, los bolsos Gucci son un símbolo de estatus y estilo, una declaración de elegancia y distinción que trasciende las tendencias pasajeras. Con cada creación, Gucci nos recuerda que la moda es más que ropa y accesorios; es una forma de expresión, una manifestación de individualidad y un tributo a la belleza y la creatividad.

Esta subasta es un tributo a Gucci, una marca que ha dejado un sello indeleble en la historia de la moda.

Ryan Gosling en la nueva campaña de Gucci

External references to Roman urns

Prado Museum

Wikipedia

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Manolo Blanhik aterriza pisando fuerte en Setdart.

Gracias al cine y a la televisión, algunos modelos de zapatos han pasado a ser auténticos referentes de la historia de la moda, convirtiéndose en todo un objeto de colección.

Icono entre los iconos, los diseños de Manolo Blahnik son considerados todo un referente a nivel internacional. Así lo confirmó Carrie Bradshaw cuando mostró su gran amor (incluso obsesión) por los Blahnik en la serie “Sex &The City “. Desde entonces, ¿quién no ha soñado con tener unos “Manolo”?

No sólo Carrie Bradshaw se enamoró de estos zapatos: Madonna, Beyoncé, Anna Wintour, Michelle Obama o Rihanna, entre muchas otras, confían ciegamente en el canario, luciendo sus diseños en alfombras rojas y eventos internacionales.

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Bolso Kelly de HERMÈS. Lote 34001249

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Bolso Kelly de HERMÈS

Realizado en piel de coco color granate, presenta estructura trapezoidal, ligeramente más ancha en la base, y cierre con solapa recta fijada mediante una correa de herrajes en metal dorado. Cuenta con un asa corta superior, e incluye un pequeño candado forrado en su misma piel. Incluye las llaves.
Con bolsa y caja.
En perfecto estado de conservación.
Diseñado en 1935, este modelo de Hermès acabó llamándose Kelly cuando Grace Kelly apareció luciéndolo en 1956 en una fotografía publicada en la revista “Life”, en la que utilizaba el bolso para ocultar su embarazo. Este modelo es, junto al Birkin, uno de los más codiciados de la firma, auténtico icono y bandera de la costura manual. Su elaboración requiere de unas dieciocho horas, y es realizada por una sola persona, de principio a fin.

 

 

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006). Lote 35000126

LOTE EN SUBASTA

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006).
“Soep etend kind”, 1951.
Técnica mixta sobre papel.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso. Con etiqueta de la galería Mena e inscripción “Kosman M.W / nº 335.11 LXXV3”.
Medidas: 49 x 39 cm; 81,4 x 71,5 cm (marco).

Karel Appel fue pintor, escultor y artista gráfico, y actualmente se le considera el artista más vigoroso de la generación de la posguerra en su país. En 1948 fundó, junto a Corneille, Jorn y Alechinsku el Grupo Internacional Cobra. Su pintura se caracteriza por una gran carga expresionista ligada a las figuras de Max Pechstein y Edward Múnich, dos de los grandes expresionistas nórdicos. Su lenguaje está marcado por un desprecio total de la forma, y constituye sus objetos por medio de una acumulación de capas cromáticas. La figura humana aparece deformada y en una situación dramática.

Firma al dorso

Firma al dorso

En 1950 se trasladó a París y, durante la siguiente década, comenzó a ganar reputación internacional gracias al apoyo del crítico Michel Tapié. Appel pasó largos periodos en los Estados Unidos, y llegó a ser uno de los más grandes exponentes del expresionismo abstracto. Su obra está realizada con densos empastes y violentos juegos de color, que denotan el carácter agitado del expresionismo nórdico. Más tarde, su lenguaje evolucionó en una línea más suavizada, acercándose a la Hand Edge Painting.

Appel está representado en el Museo Guggenheim y el MoMA de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la Tate Gallery de Londres, el Albertina en Viena, el Thyssen-Bornemisza, la Colección Peggy Guggenheim de Venecia y el de Bellas Artes de Dordrecht, entre muchos otros.

 

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933). Lote 34000005

LOTE EN SUBASTA

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933).
“El búho sabio”, Madrid, 1996.
Acrílico sobre lienzo.
Firmado en el frente. Fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 97 x 130 cm; 120 x 153 cm (marco).

Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Se crió en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicar su tiempo a pintar y escribir. Por estos años empieza a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y relatos cortos en revistas. No obstante, a la edad de veintidós años decide dejar su ciudad y marchar a París. Sin embargo, por razones económicas se radicará en España, concretamente en Madrid, donde pasará seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros de ellos viviendo como vagabundo.
Su contacto con Viola y Jorge Cela, impresionados por sus dibujos, cambiaría el rumbo de su vida. Por estos años irá poco a poco decantándose por la técnica del grabado, que será desde entonces uno de sus principales medios de expresión. Empieza entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, quien en 1960 lo llevó a la Bienal de São Paulo. Allí sus obras sorprendieron y obtuvieron elogiosas críticas, y por estos años expondrá también en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittshurgh y Tokio.
Fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando al fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. En la capital francesa se establecerá durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitará asiduamente el Museo del Louvre y continuará celebrando exposiciones, cada vez más exitosas. En 1967 Castillo abandona París y se traslada a Ginebra, dado que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, por entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. No obstante, no le gustó la ciudad, por lo que marchó a Boissano, en Italia. En este país se empapará de arte italiano clásico, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 es invitado por el gobierno alemán para trabajar en Berlín, ciudad en la que residirá hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera, y después en numerosas galerías berlinesas.
Cuando deja Berlín, Castillo se traslada a Barcelona, siendo para entonces un pintor reconocido en Europa y América. Allí expondrá regularmente en la galería Joan Prats, y conoció a Salvador Dalí. Por estos años comienza a visitar Nueva York y finalmente se instala allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y siguieron sucediéndose sus éxitos.
A lo largo de su carrera, Castillo obtuvo premios como los Internacionales de Dibujo (1964) y de Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), y el Cultura Viva de las Artes Plásticas (2006). Se puede contemplar obra de Jorge Castillo en el Museo de Bellas Artes de Lausana, la Fundación Juan March, las Galerías Nacionales de Edimburgo y Berlín, los Museos de Arte Moderno de San Francisco y Vitoria, la Kunsthalle de Bremen, el Albertina de Viena, la Biblioteca Nacional de España y el Guggenheim de Nueva York, entre otros.

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980). Lote 34000130

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“El pueblo”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 92 x 74 cm.

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines.
Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949.
Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.
A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

 

 

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Traje de cóctel PERTEGAZ. Lote 33002634

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Traje de cóctel PERTEGAZ.
De color negro, con falda a la rodilla, presenta un original corte ceñido en el frente, con escote cerrado, en pico, que cae hacia atrás cubriendo los hombros, y formando un amplio pliegue decorativo en la espalda.
Talla 40-42 aprox.

Desde sus primeros años, Manuel Pertegaz tenía clara su vocación: vestir a la mujer y llenarla de gracia. Inició su carrera como modisto en 1930, cuando abandonó el colegio para trabajar en una sastrería, y así adquirió su temprana formación sobre el mundo de la moda. Poco después, en los años cuarenta, Pertegaz logra abrir su propia casa de confección en Barcelona, y una tienda en Madrid.
En la década de los cincuenta logrará un alto reconocimiento en el mundo de la moda tanto a nivel nacional como internacional; Valentino, Pierre Cardin y Pierre Balmain, entre otros, le consideraban pese a su juventud una fuerte competencia, especialmente después de que, en 1954, recibiera el premio “Óscar de la Costura” de la Universidad de Harvard tras presentar su colección en Nueva York, Boston, Atlanta y Filadelfia. Las siguientes décadas supondrán más éxitos, premios y todo tipo de reconocimientos tanto a su carrera como a su aporte a la percepción de la belleza femenina.
Pertegaz fue el primer español en llevar sus vestidos hasta la lujosa y elitista Quinta Avenida de Nueva York, y a finales de los años sesenta intuyó el cambio que se avecinaba en el mundo de la moda, convirtiéndose en precursor del “prêt-à-porter”, de la moda joven, la moda de la calle.
Han vestido sus diseños las más destacadas damas de todo el mundo, entre ellas Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jacqueline Kennedy o la reina Sofía, y actualmente sus diseños son incluso admirados en colecciones museísticas.

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Vintage, tendencia actual

El término vintage, de origen anglo-normando, procede del latín “vindemia” (de “vinum”, vino, y “demo”, quitar). Su uso por parte de las bodegas para referirse a los vinos de sus mejores cosechas ha hecho que su significado derive a todo producto antiguo de calidad y, desde ahí, al moderno concepto de vintage aplicado a la moda y el diseño.

Como concepto genérico, vintage es todo aquel objeto de segunda mano procedente de una época del pasado (los límites varían, pero usualmente se considera vintage lo anterior a los años ochenta o noventa), ya se trate de ropa, complementos, mobiliario, objetos de decoración o de uso, vehículos o cualquier otra cosa que se pueda imaginar. No obstante, este término se limita temporalmente; lo anterior a 1920 es considerado antiguo, quedando ya por tanto fuera de la categoría vintage. Lo retro, o “de estilo vintage”, es en cambio aquello de factura moderna hecho a imitación de los estilos de épocas anteriores. La mayor parte de los objetos o prendas vintage han sido previamente utilizados, salvo un pequeño porcentaje de piezas, frecuentemente procedentes de antiguos excedentes de producción. Se trata entonces de objetos aún más valiosos, especialmente si conservan aún sus etiquetas o embalajes originales. A la hora de identificar una prenda vintage hay que tener en consideración ciertos datos, especialmente descubrimientos técnicos o prácticas comerciales, como las etiquetas con las instrucciones de lavado o los cierres de plástico, que no aparecerán hasta los años sesenta. También ha de tenerse en cuenta que el nailon fue descubierto en 1935, pero no llegó a Europa hasta una década más tarde.

 

Dentro de la moda no hemos de olvidar los complementos, a menudo incluso más valorados que las prendas de ropa. Y dentro de este grupo destaca por encima de todo lo demás el bolso, esa pieza imprescindible que convierte un atuendo anodino en un look atrevido, personal y único. En este campo no sólo son valoradas las piezas de grandes diseñadores y firmas emblemáticas, como Christian Dior, Louis Vuitton, Loewe o Gucci, sino también todos esos diseños anónimos pero llenos de encanto, eco palpable de su época, adornados con todo tipo de pedrería y acabados, piezas sobrias o fantasiosas, pero siempre reflejo de la elegancia del pasado.

 

No podemos pasar por alto otro campo en el que lo vintage ha llegado con fuerza: el de la decoración. En este ámbito, si bien lo más conocido por el público son piezas emblemáticas como la silla Barcelona, de Mies van der Rohe, o el mobiliario danés de mediados de siglo, hay numerosos objetos que han marcado hitos en la historia del diseño del siglo XX: la silla Wassily de Marcel Breuer (1925-26), el sillón Paimio de Alvar Aalto (1930-31), la anónima silla Acapulco (años cincuenta), la silla Superleggera de Gio Ponti (1955), la Tulip de Eero Saarinen (1955-56), la Eames Lounge de Charles y Ray Eames (1956), la lámpara de suspensión PH Artichoke de Poul Henningsen (1958), la silla Panton de Verner Panton (1967) o la máquina de escribir Valentine de Ettore Sottsass (1969) son auténticas joyas de museo que van más allá de la misma categoría vintage, poseedoras de un innegable valor artístico. Dentro del diseño industrial español, destacan igualmente piezas como el sacacorchos de doble palanca que diseñara David Olañeta en 1932, los ceniceros Copenhague de André Ricard (1966) y el taburete Dúplex de Javier Mariscal (1980).

 

Aunque siempre ha existido un mercado para los objetos y la ropa de épocas pasadas o de segunda mano, el conocimiento, la demanda y la aceptación de lo vintage ha crecido de forma exponencial en los últimos años, especialmente a partir de los noventa. El aumento de este interés, principalmente en el mundo de la moda, se debe en gran parte a que influyentes celebridades del mundo del espectáculo han empezado a lucir modelos vintage tanto en las alfombras rojas como fuera de ellas: Natalie Portman, Sienna Miller, Chloë Sevigny, Tatiana Sorokko, Kate Moss o Dita von Teese son algunas de las actrices, modelos e iconos de la moda en general que han cimentado esta tendencia. A nivel general, otro factor a tener en cuenta es el creciente interés por la sostenibilidad medioambiental, por la reutilización, el reciclaje y la preferencia por reparar en lugar de tirar y comprar algo nuevo. También hemos de tener en cuenta el resurgimiento de subculturas como la rockabilly o la swing, que han jugado asimismo un papel en el aumento del interés por lo vintage tanto en moda como en decoración.

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En cuanto al interiorismo, la pasión por los estilos del pasado, de las distintas décadas del siglo XX, llegó tras la que se vivió en la moda. El boom de los estilos vintage y retro en España, especialmente en decoración y mobiliario, se debe en gran parte a la influencia de la revista “AD”, dado que hasta su aparición en España (2005) sólo se veía esta estética en revistas extranjeras. Los entendidos empezaron a adorar el mueble nórdico en los años noventa, pero el gran público lo descubrió hace sólo unos años.

 

No obstante, aparte de oscilaciones de la moda, el gusto por lo vintage se entiende como algo íntimamente relacionado con el espíritu del fin del siglo XX y principios del XXI; la pérdida de la fe en el progreso, la presunta crisis estética, la distanciación entre los creadores y el público y el desencanto con el motor de la innovación propia de la modernidad llevan a un sentimiento netamente posmoderno en el que, en lugar de mirar hacia el futuro, que se concibe incierto y oscuro, se recurre con nostalgia al pasado. No obstante, al igual que un objeto sólo es vintage si se extrae de su contexto, si se combina con otros estilos, esta mirada al pasado busca una estética idealizada, con frecuencia sin hurgar en su significado original. Al contrario, la dota de un nuevo sentido, filtrado por la mentalidad moderna y el nuevo gusto. De esta manera, la moda y el interiorismo se sirven del pasado por motivos puramente estéticos, mezclando elementos de diversas épocas y lugares, descontextualizados de su función y razón originales de modo que resalten como iconos únicos. No obstante, parte de la atracción de lo vintage es precisamente esa multiplicidad de interpretaciones y de posibilidades. Las “vintage girls” inglesas cuidan hasta el mínimo detalle de su indumentaria, teniendo muy en cuenta por qué combinan un peinado años treinta con un vestido de los años cincuenta, basándose en un profundo conocimiento de cómo se hacían las prendas en otras épocas, por qué se hacían y cómo se lucían. En cambio, la mayor parte del público sólo quiere romper la monotonía de su atuendo con una pieza única, sacada de otro tiempo, especial y bella. Y entre ambos extremos encontramos un amplísimo abanico de posibilidades, en la que cada uno puede encontrar su propio sitio, su propio estilo ya sea a la hora de vestirse a sí mismo o a su hogar.