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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII. Lote 34000292

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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII.
Madera de pino pintada.
Medidas: 222 x 125 x 63 cm.

Mueble catalán del siglo XVII compuesto por dos cuerpos, el inferior a modo de escritorio y el superior de librería. Se trata de una pieza de estructura monolítica y cerrada, típicamente barroca, decorada enteramente mediante molduras que forman cajeados, realzados por el contraste entre maderas pintadas de distinta tonalidad. El cuerpo inferior consta de tres cajones tipo cómoda, del mismo tamaño, sobre los que se sitúa una tapa abatible a 45º que oculta la muestra del escritorio. Los cajones están decorados con un cajeado rectangular simple que se complementa con los resaltos moldurados que adornan los tiradores y los escudos de cerradura, formando perfiles de curvas ingletadas en composición simétrica, típicamente barrocos. Los dos cajones inferiores cuentan con tiradores de arco, metálicos, mientras que el superior cuenta con tiradores en forma de pomo. Bajo el cajón inferior se sitúa un faldón recortado del mismo estilo, y los laterales aparecen decorados con un cajeado de origen manierista, que será también frecuente en el barroco, que conjuga una forma rectangular, con un ángulo matado siguiendo el perfil del mueble, en el que se inscribe un óvalo enlazado, que aloja en su interior un asa de hierro en arco, formada por dos tornapuntas siguiendo el modelo del barroco español. Los laterales presentan también faldones recortados, a juego con el frente.
Sobre el cajón superior se sitúa un friso liso que aloja las abrazaderas que, una vez extendidas, dan apoyo a la tapa abatible superior. Ésta está decorada con un cajeado mixtilíneo de nuevo netamente barroco, muy ornamental y dinámico, y cuenta con su propia cerradura. Una vez abierta, la tapa deja a la vista una muestra de escritorio organizada en tres calles, las laterales con tres gavetas cada una y la central con dos, más largas y altas, distintas entre sí en su tamaño. Todas estas gavetas están también decoradas con cajeados moldurados, simples en este caso, que siguen su contorno y el de los tiradores. Los laterales de la muestra, cerrados al exterior por paneles decorados con más cajeados moldurados, alojan cada uno tres pequeñas gavetas auxiliares.
El cuerpo superior presenta una estructura de clara inspiración arquitectónica, con fachada y remate en forma de cornisa de curvas ingletadas, siguiendo los ejemplos de la arquitectura contemporánea. Presenta un frente unitario y simétrico, decorado con ornamentales cajeados de gran dinamismo en su trazado, siempre a base de contornos mixtilíneos y curvas ingletadas, potenciando el contraste de texturas y colores siguiendo un gusto netamente barroco. Los laterales de este cuerpo superior continúan la decoración a base de cajeados y formas geométricas, con un óvalo central y dos rectángulos de ángulos matados arriba y abajo. Una vez abiertas las puertas, dan acceso a un interior totalmente desornamentado, plenamente funcional, dividido por cuatro estantes.
Esta incidencia en los cajeados, que siguen la compartimentación del mueble, es un criterio netamente clásico que será una constante en el barroco, tanto en mobiliario como en otras artes decorativas. Obedece a la idea de realzar las distintas partes que componen la estructura, clarificándola visualmente y haciendo hincapié en la relación de las distintas partes entre sí y con el conjunto. Por otro lado, la reiteración de las formas geométricas que revela el profuso cajeado, si bien ya presenta formas netamente barrocas, nos habla de la pervivencia del gusto manierista por la compartimentación geométrica del mueble, un rasgo que permanecerá en el lenguaje barroco español hasta bien entrado el siglo XVII, e incluso más allá de mediados de siglo en centros alejados de la corte como la Seu d’Urgell.

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Sortija Art Déco en platino, años 40. Lote 34002695

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Sortija Art Déco en platino, años 40.

Frontis rosetón presidido por un diamante central, talla antigua, color I-J, pureza SI, de ca. 2,75 cts., engarzado en garras y orlado por un bisel calado formado por varias líneas ondulantes decoradas con diamantes, talla antigua, con un peso total de ca. 7,50 cts., engarzados en garras y montados sobre una bella estructura calada.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 22 x 26 mm (frontis).

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Escuela francesa del XIX. Lote 34002603

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Escuela francesa del XIX.
“Venus dormida con Cupido y Psique”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Firmado “E. Sala” en el ángulo inferior derecho.
Con marco de época.
Medidas: 85 x 124 cm; 106 x 146 cm (marco).

En este lienzo el autor plasma una imagen de gran delicadeza cromática y lumínica, protagonizada por la diosa Venus, dormida en las nubes acompañada de Cupido y de Psique niños, esta última despierta, con las alas desplegadas, contemplando su rostro.
Formalmente se inscribe dentro del academicismo, y sigue por tanto normas clásicas de las cuales la primera es la gran calidad técnica. Así, el dibujo es riguroso y firme, de gran perfección anatómica, y refleja un complejo escorzo que nos muestra a Venus tumbada de frente, una posición compleja que el autor ha sabido resolver con gran maestría.
El academicismo es herencia directa del clasicismo, y de ahí la predilección por temas como el que aquí presentamos, tomado de la mitología, si bien captado desde un punto de vista sensual y decorativo alejado de la solemnidad del arte clásico antiguo. De ahí también la forma de abordar el tema, con Cupido y Psique niños, recreando las figuras mitológicas de un modo totalmente nuevo. No obstante, se aprecia un ideal de belleza que no parte de la realidad, aunque es innegable el estudio del natural por parte del pintor, sino que resulta un idealismo con base en la realidad por su suma de experiencia, es decir, una sublimación estética que refleja una belleza que trasciende la realidad.

 

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28. Lote 34002630

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28.
Caja en oro de 18 kts. Esfera cuadrada en color blanco con numeración arábiga y agujas tipo luminous en azul cobalto. Caja rectangular con corona estriada a las 3h. Maquinaria vista al dorso. Correa de piel en color negro con cierre de hebilla. Movimiento automático. En estado de marcha. Se acompaña de estuche.
Medidas: 51 x 45 mm (caja).

La compañía de relojes Roger Dubuis fue fundada en 1995, a partir de la asociación del maestro relojero Roger Dubuis y el diseñador Carlos Dias. En pocos años esta marca de relojes ha alcanzado la cima en la alta relojería con diseños innovadores, vanguardistas y de gran calidad.

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI. Lote 34000260

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI.
“Sagrada Familia”, h. 1520.
Óleo sobre tabla.
Con marco posterior.
Medidas: 69 x 53 cm; 94 x 78 cm (marco).

En esta obra se nos ofrece una imagen atípica de la Sagrada Familia, con una composición basada en la representación de la Virgen con el Niño, que aparecen en primer plano. La escena se sitúa en un lujoso interior de arquitectura clásica, posiblemente inspirado en grabados contemporáneos traídos a Flandes desde Italia, lo que era una práctica habitual en la época. Este interior está además engalanado con un cortinaje de tono azul oscuro intenso, situado detrás de la Virgen, que destaca su presencia como ya habían hecho los grandes maestros flamencos del siglo XV. Sin embargo, el gusto ornamental de herencia gótica se ve sustituido aquí por un mayor acento en la composición; el paño tras la Virgen no es ya un lujoso brocado, sino una tela lisa, igualmente suntuosa, pero que cede el protagonismo al escenario. Así, el interior se abre a un fondo de paisaje cuidadosamente detallado, trabajado a la manera flamenca, en tonos fríos predominantemente azulados y verdosos, y en la ventana se sitúa la figura de medio cuerpo de San José, que aunque en primer plano compite en protagonismo con la Virgen el Niño, estando trabajada con un acusado naturalismo y un estudio cromático que lo diferencia simbólicamente de las dos figuras del primer plano y también del ángel niño que vuela sobre sus cabezas, colocando sobre la cabeza de la Virgen una corona de laurel, símbolo del triunfo de María sobre el pecado. Así, las carnaciones de las tres figuras del primer término están trabajadas en tonos luminosos y delicados, de ricas veladuras plasmadas con la pincelada apretada, invisible, propia de la escuela flamenca. Las de San José, sin embargo, evidencian una menor idealización, con tonos algo más oscuros y cálidos.
A nivel formal cabe destacar asimismo un rasgo clave en la escuela flamenca, tanto en el siglo XV como en el XVI: el alto nivel de detalle, el gusto por lo anecdótico y la captación minuciosa de los elementos secundarios, rasgos que derivan del afán de realidad propio de esta escuela. Así, vemos un frutero en el ángulo inferior derecho que, por sí sólo, podría casi constituir un cuadro independiente, tal es la calidad y la atención con la que está trabajado. También los detalles de la arquitectura aparecen minuciosamente estudiados, y las ropas de los personajes se han trabajado con una delicadeza y una atención a las calidades especialmente patente en los velos transparentes del Niño y el ángel, de extraordinaria delicadeza.
En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más próximos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En los dos casos, ya sea santa Ana o san José quien aparezca, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. No obstante, las dificultades son menores. Ya no se trata de un único Dios en tres personas del cual deba expresarse la unidad esencial al mismo tiempo que la diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados en forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas.
Durante el siglo XV, el estilo realista de los Países Bajos influyó mucho fuera, sobre todo en Italia, pero en el XVI el panorama se invierte. El Renacimiento italiano se difunde por Europa, y Amberes se convierte en el centro de la escuela flamenca, desbancando a Brujas y funcionando como centro de penetración de las influencias italianas. De este modo, llegan a los Países Bajos influencias manieristas que se superponen al estilo del siglo XV. Habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla, soporte tradicional de la pintura flamenca, para empezar a hacerlo sobre lienzo como los italianos.
Los principales introductores del Renacimiento en los Países Bajos fueron Jan Gossaert (c.1478-1532) y Bernard Van Orley (c.1489-1541), pintores que quizá viajaran a Italia pero que, en todo caso, pudieron conocer el nuevo estilo por otros cauces de penetración, como los cartones que Rafael realizó para la serie de tapices de “Los hechos de los Apóstoles”, tejida en Bruselas, la obra de Durero, que realizó dos viajes a Italia y pasó por los Países Bajos, y la figura de Jacopo de Barbari (c.1445-1515), pintor italiano que viajó a Flandes. En esta tabla se conjugan la tradición flamenca con las novedades italianas de forma equilibrada y armónica. Así, se mantiene el sentido descriptivo y detallista de los primitivos flamencos, especialmente apreciable en el cuidado tratamiento del paisaje, los objetos y telas, y en el riguroso dibujo, así como su desarrollo del espacio en base al conocimiento empírico y no a los estudios de perspectiva. También el cromatismo recuerda a las obras de los maestros flamencos del siglo anterior. Sin embargo, los rostros de María, Jesús y el ángel denotan una cierta dulzura de rasgos nueva, heredada de los ejemplos de Rafael y Leonardo, y las anatomías aparecen tratadas con un sentido ciertamente escultórico, dibujístico a la manera flamenca pero más corpóreo y monumental.

 

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770. Lote 34000259

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770.
Madera de nogal, tiradores de bronce y tablero de mármol.
Medidas: 93 x 118 x 63 cm.

Cómoda de estilo y época Luis XVI, realizada hacia 1770, de lenguaje marcadamente neoclásico, en madera de nogal, con tablero de mármol e importantes tiradores de bronce. Esta pieza destaca además por su bella pátina original, fruto del paso del tiempo y de un adecuado cuidado de la madera.
Estamos ante un mueble de fecha temprana dentro del estilo Luis XVI, y de ahí que el carácter neoclásico se apoye en soluciones ya vistas en el barroco clasicista, dado que este fue el estilo de referencia a la hora de dejar atrás el rococó, un estilo totalmente anticlásico, y avanzar hacia el neoclasicismo. Así, vemos un ligero resalto en el frente, que se traduce también en planta e introduce un cierto movimiento en la composición más propio del barroco que del neoclasicismo. También las esquinas frontales en chaflán fueron una de las soluciones más utilizadas en el barroco, si bien en este caso será un recurso que se mantendrá a lo largo del nuevo lenguaje neoclásico.
La cómoda está decorada mediante tallas de un carácter sintético y rígido, inspiradas en la Antigüedad Clásica: acanaladuras en las esquinas y las patas, de influencia arquitectónica, cajeados geométricos que inciden en la compartimentación armónica, simétrica y equilibrada de la estructura y, en la parte baja, una cenefa de grecas curvas en relieve. Las patas troncocónicas que ya vemos aquí serán de nuevo frecuentes en todo el neoclásico, y también en el posterior Imperio, y aquí cobran un especial protagonismo por su tamaño y altura, además de aparecer acanaladas y decoradas con un tambor superior. El frente del mueble se divide en horizontalmente en dos, con cajones corridos de frente liso, simplemente cajeado, netamente separados por un entrepaño también liso. Estos cajones están adornados con bellos bronces aplicados, formando los tiradores y los escudos de cerradura, trabajados en un estilo totalmente neoclásico: cintas arrugadas formando lazos, drapeados, cabezas de buey de inspiración romana y guirnaldas de laurel para los tiradores.

 

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664). Lote 34000143

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664).
“Grote Markt, Amberes”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado en el siglo XIX.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 60,5 x 87,5 cm; 80 x 107,5 cm (marco).
Actualmente se conserva otra versión de este mismo tema, también realizada por Van Buken, en el Museo del Hermitage en San Petersburgo.

Activo en Amberes en el segundo tercio del siglo XVII, Jan Van Buken se especializó en escenas costumbristas de carácter narrativo, situadas en interiores típicamente flamencos y también en exteriores, tanto reales como imaginarios. También realizó naturalezas muertas de gran calidad. Actualmente está representado en la Galería Nacional de Estocolmo y en el Museo Schwerin de Alemania, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.
En este lienzo Van Buken plasma una escena cotidiana situada en la Grote Markt de Amberes, la principal plaza de la ciudad, y centro de la vida de Amberes desde el siglo XVI. El espacio está construido con un carácter acusadamente escenográfico, típicamente barroco, para lo cual Van Buken se basa en acusadas líneas de perspectiva que delimitan el espacio. La acción principal se desarrolla en los primeros planos, si bien vemos asimismo figuras y animales en el resto del espacio, repartidos de forma racional de forma que refuercen la construcción tridimensional del escenario. Así, en primer término vemos a un nutrido grupo de personajes, todos campesinos y gentes de la ciudad, vestidos con ropas sencillas, plasmados con un naturalismo propio de la pintura de género flamenca del periodo barroco: hombres y mujeres gesticulan, se mueven, e incluso nos dan la espalda, un recurso muy utilizado en la época por los pintores naturalistas. Asimismo, domina una paleta heredera del caravaggismo, en torno a los tonos ocres y terrosos, entre los que destacan toques de rojos y blancos.
La pintura de género en Flandes, como en Holanda, encerraba una lección moral en ocasiones apenas oculta. Las escenas pintorescas y las satíricas, con rudos campesinos entregados a los placeres, así como las escenas de ciudadanos conversando o danzando, han sido reconocidas desde hace mucho tiempo como ejemplos morales negativos que también aparecen como metáforas en la literatura moralizante popular de la época. En los Países Bajos la gente estaba familiarizada con los libros de fines moralizantes de Roemer Visscher, Jacob Cats y otros, como se deduce de los motivos artísticos derivados de ellos. De hecho, este tema encaja en una tradición más antigua. El significado de las notables escenas campesinas del arte flamenco anterior al siglo XVII, en su origen altamente negativo, existía ya en la Europa noroccidental de finales de la Edad Media como típico exponente de una cultura urbana burguesa, que se afirmaba contra el mundo campesino “incivilizado”. Sin embargo, en un sentido más amplio, la popularidad de las escenas campesinas se puede relacionar con un interés aún más antiguo por lo pastoril, que se deja ver también como otra forma de pintura de paisaje. Por otra parte, hay cuadros de grupo que se ajustan a otra preferencia, también existente en la Baja Edad Media, por los temas cortesanos. Así, la pintura de género en el Flandes del siglo XVII produce una impresión bastante conservadora. Los Países Bajos del Sur no cultivaron en realidad las imágenes de la vida doméstica contemporánea, más contenidas y aparentemente realistas pero de hecho emblemáticas, que encontramos en cuadros holandeses de la segunda mitad del siglo XVII.
No obstante, dentro de la escuela flamenca del siglo XVII, en los temas de costumbres, sí aparecerá una importante novedad, la llamada pintura de tabernas. Se trata de un género creado por Adriaen Brouwer (1605-1638) y David Teniers (1610-1690), caracterizado por representar interiores de taberna poblados de personajes variopintos y vulgares, a menudo incluso grotescos en el caso de Brouwer, rozando la caricatura. Este tipo de escenas, violentas en el caso de Brouwer y sus seguidores o más alegres, en el caso de la escuela de Teniers, gozaron de gran difusión, y llegaron a extenderse a Holanda, creando allí también un nuevo género. En este tipo de pintura los personajes serán los absolutos protagonistas, y más especialmente sus rostros y expresiones. Se trata además de obras derivadas del naturalismo, trabajadas en cromatismos reducidos, en torno a los colores terrosos, ocres, carmines, etc. Así, podemos relacionar este estudio de cabeza masculina con el género de la pintura de tabernas y más concretamente, por lo regular y casi idealizado de sus rasgos, con la tendencia iniciada por David Teniers, menos expresionista que la de su maestro Brouwer.

 

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PÉREZ VILLAAMIL Y DUGUET, Genaro (El Ferrol, La Coruña, 1807 – Madrid, 1854).

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PÉREZ VILLAAMIL Y DUGUET, Genaro (El Ferrol, La Coruña, 1807 – Madrid, 1854).
“San Juan de los Reyes, Toledo”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Firmado.
Medidas: 90 x 116 cm; 120 x 147 cm (marco).

Pérez Villaamil fue el creador y máximo representante del paisajismo romántico español. En 1823 se incorpora al ejército del gobierno liberal, siendo herido en Andalucía y trasladado a Cádiz como prisionero de Guerra. Allí permaneció entre 1823 y 1830, y asistió a las clases de la Academia de Bellas Artes. Prono alcanza fama, y es llamado a Puerto Rico para decorar el Teatro Tapia.
Regresa a España en 1833, año en que conoce al pintor escocés David Roberts, quien le transmite la concepción paisajística romántica británica, a la que permanecerá fiel toda su vida. En 1834 se establece en Madrid, donde participó activamente en el mundo artístico de la época romántica, consiguiendo una carrera de éxitos crecientes. En 1835 es nombrado académico de mérito de San Fernando, y cinco años después, pintor honorario de cámara.
Entre 1840 y 1844 permanece fuera de España, y en París publicará su “España artística y monumental”, el más bello libro de viajes litografiado del romanticismo español. Viaja por Francia, Bélgica y Holanda, adquiriendo obras suyas los reyes de estos países. A la caída de Espartero regresa a España, y es nombrado caballero de la Orden de Carlos III, de Leopoldo de Bélgica y de la Legión de Honor francesa. En 1845 es nombrado director de la Academia de San Fernando y catedrático de paisaje en la misma. Concurrió asiduamente, con éxito, a las exposiciones de la Academia y del Liceo, así como al Salón de París donde, en 1846, obtuvo una elogiosa crítica de Charles Baudelaire. Muere aún joven, cuando decaían ya las concepciones paisajísticas románticas.
Su obra tiene una primera etapa prerromántica (1823 – 1833), durante la que realizó obras juveniles un tanto eclécticas, oscilando entre la influencia de la pintura flamenca del XVII y la francesa del XVIII, pero siempre dentro de una concepción del paisaje amplio, con pequeñas figuras populares y románticos celajes. La segunda etapa, la romántica, discurre en línea con el paisajismo británico contemporáneo, marcado por el predominio de las vistas con motivos arquitectónicos envueltos en espectaculares celajes, e interiores de monumentos con atmósfera fantástica, todos ellos generalmente medievales y poblados de personajes populares. Fue además pionero en España de la introducción de los temas orientalistas.
Importantes obras suyas se conservan en el Museo del Prado, el palacio de la Moncloa (Patrimonio Nacional), el Museo Romántico de Madrid y el de Bellas Artes de Buenos Aires.

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Sortija solitario en platino con diamantes. Lote 33007641

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Sortija solitario en platino con diamantes, talla brillante, color L, pureza VVS1, de ca. 4,50 cts.

Engarzado en garras y montado en una bella estructura calada nacida de los hombros, los cuales están decorados con pequeños diamantes.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 11,5 mm (ancho frontis).

 

 

 

 

 

 

 

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LA CERÁMICA CATALANA EN ÉPOCA MODERNA

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Este tipo de piezas siempre se ha visto acompañado de una voluntad embellecedora ligada a la capacidad artística del hombre y al uso de símbolos de representación. La manufactura de cerámica en Cataluña a partir del siglo XVII introdujo cambios signifi
cativos en la manera de representar los diversos temas y en su manufactura, siendo Barcelona y Reus los centros de referencia. Desde finales del siglo XVI, la cerámica italiana que llegaba al puerto de Barcelona fue introduciendo nuevos modelos de influencia renacentista, así como los típicos motivos de la cerámica holandesa de corte militar.
Durante el siglo XVII encontramos remanentes de la influyente cultura musulmana en el caso delas cerámicas esmaltadas en verde y manganeso conocidas como de la “ditada”, llamada así por las decoraciones de gran grosor a base de bandas paralelas en la orla, realizadas como si se hubieran decorado con el dedo y no a pincel y presentado motivos vegetales.
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