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Ramon Casas Carbó (Barcelona, 1866 – 1932). “Retrato de Glòria Codina de Riera”.

Lote en subasta:

RAMON CASAS

CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato de Glòria Codina de Riera”, h. 1929.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 90 x 80 cm; 115 x 105 cm (marco).
Obra catalogada en “Ramon Casas. Una vida dedicada a l’art. Catàleg raonat de l’obra pictòrica”, de Isabel Coll, nº 678, p. 396 (Barcelona: El Centaure Groc, 1999).
Se puede expedir certificado de D. Marçal Barrachina a petición y cargo del comprador.

 

Ramón Casas fue un artista célebre por sus ilustraciones y sus retratos, y en concreto en sus retratos femeninos confluyen ambas vertientes de su obra, dado que la figura femenina constituyó la esencia misma de sus carteles e ilustraciones. Así, en sus retratos femeninos vemos la misma visión sensual y decorativa de la figura de la mujer, tanto en aquellos en los que la dama posa en actitud insinuante como en aquellos de concepción más sobria, como el que aquí presentamos. Así, aunque lejos de sus retratos de Julia Pelaire, amante del pintor, aquí vemos un retrato digno y elegante, con una mujer que mira directamente al espectador, orgullosa e incluso retadora, pero sin embargo mostrando la misma belleza delicada y seductora propia de los tipos femeninos de Casas. Esto queda además reflejado, de forma sutil, a través de elementos puramente plásticos como es el del contraste entre la frialdad casi metálica del elegante vestido de la modelo y la calidez, blandura y suavidad de las carnaciones, rosadas en el rostro y algo más nacaradas en el pecho y los brazos.

A nivel compositivo vemos la simplicidad, el orden y la claridad propios de todos los retratos de Casas, que por otro lado siguen las formas de representación más del gusto de la época. La mujer aparece en primer plano, sentada en una silla de madera pintada de blanco, con tapicería amarilla, sobre un fondo neutro y luminoso, trabajado en delicados tonos azules y amarillos que funcionan como un eco de los colores del vestido y la silla. La composición es centrada y piramidal, recordando incluso a los clásicos italianos; la figura adquiere así una mayor monumentalidad, a la manera clásica, y la composición se articula en torno a ella. La cúspide de la pirámide es el rostro de la mujer, elegantemente peinada, cuyos profundos y expresivos ojos oscuros, resaltados por una delicada sombra en los párpados, de recuerdo simbolista, miran directamente al espectador. Completa la sobria y casi solemne expresión la pequeña boca pintada de color coral intenso, fruncida y seria, que nos habla del carácter fuerte e independiente de la mujer mejor que ningún símbolo accesorio. La dama aparece adornada con varias joyas, magníficamente trabajadas pero que, sin embargo, no compiten en importancia con el rostro, absoluto centro de la composición.

Ya desde sus inicios Casas mostró una clara predilección por el retrato, y una especial maestría para captar la realidad a través de un lenguaje totalmente propio, sintético, expresivo y moderno, que dejaba atrás el decorativismo y el simbolismo del Art Nouveau imperante. Ya en 1899, con tan sólo treinta y dos años, inaugura en Barcelona una exposición antológica de su obra. Esta muestra dio a conocer al público su colección de más de cien retratos al carbón de personalidades de la época, realizadas en aquel mismo año. Esta exposición consagró a Casas como el mejor retratista de su época, gracias no sólo a su maestría formal, sino también a la perfecta descripción psicológica de sus modelos.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán.

Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893. Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.
 

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Ramon Casas Carbó (Barcelona, 1866 – 1932). “Retrato femenino”.

Ramon CASAS

Lote en subasta:

CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato femenino”.
Carboncillo y ceras sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Con etiqueta al dorso de la Sala Parés de Barcelona.
Medidas: 55 x 43 cm; 90 x 78 cm (marco).

 

En esta obra Ramón Casas nos presenta un retrato de gran inmediatez, captado como una instantánea de la vida cotidiana, un momento fugaz inmortalizado gracias al arte del pintor, que obliga a nuestra mirada a fijarse en la belleza de lo que nos rodea, pero que por costumbre o por su propio carácter fugaz no somos capaces de reconocer o admirar. La mujer aparece representada de medio cuerpo, cubierta por un chal floreado y tocada con un gracioso sombrero ladeado, de corte masculino, un detalle que refuerza la impresión del carácter fuerte e independiente de la mujer, que se muestra ante nosotros orgullosa, clavando su mirada sin pudor en algo que no vemos, ignorando nuestra presencia. Esta imagen combina la sensualidad formal de la línea sinuosa y enérgica, típicamente modernista, con el gran realismo con el que se ha plasmado una imagen estrictamente contemporánea. Se trata de una obra muy ligada al diseño gráfico de la época; la expresiva linealidad, la sobriedad de los colores y la atención a temas actuales, coinciden con los rasgos de los carteles y las ilustraciones para revistas. Se trata de un dibujo dinámico, sensual y esquematizado, con el tema de la mujer como centro absoluto.

La figura femenina fue la protagonista del modernismo catalán; una mujer moderna, manola popular o burguesa barcelonesa, damas jóvenes y elegantes sorprendidas en sus momentos de ocio, leyendo, paseando o mirando al espectador, melancólicas y tentadoras. La escuela catalana de dibujo modernista fue radicalmente opuesta a la decorativista y simbólica del Art Nouveau imperante. Realista y sintética, centra su atención en el mundo urbano contemporáneo y no en el símbolo literario. Así, Ramón Casas y sus contemporáneos utilizan la misma línea sinuosa, movida y profundamente expresiva, pero la base conceptual es totalmente personal y diferente. Destaca así en esta obra la impresión de fugacidad; en el mundo moderno, industrial y urbano, nada permanece, la sociedad está en constante cambio, la ciudad está en obras y la gente recorre con prisa sus calles.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán.

Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893. Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.
 

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Ramon CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Dama pensativa”.

RAMON CASAS

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CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Dama pensativa”.
Carboncillo y ceras sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
31 x 24 cm; 62 x 55 cm (marco).

 

En esta obra Casas representa a una elegante dama vestida con un abrigo, con la cabeza apoyada en la mano izquierda, en actitud pensativa. La mujer dirige su mirada hacia más allá de la escena, contemplando con gesto tranquilo y complacido algo que se oculta a nuestra visión. Se trata de una imagen cargada de instantaneidad, típica de las representaciones femeninas de la escuela catalana de finales del siglo XIX. Esta imagen combina la sensualidad formal de la línea sinuosa y expresiva, típicamente modernista, con el gran realismo con el que se ha plasmado una imagen estrictamente contemporánea. Se trata de una obra muy ligada al diseño gráfico de la época; la expresiva linealidad, la sobriedad de los colores y la atención a temas actuales, coinciden con los rasgos de los carteles y las ilustraciones para revistas.

Se trata de un dibujo dinámico, sensual y esquematizado, con el tema de la mujer como centro absoluto. La figura femenina fue la protagonista del modernismo catalán; una mujer moderna, manola popular o burguesa barcelonesa, damas jóvenes y elegantes sorprendidas en sus momentos de ocio, leyendo, paseando o mirando al espectador, melancólicas y tentadoras. La escuela catalana de dibujo modernista fue radicalmente opuesta a la decorativista y simbólica del Art Nouveau imperante. Realista y sintética, centra su atención en el mundo urbano contemporáneo y no en el símbolo literario. Los catalanes utilizan la misma línea sinuosa, movida y profundamente expresiva, pero la base conceptual es totalmente personal y diferente. Destaca en esta obra la impresión de fugacidad; en el mundo moderno, industrial y urbano, nada permanece, la sociedad está en constante cambio, la ciudad está en obras y la gente recorre con prisa sus calles.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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Ramon Casas
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Ramon CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Retrato de Gabrielle Réjane”.

Ramon Casas

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CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato de Gabrielle Réjane”.
Carboncillo y pastel sobre papel.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 40 x 30 cm; 69,5 x 57,5 cm (marco).

 

En este dibujo Ramón Casas retrata a Gabrielle Réjane (1856-1920), una popular actriz de teatro francesa que debutó en 1875, y cuyo primer éxito llegó en 1883 con la obra de Henri Meilhac “Ma camarade”. Desde ese momento Réjane se convierte en una actriz reconocida por su poco frecuente capacidad emocional, destacando sus actuaciones en las obras “Décor”, “Germinie Lacerteux”, “Ma cousine”, “Amoureuse” y “Lysistrata”. Además de en París, Réjane actuó en Quebec, Londres y Nueva York, llegando a ser una reconocida figura del teatro tanto en Francia como en Inglaterra y los Estados Unidos.

De hecho, en 1905 abrió su propio teatro en París, al que bautizó con su nombre. Fue rival de Sarah Bernhardt, y junto a ella sirvió como modelo para el personaje de la actriz Berma en la novela de Proust “En busca del tiempo perdido”. Fue también retratada por artistas plásticos como Giovanni Boldini (“Madame Réjane”, h. 1885 y 1886), Théobald Chatran (“Gabrielle Réjane como joven actriz”, 1884), Aubrey Bearsley (en sus ilustraciones para “La dama de las camelias”, h. 1890-1908) y Doucet (“Madame Réjane”, h. 1907), entre otros. Para muchos, Réjane encarnó la esencia de la vivacidad francesa y de la expresión animada. Por otro lado, esta actriz participó también en varios cortometrajes a principios del siglo XX, incluyendo un filme sonoro experimental en 1908. Tres meses antes de su fallecimiento, en 1920, Gabrielle Réjane fue nombrada caballero de la Legión de Honor francesa.

 

Ramón Casas

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada.

En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán.

En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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Ramón CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Retrato del General Weyler”.

34004233-(100)

Lote en subasta:

CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato del General Weyler”, 1915.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Marçal Barrachina.
Medidas: 65 x 45 cm; 92 x 71 cm.


Obra catalogada en el libro de Isabel Coll “Ramon Casas, una vida dedicada a l’art. Catàleg raonat de l’obra pictòrica” (Barcelona; El Centaure Groc, 1999).

 

En este retrato Casas representa a Valeriano Weyler y Nicolau (Palma de Mallorca, 1838 – Madrid, 1930), aristócrata, político y militar, marqués de Tenerife y duque de Rubí, grande de España, capitán general de Cuba durante la sublevación de José Martí y Máximo Gómez. Fue asimismo famoso por su denostada política de Reconcentración. Se graduó a los veinte años como teniente en la Academia de Infantería de Toledo. Diplomado en Estado Mayor, fue ascendido a comandante con sólo veinticuatro años, y destinado a Cuba primero y más tarde a Santo Domingo. Fue condecorado con la Cruz Laureada de San Fernando, y participó en las Guerras Carlistas y en la Guerra de la Independencia cubana. Además de capitán general de Cuba lo fue, años antes, de Canarias y de Filipinas. Retirado de Cuba en 1897, cuando Sagasta sustituyó al asesinado Cánovas, Weyler fue nombrado capitán general de Cataluña, y en 1909 reprimió con dureza las protestas y altercados durante la Semana Trágica de Barcelona. Ministro de Guerra en tres ocasiones, simultaneando una de ellas con el Ministerio de Marina, fue Senador vitalicio por designación real. Se opuso a la dictadura de Primo de Rivera, interviniendo en la Sanjuanada contra el dictador, quien lo detuvo pero no se atrevió a encarcelarlo, aunque lo condenó al ostracismo, conservando su nombre sólo la Plaza Weyler de Tenerife.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán.

Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893. Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Múnich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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Ramón CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Juicio Final”.

35017124-(100)

Lote en subasta:

CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Juicio Final”.
Lápiz y acuarela sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Puede emitirse certificado de autenticidad, por Marçal Barrachina, a petición y cargo del comprador.
Medidas: 27 x 19 cm; 50 x 42 cm (marco).

 

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga.

Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán.

En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Múnich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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