Antoni CLAVE SANMARTI
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ANTONI CLAVÉ (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005). “Le banc de Gaudí”.

Antoni CLAVE SANMARTI

 

 

Lote en subasta:

CLAVÉ I SANMARTÍ, Antoni (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005).
“Le banc de Gaudí”, hacia 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado y titulado al dorso.
130,5 x 145,5 cm; 145 x 160,5 cm (marco).

 

A partir de los años sesenta, la obra de Antoni Clavé se enmarca de pleno en el complejo territorio de la abstracción, en el cual el artista se maneja a través de la experimentación formal y matérica, mediante gestos caracterizados por una intensa energía formal, que facilitan el diálogo entre textura y materia y soportan su personal mundo cromático, siempre basado en el instinto y no en la razón. De este modo, en cuadros como “Le banc de Gaudí”, Clavé se expresa a través de la imaginación, mediante insólitas asociaciones que el azar transforma en enigmáticos juegos de texturas, a modo de falso collage.

El artista construye así atmósferas opresivas en su densidad, dotadas de un lírico dramatismo basado en el contraste de luces y sombras: “’sumerge’ sus personajes y figuras en un agobiante despliegue formal hecho de fragmentos y gruesas empastaciones que se afirman plásticamente, es decir, a contraluz de las sugerencias figurativas que tal vez adelantan los títulos o insinúan las tracerías” (J.F. Yvars, “El espesor de los signos. Materia, objeto y forma”, en “Antoni Clavé. Un mundo de arte. Obras 1934-2002”, SEACEX, 2010; p. 52). En esta realidad autónoma no todos los elementos, sin embargo, se comportan del mismo modo, dado que se trata ante todo de collages aunque no intervengan elementos aplicados sobre la tela, más allá del pigmento. Así, las tramas y texturas destacan opacas y planas sobre la construcción lumínica, destacando como elementos independientes y sobrepuestos, jugando al trampantojo y multiplicando las dimensiones pictóricas del cuadro.

Antoni Clavé es una de las más relevantes figuras del arte contemporáneo español. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, Clavé se dedica en un primer periodo al grafismo publicitario, la ilustración y las artes decorativas. En 1936 toma parte activa en la Guerra Civil, en las filas republicanas, lo que le lleva a exiliarse a Francia al terminar la contienda. Ese mismo año de 1939 expone los dibujos que realizó en los campos de batalla. Se instala en París, donde conoció a Vuillard, Bonnard y Picasso. A partir de esta época, Clavé empieza a desarrollar una obra marcada por una plástica distinta, menos clásica. Durante este periodo sus figuras fueron perdiendo precisión y forma, dando paso al trazo y a una personal gama de colores y texturas que protagonizarán desde entonces sus obras.

Gozaba ya de un gran prestigio internacional en el momento en que se inicia su reconocimiento en España, a partir de su exposición en la Sala Gaspar de Barcelona, en 1956. En 1952 realiza los decorados para la película “Hans Christian Andersen”, de Charles Vidor, y obtiene una candidatura al premio Óscar. En 1954 abandona la decoración para dedicarse a la pintura. En la década de los sesenta realizó un homenaje al Greco, y su pintura de este momento revela las influencias recibidas de dicho maestro, así como de los pintores del barroco. Toma especial relevancia la temática del caballero de la mano en el pecho, referente que se repetirá en las obras futuras de Clavé. Este periodo se caracteriza por el paso definitivo a la abstracción. En los años setenta continúa la evolución en la obra de Clavé, utilizando técnicas diversas como el collage, e inventando nuevas como el “papier froissé”, fruto de una casualidad en el uso del aerosol sobre papeles arrugados.

En 1978, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, actual Centro Georges Pompidou, le dedicó una retrospectiva que le convirtió en uno de los artistas de más prestigio de su generación. En la década de 1980 dedicó una serie de obras a Picasso, bajo el título de “A don Pablo”. Sus últimas obras se caracterizan por la recreación de texturas dentro de la abstracción, con una profusa utilización del “papier froissé”. Fue premiado en la Hallimark de Nueva York en 1948, en la Bienal de Venecia de 1954 y en la Bienal Internacional de Tokio de 1957. En 1984 el Estado Español reconoció su valía artística con la exposición de más de cien de sus obras en el pabellón español de la Bienal de Venecia. Ese mismo año le fue concedida la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. La obra de Clavé se encuentra, entre muchos otros, en los museos de Bellas Artes de Bilbao, Tate Gallery, de Arte Moderno de París y Tokio, el British Museum y en el Reina Sofía de Madrid.

 

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TARRASSÓ
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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Carrer Sant Josep. Callella”.

TARRASSÓ

Lote en subasta:

MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Carrer Sant Josep. Callella”, 1967.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 99 x 80 cm; 115 x 94 cm (marco).

 

 

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines.

Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949. Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.

A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

Como es habitual en su obra, Tarrassó se muestra aquí menos preocupado por las exigencias de la composición que por lograr una imagen que escenifique en plenitud una vida recreada y sin soluciones de continuidad. Así, vemos una arquitectura completamente definida por simples manchas de color de límites indefinidos, o bien de límites definidos pero deformados. Por otro lado, utiliza una perspectiva muy alta, conjugada con una combinación de colores en la que suelo, figuras, arquitectura y paisaje intercambian sus tonalidades sin mezclarlas, proporcionando una sensación de profundidad que induce a asumir la escena como un todo autónomo, al margen de detalles, escenificando la totalidad a través de su personal factura vigorosa de espatulazo grueso, que remite en ocasiones a Nicolás Raurich.

 

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Carles NADAL FARRERAS
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Carles NADAL FARRERAS (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). “Interior con figuras”.

Carles NADAL FARRERAS

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Interior con figuras”, 1969.
Óleo sobre cartón, encolado a lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
50,5 x 65 cm; 71,5 x 86,5 cm (marco).

 

Carlos Nadal construye aquí un escenario complejo, basado en los tres muros claramente definidos por gruesas líneas, que cierran el espacio, cuya tridimensionalidad queda reforzada por el trazado geométrico del suelo. Sin embargo, el pintor desplaza ligeramente las líneas rompiendo la perspectiva del espacio, suscitando en el espectador un cierto desasosiego, una sutil ruptura con la realidad. En este interior, claramente descrito con una gran economía de medios, que describe mediante formas esenciales, trazos gruesos y expresivos y amplias manchas de color irregular, vemos diversos muebles, cuadros y objetos, que rodean a tres personajes cotidianos, un hombre en primer plano, captado de perfil, y dos mujeres al fondo, charlando sentadas en sendas butacas, cuyos rostros desaparecen bajo la mancha de color.

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi. Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras. Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística simultaneando los trabajos de decoración con los estudios de Bellas Artes.

En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona. Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación. Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London. Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Paisaje costero”.

MARTÍNEZ TARRASSÓ

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Paisaje costero”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 54 x 65 cm.

 

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Esta influencia fauve seguirá ya siendo palpable en su obra a lo largo de toda su vida en rasgos como el fuerte contraste cromático, la perspectiva elevada y un tanto exagerada, el absoluto desinterés por la figura humana, que aparece sólo bosquejada como complemento al paisaje, y la representación de árboles como electrizados, sometidos a tortuosas inclinaciones.

Son estos rasgos formales que imprimen a sus obras una vitalidad propia y reducen su conexión con lo referencial a simple pretexto. Tarrassó siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines. Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística.

Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949. Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948. A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970.

La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. En muchas de sus obras, el pintor se centra ante todo en plasmar una imagen que escenifique la plenitud de la vida recreada y sin solución de continuidad, preocupándose más por ello que por las exigencias de la composición. Actualmente se conserva obra suya en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

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José María MALLOL SUAZO
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José María MALLOL SUAZO (Barcelona, 1910 – 1986). “Bodegón”.

José María MALLOL SUAZO

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MALLOL SUAZO, José María (Barcelona, 1910 – 1986).
“Bodegón”, 1959.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado y fechado al dorso. Con etiqueta de la Sala Parés de Barcelona.
Medidas: 64,5 x 81 cm; 74 x 89 cm (marco).

 

 

Mallol Suazo nos ofrece en este lienzo una composición fruto de la experimentación plástica, un bodegón de gran riqueza cromática protagonizado por frutas exóticas, acompañadas de una botella de vidrio oscuro. Los elementos que componen el bodegón se sitúan sobre una mesa plasmada en escorzo, cubierta por un mantel blanco y un paño azul. El bodegón aparece captado desde un punto de vista alto que permite una visión unitaria, en un espacio sólo esbozado, definido por tres planos que se unen en el ángulo superior izquierdo: la pared de tonos verdes del lateral, la más oscura del fondo y la mesa, captada en una perspectiva forzada, casi levantada, que refleja el desinterés de Mallol Suazo por la captación tradicional del espacio, de las tres dimensiones. De este modo, el pintor se aproxima al cubismo sintético para reflejar la realidad a través de la razón, centrándose en la investigación puramente pictórica y tomando el modelo natural como mera excusa para ello. Sin embargo, el detenido trabajo del color refleja con naturalismo no sólo las distintas calidades, sino también los juegos claroscuristas que aportan tridimensionalidad, construyendo el espacio en un entorno casi abstracto. De este modo Mallol Suazo logra un equilibrio perfecto entre expresión personal, experimentación plástica y captación del natural, mostrándose heredero del postimpresionismo, principalmente de Cézanne, así como conocedor de los experimentos de la vanguardia.

Nacido en el seno de una familia muy religiosa, Mallol Suazo se formó en la Escuela de La Lonja, en Barcelona, donde fue discípulo de Félix Mestres y de Ramón Calsina entre 1929 y 1935. Fue dibujante además de pintor, y publicó ilustraciones humorísticas en “En Patufet”, “Virolet” y “L’Esquitx”, revistas con las que colaboró ya desde sus años de estudiante. Una deformidad congénita en los pies, que le hacía andar con dificultad, le impidió desarrollar la temática paisajística, al no poder desplazarse para realizar la copia la natural. De ahí que se decantase por otros temas, como el bodegón o el retrato. La primera exposición de su obra tuvo lugar en el Salón de Arte Contemporáneo de Barcelona de 1936, meses antes del estallido de la Guerra Civil Ese mismo año fue premiado en la Exposición de Primavera de la ciudad condal. La contienda fuerza la dispersión de su familia, pero Mallol permanecerá en Barcelona, donde se dedica por completo a pintar y obtiene, en 1938, el Premio Nonell de Pintura, concedido por la sala Tardor. En 1945 pasa a formar parte del grupo de artistas de la sala Parés, galería en la que conocerá al coleccionista Josep Omar Gelpi, quien se convertirá desde entonces en su marchante. Considerado como una de las más destacadas promesas de la pintura joven catalana, en 1953 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona con un desnudo, y en 1959 visita por primera vez Brasil, país de procedencia de su esposa y al que viajará sucesivas veces a lo largo de su vida. Alejado del sentimiento de “riesgo y aventura” en un sentido plástico, Mallol no se dejó arrastrar por las corrientes artísticas imperantes, manteniéndose fiel siempre a su propio lenguaje realista-poético. En 1987, un año después de su muerte, la sala Parés le dedicó una gran exposición homenaje, antológica de su obra. Mallol está representado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el de Valls, el Deu Font en El Vendrell, el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona y la Abadía de Montserrat, además de en importantes colecciones como la de Caixa Terrassa, la Caixa de Catalunya, la Marta María Millet o la Modest Rodríguez Cruells.

 

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Emilio GRAU SALA
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Printemps”.

Emilio GRAU SALA

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Printemps”, ca. 1971-73.
Gouache sobre papel Arches.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Julián Grau Santos, hijo del artista.
Medidas: 50 x 65 cm; 70 x 84 cm (marco).

 

Grau Sala desarrolla en esta obra un concepto pictórico totalmente personal, basado en la fuerza lírica de una atmósfera onírica y llena de luz, que se apoya en un cromatismo brillante y transparente. El pintor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas del gouache para jugar con la pincelada, que llega a ser puntillista en algunas zonas, mientras en otras se vuelve casi transparente. Grau Sala bebe del fauvismo y convierte los objetos que componen la escena en campos decorativos, en retales de tela unidos en un collage fluido y leve, de contornos bien definidos y colores que flotan más allá de ellos, dialogando entre sí y superando el concepto tradicional de captación de las tres dimensiones.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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PITXOT SOLER, Antoni (Figueras, Girona, 1934). Lote 34003474

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PITXOT SOLER, Antoni (Figueras, Girona, 1934).
“Paisaje con figuras”, 1993.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 97 x 130 cm; 117 x 159,5 cm (marco).

Sobrino del también pintor Ramón Pichot, Antoni Pichot o Pitxot vive con su familia en San Sebastián desde 1946 hasta 1964. Allí inició su formación con el profesor de dibujo Juan Núñez Fernández, quien también lo había sido años antes de Dalí en Figueras. En los años cincuenta inicia su carrera dentro de un realismo de raíz expresionista, dándose a conocer a través de diversas exposiciones en San Sebastián, Barcelona, Madrid, Bilbao y Lisboa.
En 1964 se instala definitivamente en la casa familiar de Cadaqués. En este periodo su obra sufrirá un giro decisivo, ya que Pichot dirige su atención al estudio de los objetos de su entorno. Esto le llevará a utilizar las piedras de Cadaqués, de las cuales hace surgir visiones anamórficas, antropomórficas y alegóricas, con las que entronca con una corriente subterránea de la pintura occidental que va desde ciertos maestros del manierismo italiano hasta el surrealismo. También en estos años inicia su relación con Salvador Dalí, al que unirá desde entonces una gran amistad. El gran maestro surrealista será desde entonces su protector, y en 1972 le propone instalar una exposición permanente de su obra en el Teatro-Museo de Dalí en Figueras, inaugurada dos años más tarde. En 1975, en colaboración con Salvador Dalí realiza los cuatro “monstruos grotescos” del patio interior del Teatro-Museo. Entre Pichot y Dalí se establece una gran comunicación y una complicidad estética. Así, por ejemplo, en 1958 Pichot trabaja en la exposición “La batalla de Constantí”, que presenta en Barcelona. El tema de la batalla es inspirado por una conversación con Dalí, que le explica que las rocas de la playa de Sa Conca en Cadaqués ya configuran por sí solas múltiples batallas. Actualmente, Pichot es el director del Teatro-Museo Dalí, además de patrón vitalicio y vicepresidente segundo de la Fundación Gala-Salvador Dalí. En 2004 recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.
En esta obra Pitxot plasma un paisaje a medio camino entre lo onírico daliniano y la representación expresionista del paisaje, aprovechando al máximo las posibilidades expresivas del óleo para conformar texturas, calidades y planos de color que adquieren un inusitado relieve, un cierto aire de collage tridimensional que engaña al ojo y le sugiere espacios múltiples dentro de uno solo. De este modo el pintor establece un juego entre la obra y el espectador, entre el espacio real y el pictórico, yendo más allá de la pintura representativa a través de la experimentación formal y matérica, sin perder sin embargo el referente natural.

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BISCHOFFSHAUSEN, Hans (Austria, 1927 – 1987). Lote 35003504

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BISCHOFFSHAUSEN, Hans (Austria, 1927 – 1987).
“Relieve blanco”, París, 1960.
Técnica mixta sobre lienzo, encolado sobre tabla.
Firmado, localizado y fechado al dorso. Con etiqueta de la galería René Métras de Barcelona.
Medidas: 62,8 x 45,5 cm; 64,4 x 48,2 cm (marco).

Hans Bischoffshausen fue un destacado pintor vanguardista y crítico de arte, así como uno de los más importantes representantes de la pintura y las artes gráficas de la Austria contemporánea. Estudió en Feld am See, Freiberg, Berlín y Viena, y en 1946 inició estudios de Arquitectura en la Universidad de Graz, aunque no terminó la carrera.
Artista principalmente autodidacta, inició su andadura ya dentro de la vanguardia, con una obra que revela claros ecos de Paul Klee, si bien muestra ya una fuerte personalidad. Después de dos exposiciones individuales –una en 1957 en la galería cavallino de Venecia y otra en 1959 en la Otto MacDougall de Viena, obtiene el primer Joanneumspreis de Arte Contemporáneo, lo que le permite cumplir su sueño de trasladarse a París. A través de Lucio Fontana, amigo suyo desde 1957, Bischoffshausen entró en contacto con la vanguardia del momento, especialmente con Wolfgang Hollegha, Oswald Oberhuber, Markus Prachensky, Arnulf Rainer, Hans Staudacher, Hans Piccotini y Max Weiler, artistas que ejercieron una importante influencia en las tendencias expresivas e informales abstractas del arte contemporáneo francés de los años cincuenta y sesenta.
En París Bischoffshausen formó con otros artistas el grupo Zero-Avantgarde, y por esos años inicia sus investigaciones sobre las estructuras y el blanco sobre blanco. Realizará relieves estructurales con un lenguaje radicalmente reducido en su forma, y una mínima selección de materiales, llegando incluso a cortar el lienzo, aliviando así la solidez de la superficie pictórica. Esta extensión plástica del lienzo le llevará a la disolución de la frontera entre la imagen y el espacio, a través de sus monocromos negros, blancos y oros, que alcanzan el límite de lo sensible y de la inmaterialidad, ya que quedan fuera de la obra los medios tradicionales de la pintura. Con estas obras Bischoffshausen aborda los grandes temas del espacio, el tiempo, la energía y el silencio. En los años siguientes el pintor abordará importantes proyectos como el relieve para la Manufactura de Porcelana de Sèvres, en Francia, y en 1961 inicia una larga colaboración con la galería Heide Hildebrand (Klagenfurt, Austria). También por estos años celebrará exposiciones en La Haya, Roma y Berna, además de Francia y Austria.
Tras su regreso a Austria, en 1977 se le dedicó una importante exposición retrospectiva en la Kärntner Landesgalerie, que ayudó a la difusión del conocimiento de su obra en su país natal. Tras un periodo experimentado con el oro y el rojo, en los ochenta Bischoffshausen regresa al blanco y vuelve a simplificar sus medios artísticos, que se habían ido complicando con el paso del tiempo. También por estos años viajará a Taiwán, país al que dedicó una serie de obras, y se aislará progresivamente del panorama cultural, volcándose en la creación artística hasta el final de su vida.
A lo largo de su carrera, y ya desde sus inicios, recibió importantes galardones como el Premio d’Isonzo en Gorizia (Italia, 1951), el Förderungspreis del Kärtner Landesregierung (Austria, 1953), el Premio de la Sociedad de Amigos del Arte Contemporáneo de Viena (1960) y el Primer Premio Cultural de la ciudad de Villach (1985), entre otros. Actualmente está representado en la Neue Galerie de Graz, el Museo de Arte Moderno de Kärnten, la Kunsthaus de Klosterneuburg, el Ferdinandeum de Innsbruck, el Museo Liaunig de Neuhaus, el MUSEION de Bozen (Italia) y el Museo Nacional de Arte Moderno de Kyoto (Japón), así como en numerosas colecciones particulares.

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VELA ZANETTI, José (Milagros, Burgos, 1913 – Burgos, 1999). Lote

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VELA ZANETTI, José (Milagros, Burgos, 1913 – Burgos, 1999).
“Bodegón la Virgen y la hogaza”, Milagros, 1973.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior izquierda. Fechado, localizado y titulado al dorso.
Medidas: 81 x 100 cm; 92,5 x 111,5 cm (marco).

Nacido en Milagros, provincia de Burgos, se traslada siendo niño a León con su familia. Allí realizó su primera exposición en 1931. Apoyado por su padre, tras finalizar los estudios de bachillerato viaja unos meses a Madrid, para ver exposiciones y visitar el Museo del Prado. Poco después obtiene una beca para visitar Italia, otorgada por la Diputación Provincial de León.
Como consecuencia de la Guerra Civil española se marcha a la República Dominicana, donde permaneció hasta 1960. En Santo Domingo inició, junto a otros artistas exiliados, la Escuela Nacional de Bellas Artes. Durante este periodo realizó exposiciones y proyectos en México, Colombia, Puerto Rico y Estados Unidos. En 1951 la Fundación John Simon Guggenheim de Nueva York le concedió una beca que llevaba aparejado un singular proyecto: la confección de un mural de grandes dimensiones para uno de los espacios nobles de la sede de las Naciones Unidas, en conmemoración del cincuentenario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Este proyecto catapultó definitivamente al maestro burgalés, y es a día de hoy considerada su obra más importante tanto por su relevancia simbólica como por su expresividad y calidad artística. Él mismo dijo de esta obra: “Aspiro a que aquellos que contemplen este mural se den cuenta de que la paz hay que ganarla, no una vez para siempre, sino todos los días, recordando los sufrimientos del pasado y haciendo realidad lo que los hombres aspiran para el futuro”. Vela Zanetti también realizó otros murales de importancia, como los de tema histórico para la Diputación Provincial de Burgos o los frescos del antiguo Teatro Ercilia, en Barahona, República Dominicana.
Fue académico de San Fernando, y Doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos. El Centro Cultural de la Villa de Madrid celebró en 2001, bajo el título de “Antológica”, una exposición retrospectiva sobre la obra de Vela Zanetti, la más importante hasta esa fecha. En 2009 se celebró una exposición conmemorativa del décimo aniversario de su muerte en la galería Ángeles Penche de Madrid. En breve, desde el 17 de mayo y hasta el 14 de julio, se podrá visitar en el Fórum Evolución de Burgos una importante exposición dedicada a la obra de Vela Zanetti, conmemorativa del centenario de su nacimiento y la más completa antológica de este pintor celebrada hasta la fecha. Vela Zanetti es considerado el pintor del alma de Castilla, ya que supo retratar magistralmente su tierra a través de sus heroicas gentes, de esos seres humanos esforzados, trabajadores de sol a sol. Es el pintor de la dignidad del hombre, y de hecho toda su obra gira en torno al ser humano, tanto la realizada en España como las obras que pintó en su largo exilio en la República Dominicana.

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MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940). Lote 35001246

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MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940).
“Poble de Miravet”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior central.
Medidas: 83 x 109 cm; 119 x 144,5 cm (marco).
Exposiciones:
Madrid, Dirección General de Bellas Artes, 1971.
Ámsterdam, Exposició d’Artistes Pintors i Escultors Catalans, 1933.
Venecia, Biennale Internazionale d’Art, 1934.
Bibliografía:
Francesc Miralles, “Joaquim Mir al Camp de Tarragona”, nº 238, p. 149 y 202 (Barcelona; Columna Ediciones, 1998).
Francesc Miralles, “Joaquim Mir al Camp de Tarragona”, nº 263, p. 161 y 225 (Barcelona; Viena, 2008).

“Sólo quiero que mis obras alegren el corazón e inunden de luz los ojos y el alma”. Así resumía Mir en 1928 su manifiesto como pintor. El color y la luz lo significaron todo para el pintor barcelonés, y con ellos construyó un lenguaje personal con el que creó una obra sorprendentemente moderna, basada siempre en una nueva visión de la naturaleza. Fue un gran colorista que dominó tanto los tonos clásicos y luminosos como los matizados grises, que suelen dotar a sus composiciones de un carácter totalmente personal a la par que enormemente naturalista.
Joaquín Mir estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona y en el taller del pintor Luis Graner. Su estilo recibió también la influencia de la Escuela de Olot, ciudad de origen de su padre. Pronto se sintió incómodo con la enseñanza oficial, anclada en una concepción de la pintura realista, por lo que en 1893 fundó junto con otros compañeros (Nonell, Canals, Pichot, Vallmitjana y Gual) la “Colla del Safrà”, para indagar en común en las iniciativas pictóricas de fin de siglo. El nombre les venía de los tonos azafranados y ocres que utilizaban en sus cuadros, con los que pretendían captar la luminosidad mediterránea y rechazar la frialdad de los grises y azules de los impresionistas franceses. No obstante, imitaron a los impresionistas en su gusto por la pintura al aire libre, captando allí los ambientes y tipos que veían. En 1896 llegaron a participar como colectivo en la III Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, a la que Mir presentó dos obras que nos dan una clara idea de los ideales del grupo: “La huerta del rector” y “El vendedor de naranjas”.
Asimismo, desde 1897 frecuentaba el ambiente artístico de “Els Quatre Gats”, donde se daban cita todos los artistas conocedores de las vanguardias europeas, lo que le sirvió para madurar en el estudio compositivo de paisajes con figuras en distintos planos de profundidad. De esta época son “Laderas de Montjuic” (1897) y “La catedral de los pobres” (1898), las dos obras maestras de su etapa juvenil. En estos años concurrió a las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, en sus ediciones de 1894, 1896 y 1898. Ganador de una segunda medalla en la Exposición de Madrid de 1899, ese mismo año se traslada a la capital con el objetivo de opositar a la beca en Roma. Al no conseguirla, marcha con Santiago Rusiñol a Mallorca, en un viaje que supondrá un definitivo punto de inflexión en su carrera. Mir queda deslumbrado por el paisaje mallorquín, en concreto por el de Sa Calobra, que supuso para él una inagotable fuente de inspiración. El artista desplegará desde entonces toda una combinación de colores imposibles, fruto de su interpretación personal de la majestuosa naturaleza de la isla. Las pinceladas se alargaron y se convirtieron en manchas que casi hacían desaparecer los objetos y los referentes espaciales.
En 1901 expone individualmente en la sala Parés de Barcelona el fruto de esta primera etapa mallorquina, y obtiene de nuevo segunda medalla en la Exposición Nacional. Tras un periodo de enfermedad que le obliga a trasladarse a Reus, obtiene en 1907 la primera medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona. Desde entonces, instalado en Camp de Tarragona, no se moverá del género del paisaje, pero ahora serán los pueblos de los alrededores los protagonistas de su pintura. Pintará las casas, las iglesias, los huertos, la gente, los almendros floridos, los corrales… Temas intrascendentes que cada vez se ajustan más a la realidad de la naturaleza, puesto que ya sólo querían reflejar su amor por su tierra y su búsqueda constante de los cambios de luz. Su estilo ya no será tan expresivo como el de Mallorca, aunque sí perdura el uso atrevido del color y de la mancha.
Ya consolidado como figura destacada del panorama catalán, adquiere el definitivo reconocimiento a nivel nacional en 1917, cuando se le concede el Premio Nacional de Bellas Artes. Cuatro años después se casa y se instala definitivamente en Vilanova i la Geltrú. Sus éxitos se suceden, y en 1929 obtiene primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente gana la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid, premio que perseguía desde 1922. Si bien fue un pintor principalmente autóctono, realizó muestras personales y colectivas en Washington, París, Pittsburg, Nueva York, Filadelfia, Ámsterdam, Buenos Aires y Venecia.
Mir es hoy considerado como el más destacado representante del paisajismo postimpresionista español. Se conserva obra suya en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía de Madrid, entre muchos otros.

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GUAYASAMÍN, Oswaldo (Quito, Ecuador, 1919 – Baltimore, E.E.U.U., 1999). Lote 35013815

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GUAYASAMÍN, Oswaldo (Quito, Ecuador, 1919 – Baltimore, E.E.U.U., 1999).
“Retrato de Atahualpa”, 1945.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Pablo Guayasamín, presidente ejecutivo de la Fundación Guayasamín.
Medidas: 80 x 65 cm.

Uno de los más grandes nombres de la pintura ecuatoriana, Oswaldo Guayasamín demostró dotes artísticas ya en la infancia, e incluso vende algunos cuadros en la Plaza de la Independencia de su Quito natal en sus primeros años. A pesar de la oposición de su padre, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de la capital ecuatoriana para estudiar pintura y escultura, en plena época de la llamada Guerra de los Cuatro Días, un levantamiento cívico militar en contra del gobierno en el curso del cual muere su gran amigo Manjares. Este hecho, que más tarde inspirará su obra “Los niños muertos”, marcará para siempre su visión del ser humano y de la sociedad.
En 1941 obtiene el título y el Primer Premio en el Salón Mariano Aguilera de Quito, y al año siguiente celebra su primera exposición individual, con veintitrés años. Esta muestra será controvertida, y considerada por la crítica como un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes. No obstante el magnate estadounidense Nelson Rockefeller, impresionado por su obra, compra varios de sus cuadros, iniciando una relación que se prolongará en el futuro.
Entre finales de 1942 y principios de 1943 Guayasamín se encuentra en Estados Unidos, y posteriormente viaja a México, donde empieza a trabajar como asistente de Orozco. Realizará después una serie de viajes por América Latina, encontrando siempre la misma situación de opresión de la sociedad indígena, a la que él mismo pertenecía. Será desde entonces esta una temática constante en su obra. Por esta época se centrará especialmente en los temas sociales, y comenzará a simplificar las formas, llegando finalmente a su personal estilo rotundo y expresivo. Su obra, centrada en el ser humano y calificada por la crítica como expresionista, refleja el dolor y la miseria que azotan a la sociedad, y denuncia a la vez la violencia que dominó el monstruoso siglo XX, marcado por las guerras, los genocidios, las dictaduras y las torturas.
En estos años de juventud Guayasamín obtendrá todos los Premios Nacionales en su país, y a los treinta y seis años alcanza el Gran Premio de la III Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en 1955 en Barcelona. Posteriormente obtendrá también el mismo galardón en la Bienal de São Paulo (1957). A lo largo de su carrera, este maestro expuso individualmente su obra no sólo en los diversos países latinoamericanos, sino también en muchos de Europa, la Unión Soviética, China y Estados Unidos. Asimismo, aparte de la pintura de caballete realizó murales, esculturas y monumentos, hoy en día presentes en Quito (monumento “A la Resistencia”, murales en los Palacios de Gobierno y Legislativo, la Universidad Central y el Consejo Provincial), Madrid (Aeropuerto de Barajas), París (Sede de la UNESCO), São Paulo (Parlamento Latinoamericano), Caracas (Centro Simón Bolívar), Guayaquil (“A la Patria Joven”).
En 1971 Guayasamín es nombrado presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, y cinco años más tarde se crea la Fundación Guayasamín en Quito, a la que dona su obra y sus colecciones de arte, ya que concibe toda expresión artística como un patrimonio del pueblo. En 1978 será nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y un año más tarde miembro de honor de la Academia de Artes de Italia. En 1992 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro henríquez Ureña, y en estos últimos años de su vida inaugura personalmente importantes exposiciones de su obra celebradas en el Palacio de Luxemburgo de París y en Palais de Glace de Buenos Aires. En 1995 Guayasamín inicia en Quito su obra más importante, un espacio denominado “La Capilla del Hombre”, en la que centrará sus últimos esfuerzos. Sin embargo, fallecerá en 1999 sin ver finalizado el proyecto. Ese mismo año será distinguido, de forma póstuma, con el Premio José Martí (París).
Actualmente su obra está ampliamente representada en la Fundación que él mismo creó en Quito, y también en destacadas pinacotecas y colecciones privadas internacionales.

 

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DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979). Lote 34000911

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DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979).
“Vista del pueblo”.
Óleo sobre tabla.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 38 x 60 cm; 59 x 82 cm (marco).

Llamado originalmente Rafael Duran i Camps, fue discípulo de Vila Cinca en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sabadell. Más adelante conocerá a Joaquín Mir, con quien estableció una estrecha relación, y cuyo estilo influyó en el colorido del lenguaje de la primera época de Durancamps. Expuso por primera vez en 1917, en las Galerías Layetanas de Barcelona, cosechando un éxito que le animó a seguir pintando pese a la oposición de su familia. Pasó varias temporadas en Madrid, donde estudió a los maestros del Museo del Prado, y a continuación viajó a Italia. Regresa a Barcelona y participa en diversos certámenes, obteniendo importantes premios como la medalla Masriera de 1920, además de realizar varias exposiciones en la sala Parés.
En 1921 viaja por primera vez a París. Su obra en este momento se acerca al impresionismo, pero también denota las influencias de Zurbarán, El Greco y el colorismo veneciano, conjugando la precisión del dibujo con la gravedad del color. En 1926 regresa a Francia y se instala en Passy, ciudad en la que residirá hasta 1939. Durante estos años conoce a Picasso, que le anima a celebrar exposiciones en la galería Zak, muestras en las que obtuvo un considerable éxito, que fue acrecentándose en sus sucesivas exposiciones.
Regresa a España y se instala en San Sebastián, pero sigue manteniendo una estrecha colaboración con la Sala Parés, donde siguió realizando exposiciones hasta su muerte. Asimismo, celebró distintas exposiciones en Madrid, Sabadell, Bilbao, Valencia, Londres y Filadelfia.
Si bien su primera etapa estuvo influenciada por Mir, Durancamps pronto evolucionó hacia una concepción más personal, dando especial preponderancia a la línea constructiva y a un peculiar colorido de sobria belleza. Sus naturalezas muertas, que trató con profusión de línea y transparencia, son un prodigio de serenidad y elegancia, con un sello tan personal que escapan a cualquier clasificación contemporánea. Sus paisajes y escenas costumbristas, especialmente las capeas en distintos pueblos españoles, son de gran emotividad. Los “cielos de presagio” que expresan el dramatismo de la fiesta evocan su agudo sentido lírico.
Está representado en los Museos de Arte Contemporáneo de Barcelona, Madrid, San Sebastián y Buenos Aires, así como en gran número de colecciones tanto españolas como extranjeras.

 

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URGELL INGLADA, Modest (Barcelona, 1839 – 1919). Lote 34000903

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URGELL INGLADA, Modest (Barcelona, 1839 – 1919).
“La bruma”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 185 x 93 cm; 211 x 120 cm (marco).

Modest Urgell inició su carrera como actor teatral, pero la prohibición familiar de seguir por ese camino le llevó a dedicarse a la pintura. Estudió en la Escuela de La Lonja de Barcelona, donde fue discípulo de Ramón Martí Alsina, y más tarde pasó una temporada en París, donde trató a Gustave Courbet y se adscribió al realismo. Durante los años sesenta, sus obras fueron rechazadas en las exposiciones oficiales de Madrid y Barcelona.
En 1870 se traslada a Olot, donde se relacionó con Joaquín Vayreda, creador de la escuela paisajística local. Desde entonces, Urgell decide dedicarse plenamente al paisaje. Su obra se centrará en naturalezas y marinas solitarias, frecuentemente protagonizadas por ermitas y cementerios, marcados por una ambientación crepuscular, desolada y misteriosa.
Desde 1896 fue profesor de paisaje en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, siendo nombrado académico en 1902. Fue asimismo fundador de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña, así como del Museo Artístico y Arqueológico de Girona. Concurrió a todas las ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes, en Madrid, desde 1864 hasta un año antes de su muerte, y fue galardonado con segunda medalla en 1876 y 1892. También remitió sus pinturas a las exposiciones de Barcelona, así como a la Universal de París y a las Internacionales de Múnich, Bruselas, Berlín, Filadelfia y Chicago. En 1892 fue premiado en todos los certámenes en los que participó, entre ellos el de Bruselas, en el que fue el único español premiado.
También se dedicó a la literatura, con especial interés por el teatro. La suma de sus dos pasiones, el arte y la literatura, se plasman en su álbum “Catalunya” (1905), formado por más de cien dibujos acompañados por textos escritos por él mismo. Sus paisajes poseen una atmósfera, un color y unos temas que niegan el estereotipo de paisaje mediterráneo, basado en naturalezas cálidas y amables, de brillante cromatismo, como ventanas abiertas a la sensualidad meridional. Sus pinturas, por el contrario, hablan de melancolía y soledad, y una y otra vez recrean una Cataluña desolada y triste a la que, años más tarde, también sería sensible el poeta Salvador Espriu. Su lenguaje rechaza cualquier tema de tipo fantasioso o pintoresco, recogiendo asuntos corrientes sin pretender ennoblecerlos ni idealizarlos, sino buscando provocar estados de ánimo en el espectador a través de luces crepusculares que se disuelven, por breves momentos, en armonía de rojos, o sus desolados cementerios y severas marinas, desnudas y despojadas.
Urgell está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Marítimo de Barcelona, la Kunsthalle de Hamburgo, el Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú, Los Fondos de Arte de la Caixa Sabadell y la Caixa d’Estalvis de Terrassa, el Museo Dalí en Figueras y los Provinciales de Girona, Palma de Mallorca y Lugo, entre muchos otros centros e instituciones.

 

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). Lote 34002870

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Interior”, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en la zona inferior derecha.
Adjunta certificado de autenticidad.
Medidas: 50 x 65 cm; 71,5 x 87 cm (marco).

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi.
Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras.
Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística, simultaneando los trabajos de decoración con los estudios de Bellas Artes. En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona.
Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.
La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación.
Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London.
Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

 

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972). Lote 35000122

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972).
“Tête”, 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Titulado al dorso.
Medidas: 55 x 46 cm; 70 x 60,5 cm (marco).
Está fotografiado en la pag. 559 del Catálogo razonado de Francisco Bores,
editado por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Historial:
– 1971: Expuesto por la Galería Theo, Madrid.
– 1990: Colección particular Edmund Peel y Asociados.

Francisco Bores se formó en la academia de pintura de Cecilio Pla, donde conoció a Pancho Cossío, Manuel Ángeles Ortiz y Joaquín Peinado, entre otros. Asimismo, frecuentó las tertulias literarias madrileñas afines al ultraísmo. En esta época realiza grabados para un gran número de revistas, como “Horizonte” o “Revista de Occidente”, y asiste a la Academia Libre de Julio Moisés, donde coincide con Dalí y Benjamín Palencia.
En 1922 participa por vez primera en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y tres años más tarde mostrará su obra en la primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, pero la falta de interés del público madrileño por el arte joven le impulsa a marcharse a París. En la capital francesa entra en contacto con Picasso y Juan Gris, y debuta individualmente en 1927. Durante los años siguientes sigue realizando exposiciones individuales en destacadas galerías de París y Londres, entre las que destacan la Georges Petit y la Zwemmer.
Tras la Segunda Guerra Mundial reanuda su actividad expositiva, y en 1947 el Estado francés adquiere, por primera vez, una obra de Bores. En 1949 será el Museo de Arte Moderno de Nueva York el que compre sus cuadros. En 1969 expone en la Galería Theo de Madrid, lo que supone su aproximación al público español que, prácticamente, desconocía su obra salvo en los círculos profesionales donde, en cambio, era muy apreciada. En 1971 vuelve a exponer en esta misma Galería Theo, falleciendo en París en 1972.
El crítico Joaquín de la Puente señala varias etapas en la producción de Bores: clasicismo renovado (1923-25), neo cubismo (1925-29), pintura-fruta (1929-33), escenas de interior (1934-1949) y estilo en blanco (1949-69).
Francisco Bores está representado en los museos más destacados de todo el mundo, entre los que cabe señalar el Centro Georges Pompidou en París, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, Jerusalén, Gotemborg y Baltimore, el MOMA de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, las Galerías Nacionales de Atenas, Brno y Edimburgo, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, y los de Arte Moderno de Estocolmo, Turín y Madrid.

 

 

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).
“Café de París”.
Carboncillo, lápices de color y resaltos de aguada blanca sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 43 x 33 cm; 60 x 49 cm (marco).

Pintor e ilustrador catalán activo entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, Joan Cardona se especializó en la temática de paisajes.
Formado como discípulo de Joan Baixas, trabajó como ilustrador y dibujante colaborando con diversas publicaciones tanto nacionales como extranjeras, entre ellas la alemana “Jugend” y la francesa “Le Rire”. Asimismo, tomó parte en numerosos certámenes y exposiciones oficiales, como la Primera Exposición General de Bellas Artes, celebrada en el Palau de Belles Arts de Barcelona en 1891 y organizada por el Ayuntamiento de la ciudad.
Concurrió con asiduidad a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado con Mención Honorífica en sus ediciones de 1892, 1895, 1897 y 1899; Tercera Medalla en 1901 y 1915 por los lienzos “De mi tierra” y “La buenaventura”; y finalmente con Condecoración en la edición de 1920. También participó en las Exposiciones Internacionales de Barcelona (1907) y San Francisco (1915), y en la Iberoamericana de Sevilla de 1929 fue distinguido con Medalla de Oro.
Actualmente está representado en el Museo del Prado (obra en depósito en el Ayuntamiento de Barcelona), así como en otras colecciones.

En esta obra Cardona nos ofrece una imagen cotidiana de la Barcelona moderna y cosmopolita de su época, protagonizada por una elegante pareja en el interior de un café. Utiliza una plástica de clara raigambre modernista, basada en líneas fluidas y colores planos, heredados indirectamente de la xilografía japonesa.

 

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Carl Fischer (1887-1962)

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Este maestro danés, considerado actualmente un clásico moderno, fue un artista de enorme talento, un hombre de personalidad humilde pero dotado de una fuerte personalidad artística.

Carl Fischer (1887-1962) se formó en la Academia Danesa de Arte entre 1905 y 1912, y ese mismo año empezó a dar a conocer su obra a través de exposiciones oficiales. Tomó parte en el Salón de Otoño de Copenhague en 1912 y 1913, y también participó de forma regular en las exposiciones anuales celebradas en Charlottenborg, la Real Academia Danesa, donde mostrará su obra entre 1912 y 1939 y, tras la guerra, en 1945 y 1946.
También expuso en salas de Copenhague como Kiertzners Kunsthandel (1920 y 1924) y Winkel & Magnussen (1926), y en 1928 y 1938 tomó parte en el Salón de Otoño de Charlottenborg. En 1929 participó en el Foro de Arte Danés, y ya en tiempo de guerra mostró sus obras en la Exposición de Invierno de 1939, 1941 y 1945. Cabe señalar también otras muestras importantes en su carrera, como la celebrada en 1939 en el Museo de Vejle (Dinamarca) o la colectiva “Dibujos de pintores daneses” en el Statens Museum for Kunst (1940-1941). Asimismo, Fischer fue distinguido con diversos premios y becas: Ronge (1913), Bielke (1914-1915), de la Academia Danesa (1917) y J. R. Lund (1929). Fue también galardonado con la Medalla Eckersberg en 1922.
Aunque abordó un amplio abanico temático en su carrera, que incluye paisajes, escenas callejeras, flores y naturalezas muertas, Fischer fue principalmente conocido por sus representaciones de mujeres jóvenes de medio cuerpo o cuerpo entero, situadas en interiores. Este pintor gustó especialmente de trabajar con formas simples y colores apagados, ocasionalmente contrastados con acentos de tonos más intensos.

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A día de hoy, su estilo se nos muestra totalmente moderno, centrado en el diálogo entre la forma y el color. Además, Fischer tuvo una magistral capacidad para capturar la personalidad de sus modelos, otra de las características que puede apreciarse en la colección de obras que presenta Setdart. Asimismo, en su lenguaje se aprecia un sentido riguroso de la composición, que se conjuga con su refinamiento cromático para ir más allá de la simple captación del natural, evocando las personales atmósferas silenciosas y melancólicas que tanto caracterizan a sus escenas figurativas. Cabe destacar asimismo su refinada sensibilidad para las cualidades táctiles, algo que se aprecia de forma especial en su forma de plasmar las telas.
Actualmente Carl Fischer está ampliamente representado en el Statens Museum for Kunst y el Museo del Teatro de Copenhague, y en los de arte de Vejle y Storstrøms, así como en diversas colecciones particulares en distintos países europeos.

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006). Lote 35000126

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006).
“Soep etend kind”, 1951.
Técnica mixta sobre papel.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso. Con etiqueta de la galería Mena e inscripción “Kosman M.W / nº 335.11 LXXV3”.
Medidas: 49 x 39 cm; 81,4 x 71,5 cm (marco).

Karel Appel fue pintor, escultor y artista gráfico, y actualmente se le considera el artista más vigoroso de la generación de la posguerra en su país. En 1948 fundó, junto a Corneille, Jorn y Alechinsku el Grupo Internacional Cobra. Su pintura se caracteriza por una gran carga expresionista ligada a las figuras de Max Pechstein y Edward Múnich, dos de los grandes expresionistas nórdicos. Su lenguaje está marcado por un desprecio total de la forma, y constituye sus objetos por medio de una acumulación de capas cromáticas. La figura humana aparece deformada y en una situación dramática.

Firma al dorso

Firma al dorso

En 1950 se trasladó a París y, durante la siguiente década, comenzó a ganar reputación internacional gracias al apoyo del crítico Michel Tapié. Appel pasó largos periodos en los Estados Unidos, y llegó a ser uno de los más grandes exponentes del expresionismo abstracto. Su obra está realizada con densos empastes y violentos juegos de color, que denotan el carácter agitado del expresionismo nórdico. Más tarde, su lenguaje evolucionó en una línea más suavizada, acercándose a la Hand Edge Painting.

Appel está representado en el Museo Guggenheim y el MoMA de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la Tate Gallery de Londres, el Albertina en Viena, el Thyssen-Bornemisza, la Colección Peggy Guggenheim de Venecia y el de Bellas Artes de Dordrecht, entre muchos otros.

 

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PRADILLA ORTIZ, Francisco (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 – Madrid, 1921). Lote 33006195

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PRADILLA ORTIZ, Francisco (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 – Madrid, 1921).
“Joven dama renacentista”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 99 x 65 cm; 109 x 75 cm (marco).
Obra publicada en el libro de Wifredo Rincón “Francisco Pradilla” (Zaragoza; Aneto Publicaciones, 1999).

Francisco Pradilla inicia su formación como aprendiz de Mariano Pescador, pintor escenógrafo, y en la Escuela de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. En 1868 continúa sus estudios en la de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Federico de Madrazo, Carlos de Haes, Carlos Luis de Ribera y Ponciano Ponzano. Completa su formación en estos años copiando obras de los grandes maestros del Museo del Prado. En 1874 consigue el Premio de Dibujo de la “Ilustración Española y Americana”, y obtiene la beca para estudiar en Roma, ciudad en la que residirá veintitrés años, hasta su nombramiento como director del Prado en 1897. En 1878 concurre a la Exposición Nacional de Madrid y obtiene la Medalla de Honor, la misma distinción que gana ese mismo año en la Universal de París.
A raíz de estos éxitos le llegan numerosos encargos no sólo de España y Francia, sino también de América y otros países europeos. Realiza viajes por España y se interesa por plasmar escenas costumbristas plenas de gracia y color, apoyadas siempre en un excepcional dominio del dibujo. Si bien no realizó exposiciones individuales, sus obras formaron parte de muestras y certámenes en ciudades de todo el mundo, como Londres, París, Berlín, São Paulo o Buenos Aires. Fue director de la Academia Española en Roma, y miembro de las Reales Academias de San Fernando y San Luis, de la Academia Francesa y de la Hispanic Society de Nueva York. Obtuvo, entre otras condecoraciones, la Cruz de Isabel la Católica y la Legión de Honor.
De los géneros pictóricos que cultivó, incluida la ilustración gráfica para publicaciones literarias, hay que destacar el de la pintura de historia, que fue el que más fama le proporcionó. Como retratista su actividad fue más restringida y de resultados desiguales cuando tuvo que abordar efigies de personajes fallecidos, pero ante modelos vivos consiguió retratos de serena expresividad y factura estudiada y entonada. También se dedicó a la pintura de género, bien de inspiración popular italiana o de asuntos de costumbres madrileñas o de Galicia, lugar de origen de su esposa y donde solía pasar algunas temporadas. Tanto en los cuadros de historia como en estos, Pradilla demuestra una clara inclinación por las ambientaciones en exteriores, organizando las composiciones en amplias perspectivas panorámicas con multitud de figuras y motivos, interpretados con una depuradísima técnica. No obstante, lo más sobresaliente de su lenguaje es el sentido de la luz y de la atmósfera, bajo los que el apretado dibujo se suaviza y funde con el fondo luminoso mediante pequeñas pinceladas de un colorido rico en matices y pasta.
La obra de Francisco Pradilla está presente en el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, La Habana y São Paulo, el MACBA de Barcelona, la Christchurch Art Gallery de Nueva Zelanda y el Museo Romántico de Madrid, entre otros.

 

 

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RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931). Lote 34002383

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RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931).
“El Vinyet, Sitges”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 63,5 x 80 cm; 86 x 104,5 cm (marco).
Obra publicada en el libro de Josep de C. Laplana “Santiago Rusiñol. El pintor, l’home” (Barcelona; Abadía de Montserrat, 1995).

Pintor, escritor y dramaturgo en lengua catalana, Rusiñol fue uno de los principales ideólogos del movimiento modernista catalán. Se formó como discípulo de Tomás Moragas y frecuentó el Centro de Acuarelistas, del cual fue uno de los fundadores. Debutó en 1884 en la Sala Parés de Barcelona, junto a sus amigos Ramón Casas y Enric Clarasó. Por esos años realizó con Casas un viaje en carro por Cataluña, tomando apuntes de tipos y paisajes.
El año de 1888 marca un punto de inflexión en su carrera, dado que comienza con tres actividades nuevas: publica unos escritos en “La Vanguardia”, participa en el Salón de París y celebra su primera exposición individual en la Sala Parés. Al año siguiente, 1889, Rusiñol se instala en París, en el barrio de Montmartre, con Utrillo, Clarasó y Canudas. Asiste a la academia del pintor Henri Gervex, y completa su formación con Puvis de Chavannes y Carrière. Desaparece entonces el ruralismo que había adoptado en Barcelona, y su estilo evoluciona hacia el naturalismo. También se acerca a los planteamientos temáticos, que no técnicos, de los impresionistas, así como a su voluntad de captar una instantánea fugaz.
En 1890 establece relación con Sitges, donde pintará algunos de sus primeros patios y jardines, temática que definirá su estilo posterior. Ese mismo año celebra su primera exposición en la Sala Parés, junto a Casas y Clarasó. En 1890 regresa a París con Casas y Utrillo. En este momento se centrará en representar los espacios de diversión de la zona, como el Moulin de la Galette, que protagonizará muchos de sus cuadros. No obstante, en 1893 deja su estudio de Montmartre y se traslada a la isla de San Luis, donde se centra en el estudio psicológico de la figura, sobre todo femenina, reflejando la tristeza, la melancolía y la soledad típicamente finiseculares. Al año siguiente viaja a Italia junto a Zuloaga, visitando Pisa, Florencia y otras localidades, lo que le permite conocer de cerca a los primitivos. A su regreso expone las pinturas realizadas en este viaje en la que será su primera muestra personal en la Sala Parés. Ese mismo año inaugura el Cau Ferrat en Sitges, germen del actual museo.
En 1895 realiza su primer viaje a Granada, y comienza la serie “Jardines de España”. En 1897 realizará algunas de sus mejores pinturas de jardines, interés que también aparece en su obra literaria “El jardín abandonado”, donde cultiva un decadentismo de carácter simbolista. El jardín elegante se convierte en protagonista, símbolo de la poesía; el jardín abandonado esconde un pasado de esplendor perdido. Rusiñol entonces viaja, buscando jardines que le seduzcan, y los pinta interiorizándolos, mostrando su personal concepción de la belleza, de la vida y la muerte, del arte y de la realidad, de la soledad y del paso del tiempo.
Por esta época, expondrá en París en el Salón de los Independientes, en la Exposición Nacional y en la galería de Samuel Bing, principal impulsor del Art Nouveau en Francia. Esta última muestra, de carácter individual y celebrada en 1899, supuso el reconocimiento internacional de Rusiñol, cuyo éxito radicó en una nueva visión de España, totalmente alejada de tópicos y cargada de veracidad. Desde entonces su actividad se multiplica como pintor, novelista y comediógrafo, estrena destacadas obras en Madrid y Barcelona y celebra exposiciones anuales de pintura en la Sala Parés, siempre con Casas y Clarasó. En 1908 recibió la medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Camón Aznar de Zaragoza y el Thyssen-Bornemisza, entre otros.

 

 

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933). Lote 34000005

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933).
“El búho sabio”, Madrid, 1996.
Acrílico sobre lienzo.
Firmado en el frente. Fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 97 x 130 cm; 120 x 153 cm (marco).

Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Se crió en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicar su tiempo a pintar y escribir. Por estos años empieza a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y relatos cortos en revistas. No obstante, a la edad de veintidós años decide dejar su ciudad y marchar a París. Sin embargo, por razones económicas se radicará en España, concretamente en Madrid, donde pasará seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros de ellos viviendo como vagabundo.
Su contacto con Viola y Jorge Cela, impresionados por sus dibujos, cambiaría el rumbo de su vida. Por estos años irá poco a poco decantándose por la técnica del grabado, que será desde entonces uno de sus principales medios de expresión. Empieza entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, quien en 1960 lo llevó a la Bienal de São Paulo. Allí sus obras sorprendieron y obtuvieron elogiosas críticas, y por estos años expondrá también en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittshurgh y Tokio.
Fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando al fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. En la capital francesa se establecerá durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitará asiduamente el Museo del Louvre y continuará celebrando exposiciones, cada vez más exitosas. En 1967 Castillo abandona París y se traslada a Ginebra, dado que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, por entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. No obstante, no le gustó la ciudad, por lo que marchó a Boissano, en Italia. En este país se empapará de arte italiano clásico, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 es invitado por el gobierno alemán para trabajar en Berlín, ciudad en la que residirá hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera, y después en numerosas galerías berlinesas.
Cuando deja Berlín, Castillo se traslada a Barcelona, siendo para entonces un pintor reconocido en Europa y América. Allí expondrá regularmente en la galería Joan Prats, y conoció a Salvador Dalí. Por estos años comienza a visitar Nueva York y finalmente se instala allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y siguieron sucediéndose sus éxitos.
A lo largo de su carrera, Castillo obtuvo premios como los Internacionales de Dibujo (1964) y de Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), y el Cultura Viva de las Artes Plásticas (2006). Se puede contemplar obra de Jorge Castillo en el Museo de Bellas Artes de Lausana, la Fundación Juan March, las Galerías Nacionales de Edimburgo y Berlín, los Museos de Arte Moderno de San Francisco y Vitoria, la Kunsthalle de Bremen, el Albertina de Viena, la Biblioteca Nacional de España y el Guggenheim de Nueva York, entre otros.

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980). Lote 34000130

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“El pueblo”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 92 x 74 cm.

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines.
Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949.
Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.
A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

 

 

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