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EL MUEBLE ESPAÑOL DEL SIGLO XVII

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Dentro del mobiliario español del siglo XVII diferenciamos tres etapas: Felipe III, Felipe IV y Carlos II. Sin embargo, se trata de una división tan sólo aproximativa, dado que no serían fórmulas exclusivas para cada reinado. Se trata por tanto de una clasificación en principios, mediados y finales de siglo, siendo el de Felipe IV un estilo de transición. Asimismo, no podemos aplicar la evolución de los modelos extranjeros a nuestro país. La personalidad del estilo español será tan fuerte en el siglo XVII que impedirá el calado de influencias exteriores, sobre todo de Francia por la mala situación diplomática del momento, y esto supondrá una gran influencia con el resto de Europa, donde dominarán principalmente los modelos franceses.
El siglo XVII es en España una época de decadencia, y esto se notará en gran medida en el mueble. No habrá piezas tan lujosas como en otros países, hecho también determinado por las pragmáticas contra el lujo dictadas por los monarcas. Sin embargo, el mueble español del periodo barroco presenta una calidad nada desdeñable, una enorme personalidad y, sobre todo, un gran interés desde el punto de vista de las tipologías y de la búsqueda de la funcionalidad por encima de lo decorativo.
Cabe señalar, también, la creciente valoración del mobiliario respecto al siglo anterior. Teniendo en cuenta los inventarios de bienes se ven cambios importantes, llegando a ser los muebles, en época de Carlos II, más caros incluso que los tapices. Respecto a las maderas seguirá predominando el nogal, seguido de lejos del palosanto y, ocasionalmente, la caoba. Como materiales decorativos lo más utilizado serán el hueso, el hierro forjado y el carey, además de cueros y terciopelos para las tapicerías.
Durante el reinado de Felipe III (1598-1621) nos encontramos un estilo aún muy ligado al siglo XVI. Se aprecia una gran influencia del estilo escurialense, pero ya con una mayor tendencia a la geometrización y la simplificación de las formas. También hay que tener en cuenta que el mayor protagonismo de los motivos decorativos es una característica barroca, por lo que indicará un avance dentro del siglo.

Una de las más claras novedades de este primer tercio de siglo será la aparición del escritorio de columnillas, mueble que será cada vez más frecuente y que ganará en ornamentación con el paso de los decenios. Otra tipología elocuente acerca de la evolución del estilo barroco en España será el frailero o silla de brazos, el asiento por excelencia del siglo XVII.

Con Felipe III el modelo de frailero es prácticamente igual al de la centuria anterior, aunque ya aparecen elementos nuevos como la chambrana balaústres, de perfil recortado. Se puede ver un ejemplo de la época en el retrato de la reina Margarita de Austria realizado por Juan Pantoja de la Cruz (Museo del Prado).

Como ya hemos mencionado, el periodo del reinado de Felipe IV (1621-1665) supone una transición entre el barroco temprano y la plenitud del estilo a finales del siglo. Sigue marcando la pauta el estilo escurialense, símbolo de la gloria perdida de España, pero la decoración irá ganando cada vez másSetdart.com Subastas de Arte y Antiguedades

terreno a la pureza de diseño del manierismo. En los escritorios de columnillas se multiplicarán la compartimentación de las superficies y los elementos aplicados, y se define un nuevo modelo de gavetas arquitectónicas, con los frentes decorados con arquerías. Aparecen también retículas ortogonales, en relación con el rebrote de lo islámico propio del periodo de Felipe IV. La capilla del bargueño tendrá cada vez más importancia, y aparecerán los modelos de muestra descubierta.

Respecto al mueble de asiento, aparece un nuevo tipo de frailero, mucho más simple, que puede llegar a estar incluso desornamentado. Es un mueble que representa la pura esencia del diseño: mínima decoración, gran comodidad y estructura muy bien pensada. Además resulta barato, algo a tener en cuenta en la España en crisis del momento. Son muebles, asimismo, que pueden ya presentar tapicería acolchada, con relleno, además de al aire como hasta la fecha. Un ejemplo ilustrativo es el que aparece reproducido en “La defensa de Cádiz” de Francisco de Zurbarán (Museo del Prado).

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Respecto al periodo de Carlos II (1665-1700), el estilo se prolongará hasta principios del siglo XVIII. Se trata ya de un barroco pleno, sin significativas influencias del estilo que domina en el resto de Europa, el Luis XIV. Así, se conjugará la tendencia a la ornamentación con la pervivencia de las tipologías españolas. La decoración será en ocasiones tan profusa que llegue a ocultar la estructura, y se tenderá a introducir curvas en las patas, a aplicar color y una mayor cantidad de dorado. Ahora los escritorios serán mayoritariamente de muestra descubierta, frecuentemente presentarán una rica decoración tallada a modo de remate, como balaustradas, vasos clásicos, composiciones con cartelas y alas de águila, etc.
Aparecen líneas oblicuas en los entramados geométricos y molduras en zigzag, y las capillas serán ahora más grandes que nunca. Las innovaciones también afectan al frailero, que podrá presentar un brazo mucho más ancho, con ménsulas en la parte inferior, e incluso los montantes enteramente tallados. La chambrana mantiene el canto superior recto, pero presentará el inferior recortado como si se tratase de un faldón de consola, con abundante talla vegetal. Asimismo, puede ser ya un mueble más ancho y en ocasiones llevará remates de latón en los montantes del respaldo. Un ejemplo bastante sencillo en su ornamentación pero ya de gran tamaño, y con los brazos curvos tallados lo tenemos en el retrato de Mariana de Austria pintado por Juan Carreño de Miranda hacia 1670 (Museo del Prado).
Importante bargueño con taquillón. España, siglo XVII.
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Lote 33003291, bargueño con taquillón. España, siglo XVII.

Importante bargueño con taquillón. España, siglo XVII.

Importante bargueño con taquillón. España, siglo XVII.

Importante bargueño con taquillón. España, siglo XVII.
Madera de nogal con incrustaciones de hueso.
Medidas: 108 x 42 x 143 cm.

Bargueño de modelo salmantino, también llamado de columnillas, con muestra descubierta. En los laterales, desornamentados, vemos asas en arco con lenteja central y bisagras largas típicas de la época. Se alza sobre un taquillón dividido en dos registros, con dos grandes cajones cada uno. Este taquillón cuenta con asas similares en los laterales, como el escritorio, y está decorado con molduras talladas formando complejos diseños geométricos, tanto en el frente de los cajones como en los entrepaños y laterales.

Además, presenta aplicaciones de hueso, a juego con el escritorio, y placas de metal cincelado en el frente de cada cajón. Estas placas muestran un motivo de jarrón clásico, y funcionan como grandes escudos de cerradura. En la moldura exterior de los frentes de los cajones vemos los clavos de cabeza avenerada que se repiten también en el escritorio. Por lo demás, vemos una decoración más simple que la del mueble superior, como es corriente en este tipo de piezas, dado que el escritorio es en esta época el mueble de representación por excelencia, y el taquillón supone un mueble de soporte accesorio.
Este tipo de escritorio salmantino es típicamente español, normalmente desornamentado al exterior (cuando cuenta con tapa abatible) pero sin embargo de una gran riqueza en la muestra interior. Se caracterizan por una decoración a base de columnillas de hueso, torneadas y doradas, tal y como aquí vemos. Asimismo, las gavetas siguen diferentes modelos, que suelen ir mezclados: desde un diseño muy simple, sólo con molduras (que aquí no aparece), hasta un esquema arquitectónico que puede estar policromado o dorado al agua. En el caso de este bargueño vemos tres registros con diversas gavetas y dos puertas, siguiendo dos modelos distintos, uno para las puertas y otro para las gavetas, independientemente de su tamaño.

Puesto que se trata de un escritorio de muestra descubierta, cada gaveta y puerta cuenta con su cerradura independiente. Todas presentan en su frente las típicas columnillas de este modelo, de marfil tallado con fuste torso, y placas del mismo material cincelado a la plumilla. Las puertas siguen un esquema arquitectónico marcadamente barroco, con ménsulas, cornisas y frontón curvo partido además de las columnas. Las gavetas presentan tiradores en forma de venera, típicos de este modelo, y arquerías inspiradas por los diseños flamencos de Vredeman de Vries, una suerte de serliana con el arco central deprimido. El espacio situado bajo el arco presenta una fuerte compartimentación, a base de rectángulos enlazados, que nos indica que estamos ante un momento avanzado dentro del barroco.
Si bien este modelo existe desde la época de Felipe III, a principios de siglo, en este modelo vemos numerosos rasgos que nos indican una fecha más avanzada, una plena evolución del modelo. Así, el hecho de que las columnas sean torsas, al igual que la profusión de elementos decorativos y de dorado, nos indican un momento avanzado dentro del siglo XVII. Así, los motivos se multiplican, se combinan colores, materiales y texturas, y las gavetas se compartimentan con líneas diagonales (visibles en el cincelado de las placas de marfil), elementos que nos hablan ya de un barroco plenamente formado.