Escuela flamenca del siglo XVII. “La adoración de los Magos”, “La adoración de los pastores” y “Los desposorios de la Virgen”.
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Escuela flamenca del siglo XVII.
“La adoración de los Magos”, “La adoración de los pastores” y “Los desposorios de la Virgen”.
Tres óleos sobre cobre.
25,5 x 35 cm; 42 x 48 cm (marco).
Se trata de tres óleos sobre cobre de pequeño formato, quizás pinturas devocionales destinadas a un altar o capilla privados, con tres temas narrativos del Nuevo Testamento: los desposorios de María y José y la adoración de los Magos y los pastores del Niño Jesús recién nacido. El primero de ellos nos presenta la escena sin apenas elementos iconográficos, de hecho ni siquiera aparece la vara florida de José. El carácter sacro de la escena queda señalado por la presenta del Espíritu Santo que, en forma de paloma, aparece volando sobre la cabeza del sacerdote que oficia la unión, sobre un rompimiento de Gloria y acompañado por seis querubines. La composición es simétrica, al modo clásico, rigurosamente ordenada. Vemos un espacio interior perfectamente descrito, trazado en perspectiva, con un suelo pavimentado que refuerza esta construcción tridimensional. La pareja y el sacerdote quedan en el centro, flanqueados por dos monaguillos, y completan la escena a ambos lados dos hombres (a la izquierda) y dos mujeres (a la derecha). No obstante, el rigor geométrico de este esquema compositivo queda suavizado por las distintas actitudes y gestos de los personajes.
Respecto a las dos adoraciones, ambas presentan composiciones asimétricas, con la Sagrada Familia en el lado derecho, protagonizando la composición, y los personajes avanzando hacia ellos desde el lado izquierdo. Este esquema es más evidente en la adoración de los Magos, mientras que en la de los pastores la presencia del buey y la mula en el lado derecho, y la organización en dos planos de los personajes, indican una composición que, aunque asimétrica, tiende a lo circular. También los escenarios son diferentes; en la adoración de los Magos vemos una edificación clásica y un fondo abierto a paisaje, que evidencia la influencia de Rubens. En el otro cobre, en cambio, el espacio es cerrado, un sencillo pesebre de muros desnudos, en el cual destacan sin embargo los maderos que se alzan tras la Sagrada Familia, clara prefiguración de la cruz.
Mientras que en el siglo XVII la demanda de arte religioso para las iglesias cesaba radicalmente en las provincias del norte, la actual Holanda, en Flandes florece en cambio un arte monumental al servicio de la Iglesia católica, en parte debido a la necesaria restauración de los estragos que las guerras habían causado en iglesias y conventos. En el terreno del arte profano, los pintores flamencos trabajan para la corte en Bruselas y también para las demás cortes de Europa, produciendo una pintura con temas clásicos, mitológicos e históricos que había de decorar brillantemente los Reales Sitios de España, Francia e Inglaterra. En Holanda, en cambio, el trabajo del artista está destinado principalmente a una burguesía que establece la demanda de obras de pequeño a mediano formato y de temas que ilustran la vida y la naturaleza de esa región. Mientras los pintores flamencos trabajan por encargo de un mecenas, los holandeses pintan para vender a esa burguesía lo que producen. La demanda de pintura de historia o alegórica para la decoración de residencias palaciegas desaparece casi por completo; poca es la pintura monumental que se produce en Holanda en el siglo XVII, y gran parte de ella está realizada por artistas flamencos.
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