Atribuido a ANCHETA, Juan de (Azpeitia, Guipúzcoa, ca. 1540 – Pamplona, 1588). Lote: 33008165
Escuela Romanista del siglo XVI. Atribuido a ANCHETA, Juan de (Azpeitia, Guipúzcoa, c. 1540 – Pamplona, 1588).
“Virgen con Niño”.
Madera tallada, estofada, dorada y policromada.
Medidas: 102 x 59 x 40 cm.
Talla de medio bulto en madera, estofada, dorada y policromada, que representa a María sentada en un trono de respaldo bajo, con el Niño sentado en su rodilla izquierda, sosteniendo una esfera (símbolo de la universalidad de la doctrina cristiana y del acto redentor de Cristo) y un rosario en una de sus manos. El Niño, desnudo y cubierto sólo en parte por el velo de su madre, alza su mano derecha en señal de bendición. La Virgen viste túnica roja, símbolo de la Pasión de Cristo, manto azul que alude a los conceptos de verdad y eternidad, y velo dorado alsuvio a la gloria divina.
El tema de la Virgen representada con el Niño Jesús, y más concretamente con éste en su regazo, sentado o de pie, tiene su origen en las religiones orientales de la Antigüedad, en imágenes como la de Isis con su hijo Horus, pero la referencia más directa es la de la Virgen como “Sedes Sapientiae”, o trono de Dios, en el arte cristiano medieval. Poco a poco, con el avance del naturalismo, la Virgen pasará de ser un simple “trono” del Niño a revelar una relación de afecto, a partir del periodo gótico. Desde entonces las figuras irán adquiriendo movimiento, acercándose la una a la otra, y finalmente desaparecerá el concepto de trono y con él el papel secundario de la Virgen. De este modo, la imagen se convertirá en ejemplo del amor entre María y su Hijo, una imagen de ternura, cercana, pensada para conmover el ánimo del fiel. Esta relación materno-filial, más humanizada, se traduce en la posición del Niño, que se sitúa ya como aquí vemos sentado sobre una de las piernas de su madre, claramente desplazado del lugar central que ocupaba en la escultura medieval, en el acercamiento entre las cabezas de las dos figuras y en el gesto amoroso por parte de María de abrazar a su hijo.
Por su estilo se puede atribuir esta obra a Juan de Ancheta, escultor barroco perteneciente a la Escuela Romanista, corriente del manierismo español que muestra una marcada influencia de los autores italianos que trabajaron en Roma, especialmente Rafael y Miguel Ángel. El estilo romanista se caracteriza especialmente por su monumentalidad y sus potentes anatomías, rasgos que se aprecian con claridad en esta talla. De hecho, Juan de Ancheta se formó con probabilidad en Italia, dado que su estilo delata influencias de maestros italianos, aunque no hay documentación que apoye este viaje.
Hacia 1565 Ancheta se encontraba en Valladolid, pero poco después estaba en Briviesca, presumiblemente colaborando con Gaspar Becerra en un retablo para la iglesia del convento de Santa Clara. De hecho, el estilo de Ancheta muestra la influencia del manierismo de Becerra, enriquecido con el clasicismo de la escultura romana contemporánea. Se cree que el escultor volvió a trabajar junto a Becerra hacia 1558, en un retablo de la catedral de Santa María de Astorga. Siguió trabajando en el área de Valladolid y Burgos, y fue nombrado por Juan de Juni en su testamento como “el único escultor capaz de terminar” su retablo en Santa María de Mediavilla (Medina de Rioseco). No obstante, dicho retablo fue finalmente concluido por Esteban Jordán. Ancheta finaliza en 1571 las delicadas figuras del retablo de la capilla de los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael de la catedral zaragozana, y hacia 1575-78 trabajó en la capilla de los Trinitarios de la catedral de Jaca, donde realizó una figura de Dios Padre que se inspira directamente en el “Moisés” de Miguel Ángel. Antes de 1579, probablemente hacia 1577, realiza para la catedral de Pamplona un magnífico Crucificado por encargo del Cabildo, obra considerada una de las mejores tallas de Cristo en la cruz del siglo XVI español, junto con el de Pompeyo Leoni de El Escorial.