Hernando VIÑES SOTO
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Hernando VIÑES SOTO (París, 1904 – 1993). Sin título.

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VIÑES SOTO, Hernando (París, 1904 – 1993).
Sin título, 1930.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
89 x 116 cm; 106 x 133 cm (marco).

 

Nacido en el seno de una familia burguesa de clase alta, Viñes se introdujo en el círculo artístico parisino de la mano de su tío, el pianista y compositor Ricardo Viñes. Durante la Primera Guerra Mundial se instaló en Madrid, regresando en 1918 a París. Allí Pablo Picasso, amigo de su tío, tras ver sus primeros dibujos le aconsejó seguir en esa misma vía y perfeccionar sus conocimientos de artista autodidacta. Viñes siguió los consejos de Picasso, ingresando primero en la Academia de Arte Sacro de París, donde fue discípulo de Maurice Denis y Georges Desvallieres y a continuación, en 1922, completando su formación con André Lothe y Gino Severini.

Al año siguiente participó como decorador en “El retablo de Maese Pedro”, de Manuel de Falla, y expuso por primera vez en el Salón de Otoño. Ese mismo año de 1923, entró en contacto, por medio de su amigo Manuel Ángeles Ortiz, con el círculo de jóvenes artistas españoles afincados en París: Francisco Bores, Luis Buñuel, Joaquín Peinado, Francisco García Lorca, Pancho Cossío, Rafael Alberti, Ismael de la Serna, etc. A los veinte años decide dedicarse plenamente a la pintura, y obtiene inmediatamente el apoyo de dos importantes críticos, Tériade y Zervos, director este último de “Cahiers d’Art”. Desde entonces expuso de manera regular en las galerías Percier y Max Berger de París. Tras la Segunda Guerra Mundial empezó para el pintor una época muy dura, en la que a pesar de numerosas exposiciones, colectivas e individuales, no consiguió la notoriedad que sus brillantes comienzos prometían.

Tuvo que esperar al año 1965 y la gran retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Moderno de Madrid para ser reconocido, por fin, como uno de los pintores más brillantes de su generación. A partir de aquel momento, las exposiciones se sucedieron de manera acelerada, en destacadas galerías de toda España como Théo (Madrid y Valencia), Dalmau (Barcelona o Ruiz (Santander). A principios de los años ochenta se le dedicaron importantes muestras retrospectivas en la Casa de España en París, el Museo de Bellas Artes de Santander y el Museo Bonnat de Bayona. En 1988 recibió, de mano del rey D. Juan Carlos I, la Medalla de Oro de las Artes y las Letras.

Paralelamente, su fama internacional irá creciendo a raíz de exposiciones celebradas en Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Checoslovaquia, Inglaterra y Japón. Alejado de escuelas y de cualquier atisbo de jactancia, la obra de Viñes siguió su camino en Francia, y museos de todo el mundo empezaron a adquirir sus obras. Actualmente está representado en el Museo Reina Sofía de Madrid, el centro Georges Pompidou de París, los Museos de Albi, Castres y Saint-Ouen en Francia, los de Bellas Artes de Tel-Aviv, Buenos Aires y Praga, el de Arte Contemporáneo Patio Herreriano de Valladolid y el ARTIUM de Vitoria, entre muchos otros.

 

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