Arte, flores y simbolismo
Arte, flores y simbolismo
Desde la antigüedad el arte se ha servido del simbolismo para expresar infinitud de conceptos y sentimientos ocultos bajo la apariencia física de todo y cuanto nos rodea. En este sentido, la carga simbólica del mundo floral adquirirá en el arte una especial relevancia, siendo objeto de las más profundas reflexiones morales, religiosas,políticas y sociales. Su propia naturaleza, bella, fugaz, delicada y alegre, cautivó la mirada de incontables artistas que, fuera cual fuera su época y estilo, hallaron en ellas, la imagen metafórica con la que transmitir mensajes de índole muy diversa. La riqueza de su significación evolucionará y oscilará a lo largo del tiempo en función del contexto histórico, pero también de la intencionalidad del propio artista.
De hecho ya en las antiguas civilizaciones encontramos las primeras manifestaciones de su carácter simbólico. En Egipto la flor del loto, representaba el Sol y por tanto fue considerada símbolo de luz y vida. La importancia que alcanzó se refleja en los múltiples objetos encontrados en la tumba del faraón Tutankamón en los que aparece esta flor que, por aquel entonces se convirtió en un verdadero amuleto.
Con la llegada del cristianismo, las flores ocuparan un lugar privilegiado como símbolos de una verdad espiritual. El significado de muchas de ellas se transformó para expresar los dogmas y creencias propias de la nueva religión cuya importancia se hará especialmente evidente en la iconografía de los temas marianos y de la Pasión de Cristo. De este modo, el clavel asociado hasta el momento al erotismo y a la fertilidad de la diosa Hera, se convertirá en símbolo de los clavos de Cristo pero también, del amor divino de la Virgen Maria hacia el Niño. Asimismo, durante el Renacimiento será muy común la representación del arcángel Gabriel tendiéndole un lirio a la Virgen Maria, como símbolo por antonomasia de su pureza castidad y devoción. Por otro lado, y debido a los 3 pétalos que lo forman, el lirio se asociará también al dogma de la Santísima Trinidad. Otra de las flores más vinculadas al cristianismo y por tanto al arte religioso será la rosa, flor que acompañó a Maria desde los primeros tiempos de la Iglesia como expresión de su pureza, sufrimiento y gloria. Junto al lirio y las rosas, las aguileñas tendrán una especial significación dentro de la iconografía cristiana cuya forma de paloma se asociará a la presencia del Espíritu Santo.
Por otro lado las flores también fueron un elemento recurrente a la hora de indicar las virtudes o valores del retratado así como su linaje . La mujer a menudo era representada con la flor del cardo o el clavel como símbolo de amor conyugal y fidelidad. Por su parte la figura masculina aparecía acompañada del lirio cárdeno, la violeta, la vinca o la camomila, todas ellas asociadas a las virtudes del buen caballero cristiano.
Hasta el momento hemos visto como las flores aparecen representadas en el arte imbuidas mayoritariamente en connotaciones religiosas. Sin embargo, esta tendencia empezará a cambiar con la irrupción de las naturalezas muertas en la pintura holandesa del siglo XVII, siendo ahora cuando su representación se emancipará del cristianismo, para expresar inquietudes y emociones más “terrenales”. A menudo, estos bodegones descritos con la minuciosidad y el detallismo que caracterizó el arte de los Países Bajos, contienen un mensaje vinculado a la fragilidad humana y la fugacidad de la vida. La introducción de flores marchitas se convirtió en un símbolo de la muerte que hasta entonces se había representado a través de las calaveras y relojes de arena. Por el contrario, las flores frescas fueron emblema de poder y del resurgir continuo de la naturaleza.
Uno más de los infinitos significados ocultos tras las flores se relaciona con la idea de poder, dominio y posición social.En este sentido fue de vital importancia la llegada de especies como los tulipanes o los narcisos que provenientes del antiguo Imperio Otomano tenían un altísimo coste debido a su exotismo. Por esta razón los monarcas y personajes nobles muy a menudo se hacían representar junto a estas preciadas y distinguidas flores.
Con la llegada del realismo y el impresionismo, el significado de las flores se torna más personal, siendo fruto de las emociones y vivencias propias del artista. Solo debemos pensar en los nenúfares de Monet , los Girasoles de Van Gogh o los ramos de Matisse para darnos cuenta que ahora, las flores serán el vehículo a través del que proyectar las impresiones más subjetivos.
De la mano de artistas tan destacados como Andy Warhol o Georgia O’keeffe, el arte contemporáneo siguió encontrando en el mundo floral una fuente de inspiración perpetua que ha permanecido intacta hasta llegar a nuestros días.