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Escuela flamenca del siglo XVII. Lote: 34003808

LOTE EN SUBASTA

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Escuela flamenca del siglo XVII.
“La Asunción de la Virgen”.
Óleo sobre cobre.
Medidas: 69,5 x 87 cm; 87,5 x 105 cm (marco).

En esta obra se representa, de un modo triunfal y escenográfico característico del barroco, la Asunción de María, quien se halla en la parte superior de la pintura, sobre cúmulos de nubes, siendo alzada al cielo por dos ángeles mancebos, con dos ángeles niños a sus pies. Detrás de ella se abre la Gloria, representada por la dorada luz divina, un elaborado rompimiento en cuyos márgenes vemos multitud de ángeles en distintas posiciones, unos mirando a la tierra y otros hacia lo alto. En el plano terrenal, claramente diferenciado del celestial por la línea de las nubes, en una composición típica del primer barroco, se acumulan los personajes en torno a la tumba abierta de la Virgen. Se trata de los apóstoles que, habiendo presenciado la muerte de María, quedan maravillados ante su Ascensión.

Algunos, como San Juan Evangelista, aparecen representados de espaldas, cerrando una composición circular definida en torno a la tumba, clásica y ordenada pese al aparente amontonamiento de los personajes en favor de la teatralidad y, ante todo, del dinamismo de la escena. En el centro, debajo de la Virgen, vemos a cuatro mujeres, una de ellas seguramente Santa Ana, madre de María, por lo avanzado de su edad. Las otras tres serían María Magdalena, que ayuda a dos hombres a alzar la lápida que cierra la tumba, y dos discípulas, quizás María de Betania y María Salomé, quienes junto a la Virgen forman el grupo de las Tres Marías. Todos los personajes aparecen mirando hacia el cielo, con las manos alzadas expresando tanto sorpresa como veneración, salvo los tres personajes que alzan la lápida, un detalle de hábil narratividad, y Santa Ana, que aún contempla la tumba vacía de su hija.

La expresión Asunción es significativa: se opone a la Ascensión, como lo pasivo a lo activo. Es decir, María no asciende al cielo por sus propios medios, como Cristo, sino que es elevada al Paraíso por los ángeles. El arte bizantino representa la Asunción del alma de la Virgen, recogida por Cristo en su lecho de muerte. En cambio, el arte de Occidente plasma su Asunción corporal fuera de la tumba donde los apóstoles la habían sepultado. Por lo tanto, debe distinguirse en la iconografía la Asunción del alma de la Virgen en forma de niña y la Asunción de su cuerpo glorioso, siendo la segunda la aquí representada.

El modelo europeo suele presentar a María en actitud orante, elevando las manos unidas y rodeada de luz dorada, llevada por ángeles y dejando la tumba abierta a sus pies, que puede aparecer vacía o llena de lirios y rosas. En este caso, sin embargo, aparece mirando hacia abajo, hacia el plano terrenal, donde se sitúan los apóstoles y las santas mujeres. A causa de una confusión iconográfica, la Asunción perderá su carácter original para convertirse en Ascensión. En vez de ser elevada por ángeles, la Virgen vuela sola, con los brazos extendidos; los ángeles que la rodean se limitan a formarle cortejo. Esta transformación se consumó en el arte italiano del siglo XVI, y progresivamente se extendió por el resto de Europa. Sin embargo, esta nueva fórmula no eliminó a la antigua, de la que encontramos ejemplos en el siglo XVII, tal y como aquí vemos.