Written by Andrea Domenech

Grau Sala: el artista que no quiso sucumbir a las vanguardias

Grau Sala: el artista que no quiso sucumbir a las vanguardias

Desde finales del siglo XIX, Paris se convirtió el destino predilecto de una larga saga de artistas catalanes que, desde Casas y  Rusiñol, hasta Miró y Clavé pasando por Nonell y Casagemas encontraron en  la capital francesa el terreno fértil  de una  revolución artística que arranca  con los impresionistas  hasta culminar  con  las vanguardias.

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En este aspecto, la convulsión que supuso la guerra civil para España precipitó el inicio de una nueva etapa migratoria, en la que Paris se erigiría como principal destino de un gran número de artistas afines al bando republicano. Gracias al carácter aglutinador que en términos de  intelectualidad y creación artística definió la escena cultural parisina desde mediados del siglo XIX, la ciudad recibió un aluvión de creadores procedentes de toda Europa, que atraídos por el desarrollo artístico sin parangón que capitanearon  las vanguardias, cumplieron con su deseo de abandonar las prácticas artísticas de una sociedad finisecular anclada en el pasado. Los ismos que se sucedían a un ritmo vertiginoso hicieron de Paris el sueño de cualquier artista, llegando a concentrarse en ella el mayor número de creadores por metro cuadrado de todo el mundo.

Antigua fotografía de Emlio Grau Sala junto a una de sus obras

De esta confluencia de artistas exiliados que, bajo la bandera de una absoluta  libertad estética, se establecieron en Paris durante el periodo comprendido entre 1900 y 1940 nace la denominada escuela de Paris, cuyo nombre acuñado por vez primera en 1925 por el crítico de arte André Warnod, más que designar una corriente artística hegemónica, hace referencia a la posición de liderazgo que la ciudad alcanzó como capital mundial  del arte occidental

Entre los múltiples artistas españoles cuya actividad se enmarca en la escuela de Paris, el de Emili Grau Sala es un caso especialmente singular. Lejos de sucumbir ante el dominio hegemónico de las vanguardias, Grau Sala rechazó adscribirse a cualquiera de los ismos que por aquel entonces gobernaban la escena artística internacional. Durante los 25 años que permaneció en Paris, desde su traslado al barrio de Montparnasse en 1936, jamás renunció a su estilo, defendiendo hasta las últimas consecuencias su fidelidad a una figuración colorista que pronto le dio a conocer como el sucesor del espíritu y los valores impresionistas.

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En este sentido, las obras en licitación manifiestan la visión y actitud vital bajo la cual Grau Sala dio forma y vida a su arte. Al contrario que muchos de sus contemporáneos que como él, vivieron en pleno conflicto bélico, Grau Sala nunca ambicionó ser un cronista de su tiempo. De hecho, frente al horror de un tumultuoso contexto histórico, el artista de origen catalán construyó un auténtico canto a la vida en el que las escenas ociosas y cotidianas se tornan  un auténtico refugio en el que aún queda espacio para la esperanza.

Lote 35306628 expuesto en Setdart Madrid

A través de sus pinturas embebidas en un hedonismo incondicional de naturalismo amable y poético en la estela de sus admirados Bonnard, Édouard Vuillard y Duffy, Grau Sala parece querer escapar de la realidad, recreando con cierta nostalgia un tiempo pasado y feliz, donde la vida aun podía ser un viaje de gozo. Con una pincelada ágil y un cromatismo intenso y vibrante que prescinde de los límites que impone el dibujo para dar cuerpo a  las formas, el artista demostró una excelente capacidad a la hora de recrear  la atmósfera elegante y vitalista de escenarios que, como los hipódromos, los espectáculos teatrales o los interiores domésticos, conformaron el corpus creativo más sobresaliente del artista. La delicadeza, gracia y finura que se desprende de ellos, sitúa a Grau Sala en la órbita de una pintura decorativa que con el postimpresionismo francés elevó sus valores plásticos a su máxima expresión.

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En su obstinado propósito de construir una realidad antitética a los acontecimientos históricos, el artista nos brinda un universo creativo que bien podríamos extraer de alguno de los pasajes que Proust narra en su obra magna “En busca del tiempo perdido “de la que Grau Sala terminaría  realizando una edición  ilustrada.

Ni la Guerra Civil Española que lo mandó al exilio, ni la Segunda Guerra Mundial, ni la Francia ocupada por los nazis, ni el franquismo, ni la división del mundo en dos mitades irreconciliables pudieron oscurecer la obra de un artista que no cesó en su empeño de alcanzar un ideal basado en la captación armónica y lírica de la belleza, recordándonos que el lado más humano y bello de la vida también puede nacer y crecer en los  tiempos más sombríos.

Próximamente en subasta...

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External references to Roman urns

Prado Museum

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Written by Andrea Domenech

Grau Sala: el artista que no quiso sucumbir a las vanguardias

Subasta 23 de Abril. Entre los múltiples artistas españoles cuya actividad se enmarca en la escuela de Paris, el de Emili Grau Sala es un caso especialmente singular. Lejos de sucumbir ante el dominio hegemónico de las vanguardias, Grau Sala  rechazó adscribirse a cualquiera  de los ismos que por aquel entonces  gobernaban la escena artística internacional.

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Emilio Grau Sala (Barcelona, 1911 – 1977). “Amazone et clown”.

GRAU SALA

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Amazone et clown”, París, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 61 x 60,5 cm; 90 x 91 cm (marco).

 

En esta obra el personalísimo colorido de Grau Sala se expresa en toda su esencia, mostrando su herencia fauvista y su carácter decorativo, que juega con los patrones abstractos, las texturas, la superposición de formas ligeramente indefinidas y el contraste entre tonos fríos y cálidos, siempre luminosos y anticlásicos. Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal.

Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar.

El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Emilio GRAU SALA
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Printemps”.

Emilio GRAU SALA

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Printemps”, ca. 1971-73.
Gouache sobre papel Arches.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Julián Grau Santos, hijo del artista.
Medidas: 50 x 65 cm; 70 x 84 cm (marco).

 

Grau Sala desarrolla en esta obra un concepto pictórico totalmente personal, basado en la fuerza lírica de una atmósfera onírica y llena de luz, que se apoya en un cromatismo brillante y transparente. El pintor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas del gouache para jugar con la pincelada, que llega a ser puntillista en algunas zonas, mientras en otras se vuelve casi transparente. Grau Sala bebe del fauvismo y convierte los objetos que componen la escena en campos decorativos, en retales de tela unidos en un collage fluido y leve, de contornos bien definidos y colores que flotan más allá de ellos, dialogando entre sí y superando el concepto tradicional de captación de las tres dimensiones.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Grau Sala
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “La manège de la Grande Cours”.

Grau Sala

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“La manège de la Grande Cours”, Honfleur, 1963.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 60 x 73 cm; 86 x 96 cm (marco).

En esta obra Grau Sala plasma una idílica estampada bañada por el sol de la tarde, bajo una luz clara y uniforme que evita las sombras densas e ilumina los colores, dotándolos de una personal vivacidad. Éstos aparecen aplicados de forma expresiva y libre, a base de pinceladas superpuestas y secas, de modo que los colores no llegan a taparse unos a otros y, a la vez, dotan al paisaje de una cierta vibración que multiplica los reflejos del sol.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy.

De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Amazone et Clown”.

Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 -1977).  "Amazone et Clown".

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Amazone et Clown”, París, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 62 x 62 cm; 92 x 92 cm (marco).

 

 

En esta obra el autor construye una imagen a medio camino entre la realidad y el mundo onírico, donde el color cobra un protagonismo absoluto diluyendo líneas y formas. De este modo se construye una atmósfera de luz y color independiente, matizado por las personalísimas texturas de Grau Sala, que juegan a confundir el espacio, despertando la imaginación del espectador.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard.

Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”.

Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Interior con figuras”.

34004238-(100)

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Interior con figuras”, París, 1971.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, localizado y fechado al dorso. Con etiqueta de la Sala Parés de Barcelona.
80 x 100 cm; 100 x 117 cm (marco).

 

En esta obra el personalísimo colorido de Grau Sala se expresa en toda su esencia, mostrando su herencia fauvista y su carácter decorativo, que juega con los patrones abstractos, las texturas, la superposición de formas ligeramente indefinidas y el contraste entre tonos fríos y cálidos, siempre luminosos y anticlásicos.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie.

En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy.

De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1975), “Playa de Deauville”

35002133-(100)

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1975).
“Playa de Deauville”, 1961.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, fechado y localizado al dorso.
Medidas: 48 x 63 cm; 64 x 79,5 cm (marco).

 

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo.

Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales.

La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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