Artus Wolffort (Amberes, 1581 – 1641). “Divino Pastor”.
Lote en subasta:
WOLFFORT, Artus (Amberes, 1581 – 1641).
“Divino Pastor”, 1611.
Óleo sobre tabla.
Firmado con iniciales y fechado.
Medidas: 111 x 80 cm.
Realizando un estudio comparativo, encontramos esta obra claramente enmarcada dentro de la producción de Artus Wolffort, tanto por su composición y otros rasgos formales como por detalles típicos del pintor, que constituyeron casi una firma disimulada en sus obras, como la forma de trabajar las uñas, sucias, de gran naturalismo, algo que podemos ver también en los tres evangelistas conservados en el Museo del Prado y atribuidos a Wolffort, los tres óleos sobre tabla de formato menor a este “Divino Pastor”. Dichas tablas, sin embargo, muestran una calidad claramente inferior a la que se aprecia en la que aquí presentamos, con un tratamiento más tosco de los rostros, un dibujo menos correcto y una iluminación y un modelado más torpes. No obstante, en todos ellos hallamos la misma ejecución prieta típica de Wolffort, reflejo de su arraigo en la tradición flamenca anterior. También encontramos similitudes con obras del maestro de mayor calidad, equivalente a la de nuestro “Divino Pastor”, como es el caso del “San Jerónimo” vendido el 30 de abril de 2014 en Sotheby’s Londres por 90.000 libras (nº de lote 786, óleo sobre tabla de 64,5 x 48,9 cm). Se trata de una obra de menor formato, casi la mitad que la tabla que aquí presentamos, y se caracteriza por un magnífico tratamiento no sólo del rostro, de acusado naturalismo, sino también una maestría en el dibujo y el trabajo de modelado equivalentes a lo que podemos ver en nuestro “Divino Pastor”. Además, se aprecia en el mencionado “San Jerónimo” el mismo detalle de las uñas sucias, totalmente realistas, tan típico de Artus Wolffort.
La tabla que aquí presentamos se caracteriza por una composición de mayor impacto expresivo, dado que el personaje aparece de medio cuerpo, y no de busto como es más habitual en la obra de Wolffort. Aunque queda en primer plano, su tamaño determina una mayor amplitud de la composición, que rompe la tensión casi manierista de obras como los evangelistas del Prado. El rostro de Cristo como buen pastor es asimismo magnífico, captado con un naturalismo y una carga emotiva difíciles de alcanzar para la mayoría de pintores contemporáneos. El cuadro cuenta además con la atractiva presencia de la oveja, cuyo gran tamaño parece oprimir la figura de Cristo, si bien él la alza sin aparente esfuerzo, un detalle claramente simbólico cargado de significado teológico. El animal aparece trabajado con el mismo acento naturalista que la figura, con una atención al detalle y un exquisito modelado lumínico que remiten a la herencia de la tradición flamenca tan presente en la obra de Wolffort.
El tema del buen pastor es muy antiguo dentro del arte cristiano, y hunde sus raíces en el arte antiguo occidental, en concreto en los Moscóforos de la Grecia Antigua. Los cristianos seguirán estos modelos iconográficos para sus primeras representaciones, como vemos en ejemplos como las catacumbas de San Calixto. En cuanto a su significado, el buen pastor es una alegoría bíblica, referida originalmente a Yahveh y más tarde a Jesucristo. Se interpreta que el buen pastor es Dios, que salva a la oveja descarriada (el pecador). El tema aparece en el Antiguo Testamento, y en los Evangelios se aplica la misma alegoría a Jesús como Hijo de Dios. Dentro del arte, el tema es el más representado en la iconografía paleocristiana, y pueden encontrarse testimonios a partir del siglo II. A partir del siglo IV decae su representación hasta desaparecer totalmente en la Edad Media, pero finalmente se recupera entre los siglos XV y XVI. Tras la aparición de la Divina Pastora en el XVII, el tema vuelve a quedar relegado en el siglo XIX.
Nacido en Amberes en 1581, se trasladó con su familia a Dordrecht (Holanda) en 1584, y allí ingresará en el gremio de San Lucas en 1603. Ya como maestro, especializado en los temas mitológicos y religiosos, regresará a Amberes hacia 1610-1615. Pasa entonces a trabajar con Otto van Veen, y en torno a 1616-1617 se inscribe como maestro en la guilda de San Lucas de esta ciudad. En 1635 lo hallamos en Amberes tomando parte en la ilustración del “Pompa Introitus Ferdinandi”, libro escrito por Jan Caspar Gevaerts e ilustrado con grabados, editado por Theodoor van Thulden en 1642. Wolffort desarrolló un lenguaje que evidencia la influencia clasicista de Otto van Vennius, y de hecho utilizará a menudo idénticos temas y motivos, lo que ha llevado a menudo a la confusión de las obras de ambos. Se muestra también receptivo a las composiciones monumentales y plásticas de Jordaens, aunque sin abandonar una factura lisa y apretada que revela su arraigo en la tradición flamenca del siglo XVI. En obras maestras de su estilo maduro, como “Cristo en casa de Simón” (Museo Municipal de Bergues) evidencia además el estilo dramático y sensual de la última etapa de Rubens, dotando de mayor dinamismo tanto a las composiciones como a las figuras. Wolffort pintó varios altares para distintas instituciones religiosas de Amberes, como la “Asunción de la Virgen” de la iglesia de San Pablo o la “Adoración de los Reyes Magos” en la catedral de Amberes. También realizó numerosas obras religiosas para el mercado, en ocasiones series completas de los apóstoles, los padres de la Iglesia o la vida de Cristo, obras que fueron muy bien acogidas por los coleccionistas. Lo abundante de su producción, así como la irregularidad de su calidad, nos llevan a pensar que tuvo un importante obrador, y de hecho Wolffort contó con discípulos como Pieter van Mol y Pieter van Lint, quienes realizaron copias de obras de su maestro. Actualmente se conservan obras de Artus Wolffort el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Besançon y Burdeos, la colección KHM Bilddatenbank, el Museo de Arte de Columbia y otras colecciones públicas y privadas.
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