Algunas facetas de Dalí: pulsión erótica, el Quijote y la física cuántica.
En numerosas ocasiones, Salvador Dalí declaró que el erotismo era cosa divina, indisociable del misticismo, dado que Eros era un dios. El genio del Ampurdán se sumergió sin miedo en el reino de las pulsiones eróticas y en los traumas edípicos en ellas implicados.
Uno de los dibujos de Dalí que Setdart reúne en sus subastas en curso contiene varios bocetos de contenido erótico, mostrando secciones anatómicas, masturbaciones, figuras masculinas emparentadas con los sátiros griegos y formas femeninas metamorfoseándose en gallinas. En el mismo papel, el lugar central lo ocupa un estudio preparatorio del cuadro “Naturaleza muerta viviente” (1956, conservado en el Museo Dalí de Florida). Aparecen ya en este boceto muchos elementos que estarán presentes en la tela definitiva: una serie de objetos (botellas, cuchillos, frutas o esferas) levitando sobre una mesa, moviéndose a su antojo o según la interpretación de Dalí de las leyes atómicas según estaban siendo formuladas por la física cuántica, que tanto fascinaron al pintor surrealista. Dalí denominó “misticismo nuclear” a esta investigación plástica.