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DUARTE JIMÉNEZ, Ángel (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1930 – Sion, Suiza 2007). Lote 35013666

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DUARTE JIMÉNEZ, Ángel (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1930 – Sion, Suiza 2007).
Sin título.
Escultura en metal plateado.
Medidas: 60,5 x 60,5 x 42 cm.

Artista multidisciplinar autor de pinturas, obra gráfica, esculturas y montajes luminosos, Ángel Duarte desarrolló una obra de vanguardia que supuso una inflexión en el acomodo y la abulia imperantes en el panorama artístico de la posguerra española. Por otro lado, la universalidad de su lenguaje le llevó a exponer en prestigiosas galerías de Francia, Austria, Suiza, Alemania, Italia, Bélgica, Japón, Estados Unidos y otros muchos países.
Nacido en el seno de una familia humilde, se trasladó a Madrid con su familia en 1934. No obstante, su padre fue movilizado al estallar la Guerra Civil, y su madre falleció en un bombardeo; tras la contienda se traslada con su padre a Ayora (Valencia), donde permanecerá cuatro años, para luego regresar a su Aldeanueva natal. Por estos años comienza a dibujar todo lo que encuentra a su alrededor. En 1944 la familia regresa a Madrid, y Duarte entra a trabajar en un taller de orfebrería, mientras asiste por la noche a la Escuela Provincial de Artes y Oficios y ocupa las madrugadas en las tertulias del Café Gijón. Asimismo, recibe clases de dibujo y modelado del extremeño Antonio Solís, y en sus ratos libres pinta en la Casa de Campo y realiza copias en el Museo del Prado. También asistió a los cursos del Círculo de Bellas Artes, donde conoció al artista Agustín Ibarrola.
Tras intentar en vano traspasar la frontera para viajar a París, el artista regresa a Aldeanuela a principios de los cincuenta. Ya por estos años pinta al óleo, principalmente paisajes y algún retrato, en un lenguaje figurativo expresionista. Tras cumplir el servicio militar, en 1954 logra por fin pasar a Francia y se encuentra en París con los exiliados españoles. En 1955 expuso en el XII Salón del Círculo de Bellas Artes, en el III Concurso de Primavera de Madrid y, con otros artistas, en la galería Alfil. En este tiempo Duarte se acercó a las nociones del Grupo Espacio, con el que colaboró en Córdoba, y recibió las influencias del informalismo, la abstracción geométrica y el expresionismo abstracto norteamericano.
En 1957 formará con otros artistas el Equipo 57, y redacta su comprometido manifiesto, si bien el grupo de disolverá en los sesenta. El Equipo 57 estaba compuesto por Ángel Duarte, Agustín Ibarrola, José Duarte y Juan Serrano, y se propuso como objetivo las “Bases constructivistas, tanto plásticas como sociales, con una base científica importante”, conjugando intuición y experimentación científica, apartándose del informalismo para trabajar la abstracción geométrica con un intenso cromatismo.
En 1961 Duarte se establece en Sion, ciudad suiza de montañosos paisajes de ensueño en la que desplegó todo el esplendor de su madurez creativa. En Sion creará el Grupo Y junto a Walter Fischer y Robert Tanner (1967), y por estos años Duarte se interesará en la investigación de las superficies y el ambiente lumínico que rodea las obras. Con los hallazgos en su experimentación contribuyó al movimiento denominado Nouvelle Tendance. En esta etapa desarrolla una obra basada en la proyección de estructuras espaciales basadas en la teoría de la interactividad del espacio, a través de materiales industriales. Por otro lado, en su escultura pública destaca la concepción estética de las rectas y las curvas, de la interacción con el vacío y la materialización de las piezas de gran tamaño, sobreponiendo ciencia y exactitud.
En su obra tiene esencial importancia el paraboloide hiperbólico, derivado posiblemente de los estudios de Oteiza, quien formó parte temporalmente del Grupo 57. La mayor parte de su obra pública se encuentra en Suiza: “E.16 A. I” (Fabrique de Tabacs Reúnes, 1970), “E. 4 A. I” (Ouverture au Mondel, Nouvelle Jetée d’Ouchy, Lausana, 1972-72) o “E. 8 A. I” (Hotel Europa, Sion). Aunque desarrolló su carrera siempre en el extranjero, a raíz del Premio Cáceres de Escultura en 1982 Duarte decide reencontrarse con la escena artística española. En 1992 se instaló en la Exposición Universal de Sevilla su escultura “E. 4 A. I”, y entre 1993 y 1997 se dedicó más a la pintura, destacando varias obras dedicadas a Zurbarán.
Actualmente está representado en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, el Museo de Cáceres y otros muchos de Europa y América, así como en destacadas colecciones particulares.

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IL MALTESE”; FIERAVINO, Francesco (Malta, c. 1610 – Italia, 1670). Lote 34002610

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IL MALTESE”; FIERAVINO, Francesco (Malta, c. 1610 – Italia, 1670).
“Bodegón de las artes y las ciencias”.
Óleo sobre lienzo.
Con marco moderno.
Medidas: 90 x 125 cm; 108 x 142 cm (marco).

El pintor barroco Francesco Fieravino fue conocido como “Il Maltese” por su país de origen. Se especializó en bodegones e interiores protagonizados por lujosos tapices, alfombras e instrumentos musicales, por lo que fue también llamado “Maestro dei tappeti”. Desarrolló un estilo minucioso y descriptivo, de factura vigorosa, caracterizada por un cromatismo brillante e intenso. Poco sabemos de la vida de Fieravino, y también su obra es escasa. Actualmente está representado en el Hermitage de San Petersburgo y en otras pinacotecas de Múnich, Londres y Malta.
En este lienzo Fieravino nos ofrece un suntuoso bodegón compuesto por varios objetos, destacando especialmente la tela brocada, el almohadón y sobre todo la rica alfombra oriental, típica de la obra de “Il Maltese”, trabajada con colores suntuosos y luminosos, y cuya calidad, su tela pesada y densa, aparece reflejada con gran naturalismo, gracias a una pincelada precisa y controlada, que llega a plasmar incluso los hilos uno a uno. Los distintos objetos se sitúan sobre un arca de madera moldurada, que queda prácticamente oculta por las telas, sobre un fondo neutro y oscuro. Como es característico de Fieravino, algunos de los objetos, y parte de otros, llegan a confundirse con las obras que envuelven el fondo.
El lado derecho de la composición queda cerrada limpiamente con la presencia de un suntuoso cortinaje, de nuevo típico del autor, en tono oscuro y dorado. Todos los objetos que vemos están trabajados con colores de influencia naturalista, una paleta corta pero muy matizada que gira en torno a los ocres, terrosos y carmines, iluminados por toques blancos. Los colores reflejan vivamente la luz del primer plano, reforzando la construcción tridimensional del espacio. Se trata de una cálida luz natural, de la que no vemos el foco de origen por quedar en un lado del cuadro. Sin embargo, esta luz entra por el lado izquierdo, tal y como ocurre con el foco tenebrista típico de los caravaggistas, cuya influencia se puede apreciar en este lienzo.
Aunque los juegos de luces y sombras no son absolutamente protagonistas, Fieravino demuestra aquí su conocimiento de la escuela naturalista derivada de la obra de Caravaggio, a través de un tratamiento lumínico muy pensado, contrastado, que juega con la yuxtaposición de zonas fuertemente iluminadas con otras de media sombra, delicadamente matizadas, y la densa oscuridad del fondo, que centra nuestra mirada en el primer plano.

 

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). Lote 34002870

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Interior”, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en la zona inferior derecha.
Adjunta certificado de autenticidad.
Medidas: 50 x 65 cm; 71,5 x 87 cm (marco).

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi.
Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras.
Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística, simultaneando los trabajos de decoración con los estudios de Bellas Artes. En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona.
Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.
La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación.
Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London.
Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

 

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BUSQUETS I JANÉ, Joan (Barcelona, 1874 – 1949). Conjunto de comedor. Lote 34002784

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BUSQUETS I JANÉ, Joan (Barcelona, 1874 – 1949).
Conjunto de comedor. Las sillas se entregan tapizadas en blanco, porque sólo hay dos tapizadas.
Medidas: 96,5 x 43 x 52 cm (sillas); 280 x 207 x 61 cm (aparador grande); 77 x 132 x 55 cm (aparador pequeño); 79 x 170 x 115 cm (mesa).

Creado por uno de los grandes del modernismo catalán, este juego de comedor se caracteriza por sus líneas fluidas y orgánicas y por las delicadas y preciosistas tallas florales. Consta de una mesa de comedor con seis sillas, más dos aparadores, uno más pequeño y otro mayor. La mesa presenta un diseño sobrio, que no recarga el conjunto, caracterizado por las líneas típicamente orgánicas del modernismo catalán, fluidas, que unifican visualmente su estructura. Consta de un tablero rectangular de ángulos curvos, cubierto por un chapeado de madera clara con los bordes biselados. Las patas son levemente curvadas, y terminan en pies lobulados que recuerdan a un tallo. La cintura de la mesa está decorada con tallas de poco relieve, representando líneas sinuosas inspiradas en las ondas del agua.
Las sillas siguen un lenguaje similar al de la mesa, a base de expresivas líneas sinuosas y molduras que recuerdan al mundo natural. Constan de cintura trapezoidal, patas traseras de sable y frontales inspiradas en la cabriolé, aunque de formas más depuradas. El respaldo cuenta con pala tapizada y laterales abiertos.
El aparador de menor tamaño consta de un cuerpo de volúmenes rotundos, con las esquinas frontales decoradas con volúmenes en relieve que remiten directamente a la pata cabriolé, reinterpretada en clave modernista, con tallas florales y formas que insinúan tallos sinuosos. La zona inferior queda abierta, con un tablero de mármol, y la superior se organiza en dos registros, con puertas abajo y cajones arriba.las puertas están decoradas con tallas florales de gran naturalismo, siempre dentro del gusto por lo orgánico propio del modernismo, en una composición que juega con la sutil asimetría. Los cajones superiores son más desornamentados, y muestran sólo un cajeado que perfila su perímetro siguiendo el acento en la sinuosidad propio de todo el conjunto. Sobre el tablero superior, también de mármol, se sitúa un fondo de espejo rematado por un copete tallado que aúna la inspiración rococó con el gusto modernista. Delante del espejo vemos dos estantes, uno menor volado, sobre ménsulas, y otro superior más grande con patas talladas, de nuevo aprovechando la sinuosidad de la cabriolé para trazar formas netamente orgánicas.
El aparador más grande consta de dos cuerpos, el inferior con tres calles, la central destacada en planta, y la superior a modo de vitrina, con un hueco inferior de expresivo perfil curvo. El cuerpo inferior consta de dos puertas laterales y una central, esta última con un cajón en la parte superior, y su diseño se basa en el mismo esquema que veíamos en el aparador pequeño, aunque con un mayor desarrollo ornamental.

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Reloj de bolsillo M. J. TOBIAS. Londres, siglo XIX., n. 34511. Lote 34000801

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Reloj de bolsillo M. J. TOBIAS. Londres, siglo XIX., n. 34511. En oro amarillo de 18 kts.

Esfera circular en oro amarillo cincelado y grabado con un motivo paisajístico que enmarca tres contadores, dos para horas independientes, con numeración romana y agujas tipo pica de látigo y breguet. Tercer contador para segundos, con aguja de segundos independientes. Caja circular con doble tapa que permite ver la maquinaria, anilla de sujeción a las 12h. La caja está ricamente trabajada representando una escena militar al dorso enmarcada con ornamento vegetal. Mecanismo manual, se acompaña de llave de cuerda. En estado de marcha. Presenta ligeras marcas.
Medidas: 45 mm (diámetro esfera); 71 x 50 mm (caja).

 

 

 

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DUMAIGE, Henry Étienne (Francia, 1830 – 1888). Lote

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DUMAIGE, Henry Étienne (Francia, 1830 – 1888).
Guarnición Napoleón III, 1880.
Bronce y mármol.
Reloj firmado y fechado.
Falta la maquinaria del reloj.
El mismo modelo se remató en 35.235$ en Christie’s en marzo de 2012.
Medidas: 75 x 55 x 28 cm (reloj); 96 cm de altura de los candelabros.

Guarnición de chimenea de estilo Napoleón III, realizada enteramente en bronce y mármol, con esculturas clásicas de Henry Étienne Dumaige. Las figuras, representaciones de ninfas de gran clasicismo, aparecen sobre basamentos escalonados que combinan el mármol y el bronce, y que en el caso de la pieza central alberga la caja del reloj, que queda flanqueada por aletones de inspiración palladiana. El reloj presenta numeración romana en bronce, aplicada, y agujas caladas de inspiración barroca, típicas de la época. Los candelabros toman la forma de las figuras sosteniendo el cuerpo de luces; no se trata de una figura que se adapta a la estructura, sino que ella misma la compone, un rasgo estético anticlásico que también veíamos en el manierismo, y que en este caso obedece a la fantasía y el gusto por la representación realista propios del historicismo del siglo XIX. Así, las ninfas sostienen en alto el cuerpo de luces, formado por seis brazos sinuosos, en forma de tornapunta de la que parten ramales vegetales, rematados por mecheros en forma de vaso clásico con decoraciones vegetales en la subcopa, y situados en torno a un fuste central terminado en un complejo remate.
Activo desde mediados del siglo XIX, el escultor francés Henry Étienne Dumaige realizó principalmente esculturas de pequeño y mediano formato, la mayor parte de ellas en bronce, tanto exentas como formando parte de piezas ornamentales (relojes, vasos, candelabros, etc.). Sus temas abordan un amplio abanico, si bien prefirió siempre los tomados de la mitología grecolatina. También realizó retratos de personajes de la época e históricos, temas de costumbres, etc. Considerado entre los más importantes escultores de su época, Dumaige expuso su obra en el Salón de París entre 1863 y 1886, y actualmente está representado en el Museo de la Revolución Francesa, el Bonaparte y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII. Lote 34000292

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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII.
Madera de pino pintada.
Medidas: 222 x 125 x 63 cm.

Mueble catalán del siglo XVII compuesto por dos cuerpos, el inferior a modo de escritorio y el superior de librería. Se trata de una pieza de estructura monolítica y cerrada, típicamente barroca, decorada enteramente mediante molduras que forman cajeados, realzados por el contraste entre maderas pintadas de distinta tonalidad. El cuerpo inferior consta de tres cajones tipo cómoda, del mismo tamaño, sobre los que se sitúa una tapa abatible a 45º que oculta la muestra del escritorio. Los cajones están decorados con un cajeado rectangular simple que se complementa con los resaltos moldurados que adornan los tiradores y los escudos de cerradura, formando perfiles de curvas ingletadas en composición simétrica, típicamente barrocos. Los dos cajones inferiores cuentan con tiradores de arco, metálicos, mientras que el superior cuenta con tiradores en forma de pomo. Bajo el cajón inferior se sitúa un faldón recortado del mismo estilo, y los laterales aparecen decorados con un cajeado de origen manierista, que será también frecuente en el barroco, que conjuga una forma rectangular, con un ángulo matado siguiendo el perfil del mueble, en el que se inscribe un óvalo enlazado, que aloja en su interior un asa de hierro en arco, formada por dos tornapuntas siguiendo el modelo del barroco español. Los laterales presentan también faldones recortados, a juego con el frente.
Sobre el cajón superior se sitúa un friso liso que aloja las abrazaderas que, una vez extendidas, dan apoyo a la tapa abatible superior. Ésta está decorada con un cajeado mixtilíneo de nuevo netamente barroco, muy ornamental y dinámico, y cuenta con su propia cerradura. Una vez abierta, la tapa deja a la vista una muestra de escritorio organizada en tres calles, las laterales con tres gavetas cada una y la central con dos, más largas y altas, distintas entre sí en su tamaño. Todas estas gavetas están también decoradas con cajeados moldurados, simples en este caso, que siguen su contorno y el de los tiradores. Los laterales de la muestra, cerrados al exterior por paneles decorados con más cajeados moldurados, alojan cada uno tres pequeñas gavetas auxiliares.
El cuerpo superior presenta una estructura de clara inspiración arquitectónica, con fachada y remate en forma de cornisa de curvas ingletadas, siguiendo los ejemplos de la arquitectura contemporánea. Presenta un frente unitario y simétrico, decorado con ornamentales cajeados de gran dinamismo en su trazado, siempre a base de contornos mixtilíneos y curvas ingletadas, potenciando el contraste de texturas y colores siguiendo un gusto netamente barroco. Los laterales de este cuerpo superior continúan la decoración a base de cajeados y formas geométricas, con un óvalo central y dos rectángulos de ángulos matados arriba y abajo. Una vez abiertas las puertas, dan acceso a un interior totalmente desornamentado, plenamente funcional, dividido por cuatro estantes.
Esta incidencia en los cajeados, que siguen la compartimentación del mueble, es un criterio netamente clásico que será una constante en el barroco, tanto en mobiliario como en otras artes decorativas. Obedece a la idea de realzar las distintas partes que componen la estructura, clarificándola visualmente y haciendo hincapié en la relación de las distintas partes entre sí y con el conjunto. Por otro lado, la reiteración de las formas geométricas que revela el profuso cajeado, si bien ya presenta formas netamente barrocas, nos habla de la pervivencia del gusto manierista por la compartimentación geométrica del mueble, un rasgo que permanecerá en el lenguaje barroco español hasta bien entrado el siglo XVII, e incluso más allá de mediados de siglo en centros alejados de la corte como la Seu d’Urgell.

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Sortija Art Déco en platino, años 40. Lote 34002695

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Sortija Art Déco en platino, años 40.

Frontis rosetón presidido por un diamante central, talla antigua, color I-J, pureza SI, de ca. 2,75 cts., engarzado en garras y orlado por un bisel calado formado por varias líneas ondulantes decoradas con diamantes, talla antigua, con un peso total de ca. 7,50 cts., engarzados en garras y montados sobre una bella estructura calada.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 22 x 26 mm (frontis).

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Escuela francesa del XIX. Lote 34002603

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Escuela francesa del XIX.
“Venus dormida con Cupido y Psique”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Firmado “E. Sala” en el ángulo inferior derecho.
Con marco de época.
Medidas: 85 x 124 cm; 106 x 146 cm (marco).

En este lienzo el autor plasma una imagen de gran delicadeza cromática y lumínica, protagonizada por la diosa Venus, dormida en las nubes acompañada de Cupido y de Psique niños, esta última despierta, con las alas desplegadas, contemplando su rostro.
Formalmente se inscribe dentro del academicismo, y sigue por tanto normas clásicas de las cuales la primera es la gran calidad técnica. Así, el dibujo es riguroso y firme, de gran perfección anatómica, y refleja un complejo escorzo que nos muestra a Venus tumbada de frente, una posición compleja que el autor ha sabido resolver con gran maestría.
El academicismo es herencia directa del clasicismo, y de ahí la predilección por temas como el que aquí presentamos, tomado de la mitología, si bien captado desde un punto de vista sensual y decorativo alejado de la solemnidad del arte clásico antiguo. De ahí también la forma de abordar el tema, con Cupido y Psique niños, recreando las figuras mitológicas de un modo totalmente nuevo. No obstante, se aprecia un ideal de belleza que no parte de la realidad, aunque es innegable el estudio del natural por parte del pintor, sino que resulta un idealismo con base en la realidad por su suma de experiencia, es decir, una sublimación estética que refleja una belleza que trasciende la realidad.

 

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28. Lote 34002630

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28.
Caja en oro de 18 kts. Esfera cuadrada en color blanco con numeración arábiga y agujas tipo luminous en azul cobalto. Caja rectangular con corona estriada a las 3h. Maquinaria vista al dorso. Correa de piel en color negro con cierre de hebilla. Movimiento automático. En estado de marcha. Se acompaña de estuche.
Medidas: 51 x 45 mm (caja).

La compañía de relojes Roger Dubuis fue fundada en 1995, a partir de la asociación del maestro relojero Roger Dubuis y el diseñador Carlos Dias. En pocos años esta marca de relojes ha alcanzado la cima en la alta relojería con diseños innovadores, vanguardistas y de gran calidad.

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI. Lote 34000260

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI.
“Sagrada Familia”, h. 1520.
Óleo sobre tabla.
Con marco posterior.
Medidas: 69 x 53 cm; 94 x 78 cm (marco).

En esta obra se nos ofrece una imagen atípica de la Sagrada Familia, con una composición basada en la representación de la Virgen con el Niño, que aparecen en primer plano. La escena se sitúa en un lujoso interior de arquitectura clásica, posiblemente inspirado en grabados contemporáneos traídos a Flandes desde Italia, lo que era una práctica habitual en la época. Este interior está además engalanado con un cortinaje de tono azul oscuro intenso, situado detrás de la Virgen, que destaca su presencia como ya habían hecho los grandes maestros flamencos del siglo XV. Sin embargo, el gusto ornamental de herencia gótica se ve sustituido aquí por un mayor acento en la composición; el paño tras la Virgen no es ya un lujoso brocado, sino una tela lisa, igualmente suntuosa, pero que cede el protagonismo al escenario. Así, el interior se abre a un fondo de paisaje cuidadosamente detallado, trabajado a la manera flamenca, en tonos fríos predominantemente azulados y verdosos, y en la ventana se sitúa la figura de medio cuerpo de San José, que aunque en primer plano compite en protagonismo con la Virgen el Niño, estando trabajada con un acusado naturalismo y un estudio cromático que lo diferencia simbólicamente de las dos figuras del primer plano y también del ángel niño que vuela sobre sus cabezas, colocando sobre la cabeza de la Virgen una corona de laurel, símbolo del triunfo de María sobre el pecado. Así, las carnaciones de las tres figuras del primer término están trabajadas en tonos luminosos y delicados, de ricas veladuras plasmadas con la pincelada apretada, invisible, propia de la escuela flamenca. Las de San José, sin embargo, evidencian una menor idealización, con tonos algo más oscuros y cálidos.
A nivel formal cabe destacar asimismo un rasgo clave en la escuela flamenca, tanto en el siglo XV como en el XVI: el alto nivel de detalle, el gusto por lo anecdótico y la captación minuciosa de los elementos secundarios, rasgos que derivan del afán de realidad propio de esta escuela. Así, vemos un frutero en el ángulo inferior derecho que, por sí sólo, podría casi constituir un cuadro independiente, tal es la calidad y la atención con la que está trabajado. También los detalles de la arquitectura aparecen minuciosamente estudiados, y las ropas de los personajes se han trabajado con una delicadeza y una atención a las calidades especialmente patente en los velos transparentes del Niño y el ángel, de extraordinaria delicadeza.
En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más próximos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En los dos casos, ya sea santa Ana o san José quien aparezca, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. No obstante, las dificultades son menores. Ya no se trata de un único Dios en tres personas del cual deba expresarse la unidad esencial al mismo tiempo que la diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados en forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas.
Durante el siglo XV, el estilo realista de los Países Bajos influyó mucho fuera, sobre todo en Italia, pero en el XVI el panorama se invierte. El Renacimiento italiano se difunde por Europa, y Amberes se convierte en el centro de la escuela flamenca, desbancando a Brujas y funcionando como centro de penetración de las influencias italianas. De este modo, llegan a los Países Bajos influencias manieristas que se superponen al estilo del siglo XV. Habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla, soporte tradicional de la pintura flamenca, para empezar a hacerlo sobre lienzo como los italianos.
Los principales introductores del Renacimiento en los Países Bajos fueron Jan Gossaert (c.1478-1532) y Bernard Van Orley (c.1489-1541), pintores que quizá viajaran a Italia pero que, en todo caso, pudieron conocer el nuevo estilo por otros cauces de penetración, como los cartones que Rafael realizó para la serie de tapices de “Los hechos de los Apóstoles”, tejida en Bruselas, la obra de Durero, que realizó dos viajes a Italia y pasó por los Países Bajos, y la figura de Jacopo de Barbari (c.1445-1515), pintor italiano que viajó a Flandes. En esta tabla se conjugan la tradición flamenca con las novedades italianas de forma equilibrada y armónica. Así, se mantiene el sentido descriptivo y detallista de los primitivos flamencos, especialmente apreciable en el cuidado tratamiento del paisaje, los objetos y telas, y en el riguroso dibujo, así como su desarrollo del espacio en base al conocimiento empírico y no a los estudios de perspectiva. También el cromatismo recuerda a las obras de los maestros flamencos del siglo anterior. Sin embargo, los rostros de María, Jesús y el ángel denotan una cierta dulzura de rasgos nueva, heredada de los ejemplos de Rafael y Leonardo, y las anatomías aparecen tratadas con un sentido ciertamente escultórico, dibujístico a la manera flamenca pero más corpóreo y monumental.

 

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972). Lote 35000122

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972).
“Tête”, 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Titulado al dorso.
Medidas: 55 x 46 cm; 70 x 60,5 cm (marco).
Está fotografiado en la pag. 559 del Catálogo razonado de Francisco Bores,
editado por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Historial:
– 1971: Expuesto por la Galería Theo, Madrid.
– 1990: Colección particular Edmund Peel y Asociados.

Francisco Bores se formó en la academia de pintura de Cecilio Pla, donde conoció a Pancho Cossío, Manuel Ángeles Ortiz y Joaquín Peinado, entre otros. Asimismo, frecuentó las tertulias literarias madrileñas afines al ultraísmo. En esta época realiza grabados para un gran número de revistas, como “Horizonte” o “Revista de Occidente”, y asiste a la Academia Libre de Julio Moisés, donde coincide con Dalí y Benjamín Palencia.
En 1922 participa por vez primera en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y tres años más tarde mostrará su obra en la primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, pero la falta de interés del público madrileño por el arte joven le impulsa a marcharse a París. En la capital francesa entra en contacto con Picasso y Juan Gris, y debuta individualmente en 1927. Durante los años siguientes sigue realizando exposiciones individuales en destacadas galerías de París y Londres, entre las que destacan la Georges Petit y la Zwemmer.
Tras la Segunda Guerra Mundial reanuda su actividad expositiva, y en 1947 el Estado francés adquiere, por primera vez, una obra de Bores. En 1949 será el Museo de Arte Moderno de Nueva York el que compre sus cuadros. En 1969 expone en la Galería Theo de Madrid, lo que supone su aproximación al público español que, prácticamente, desconocía su obra salvo en los círculos profesionales donde, en cambio, era muy apreciada. En 1971 vuelve a exponer en esta misma Galería Theo, falleciendo en París en 1972.
El crítico Joaquín de la Puente señala varias etapas en la producción de Bores: clasicismo renovado (1923-25), neo cubismo (1925-29), pintura-fruta (1929-33), escenas de interior (1934-1949) y estilo en blanco (1949-69).
Francisco Bores está representado en los museos más destacados de todo el mundo, entre los que cabe señalar el Centro Georges Pompidou en París, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, Jerusalén, Gotemborg y Baltimore, el MOMA de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, las Galerías Nacionales de Atenas, Brno y Edimburgo, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, y los de Arte Moderno de Estocolmo, Turín y Madrid.

 

 

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770. Lote 34000259

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770.
Madera de nogal, tiradores de bronce y tablero de mármol.
Medidas: 93 x 118 x 63 cm.

Cómoda de estilo y época Luis XVI, realizada hacia 1770, de lenguaje marcadamente neoclásico, en madera de nogal, con tablero de mármol e importantes tiradores de bronce. Esta pieza destaca además por su bella pátina original, fruto del paso del tiempo y de un adecuado cuidado de la madera.
Estamos ante un mueble de fecha temprana dentro del estilo Luis XVI, y de ahí que el carácter neoclásico se apoye en soluciones ya vistas en el barroco clasicista, dado que este fue el estilo de referencia a la hora de dejar atrás el rococó, un estilo totalmente anticlásico, y avanzar hacia el neoclasicismo. Así, vemos un ligero resalto en el frente, que se traduce también en planta e introduce un cierto movimiento en la composición más propio del barroco que del neoclasicismo. También las esquinas frontales en chaflán fueron una de las soluciones más utilizadas en el barroco, si bien en este caso será un recurso que se mantendrá a lo largo del nuevo lenguaje neoclásico.
La cómoda está decorada mediante tallas de un carácter sintético y rígido, inspiradas en la Antigüedad Clásica: acanaladuras en las esquinas y las patas, de influencia arquitectónica, cajeados geométricos que inciden en la compartimentación armónica, simétrica y equilibrada de la estructura y, en la parte baja, una cenefa de grecas curvas en relieve. Las patas troncocónicas que ya vemos aquí serán de nuevo frecuentes en todo el neoclásico, y también en el posterior Imperio, y aquí cobran un especial protagonismo por su tamaño y altura, además de aparecer acanaladas y decoradas con un tambor superior. El frente del mueble se divide en horizontalmente en dos, con cajones corridos de frente liso, simplemente cajeado, netamente separados por un entrepaño también liso. Estos cajones están adornados con bellos bronces aplicados, formando los tiradores y los escudos de cerradura, trabajados en un estilo totalmente neoclásico: cintas arrugadas formando lazos, drapeados, cabezas de buey de inspiración romana y guirnaldas de laurel para los tiradores.

 

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664). Lote 34000143

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664).
“Grote Markt, Amberes”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado en el siglo XIX.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 60,5 x 87,5 cm; 80 x 107,5 cm (marco).
Actualmente se conserva otra versión de este mismo tema, también realizada por Van Buken, en el Museo del Hermitage en San Petersburgo.

Activo en Amberes en el segundo tercio del siglo XVII, Jan Van Buken se especializó en escenas costumbristas de carácter narrativo, situadas en interiores típicamente flamencos y también en exteriores, tanto reales como imaginarios. También realizó naturalezas muertas de gran calidad. Actualmente está representado en la Galería Nacional de Estocolmo y en el Museo Schwerin de Alemania, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.
En este lienzo Van Buken plasma una escena cotidiana situada en la Grote Markt de Amberes, la principal plaza de la ciudad, y centro de la vida de Amberes desde el siglo XVI. El espacio está construido con un carácter acusadamente escenográfico, típicamente barroco, para lo cual Van Buken se basa en acusadas líneas de perspectiva que delimitan el espacio. La acción principal se desarrolla en los primeros planos, si bien vemos asimismo figuras y animales en el resto del espacio, repartidos de forma racional de forma que refuercen la construcción tridimensional del escenario. Así, en primer término vemos a un nutrido grupo de personajes, todos campesinos y gentes de la ciudad, vestidos con ropas sencillas, plasmados con un naturalismo propio de la pintura de género flamenca del periodo barroco: hombres y mujeres gesticulan, se mueven, e incluso nos dan la espalda, un recurso muy utilizado en la época por los pintores naturalistas. Asimismo, domina una paleta heredera del caravaggismo, en torno a los tonos ocres y terrosos, entre los que destacan toques de rojos y blancos.
La pintura de género en Flandes, como en Holanda, encerraba una lección moral en ocasiones apenas oculta. Las escenas pintorescas y las satíricas, con rudos campesinos entregados a los placeres, así como las escenas de ciudadanos conversando o danzando, han sido reconocidas desde hace mucho tiempo como ejemplos morales negativos que también aparecen como metáforas en la literatura moralizante popular de la época. En los Países Bajos la gente estaba familiarizada con los libros de fines moralizantes de Roemer Visscher, Jacob Cats y otros, como se deduce de los motivos artísticos derivados de ellos. De hecho, este tema encaja en una tradición más antigua. El significado de las notables escenas campesinas del arte flamenco anterior al siglo XVII, en su origen altamente negativo, existía ya en la Europa noroccidental de finales de la Edad Media como típico exponente de una cultura urbana burguesa, que se afirmaba contra el mundo campesino “incivilizado”. Sin embargo, en un sentido más amplio, la popularidad de las escenas campesinas se puede relacionar con un interés aún más antiguo por lo pastoril, que se deja ver también como otra forma de pintura de paisaje. Por otra parte, hay cuadros de grupo que se ajustan a otra preferencia, también existente en la Baja Edad Media, por los temas cortesanos. Así, la pintura de género en el Flandes del siglo XVII produce una impresión bastante conservadora. Los Países Bajos del Sur no cultivaron en realidad las imágenes de la vida doméstica contemporánea, más contenidas y aparentemente realistas pero de hecho emblemáticas, que encontramos en cuadros holandeses de la segunda mitad del siglo XVII.
No obstante, dentro de la escuela flamenca del siglo XVII, en los temas de costumbres, sí aparecerá una importante novedad, la llamada pintura de tabernas. Se trata de un género creado por Adriaen Brouwer (1605-1638) y David Teniers (1610-1690), caracterizado por representar interiores de taberna poblados de personajes variopintos y vulgares, a menudo incluso grotescos en el caso de Brouwer, rozando la caricatura. Este tipo de escenas, violentas en el caso de Brouwer y sus seguidores o más alegres, en el caso de la escuela de Teniers, gozaron de gran difusión, y llegaron a extenderse a Holanda, creando allí también un nuevo género. En este tipo de pintura los personajes serán los absolutos protagonistas, y más especialmente sus rostros y expresiones. Se trata además de obras derivadas del naturalismo, trabajadas en cromatismos reducidos, en torno a los colores terrosos, ocres, carmines, etc. Así, podemos relacionar este estudio de cabeza masculina con el género de la pintura de tabernas y más concretamente, por lo regular y casi idealizado de sus rasgos, con la tendencia iniciada por David Teniers, menos expresionista que la de su maestro Brouwer.

 

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).
“Café de París”.
Carboncillo, lápices de color y resaltos de aguada blanca sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 43 x 33 cm; 60 x 49 cm (marco).

Pintor e ilustrador catalán activo entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, Joan Cardona se especializó en la temática de paisajes.
Formado como discípulo de Joan Baixas, trabajó como ilustrador y dibujante colaborando con diversas publicaciones tanto nacionales como extranjeras, entre ellas la alemana “Jugend” y la francesa “Le Rire”. Asimismo, tomó parte en numerosos certámenes y exposiciones oficiales, como la Primera Exposición General de Bellas Artes, celebrada en el Palau de Belles Arts de Barcelona en 1891 y organizada por el Ayuntamiento de la ciudad.
Concurrió con asiduidad a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado con Mención Honorífica en sus ediciones de 1892, 1895, 1897 y 1899; Tercera Medalla en 1901 y 1915 por los lienzos “De mi tierra” y “La buenaventura”; y finalmente con Condecoración en la edición de 1920. También participó en las Exposiciones Internacionales de Barcelona (1907) y San Francisco (1915), y en la Iberoamericana de Sevilla de 1929 fue distinguido con Medalla de Oro.
Actualmente está representado en el Museo del Prado (obra en depósito en el Ayuntamiento de Barcelona), así como en otras colecciones.

En esta obra Cardona nos ofrece una imagen cotidiana de la Barcelona moderna y cosmopolita de su época, protagonizada por una elegante pareja en el interior de un café. Utiliza una plástica de clara raigambre modernista, basada en líneas fluidas y colores planos, heredados indirectamente de la xilografía japonesa.

 

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Carl Fischer (1887-1962)

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Este maestro danés, considerado actualmente un clásico moderno, fue un artista de enorme talento, un hombre de personalidad humilde pero dotado de una fuerte personalidad artística.

Carl Fischer (1887-1962) se formó en la Academia Danesa de Arte entre 1905 y 1912, y ese mismo año empezó a dar a conocer su obra a través de exposiciones oficiales. Tomó parte en el Salón de Otoño de Copenhague en 1912 y 1913, y también participó de forma regular en las exposiciones anuales celebradas en Charlottenborg, la Real Academia Danesa, donde mostrará su obra entre 1912 y 1939 y, tras la guerra, en 1945 y 1946.
También expuso en salas de Copenhague como Kiertzners Kunsthandel (1920 y 1924) y Winkel & Magnussen (1926), y en 1928 y 1938 tomó parte en el Salón de Otoño de Charlottenborg. En 1929 participó en el Foro de Arte Danés, y ya en tiempo de guerra mostró sus obras en la Exposición de Invierno de 1939, 1941 y 1945. Cabe señalar también otras muestras importantes en su carrera, como la celebrada en 1939 en el Museo de Vejle (Dinamarca) o la colectiva “Dibujos de pintores daneses” en el Statens Museum for Kunst (1940-1941). Asimismo, Fischer fue distinguido con diversos premios y becas: Ronge (1913), Bielke (1914-1915), de la Academia Danesa (1917) y J. R. Lund (1929). Fue también galardonado con la Medalla Eckersberg en 1922.
Aunque abordó un amplio abanico temático en su carrera, que incluye paisajes, escenas callejeras, flores y naturalezas muertas, Fischer fue principalmente conocido por sus representaciones de mujeres jóvenes de medio cuerpo o cuerpo entero, situadas en interiores. Este pintor gustó especialmente de trabajar con formas simples y colores apagados, ocasionalmente contrastados con acentos de tonos más intensos.

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A día de hoy, su estilo se nos muestra totalmente moderno, centrado en el diálogo entre la forma y el color. Además, Fischer tuvo una magistral capacidad para capturar la personalidad de sus modelos, otra de las características que puede apreciarse en la colección de obras que presenta Setdart. Asimismo, en su lenguaje se aprecia un sentido riguroso de la composición, que se conjuga con su refinamiento cromático para ir más allá de la simple captación del natural, evocando las personales atmósferas silenciosas y melancólicas que tanto caracterizan a sus escenas figurativas. Cabe destacar asimismo su refinada sensibilidad para las cualidades táctiles, algo que se aprecia de forma especial en su forma de plasmar las telas.
Actualmente Carl Fischer está ampliamente representado en el Statens Museum for Kunst y el Museo del Teatro de Copenhague, y en los de arte de Vejle y Storstrøms, así como en diversas colecciones particulares en distintos países europeos.

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Broche de doble clip Art Déco en platino. Francia, ca. 1930. Lote 33007910

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Broche de doble clip Art Déco en platino. Francia, ca. 1930.

Diseño con un acertado juego de volúmenes a base de ondas entrelazadas forradas de diamantes, talla brillante antigua y talla baguette, con un peso total de ca. 9,00 cts., engarzados en garras y chatones. Cierre de doble clip que permite separar la pieza en dos broches independientes.
Medidas: 38 x 67 mm.

 

 

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ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR Y ZARAGOZA, Fernando (Ferrol, La Coruña, 1875 – Madrid, 1960). Lote 33007090

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ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR Y ZARAGOZA, Fernando (Ferrol, La Coruña, 1875 – Madrid, 1960).
“Retrato de dama”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Con marco Imperio.
Medidas: 150 x 120 cm; 172 x 141 cm (marco).

Fernando Álvarez de Sotomayor estudió el bachillerato en el Real Colegio Agustino de El Escorial, tratando a continuación de seguir varias carreras para dedicarse, finalmente, a la pintura. Inició su formación artística como discípulo de Manuel Domínguez, con quien colaboró en la decoración de la escalera y un despacho del Ministerio de Agricultura de Madrid. En 1899 obtiene una pensión para ampliar sus estudios en la Academia Española de Roma, ciudad en la que conoció a fondo la pintura renacentista y barroca de las escuelas florentina, romana y veneciana. Posteriormente viajó a Holanda, donde descubrió la pintura de Frans Hals, cuyo fuerte colorido y empastada pincelada marcarían sus obras posteriores. Ya durante estos años de juventud comienzan sus triunfos, obteniendo en 1904 la segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y la primera dos años más tarde, en 1906.
En 1908 se trasladó a Santiago de Chile, para impartir clases en la Escuela de Bellas Artes Chilena. Fue director de dicha institución en 1911, y en torno a su figura surgió la llamada “Generación de 1913” o “Generación Sotomayor”, constituida por importantes pintores formados en sus enseñanzas. Por estos años sigue mandando obras a exposiciones oficiales europeas, siendo distinguido con medalla de bronce en Lieja y de oro en Múnich en 1909. Asimismo, es premiado en las Exposiciones Internacionales de Barcelona de 1907 y de Buenos Aires de 1910, y es condecorado en la Nacional de Madrid 1912.
Regresa a España en 1918, tras ser nombrado subdirector del Museo del Prado. Entre 1921/22 y hasta el advenimiento de la República ostentaría el cargo de director de dicha institución, recuperándolo tras la Guerra Civil. Durante los años veinte se suceden los reconocimientos: en 1922 es nombrado miembro de la Real Academia de San Fernando, y en 1929 se le destina una sala independiente en la Exposición Internacional de Barcelona. Fue, asimismo, pintor de cámara del rey Alfonso XIII durante los últimos años de su reinado. Ya tras la guerra Sotomayor obtendrá el Premio Juan March (1956).
Sotomayor fue considerado uno de los mejores retratistas de la época, recibiendo encargos de la Corona y de familias aristocráticas, financieras e intelectuales. También trabajó el paisaje, con estilo de pincelada empastada y vibrante colorido, dentro de una tendencia realista.
Ya tras su muerte se le dedicaron importantes homenajes, como la monumental exposición retrospectiva celebrada en el Palacio de Velázquez del Retiro con motivo del centenario de su nacimiento. Sotomayor está actualmente representado en el Museo del Prado, el Nacional Centro de Arte Reina Sofía, y otros destacados museos españoles, europeos y americanos.

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006). Lote 35000126

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APPEL, Karel (Países Bajos, 1921 – Suiza, 2006).
“Soep etend kind”, 1951.
Técnica mixta sobre papel.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso. Con etiqueta de la galería Mena e inscripción “Kosman M.W / nº 335.11 LXXV3”.
Medidas: 49 x 39 cm; 81,4 x 71,5 cm (marco).

Karel Appel fue pintor, escultor y artista gráfico, y actualmente se le considera el artista más vigoroso de la generación de la posguerra en su país. En 1948 fundó, junto a Corneille, Jorn y Alechinsku el Grupo Internacional Cobra. Su pintura se caracteriza por una gran carga expresionista ligada a las figuras de Max Pechstein y Edward Múnich, dos de los grandes expresionistas nórdicos. Su lenguaje está marcado por un desprecio total de la forma, y constituye sus objetos por medio de una acumulación de capas cromáticas. La figura humana aparece deformada y en una situación dramática.

Firma al dorso

Firma al dorso

En 1950 se trasladó a París y, durante la siguiente década, comenzó a ganar reputación internacional gracias al apoyo del crítico Michel Tapié. Appel pasó largos periodos en los Estados Unidos, y llegó a ser uno de los más grandes exponentes del expresionismo abstracto. Su obra está realizada con densos empastes y violentos juegos de color, que denotan el carácter agitado del expresionismo nórdico. Más tarde, su lenguaje evolucionó en una línea más suavizada, acercándose a la Hand Edge Painting.

Appel está representado en el Museo Guggenheim y el MoMA de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Bilbao, la Tate Gallery de Londres, el Albertina en Viena, el Thyssen-Bornemisza, la Colección Peggy Guggenheim de Venecia y el de Bellas Artes de Dordrecht, entre muchos otros.

 

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CIPRIANI, Adolfo (Italia, act. 1880 – 1930). Lote 34000442

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CIPRIANI, Adolfo (Italia, act. 1880 – 1930).
“Campesina”, h. 1880.
Alabastro.
Firmado.
Medidas: 51 x 39 x 20 cm (busto); 12,5 x 14,5 x 14,5 cm (peana); 105 cm de altura de la columna.

 

El escultor Adolfo Cipriani, activo entre finales del siglo XIX y las primeras décadas del XX, desarrolló un estilo heredero de la Belle Époque e influenciado por el modernismo, dotado a la vez de una idealización estilizada, de gran belleza, totalmente personal.

Realizó obras de diversos formatos. Su tema predilecto fue siempre la figura femenina, y realizó numerosos retratos de jóvenes damas ataviadas como campesinas, y también con atuendos más fantásticos de inspiración oriental. Asimismo, realizó obras de temática infantil y costumbrista, en la línea del naturalismo, y también temas mitológicos.

Actualmente se conservan obras de Cipriani en numerosas colecciones particulares y museos de todo el mundo.

 

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PRADILLA ORTIZ, Francisco (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 – Madrid, 1921). Lote 33006195

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PRADILLA ORTIZ, Francisco (Villanueva de Gállego, Zaragoza, 1848 – Madrid, 1921).
“Joven dama renacentista”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 99 x 65 cm; 109 x 75 cm (marco).
Obra publicada en el libro de Wifredo Rincón “Francisco Pradilla” (Zaragoza; Aneto Publicaciones, 1999).

Francisco Pradilla inicia su formación como aprendiz de Mariano Pescador, pintor escenógrafo, y en la Escuela de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. En 1868 continúa sus estudios en la de San Fernando de Madrid, donde fue discípulo de Federico de Madrazo, Carlos de Haes, Carlos Luis de Ribera y Ponciano Ponzano. Completa su formación en estos años copiando obras de los grandes maestros del Museo del Prado. En 1874 consigue el Premio de Dibujo de la “Ilustración Española y Americana”, y obtiene la beca para estudiar en Roma, ciudad en la que residirá veintitrés años, hasta su nombramiento como director del Prado en 1897. En 1878 concurre a la Exposición Nacional de Madrid y obtiene la Medalla de Honor, la misma distinción que gana ese mismo año en la Universal de París.
A raíz de estos éxitos le llegan numerosos encargos no sólo de España y Francia, sino también de América y otros países europeos. Realiza viajes por España y se interesa por plasmar escenas costumbristas plenas de gracia y color, apoyadas siempre en un excepcional dominio del dibujo. Si bien no realizó exposiciones individuales, sus obras formaron parte de muestras y certámenes en ciudades de todo el mundo, como Londres, París, Berlín, São Paulo o Buenos Aires. Fue director de la Academia Española en Roma, y miembro de las Reales Academias de San Fernando y San Luis, de la Academia Francesa y de la Hispanic Society de Nueva York. Obtuvo, entre otras condecoraciones, la Cruz de Isabel la Católica y la Legión de Honor.
De los géneros pictóricos que cultivó, incluida la ilustración gráfica para publicaciones literarias, hay que destacar el de la pintura de historia, que fue el que más fama le proporcionó. Como retratista su actividad fue más restringida y de resultados desiguales cuando tuvo que abordar efigies de personajes fallecidos, pero ante modelos vivos consiguió retratos de serena expresividad y factura estudiada y entonada. También se dedicó a la pintura de género, bien de inspiración popular italiana o de asuntos de costumbres madrileñas o de Galicia, lugar de origen de su esposa y donde solía pasar algunas temporadas. Tanto en los cuadros de historia como en estos, Pradilla demuestra una clara inclinación por las ambientaciones en exteriores, organizando las composiciones en amplias perspectivas panorámicas con multitud de figuras y motivos, interpretados con una depuradísima técnica. No obstante, lo más sobresaliente de su lenguaje es el sentido de la luz y de la atmósfera, bajo los que el apretado dibujo se suaviza y funde con el fondo luminoso mediante pequeñas pinceladas de un colorido rico en matices y pasta.
La obra de Francisco Pradilla está presente en el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, La Habana y São Paulo, el MACBA de Barcelona, la Christchurch Art Gallery de Nueva Zelanda y el Museo Romántico de Madrid, entre otros.

 

 

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RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931). Lote 34002383

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RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931).
“El Vinyet, Sitges”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 63,5 x 80 cm; 86 x 104,5 cm (marco).
Obra publicada en el libro de Josep de C. Laplana “Santiago Rusiñol. El pintor, l’home” (Barcelona; Abadía de Montserrat, 1995).

Pintor, escritor y dramaturgo en lengua catalana, Rusiñol fue uno de los principales ideólogos del movimiento modernista catalán. Se formó como discípulo de Tomás Moragas y frecuentó el Centro de Acuarelistas, del cual fue uno de los fundadores. Debutó en 1884 en la Sala Parés de Barcelona, junto a sus amigos Ramón Casas y Enric Clarasó. Por esos años realizó con Casas un viaje en carro por Cataluña, tomando apuntes de tipos y paisajes.
El año de 1888 marca un punto de inflexión en su carrera, dado que comienza con tres actividades nuevas: publica unos escritos en “La Vanguardia”, participa en el Salón de París y celebra su primera exposición individual en la Sala Parés. Al año siguiente, 1889, Rusiñol se instala en París, en el barrio de Montmartre, con Utrillo, Clarasó y Canudas. Asiste a la academia del pintor Henri Gervex, y completa su formación con Puvis de Chavannes y Carrière. Desaparece entonces el ruralismo que había adoptado en Barcelona, y su estilo evoluciona hacia el naturalismo. También se acerca a los planteamientos temáticos, que no técnicos, de los impresionistas, así como a su voluntad de captar una instantánea fugaz.
En 1890 establece relación con Sitges, donde pintará algunos de sus primeros patios y jardines, temática que definirá su estilo posterior. Ese mismo año celebra su primera exposición en la Sala Parés, junto a Casas y Clarasó. En 1890 regresa a París con Casas y Utrillo. En este momento se centrará en representar los espacios de diversión de la zona, como el Moulin de la Galette, que protagonizará muchos de sus cuadros. No obstante, en 1893 deja su estudio de Montmartre y se traslada a la isla de San Luis, donde se centra en el estudio psicológico de la figura, sobre todo femenina, reflejando la tristeza, la melancolía y la soledad típicamente finiseculares. Al año siguiente viaja a Italia junto a Zuloaga, visitando Pisa, Florencia y otras localidades, lo que le permite conocer de cerca a los primitivos. A su regreso expone las pinturas realizadas en este viaje en la que será su primera muestra personal en la Sala Parés. Ese mismo año inaugura el Cau Ferrat en Sitges, germen del actual museo.
En 1895 realiza su primer viaje a Granada, y comienza la serie “Jardines de España”. En 1897 realizará algunas de sus mejores pinturas de jardines, interés que también aparece en su obra literaria “El jardín abandonado”, donde cultiva un decadentismo de carácter simbolista. El jardín elegante se convierte en protagonista, símbolo de la poesía; el jardín abandonado esconde un pasado de esplendor perdido. Rusiñol entonces viaja, buscando jardines que le seduzcan, y los pinta interiorizándolos, mostrando su personal concepción de la belleza, de la vida y la muerte, del arte y de la realidad, de la soledad y del paso del tiempo.
Por esta época, expondrá en París en el Salón de los Independientes, en la Exposición Nacional y en la galería de Samuel Bing, principal impulsor del Art Nouveau en Francia. Esta última muestra, de carácter individual y celebrada en 1899, supuso el reconocimiento internacional de Rusiñol, cuyo éxito radicó en una nueva visión de España, totalmente alejada de tópicos y cargada de veracidad. Desde entonces su actividad se multiplica como pintor, novelista y comediógrafo, estrena destacadas obras en Madrid y Barcelona y celebra exposiciones anuales de pintura en la Sala Parés, siempre con Casas y Clarasó. En 1908 recibió la medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes.
Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Camón Aznar de Zaragoza y el Thyssen-Bornemisza, entre otros.

 

 

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Bargueño italiano del siglo XVII. Lote 33003432

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Bargueño italiano del siglo XVII.
Madera ebonizada y carey, con aplicaciones de bronce dorado.
Medidas: 80 x 133 x 52 cm.

Bargueño italiano barroco de muestra descubierta, con estructura prismática y pies tallados, en forma de garra de ave sintetizada sobre bola, una forma muy típica del bargueño del siglo XVII. la decoración se concentra en el frente, y en los laterales se reduce a cajeados geométricos realizados mediante filetes embutidos de madera clara, con un tirador en arco central sobre una placa calada y recortada. El asa, en bronce dorado, está compuesta por dos tornapuntas en “S” afrontadas, unidas por un elemento clásico central.
La muestra se divide en tres calles, la central adelantada respecto al resto del frente, con planta octogonal. Las calles laterales alojan cuatro gavetas iguales, con el frente decorado con un espejo ovalado, un elemento de herencia manierista, sobre fondo plano. Tanto el fondo como el interior del espejo están chapeados en carey aplicado sobre lacre rojo, y la decoración se completa con aplicaciones en bronce dorado: un contario que rodea el espejo, un pequeño escudo de cerradura (uno por gaveta, dado que se trata de un escritorio de muestra descubierta) y dos guirnaldas en los laterales, que se repiten también en los entrepaños. El perímetro de estos frentes queda recorrido por una moldura escalonada que incide en la compartimentación de la estructura. Este búsqueda de la claridad compositiva, a través de la señalización de las distintas partes de la estructura, que nunca quedan sobrepasadas por la decoración, es un criterio netamente clásico que será una constante en el barroco, y que sólo se romperá con la llegada del rococó, un lenguaje esencialmente anticlásico.
La calle central ostenta el protagonismo de la pieza, como es habitual en el bargueño barroco, y sigue una estructura marcadamente arquitectónica que, aunque sigue un criterio común a toda Europa en esta época, evidencia un gusto netamente italiano, que enlaza directamente con la arquitectura contemporánea del país: columnas salomónicas, aletones, ménsulas, etc. Este frente de la calle central esconde una puerta hábilmente disimulada por la decoración, de modo que no quede roto el esquema arquitectónico. En el interior se sitúan varias gavetas estrechas y alargadas, con los frentes decorados con filetes de madera clara embutidos formando cajeados geométricos, a juego con los laterales del exterior del mueble, componiendo un esquema geométrico y repetitivo que será un elemento recurrente dentro del bargueño barroco en toda Europa.
No obstante, la decoración se concentra en el exterior de la capilla, organizada como una fachada barroca de gran fantasía, una arquitectura imposible recreada por la hábil mano del ebanista: basamento inferior, tres columnas salomónicas a cada lado, alzadas sobre ménsulas, espacio interior cajeado, con una forma escalonada superior típica del bargueño barroco, bajo la cual se sitúa una hornacina que aloja una escultura en bulto redondo de bronce dorado, y frontón recto superior con aletones en los laterales, siguiendo la vertical de las columnas y ménsulas. Este frontón superior está decorado con un espejo similar a los de las gavetas laterales, y sobre las ménsulas se sitúan composiciones clásicas en bronce dorado, que también adornan el resto de zonas secundarias de la capilla. Su parte central está protagonizada por la figura de un caballero vestido con armadura, portando una lanza y una rodela decorada con un mascarón fantástico. En torno a ella vemos composiciones con hermes, mascarones, guirnaldas y tornapuntas.

 

 

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933). Lote 34000005

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CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933).
“El búho sabio”, Madrid, 1996.
Acrílico sobre lienzo.
Firmado en el frente. Fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 97 x 130 cm; 120 x 153 cm (marco).

Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Se crió en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicar su tiempo a pintar y escribir. Por estos años empieza a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y relatos cortos en revistas. No obstante, a la edad de veintidós años decide dejar su ciudad y marchar a París. Sin embargo, por razones económicas se radicará en España, concretamente en Madrid, donde pasará seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros de ellos viviendo como vagabundo.
Su contacto con Viola y Jorge Cela, impresionados por sus dibujos, cambiaría el rumbo de su vida. Por estos años irá poco a poco decantándose por la técnica del grabado, que será desde entonces uno de sus principales medios de expresión. Empieza entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, quien en 1960 lo llevó a la Bienal de São Paulo. Allí sus obras sorprendieron y obtuvieron elogiosas críticas, y por estos años expondrá también en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittshurgh y Tokio.
Fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando al fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller. En la capital francesa se establecerá durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitará asiduamente el Museo del Louvre y continuará celebrando exposiciones, cada vez más exitosas. En 1967 Castillo abandona París y se traslada a Ginebra, dado que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, por entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. No obstante, no le gustó la ciudad, por lo que marchó a Boissano, en Italia. En este país se empapará de arte italiano clásico, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 es invitado por el gobierno alemán para trabajar en Berlín, ciudad en la que residirá hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera, y después en numerosas galerías berlinesas.
Cuando deja Berlín, Castillo se traslada a Barcelona, siendo para entonces un pintor reconocido en Europa y América. Allí expondrá regularmente en la galería Joan Prats, y conoció a Salvador Dalí. Por estos años comienza a visitar Nueva York y finalmente se instala allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y siguieron sucediéndose sus éxitos.
A lo largo de su carrera, Castillo obtuvo premios como los Internacionales de Dibujo (1964) y de Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), y el Cultura Viva de las Artes Plásticas (2006). Se puede contemplar obra de Jorge Castillo en el Museo de Bellas Artes de Lausana, la Fundación Juan March, las Galerías Nacionales de Edimburgo y Berlín, los Museos de Arte Moderno de San Francisco y Vitoria, la Kunsthalle de Bremen, el Albertina de Viena, la Biblioteca Nacional de España y el Guggenheim de Nueva York, entre otros.

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980). Lote 34000130

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“El pueblo”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 92 x 74 cm.

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines.
Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949.
Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.
A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

 

 

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El hierro forjado en la Cataluña modernista

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El dragón es sin duda la bestia legendaria más ligada a Cataluña, tanto por historias como la lucha de Sant Jordi como por su reivindicación, a principios del siglo XX, por parte de grandes artistas como Antoni Gaudí. Además, siempre ha estado relacionado con las creencias populares, que lo convirtieron en un ser protector contra los elementos negativos.

Esta corriente fue recogida no sólo por arquitectos o decoradores sino también, y de forma especial, por los artistas de la forja, quienes a través de la figura del dragón se mostraron continuadores de una larga tradición que hunde sus raíces en la forja medieval.
La colección que ahora presenta Setdart, rigurosamente escogida a lo largo de veinte años, ofrece la posibilidad de conocer de primera mano estas piezas cuyo valor no es sólo artístico, dado que reflejan una larga tradición de forja y, además, nos hablan del concepto de obra de arte total que desarrollaron los

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artistas del Modernismo.

Se trata de un conjunto de piezas en su mayor parte modernistas, todas en hierro forjado salvo una, fundida, aunque también hay algunos ejemplos de la forja alfonsina, siempre con el tema del dragón como elemento de unión.

Engloba incluso piezas de los más destacados forjadores artísticos de época modernista, como los hermanos Badia o Gerardo Alegre, verdaderos artistas que trabajaron junto a Gaudí y otros destacados arquitectos del Modernismo catalán.

También se incluye una pieza de Antonio Clavell quien, desde su exilio en Francia, luchó contra la opresión de la dictadura a través de un símbolo tan poderoso como el dragón, el genio protector que expulsa el mal de la casa.

 

 

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MURGUÍA DE CASTRO, Ovidio (Lestrove, A Coruña, 1871 – A Coruña, 1900). Lote 33008657

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MURGUÍA DE CASTRO, Ovidio (Lestrove, A Coruña, 1871 – A Coruña, 1900).
“Paisaje”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 97 x 146 cm; 105,5 x 155,5 cm (marco).

Murguía nos muestra en este lienzo un paisaje trabajado en gran profundidad, poblado sólo por dos pequeñas figuras plenamente integradas en el escenario, que nos sirven a la vez de Cicerones y como muestra de la escala monumental del paisaje, que empequeñece al hombre con su tono grandioso y escenográfico.
Se trata de una composición de acusada perspectiva en abismo, estructurada de forma que se realce su espacio tridimensional y se conciba como una suerte de escenario ilusorio, efecto que queda realzado por la neta separación entre los primeros planos y el fondo, un recurso heredado directamente del paisajismo romántico, y que tiene su origen en la “veduta” veneciana. Esta diferenciación de los planos se basa tanto en el tratamiento cromático –más opaco y variado, de pincelada densa, en los primeros términos, y más suave, diluido y difuso en el fondo, por efecto de la distancia, como en el lumínico, dado que mientras el fondo aparece iluminado de forma unitaria por la clara luz que irradia el cielo despejado, en los primeros planos se incide en el contraste de luces, sombras y medias sombras, especialmente patente en la unión de las dos orillas del riachuelo.
Hijo de los escritores Rosalía de Castro y Manuel Murguía, comienza a pintar en Santiago de Compostela, en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, donde tuvo como maestro a José María Fenollera. Durante estos años, Murguía se vincula al núcleo intelectual de La Coruña, ciudad donde expuso sus obras con cierta asiduidad. Su traslado a Madrid en 1895 marcará un punto de inflexión en su carrera, determinada por sus visitas al Museo del Prado. En la capital conoce al que será su protector, Eugenio Montero Ríos, quien le encargó la decoración del Palacio de Lourizán en Pontevedra. Este será el momento álgido de su carrera, truncada tristemente al fallecer de tuberculosis en 1900.
Representación de la llamada Generación Doliente, fue especialmente importante su papel como paisajista cuando, apartándose del academicismo, comience a pintar al natural, desarrollando un estilo que fusiona el naturalismo con la espiritualidad romántica.
Está representado en los museos de Galicia, especialmente en los de Pontevedra y La Coruña, así como en multitud de colecciones particulares.

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Traje de cóctel PERTEGAZ. Lote 33002634

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Traje de cóctel PERTEGAZ.
De color negro, con falda a la rodilla, presenta un original corte ceñido en el frente, con escote cerrado, en pico, que cae hacia atrás cubriendo los hombros, y formando un amplio pliegue decorativo en la espalda.
Talla 40-42 aprox.

Desde sus primeros años, Manuel Pertegaz tenía clara su vocación: vestir a la mujer y llenarla de gracia. Inició su carrera como modisto en 1930, cuando abandonó el colegio para trabajar en una sastrería, y así adquirió su temprana formación sobre el mundo de la moda. Poco después, en los años cuarenta, Pertegaz logra abrir su propia casa de confección en Barcelona, y una tienda en Madrid.
En la década de los cincuenta logrará un alto reconocimiento en el mundo de la moda tanto a nivel nacional como internacional; Valentino, Pierre Cardin y Pierre Balmain, entre otros, le consideraban pese a su juventud una fuerte competencia, especialmente después de que, en 1954, recibiera el premio “Óscar de la Costura” de la Universidad de Harvard tras presentar su colección en Nueva York, Boston, Atlanta y Filadelfia. Las siguientes décadas supondrán más éxitos, premios y todo tipo de reconocimientos tanto a su carrera como a su aporte a la percepción de la belleza femenina.
Pertegaz fue el primer español en llevar sus vestidos hasta la lujosa y elitista Quinta Avenida de Nueva York, y a finales de los años sesenta intuyó el cambio que se avecinaba en el mundo de la moda, convirtiéndose en precursor del “prêt-à-porter”, de la moda joven, la moda de la calle.
Han vestido sus diseños las más destacadas damas de todo el mundo, entre ellas Ava Gardner, Audrey Hepburn, Jacqueline Kennedy o la reina Sofía, y actualmente sus diseños son incluso admirados en colecciones museísticas.

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Sortija solitario en platino con diamantes. Lote 33007641

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Sortija solitario en platino con diamantes, talla brillante, color L, pureza VVS1, de ca. 4,50 cts.

Engarzado en garras y montado en una bella estructura calada nacida de los hombros, los cuales están decorados con pequeños diamantes.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 11,5 mm (ancho frontis).

 

 

 

 

 

 

 

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PLA GALLARDO, Cecilio (Valencia, 1860 – Madrid, 1934). Lote 33008651

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PLA GALLARDO, Cecilio (Valencia, 1860 – Madrid, 1934).
“Un ramo”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y titulado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 73 x 61 cm; 81,5 x 70 cm (marco).

Cecilio Pla inicia su formación en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, para luego continuar en la de San Fernando de Madrid, donde tuvo como maestro a Emilio Sala. En 1880 realiza un viaje de estudios a Roma, visitando Italia, Francia y Portugal. Desde allí comienza a enviar obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo premiado con tercera medalla en 1884 por la obra de tema italiano “El Dante: círculo de los avaros”, y con segunda medalla en 1887 por el lienzo religioso titulado “Entierro de Santa Leocadia”.
En 1892 obtuvo de nuevo una segunda medalla por el cuadro realista de intención social “Las doce (el almuerzo)”, e idéntico galardón en 1895 por una escena de desavenencia conyugal en un interior burgués, “Lazo de unión”.
Pla siguió participando en las Exposiciones Nacionales durante toda su vida, obteniendo en 1910 consideración de primera medalla por el cuadro “Dos generaciones”, caracterizado por los distintos efectos de luz natural que fueron la verdadera especialidad de este artista. Ese mismo año de 1910 sustituyó a su antiguo maestro Emilio Sala en la clase de estética del color y procedimientos pictóricos en la Academia de San Fernando, donde impartió clases a Juan Gris, Francisco Bores, Pancho Cossío y José María López Mezquita, entre otros. Es entonces cuando publica su “Cartilla de arte pictórico”. Pla también participó en certámenes internacionales, siendo premiado con medalla de honor en la Exposición Universal de París de 1900.
En 1924 será nombrado académico de San Fernando. Alternó su actividad docente con la pintura, además de colaborar como ilustrador con publicaciones como “La Ilustración Española y Americana”, “Blanco y Negro” y “La Esfera”. También realizó carteles, como el del Carnaval del Círculo de Bellas Artes de 1892, y participó en decoraciones murales, entre las que cabe destacar el techo del hotel de la infanta Isabel de Borbón, el Casino de Madrid, el Círculo de Bellas Artes o el palacio de los duques de Denia. Considerado el máximo exponente de la pintura modernista valenciana, no obstante abarcó diferentes tendencias, desde el academicismo y costumbrismo de sus inicios hasta el wagnerianismo y el luminismo de sus vistas costeras pintadas en Valencia.
Actualmente, Cecilio Pla está representado en el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza, los de Bellas Artes de Valencia, , Zaragoza, Santander y Bilbao, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el Ayuntamiento de Valencia y la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, entre otras colecciones tanto públicas como privadas, como la Colección UEE. En 1999, la Fundación Mapfre le dedicó una amplia retrospectiva.

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