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A partir de los años sesenta, la obra de Antoni Clavé se enmarca de pleno en el complejo territorio de la abstracción, en el cual el artista se maneja a través de la experimentación formal y matérica, mediante gestos caracterizados por una intensa energía formal, que facilitan el diálogo entre textura y materia y soportan su personal mundo cromático, siempre basado en el instinto y no en la razón. De este modo, en cuadros como “Le banc de Gaudí”, Clavé se expresa a través de la imaginación, mediante insólitas asociaciones que el azar transforma en enigmáticos juegos de texturas, a modo de falso collage.
El artista construye así atmósferas opresivas en su densidad, dotadas de un lírico dramatismo basado en el contraste de luces y sombras: “’sumerge’ sus personajes y figuras en un agobiante despliegue formal hecho de fragmentos y gruesas empastaciones que se afirman plásticamente, es decir, a contraluz de las sugerencias figurativas que tal vez adelantan los títulos o insinúan las tracerías” (J.F. Yvars, “El espesor de los signos. Materia, objeto y forma”, en “Antoni Clavé. Un mundo de arte. Obras 1934-2002”, SEACEX, 2010; p. 52). En esta realidad autónoma no todos los elementos, sin embargo, se comportan del mismo modo, dado que se trata ante todo de collages aunque no intervengan elementos aplicados sobre la tela, más allá del pigmento. Así, las tramas y texturas destacan opacas y planas sobre la construcción lumínica, destacando como elementos independientes y sobrepuestos, jugando al trampantojo y multiplicando las dimensiones pictóricas del cuadro.
Antoni Clavé es una de las más relevantes figuras del arte contemporáneo español. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, Clavé se dedica en un primer periodo al grafismo publicitario, la ilustración y las artes decorativas. En 1936 toma parte activa en la Guerra Civil, en las filas republicanas, lo que le lleva a exiliarse a Francia al terminar la contienda. Ese mismo año de 1939 expone los dibujos que realizó en los campos de batalla. Se instala en París, donde conoció a Vuillard, Bonnard y Picasso. A partir de esta época, Clavé empieza a desarrollar una obra marcada por una plástica distinta, menos clásica. Durante este periodo sus figuras fueron perdiendo precisión y forma, dando paso al trazo y a una personal gama de colores y texturas que protagonizarán desde entonces sus obras.
Gozaba ya de un gran prestigio internacional en el momento en que se inicia su reconocimiento en España, a partir de su exposición en la Sala Gaspar de Barcelona, en 1956. En 1952 realiza los decorados para la película “Hans Christian Andersen”, de Charles Vidor, y obtiene una candidatura al premio Óscar. En 1954 abandona la decoración para dedicarse a la pintura. En la década de los sesenta realizó un homenaje al Greco, y su pintura de este momento revela las influencias recibidas de dicho maestro, así como de los pintores del barroco. Toma especial relevancia la temática del caballero de la mano en el pecho, referente que se repetirá en las obras futuras de Clavé. Este periodo se caracteriza por el paso definitivo a la abstracción. En los años setenta continúa la evolución en la obra de Clavé, utilizando técnicas diversas como el collage, e inventando nuevas como el “papier froissé”, fruto de una casualidad en el uso del aerosol sobre papeles arrugados.
En 1978, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, actual Centro Georges Pompidou, le dedicó una retrospectiva que le convirtió en uno de los artistas de más prestigio de su generación. En la década de 1980 dedicó una serie de obras a Picasso, bajo el título de “A don Pablo”. Sus últimas obras se caracterizan por la recreación de texturas dentro de la abstracción, con una profusa utilización del “papier froissé”. Fue premiado en la Hallimark de Nueva York en 1948, en la Bienal de Venecia de 1954 y en la Bienal Internacional de Tokio de 1957. En 1984 el Estado Español reconoció su valía artística con la exposición de más de cien de sus obras en el pabellón español de la Bienal de Venecia. Ese mismo año le fue concedida la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. La obra de Clavé se encuentra, entre muchos otros, en los museos de Bellas Artes de Bilbao, Tate Gallery, de Arte Moderno de París y Tokio, el British Museum y en el Reina Sofía de Madrid.