Escuela de ANTONIO CABA CASAMITJANA (Barcelona, 1837 – 1907). “Retrato de familia”.
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Escuela de CABA CASAMITJANA, Antonio (Barcelona, 1837 – 1907).
“Retrato de familia”, h. 1888.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 155,5 x 253 cm; 161,5 x 259 cm (marco).
Obra reproducida en el catálogo de la exposición “Àlbum. Imatges de la família en l’art”, celebrada en el Museu d’Art de Girona (2005) y en el Centre Cultural Sa Nostra de Palma de Mallorca (2006), p. 194.
En esta obra el autor plasma un retrato familiar completo siguiendo las formas propias de la época, con la mujer sentada, el hombre a su lado, de pie y apoyado sobre una mesa y los hijos alrededor. Los personajes aparecen elegantemente vestidos, aunque sin estridencias, en un entorno doméstico ricamente dispuesto, decorado con todo tipo de objetos preciados en la época: muebles antiguos que incluyen un bargueño barroco o historicista, un jarrón oriental adornado con grandes plumas, cuadros de marco tallado y dorado, un biombo pintado y, en el centro, un exuberante jarrón de flores frescas situado bajo una lámpara de techo de bronce con tulipas de vidrio. La composición es clásica, con los personajes ordenados en un esquema equilibrado y cerrado, y ante todo llama la atención del espectador la calidad de la captación de los modelos. Todos ellos aparecen individualizados en sus actitudes y gestos, revelando su estado de ánimo y su personalidad, y destaca especialmente el parecido entre la madre y las dos hijas mayores, estas dos últimas con una expresión facial casi idéntica.
Como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el siglo XIX en el género protagonista por excelencia de la pintura española, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.
Por sus características formales y de estilo podemos relacionar esta obra con la escuela de Antonio Caba, pintor y formado en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde tuvo como maestros a Gabriel Planella, Pablo Milà Fontanals y Claudio Lorenzale. Seguidamente amplió sus estudios en Madrid gracias a una pensión que le fue concedida por la Diputación de Barcelona en 1863. Allí fue alumno de Federico de Madrazo. Posteriormente viajará a Roma y a París, ampliando su formación como discípulo del fresquista Carlos Ruiz Delaroche. A lo largo de su carrera Caba remitió sus obras a numerosas muestras oficiales, siendo galardonado con segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 y con medalla de oro en la Universal de Barcelona de 1888. Durante muchos años impartió clases, primero en la barcelonesa Escuela de la Llotja y más tarde en las Academias de San Fernando de Madrid y Sant Jordi de Barcelona, siendo maestro, entre otros, del pintor impresionista Eliseu Meifrèn. En San Fernando fue profesor auxiliar, y en la de Sant Jordi llegará a ser catedrático y director la Academia. En la actualidad se conserva obra suya en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de L’Empordà, el Ayuntamiento de Perelada (Girona) y la abadía de Montserrat, así como en diversas colecciones particulares.
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