Carlos Cruz-Diez, el color como sustancia transformadora.
El artista venezolano Carlos Cruz-Diez (Caracas, 1923 – París, 2019) es un nombre estelar en la historia del arte contemporáneo de Venezuela y una de las figuras más destacadas del arte cinético a escala internacional.
Desde su época universitaria, cuando vivía aún en su ciudad natal, Cruz-Diez trataba de democratizar el arte a través de planteamientos participativos en los que el elemento lúdico fuera esencial. Su primer viaje a París supuso para el joven artista una revelación, que coincidió con una exposición conjunta de obras de Victor Vasarely, Jean Tinguely y Jesús Rafael Soto, titulada “Le Mouvement”, una muestra de arte cinético en la galerie Denise René, en 1955. Cruz-Diez no tardaría en hacer de la capital parisina su lugar habitual de residencia.
Cruz-Diez aportaría al arte cinético hondas investigaciones, teóricas y puestas en práctica, sobre el color y sus efectos fisiológicos y perceptivos. Empezó a desplegar una rica variedad de nomenclaturas que vendrían a ilustrar sus descubrimientos cromático-lumínicos. Así, con “couleuradditive” se refería a la “irradiación” cromática a partir del contacto de dos planos de color que crean la ilusión de una línea más oscura, ilusión óptica a la que llamó “módulo de acontecimiento cromático”.
Otra nomenclatura clave para sus investigaciones plásticas sobre la autonomía cromática y su proyección sobre el entorno espacial sería la “physichromie”. Con este nombre (que sintetizaba en un solo vocablo la expresión “physicalchromatism”) bautizaría una serie de obras que empezó a desarrollar en 1959, y que seguirían evolucionando hasta finales de los años setenta, como puede apreciarse en esta magnífica pieza que Setdart pone en subasta (Physichromie, nº 1040”, número de lote35120734).En ella, se puede apreciar cómo consigue trascender el plano de la superficie pictórica a la vez que reinventa el elemento escultórico incorpóreo al introducir el contexto espacial del espectador.
Esta obra ejemplifica el arduo trabajo teórico del artista, en el que utiliza campos de color combinados con líneas paralelas que revierten la visión de la obra según desde qué lugar se contemple. La conjugación de colores complementarios produce un golpe óptico y una sensación de vibración. Esta vibración perceptual se exacerba con cada cambio en el ángulo de visión, produciendo un cambio en los patrones de color y en la composición.El mejor intérprete de la pieza es, por supuesto, el propio artista, cuando escribe: “La línea no es un elemento absolutamente estético; es un elemento de eficacia. Creé puntos o círculos porque la línea es un elemento esencial y sin adornos, único, para mostrar la metamorfosis, la transformación del color. Si fueran curvas o zigzag no aportarían nada al discurso del color, el color como situación transformadora”. Se trata, en definitiva, de “poner en juego el color-luz, el color físico”.
Sus obras no solo se pueden encontrar en los mejores museos del mundo, como la galería Tate Modern de Londres o el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), sino también en espacios públicos como el aeropuerto Simón Bolívar de Caracas, y Marlins Park, el estadio del equipo de béisbol de Miami.