Santiago RUSIÑOL
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Santiago RUSIÑOL PRATS (Barcelona, 1861 – Aranjuez, 1931). “Mallorca. Moll del Junquet”.

Santiago RUSIÑOL

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RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931).
“Mallorca. Moll del Junquet”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Con marco de finales del siglo XVIII.
Medidas: 65 x 94 cm; 92 x 120 cm (marco).

 

Obra publicada en el libro “La pintura de Santiago Rusiñol. Obra completa” (Barcelona; Mediterrània, 2004), de Josep de Calassanç Laplana, máximo especialista en la obra de Rusiñol.

Pintor, escritor y dramaturgo en lengua catalana, Rusiñol fue uno de los principales ideólogos del movimiento modernista catalán. Se formó como discípulo de Tomás Moragas y frecuentó el Centro de Acuarelistas, del cual fue uno de los fundadores. Debutó en 1884 en la Sala Parés de Barcelona, junto a sus amigos Ramón Casas y Enric Clarasó. Por esos años realizó con Casas un viaje en carro por Cataluña, tomando apuntes de tipos y paisajes. El año de 1888 marca un punto de inflexión en su carrera, dado que comienza con tres actividades nuevas: publica unos escritos en “La Vanguardia”, participa en el Salón de París y celebra su primera exposición individual en la Sala Parés.

Al año siguiente, 1889, Rusiñol se instala en París, en el barrio de Montmartre, con Utrillo, Clarasó y Canudas. Asiste a la academia del pintor Henri Gervex, y completa su formación con Puvis de Chavannes y Carrière. Desaparece entonces el ruralismo que había adoptado en Barcelona, y su estilo evoluciona hacia el naturalismo. También se acerca a los planteamientos temáticos, que no técnicos, de los impresionistas, así como a su voluntad de captar una instantánea fugaz. En 1890 establece relación con Sitges, donde pintará algunos de sus primeros patios y jardines, temática que definirá su estilo posterior. En 1890 regresa a París con Casas y Utrillo. En este momento se centrará en representar los espacios de diversión de la zona, como el Moulin de la Galette, que protagonizará muchos de sus cuadros. No obstante, en 1893 deja su estudio de Montmartre y se traslada a la isla de San Luis, donde se centra en el estudio psicológico de la figura, sobre todo femenina, reflejando la tristeza, la melancolía y la soledad típicamente finiseculares.

Al año siguiente viaja a Italia junto a Zuloaga, visitando Pisa, Florencia y otras localidades, lo que le permite conocer de cerca a los primitivos. A su regreso expone las pinturas realizadas en este viaje en la que será su primera muestra personal en la Sala Parés. Ese mismo año inaugura el Cau Ferrat en Sitges, germen del actual museo. En 1895 realiza su primer viaje a Granada, y comienza la serie “Jardines de España”. En 1897 realizará algunas de sus mejores pinturas de jardines, interés que también aparece en su obra literaria “El jardín abandonado”, donde cultiva un decadentismo de carácter simbolista. El jardín elegante se convierte en protagonista, símbolo de la poesía; el jardín abandonado esconde un pasado de esplendor perdido. Rusiñol

 

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RODRÍGUEZ BÁEZ
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Juan Guillermo RODRÍGUEZ BÁEZ (Las Palmas, 1916 – Madrid, 1968). “Composición marinera”.

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RODRÍGUEZ BÁEZ

RODRÍGUEZ BÁEZ, Juan Guillermo (Las Palmas de Gran Canaria, 1916 – Madrid, 1968).
“Composición marinera”, Calafell, 1962.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
80 x 120 cm; 106 x 146 cm (marco).

Pintor canario perteneciente a la llamada Escuela de Madrid, Juan Guillermo nació en el seno de una familia acomodada de Las Palmas, y cuando tenía ocho años se trasladó con sus padres a París, donde tenían un negocio de exportación e importación de frutas. Así, estudió en el Liceo Michelet entre 1924 y 1935, y con sólo dieciocho años obtuvo en la capital francesa el primer reconocimiento de su carrera, el segundo premio de Crayons Conté por unas ilustraciones para cuentos.

Durante estos años visitó los talleres parisinos de Pancho Cossío y Francisco Bores, así como el del estampador Raymond Maurice, con quien aprendió las técnicas del grabado. En 1935 regresa a Las Palmas, donde visita con asiduidad al pintor Néstor Martín-Fernández de la Torre, destacado representante del simbolismo y el modernismo español. Al estallar la Guerra Civil es movilizado, sin embargo debido a una lesión ocular es relegado a tareas de cartería y dibujo en la retaguardia.

Finalizada la contienda, en 1939 celebra su primera exposición individual, en la galería Canaria de Las Palmas, y en 1940 se instala en Madrid, donde en un primer momento su lenguaje evidenciará la influencia del pintor cubano, de origen gomero, José Aguiar. Tres años más tarde realizará su primera exposición personal en la capital, y desde 1950 su amistad con Agustín Redondela le lleva a vincularse a la Escuela de Madrid, tomando parte en todas las exposiciones colectivas que celebrará a lo largo de toda la década. En 1953 contrae matrimonio en Madrid, y finalmente permanecerá en esta ciudad el resto de su vida.

Juan Guillermo fue reconocido a lo largo de su carrera con distinciones como la Medalla al Mérito en el Salón de Otoño de 1945, y también participó en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado con tercera medalla en 1952 y con segunda en 1957. Asimismo, tomó parte en importantes exposiciones colectivas como “Homenaje a Vázquez Díaz” en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid (1953), y celebró numerosas individuales en centros tan destacados como la Dirección General de Bellas Artes de Madrid (1956, 1960), los Ateneos de Barcelona (1957) y Madrid (la última en 1965), el Museo de Arte Moderno de Bilbao (1960), etc. El mismo año de su muerte, en 1968, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria le dedicó una importante exposición antológica, a modo de homenaje póstumo.

Juan Guillermo mostró su obra también en colectivas celebradas fuera de España: Buenos Aires (1947), El Cairo y Lima (1950), Santiago de Chile y París (1953), La Habana (1954), Ginebra (1956) y Bruselas (1958), además de participar en la Bienal de São Paulo. Su obra madura evidencia influencias de Cézanne, Vázquez Díaz y Rafael Zabaleta, y como este último cultivó principalmente la temática campesina, vinculada a la localidad alcarreña de Jadraque. Actualmente está representado en el MNCA Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid, el de Bellas Artes de Bilbao, la Casa de Colón en Las Palmas, el Museo Lycée Michelet de París y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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Carles NADAL FARRERAS
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Carles NADAL FARRERAS (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). “Verano en la playa”.

Carles NADAL FARRERAS

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Verano en la playa”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Adjunta certificado de autenticidad.
54 x 65 cm; 72 x 83 cm (marco).

 

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi. Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras.

Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística simultaneando los trabajos de decoración en los estudios de Bellas Artes. En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona. Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta.

En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación. Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London. Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

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Jaume PLENSA (Barcelona, 1955). “Wonderland”.

Jaume PLENSA

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PLENSA, Jaume (Barcelona, 1955).
“Wonderland”, 1994.
Escultura en hierro.
Medidas: 242 x 82 x 4 cm.

Esta obra es una de las treinta y ocho piezas creadas especialmente para la exposición “Jaume Plensa. Wonderland”, celebrada en 1994 en la galería Gamarra y Garrigues de Madrid. Según sus propias palabras, “Wonderland es el lugar donde se pierde la proporción, la medida. Es un símbolo del rito del pasaje. Otra forma de transformación era el rito del pasaje que llevaría a la puerta, como una cultura del tránsito”.

Jaume Plensa estudió en la Escuela de La Llotja y en la Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, ambas en Barcelona. Destacó en la escultura, el dibujo y el grabado. Su obra tiene como eje central la relación del hombre con su entorno, cuestionando a menudo el papel del arte en la sociedad y la posición del artista. Actualmente reside en París, y recientemente ha sido distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Escuela del Instituto de Arte de Chicago. Plensa inició su carrera trabajando el hierro forjado mezclado con poliéster. Entre 1983 y 1984 empezó a moldear el hierro con la técnica de la fundición, y desarrolló un concepto escultórico basado en elementos zoomorfos. Su obra evolucionó paulatinamente, llegando a ser considerado actualmente precursor del neoexpresionismo español.

En los noventa introdujo modificaciones en su obra tanto en lo material como en lo formal, y empezó a utilizar materias diversas como los desechos metálicos, el poliéster o las resinas. En estos años elaboró series de muros, puertas y construcciones arquitectónicas, buscando dotar al espacio de un absoluto protagonismo. Entre 1999 y 2003 Plensa se convirtió en uno de los pilares de la escenografía mundial, al reinterpretar junto a “La Fura dels Baus” cuatro óperas clásicas de Falla, Debussy, Berlioz y Mozart, y en solitario un montaje teatral contemporáneo, “La pareti della solitudine”, de Ben Jelloun. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas por todo el mundo, entre las que destaca la retrospectiva celebrada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en el año 2000. En junio de 2008 inauguró en Londres, en la sede de la BBC, su obra “Breathing”, monumento dedicado a los periodistas muertos en el ejercicio de su profesión.

A lo largo de su carrera ha recibido numerosas distinciones, como la Medalla de los Caballeros de las Artes y las Letras en 1993, otorgada por el Ministerio de Cultura francés o el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1997, de la Generalitat de Cataluña. Considerado uno de los máximos representantes del nuevo arte español de tendencia expresionista, su obra está presente en las mejores galerías y ferias de arte nacionales e internacionales, además de en los principales museos de Europa y estados Unidos, como el MOMA de Nueva York, el Kemper de Kansas, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Palazzo Forti en Verona, el MACBA o el Museo Reina Sofía de Madrid.

 

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MARTÍNEZ ABADES
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Juan MARTÍNEZ ABADES (Gijón, 1862 – Madrid, 1920). “Paisaje costero”.

MARTÍNEZ ABADES

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MARTÍNEZ ABADES, Juan (Gijón, 1862 – Madrid, 1920).
“Paisaje costero”.
Óleo sobre tabla.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 36 x 50 cm; 49 x 62 cm (marco).

 

Pintor e ilustrador, Martínez Abades inició sus estudios artísticos en el Instituto Jovellanos de Gijón, donde empezó a desarrollar sus extraordinarias dotes para el dibujo copiando obras de la colección de la escuela. En 1880 se traslada a Madrid e ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, estudios que alternará con las clases particulares que recibía de José Gragera e Ignacio Suárez-Llanos. En 1884, bajo la influencia de Rosales, envió a la Exposición Nacional de Bellas Artes su lienzo “La muerte de Mesalina” (Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo). Durante los veranos pintaba en Gijón, especializándose en los temas de marinas.

En 1888 se le concede una pensión de mérito de la Diputación de Oviedo para ampliar sus estudios en Roma, ciudad en la que permanecerá hasta 1890. A su regreso se estableció de nuevo en Madrid, aunque siguió viajando a la costa durante los veranos para realizar apuntes del natural. El mismo año de su regreso de Italia presentó a la Exposición Nacional el cuadro “El Viático a bordo”, con el que obtuvo una medalla de segunda clase, lanzándole a la fama en el mundo pictórico hispano. Participó asimismo en las Exposiciones del Círculo de Bellas Artes de Madrid, y colaboró como ilustrador con la revista “Blanco y Negro”.

Siguió concurriendo con asiduidad a exposiciones tanto nacionales como regionales y de especialización temática, siendo de nuevo condecorado con segunda medalla en la Nacional de 1892 y, finalmente, con primera medalla y la Encomienda de Isabel la Católica en la edición de 1901. También participó en exposiciones extranjeras, como la organizada en Berlín en 1891 o la de Chicago en 1893. Sin duda, por lo que Martínez Abades era reconocido en la época era por sus marinas, llegando a considerársele como el marinista por antonomasia del Cantábrico. En el conjunto de su obra las marinas, tanto al óleo como ilustraciones, son muy abundantes y de técnica irreprochable. Sin duda, era el género en el que mejor se desenvolvía teniendo, además, un mercado consolidado en el que dominaba sin posible discusión.

En sus últimos años centró su producción en la ilustración, dejando en un segundo plano la pintura. Sin embargo, su arte sería reconocido por parte de la crítica y el público en una gran exposición antológica dedicada a su obra en el Salón Iturrioz de Madrid en 1913. Juan Martínez Abades está representado en el Museo del Prado, el Provincial de Lugo, el Jovellanos de Gijón, el Jaume Morera de Lleida y el Municipal de San Telmo en San Sebastián, así como en la colección MAXAM y otras tanto españolas como extranjeras.

 

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Escuela francesa siglo XVII. “Bodegón con uvas y codornices”.

Escuela francesa siglo XVII

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Escuela francesa del siglo XVII.
“Bodegón con uvas y codornices”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado en los años 50.
100 x 81 cm; 121 x 102 cm (marco).

 

En este lienzo se plasma un bodegón de composición cerrada y equilibrada, con los objetos dispuestos de forma ordenada, aunque con el amontonamiento típico del naturalismo barroco, en primer plano, organizados en tres niveles de altura. Se trata de racimos de uvas, melocotones y perdices muertas, dispuestos en una fuente de metal típicamente barroca por su contorno mixtilíneo y una cesta situada tras ella.

Las perdices y las ramas de la parte superior aparecen fijados al muro, con un lado azul, único foco de color frío de todo el cuadro, adornando el punto de unión entre ambos lados del ramaje. Los frutos aparecen plenos, con delicadísimos matices de textura en el caso de los melocotones y una miríada de brillos y de tonalidades en el de los racimos, estos últimos cargados a más no poder de uvas, evidenciando el gusto por lo exuberante, por la plenitud de formas, que es una de las bases estéticas del barroco. Formalmente esta obra se enmarca dentro el barroco naturalista, tanto por la precisión rigurosa en la captación de las calidades como, y especialmente, por el tratamiento lumínico, muy pensado y rico en contrastes, que determina una atmósfera cálida y tenebrista.

La pintura francesa del periodo barroco pasa por un primer periodo de vacilación, entre el barroquismo y las tendencias tradicionales derivadas del espíritu academicista, antibarroco y anclado en el manierismo. En esta primera etapa encontramos al gran caravaggista Georges de La Tour y a los primeros pintores de bodegones. Después de ellos llegarán los grandes pintores del clasicismo francés del XVII: Poussin, Claudio de Lorena y Philippe de Champaigne. Este bodegón se enmarca dentro de ese primer periodo, ya sea por fecha o sólo por estilo, dado que muestra características propias del barroco naturalista, pese al orden y la claridad clásicos de su composición.

Así, como hiciera La Tour en sus composiciones, el autor de este bodegón emplea una luz protagonista que revela los objetos sumidos en la penumbra, sumergidos en una noche quebrada por esta luz fuerte que recude los matices al rojo, el blanco y una amplia gama de terrosos y ocres. Se trata de una luz artificial y dirigida, de foco, que penetra en el espacio pictórico desde el ángulo superior izquierdo, tal y como hacía el propio Caravaggio, creando puntos de atención directamente iluminados en contraste con zonas de penumbra y de densa sombra, contribuyendo así de forma naturalista al modelado de los volúmenes y a la construcción del espacio.

Así, el autor de este lienzo aprovecha el descubrimiento fundamental del maestro italiano: el de que la luz crea la forma de los cuerpos dotándolos de masa y color. Estas características fueron comunes a los primeros pintores franceses de bodegones, como Baugin, del cual el Louvre posee un magnífico “Bodegón con tablero de ajedrez”. La rigurosa simplicidad de las composiciones de estos primeros bodegonistas, y que aquí se aprecia en todo su esplendor, se opondrá al estilo fastuoso de los bodegones que pintaron más adelante los artistas de Luis XIV.

 

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Cerámica Talavera
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Macetero de escenas azules. Talavera, siglo XVIII.

Cerámica Talavera

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Gran macetero de la serie de las escenas azules; Talavera, siglo XVIII.
Cerámica esmaltada.
Medidas: 57 x 54 x 54 cm.

Macetero de cerámica decorada con esmalte azul cobalto pincelado sobre un engobe blanco de estaño. Combina motivos heráldicos, de arquitectura en paisaje y detalles vegetales, y pertenece a la llamada serie azul o de las escenas azules, desarrollada en Talavera en el siglo XVIII. Presenta los mismos temas que la serie polícroma (“istoriato”), pero únicamente en azul, a modo de “camaïeu”. Las de esta serie son piezas de gran tamaño, la mayoría de ellas piezas votivas, y en el caso de las que presentan motivos heráldicos muestran además esmaltes y engobes de alta calidad, dado que son realizadas por encargo.

Se trata de una serie totalmente innovadora dentro del siglo XVIII: se deja atrás la tradicional policromía para abrazar el nuevo estilo moderno azul y blanco, fruto de la influencia oriental que llega a través de Francia y de Delft. Por otro lado, sería la asimilación española del “istoriato” italiano, es decir, piezas decoradas con escenas pictoricistas, en muchas ocasiones figurativas, pinceladas con gran detalle. No obstante, suele presentar temas típicamente españoles, como las escenas de montería, de caballos y de toros. Además, como aquí vemos en el caballo rampante, los motivos se inscriben entre dos altos motivos vegetales (aquí árboles), siguiendo una composición tradicional de Talavera.

 

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Joanquín MIR
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Joaquín MIR TRINXET (Barcelona, 1873 – 1940). “Jardín”.

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Joanquín MIR

MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940).
“Jardín”.
Óleo sobre lienzo, encolado sobre cartón.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Adjunta certificado de autenticidad por Francesc Miralles, experto en la obra de Joaquín Mir.
35,3 x 48,2 cm; 58,5 x 72,5 cm (marco).

 

Miralles indica en su estudio que se trata de una obra poco característica de Joaquín Mir, si bien el procedimiento pictórico es el suyo, con un primer estrato de capa pictórica compuesto por grandes manchas de color, y sobre ella pinceladas más pequeñas que determinan la composición. Pese a ello, las pinceladas más superficiales parecen pertenecer a otra mano. Este hecho, que para algunos determinaría una duda sobre la atribución de la obra, es sin embargo el resultado de ciertas colaboraciones de jóvenes discípulos, algunas de ellas documentadas y otras sólo intuidas. Miralles continúa indicando que la firma pertenece al autor, y que fue realizada en el mismo momento que el cuadro. Asimismo, explica que la obra fue recortada hasta los márgenes actuales, lo que podría hacer pensar que se trata de un fragmento de una composición más grande, inacabada, que se recortó posteriormente, algo nada extraño en Mir. Por otro lado el tipo de tela, gruesa, y la composición establecida en planos paralelos, son los típicos del pintor barcelonés. Continúa Miralles explicando que es aventurado tratar de datar esta pieza, pero que tal vez podría situarse en torno a la época del Vallès, tanto por los colores vivos que se ven en ella como por el tema. Finaliza el experto indicando que, pese a las observaciones hechas, esta obra a su entender se puede considerar auténtica de Joaquín Mir, y que de hecho la incorpora a su archivo personal para su futura publicación.

Joaquín Mir estudió en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona y en el taller del pintor Luis Graner. Su estilo recibió también la influencia de la Escuela de Olot, ciudad de origen de su padre. En 1893 forma la “Colla del Safrà” junto con artistas como Isidro Nonell, Ricard Canals o Ramón Pichot, y en los últimos años del siglo se relaciona con el ambiente artístico de “Els Quatre Gats”. Completó su formación en 1895, año en que pasó una temporada en Madrid copiando obras de Velázquez. En estos años concurrió a las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, en sus ediciones de 1894, 1896 y 1898. Ganador de una segunda medalla en la Exposición de Madrid de 1899, ese mismo año se traslada a la capital con el objetivo de opositar a la beca en Roma. Al no conseguirla, marcha con Santiago Rusiñol a Mallorca, en un viaje que supondrá un definitivo punto de inflexión en su carrera. Mir queda deslumbrado por el paisaje mallorquín, en concreto por el de Sa Calobra, que supuso para él una inagotable fuente de inspiración. En 1901 expone individualmente en la sala Parés de Barcelona el fruto de esta primera etapa mallorquina, y obtiene de nuevo segunda medalla en la Exposición Nacional.

Tras un periodo de enfermedad que le obliga a trasladarse a Reus, obtiene en 1907 la primera medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona. Ya consolidado como figura destacada del panorama catalán, adquiere el definitivo reconocimiento a nivel nacional en 1917, cuando se le concede el Premio Nacional de Bellas Artes. Cuatro años después se casa y se instala definitivamente en Vilanova i la Geltrú. Sus éxitos se suceden, y en 1929 obtiene primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente gana la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid, premio que perseguía desde 1922. Si bien fue un pintor principalmente autóctono, realizó muestras personales y colectivas en Washington, París, Pittsburg, Nueva York, Filadelfia, Ámsterdam, Buenos Aires y Venecia. Mir es hoy considerado como el más destacado representante del paisajismo postimpresionista español. Se conserva obra suya en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía de Madrid, entre muchos otros.

 

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Dutch School
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Escuela holandesa, siglo XVII – XVIII. “Garza y ranas en un paisaje”.

Dutch School

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Escuela holandesa de finales del siglo XVII – principios del XVIII.
“Garza y ranas en un paisaje”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 57 x 89 cm; 66 x 99 cm (marco).

En esta obra el autor conjuga la construcción de un paisaje típico de la escuela holandesa barroca más fiel a la tradición con la presencia, en primer plano, de varios animales que cobran un inusitado protagonismo, más propio del género del bodegón, que en los Países Bajos y Holanda se poblará con frecuencia de animales vivos a partir del siglo XVII. Vemos un paisaje totalmente escenográfico, netamente barroco, construido a base de planos paralelos en profundidad, contrastados cromáticamente. Esta forma de componer el espacio deriva directamente de la tradición local del siglo XVI, al igual que la pincelada apretada, precisa y descriptiva, que busca ante todo la captación rigurosa y preciosista del natural.

De entre todas las contribuciones que hicieron los países del norte de Europa a la historia del arte ninguna ha alcanzado la perdurable importancia y la popularidad de la pintura holandesa de paisaje del siglo XVII. Las obras de Avercamp, Van Goyen y Ruysdael, entre muchos otros, evocan los perfiles, terrenos y atmósferas de los Países Bajos de una manera más vívida que cualquier otro lugar, grande o pequeño, haya sido representado alguna vez. Los paisajes holandeses han adquirido un lugar preeminente en las paredes de los grandes museos de pintura occidentales, y hoy en día continúan deleitando tanto a las sucesivas generaciones de amantes del arte como a los pintores. No cabe duda que la tradición pictórica holandesa, sus diferentes rasgos y artistas individuales atrajeron fuertemente la atención de otras épocas.

Dentro de esta tradición, la contribución paisajística holandesa más revolucionaria y perdurable ha sido seguramente su naturalismo. Los pintores holandeses del siglo XVII fueron los primeros en crear una imagen perceptivamente real y aparentemente comprensiva de su tierra y gentes. Aunque el paisaje como género independiente aparece en Flandes en el siglo XVI, no cabe duda de que este tipo de pintura sólo alcanzó pleno desarrollo entre los artistas holandeses. Puede decirse que prácticamente fueron ellos quienes inventaron el paisaje naturalista, al que afirmaron como rasgo exclusivamente central de su patrimonio artístico. No cabe duda de que el pintor holandés, colmado de orgullo por su tierra, supo mostrar a través de sus cuadros la belleza de sus vastas llanuras y cielos cubiertos, el trazado regular de sus canales y ríos llenos de meandros, sus pólders y diques, sus playas y, por supuesto, sus espectaculares mares tempestuosos.

Grandes viajeros, los holandeses supieron además pintar fidedignamente la apariencia de lugares extranjeros, fueran éstos la templada campiña italiana, las montañas y cataratas de Escandinavia o la exótica escenografía de Brasil. A pesar de su naturalismo o del registro inventarial del hecho, los paisajes holandeses fueron al menos tanto un producto de la imaginación como de la observación. La visión holandesa de la realidad, casi tan literal como la fotografía, no traza tanto los contornos o examina la topografía de su entorno como selecciona y reforma naturalmente la naturaleza para presentarla de un modo ejemplar.

 

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David CASALS MORENO (Centelles, Barcelona, 1976). “Oblit en blanc”.

David CASALS MORENO

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CASALS MORENO, David (Centelles, Barcelona, 1976).
“Oblit en blanc”, 2005-2006.
Acrílico sobre lienzo.
Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 195 x 239 cm.

 

 

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona en 1999 y doctorado por la misma en 2002, David Casals debutó en 1999 en una exposición colectiva celebrada en la galería Trece de Ventalló (Girona), y el año siguiente celebró su primera exposición individual en la Capilla de Jesús de su ciudad natal. Desde entonces ha realizado muestras personales en la Sala Parés de Barcelona, la galería Jorge Alcolea de Madrid y otras salas y centros de arte, principalmente en Cataluña.

También ha participado en exposiciones colectivas en diversos puntos de España, Italia y Suiza, y ha participado en numerosos certámenes, siendo galardonado en muchos de ellos: medalla de honor del XXIV Premio BMW de Pintura, Primer Premio del XLVIII Concurso Internacional de Dibujo Ynglada-Guillot, etc.

Actualmente está representado en la Fundación Fran Laurel, los Ayuntamientos de Almonte, Castellterçol y Centelles, la Universidad de Barcelona, la Fundación Vila Casas, el Banco de Sabadell, la Fundación Barceló, la Testimonio de La Caixa, la Obra Social caixa de Sabadell, la Fundación de las Artes y los Artistas de Barcelona y la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi.

 

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José DUARTE MONTILLA (Córdoba, 1928). “Niños en el columpio”.

José DUARTE

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DUARTE MONTILLA, José (Córdoba, 1928).
“Niños en el columpio”, 1967.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 68 x 98 cm; 79 x 109 cm (marco).

 

 

Miembro fundador del Equipo 57, constituido en París en 1957, José Duarte conoció a Juan Serrano, su futuro compañero de grupo, en el Colegio Español de Córdoba, y juntos salían de excursión por los alrededores de la ciudad para pintar. Más tarde coincidirán de nuevo en la Escuela de Artes y Oficios. Finalmente José Duarte completará su formación en la Escuela de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría, en Sevilla, donde ingresó en 1944. Sus años de formación estarán marcados por la influencia de Daniel Vázquez Díaz, y pronto se incorpora a la vanguardia, mostrando un creciente interés por la abstracción y fomentando amistades como la de Jorge Oteiza o el arquitecto Rafael de la Hoz.

Viaja entonces a París y conoce a Picasso, encuentro que marcó profundamente a Duarte y que le impulsó a instalarse en la capital francesa a partir de 1956. Un año más tarde será miembro fundacional del Equipo 57, grupo que defendió desde el primer momento una abstracción constructiva desde el original enfoque de la interactividad espacial. Durante los primeros años, el Equipo celebró exposiciones en París, Copenhague y Madrid, entre otras ciudades, y en 1993 el MNCA Reina Sofía le dedicó una importante muestra retrospectiva. El grupo se disolverá en 1963, y José Duarte se replantea sus objetivos como artista.

Se integra entonces en el grupo de grabadores Estampa Popular, e interviene en todas sus exposiciones, celebradas en España y en el extranjero. Es el comienzo de lo que será su línea netamente figurativa, que no abandonará ya en el resto de su carrera. A partir de una figuración expresionista de marcado contenido social, Duarte evolucionará hacia posiciones cada vez más realistas a través de las que expresa, siempre de forma contenida, la dureza de la vida rural andaluza. Trabajará en temáticas similares hasta 1980, y en paralelo da a conocer su obra a través de importantes muestras en España y el extranjero. No obstante, entre 1981 y 1989 Duarte entra en crisis y deja de exponer, hasta que en 1991 decida sacar a la luz todos los trabajos realizados en ese tiempo.

Desde entonces, y ya en su obra actual, la pasión de Duarte se centra en la pintura por sí misma. Su figuración se vuelve a motivos más íntimos y sensuales, ambientados en entornos cotidianos entre los que el bodegón cobrará un gran protagonismo. Por estos años celebra importantes muestras en Madrid, la Expo de Sevilla y Córdoba (monográfica), entre otras ciudades, y sale a la luz la madurez de su nuevo trabajo, que le valdrá en 1995 el Premio a las Artes Plásticas de la Comunidad de Madrid, dos años después de recibir la Medalla de Oro al Mérito de las Bellas Artes junto a los restantes miembros del Equipo 57. Actualmente José Duarte está representado en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Manuel RAMÍREZ IBÁÑEZ (Arjona, Jaén, 1856 – Madrid, 1925). “Pastorcillas recogiendo leña”.

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Manuel RAMÍREZ IBÁÑEZ

RAMÍREZ IBÁÑEZ, Manuel (Arjona, Jaén, 1856 – Madrid, 1925).
“Pastorcillas recogiendo leña”, 1888.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 73 x 118 cm; 92 x 137 cm (marco).

 

En esta obra Manuel Ramírez conjuga el género del paisaje con el de la pintura de costumbres, dos temáticas en alza a finales del siglo XIX tanto por su carácter decorativo como por la revalorización de los géneros anteriormente considerados menores que se vivió en esta centuria. Vemos un bosque de gran naturalismo, trabajado con una acertada pincelada cambiante capaz de reflejar la textura blanca y fresca del musgo, la miríada de colores formada por la alfombra de hojas del suelo, la precisa calidad del tronco de los árboles. Perfectamente inmersas en el paisaje vemos a dos pastorcillas cargando hatillos de leña, acompañadas por un pequeño rebaño de ovejas trabajadas con una especial maestría.

Destacado pintor jienense, Manuel Ramírez se formó en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, y en 1879 fue pensionado en la Academia Española de Roma, formando parte de la segunda generación de pintores de historia que se formaron en ella. Discípulo de Federico de Madrazo, su producción comprende las diversas temáticas propias de la época: la pintura de historia, el género costumbrista, el retrato y el paisaje, sin olvidar la pintura religiosa. Participó con asiduidad en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado con medalla de tercera clase en 1878, antes incluso de marchar a Roma, por la pintura “Muerte de Francisco Pizarro”. Desde la capital italiana Ramírez continuó enviando sus obras a las Exposiciones Nacionales: “Baño pompeyano” en 1881 y una copia de Tiziano en 1882.

Ya de regreso compaginará la práctica artística con la docencia, y ejercerá como catedrático en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. A la muerte de José Casado del Alisal fue encargado de concluir la pintura “Confirmación de la Orden de Santiago” en la basílica madrileña de San Francisco el Grande. A día se doy se conserva obra suya en el Museo del Prado, el de Bellas Artes de Badajoz, el del Ejército en Madrid, el Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife y el de San Telmo en San Sebastián, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Amazone et Clown”.

Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 -1977).  "Amazone et Clown".

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Amazone et Clown”, París, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 62 x 62 cm; 92 x 92 cm (marco).

 

 

En esta obra el autor construye una imagen a medio camino entre la realidad y el mundo onírico, donde el color cobra un protagonismo absoluto diluyendo líneas y formas. De este modo se construye una atmósfera de luz y color independiente, matizado por las personalísimas texturas de Grau Sala, que juegan a confundir el espacio, despertando la imaginación del espectador.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard.

Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”.

Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Ambrosius BENSON (Lombardía – Brujas, 1550). “La Virgen y el Niño”.

Ambrosius BENSON (Lombardía - Brujas, 1550). "La Virgen y el Niño".

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BENSON, Ambrosius (Lombardía, activo en Brujas desde 1518 – Brujas, 1550).
“La Virgen y el Niño”.
Óleo sobre tabla de roble.
Se adjunta estudio científico realizado por la Universitat Politècnica de Catalunya.
Con marco en madera tallada de finales del siglo XIX.
Medidas: 120,5 x 111,5 cm; 136 x 128 cm (marco).

 

Famosa obra publicada en el libro de J. Sander “Hugo van der Goes”, p. 126 (Mainz, 1992). Adjunta un estudio técnico, iconográfico, estilístico y de pigmentos (espectroscopia Raman), con análisis por fotografía ultravioleta y macrofotografía infrarroja. Realizado por Sergio Ruiz Moreno, Alejandro López-Gil Serra y Carmen Sandalinas Linares, de la Universitat Politècnica de Catalunya.

En esta tabla de magnífica calidad y delicado estilo, gran ejemplo de la mejor pintura flamenca, se representa a la Virgen entronizada con el Niño Jesús sentado en su rodilla derecha, sosteniendo una flor blanca en su pequeña mano. A los pies de María, a su derecha, vemos un jarrón con las iniciales de Cristo, que contiene lirios y flores alusivos al martirio. El trono aparece decorado con dos relieves frontales y diversos medallones, en los que el pintor ha representado algunas de las escenas más destacadas de la vida de la Virgen.

En el frontal del trono encontramos, a la derecha de María, la Adoración de los Magos, y a su izquierda la de los pastores. En el respaldo del trono vemos la Asunción de la Virgen y a Cristo resucitado ante su madre, a la derecha, y a la izquierda a Jesús en el Templo ante los doctores, la Anunciación y un fragmento de una escena no identificada. Sobre las escenas del frontal del trono se sitúan guirnaldas con cabezas de carnero ornamentales, alusivas a la Pasión de Cristo.

La representación de la Virgen y del Niño es aún algo arcaica, recogiendo la tradición gótica. sin embargo, la ornamentación del trono recoge la influencia del renacimiento italiano llegada a Flandes, que observamos en las arquitecturas del trono y en la variedad de motivos ornamentales, a destacar la rica decoración con grutescos “a candelieri” del respaldo del trono y los niños sujetando guirnaldas en la parte superior del trono. Vemos también una detallada vegetación a los pies del trono, como es característico en la pintura flamenca.

Mediante espectroscopia Raman se han identificado los siguientes pigmentos: blanco de plomo, amarillo de plomo y estaño, bermellón, rojo de plomo, azurita, negro carbón y blanco de Creta para la imprimación. Estos pigmentos nos indican que esta obra puede situarse entre principios del siglo XVI y el XVII, aunque dentro de ese intervalo temporal, y en base a su iconografía, es más probable situarla en la primera mitad del siglo XVI. Por otro lado, cabe mencionar que la presencia de azurita y del blanco de Creta como imprimación, así como el dibujo subyacente, son representativos de la escuela flamenca, en contraste con el lapislázuli y el “gesso” (yeso) de la escuela italiana de la misma época.

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Giovanni Antonio BURRINI (Italia, 1656 – 1727). “Audiencia del rey Felipe II”.

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35017153-(100)

BURRINI, Giovanni Antonio (Italia, 1656 – 1727).
“Audiencia del rey Felipe II”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 264 x 170 cm; 295 x 205 cm (marco).
Procedencia: Palacio Albergati Capacelli di Zola, Bolonia.
Obra referenciada y publicada en los siguientes libros:
Colnaghi, “Primaticcio to the Gandolfis”, Londres, 1987.
“Descrizione del Palazzo Albergati Capacelli e Delle Pitture con piante”, 1857 pg. 19-20, nº 14.
N. Roio, “Per Barbara Burrini Pittrice Bolognese. Accademia Clementina/Atti e Memoria”, NS 27, pg. 67.

 

Este cuadro es un documento histórico que representa al embajador Fabio Albergati recibido por Felipe II, mientras un artista ejecuta en secreto su retrato, bajo las órdenes del rey. Se trata de un gesto político destinado a fortalecer los lazos entre ambos países. Al pie, la inscripción: “PHILIPPUS II. HISP. REX FABIUM ALBERGATI EQUESTRIUM SCRIPTOREM CELEB: SIBI / A GREGORIO XIII. P.M. LEGATUM INVITUM CLAM PINGI CURAVIT 1574”. Fabio Albergati (1538-1606) fue un diplomático y escritor italiano, conocido por sus teorías políticas y morales, al servicio de Jacopo Boncompagni, hijo ilegítimo del papa Gregorio XIII.

Nacido en Bolonia en 1656, debido a sus grandes facultades Burrini obtuvo los más sobresalientes encargos de la época, compartiendo clientela con Luca Giordano y Pietro da Cortona, y es actualmente considerado el mejor pintor de la escuela boloñesa de hacia 1700. Fue asimismo un personaje destacado de su momento, y ejerció gran influencia en las altas esferas de la política italiana del siglo XVII. Desarrolló un lenguaje plenamente barroco, caracterizado por su intenso colorido y por su dramatismo impetuoso y apasionado, opuesto al frío refinamiento de contemporáneos suyos como Carlo Cignani o Marcantonio Franceschini, cuyo estilo imperaba entonces en la escuela boloñesa. De hecho, Burrini fue el iniciador de la corriente neoveneciana que dominará la pintura en Bolonia a finales del siglo XVIII. Se formó en el taller de Domenico Maria Canuti, uno de los más dotados pintores decorativos de la tradición boloñesa. Su talento atrajo pronto al grabador Giulio Cesare Venenti, quien le alojará en su casa y le dará trabajo como dibujante.

En esta época Burrini emprende la formación típica de los pintores boloñeses de la época: la copia de las obras más célebres de los Carracci y de sus principales seguidores, que se conservaban en Bolonia. En abril de 1672 su maestro Canuti parte hacia Roma, por lo que Burrini pasó al taller de otra personalidad del primer plano de la escuela boloñesa, Lorenzo Pasinelli. Este maestro le pondrá en contacto con el público sofisticado que Burrini buscaba, ansioso de obras bellas y refinadas. Seguramente será poco después, hacia 1675, cuando realice su viaje a Venecia. Allí contempló con fascinación las obras de Veronés y Tintoretto, cuya influencia será patente ya en el resto de su obra. Burrini también admiró a Pietro da Cortona y Luca Giordano, de quienes pudo ver algunas obras en Florencia. Al poco de regresar a Bolonia comenzará a recibir sus primeros encargos como artista independiente, entre los que cabe destacar una “Adoración de los Magos” pintada para monseñor Ratti, que tras ser enviada a Roma fue alabada por Carlo Maratti, cabeza de la escuela romana de la época.

Por estos años fue amigo de Giuseppe Maria Crespi, con quien compartió taller, y trabajó tanto en Bolonia, donde pasó la mayor parte de su vida, como en Turín (para los Saboya-Carignan), Zola Predosa y en Novellara. Activo participante de la vida cultural boloñesa, en 1709 fue uno de los fundadores de la Academia Clementina. Como pintor religioso realizó importantes obras como el “Martirio de Santa Eufemia” (1686, Santa Eufemia de Rabean), el “Martirio de Santa Catalina” (Santa Caterina di Saragozza, Bolonia) o la “Virgen con los santos Petronio y Dionisio Areopagita” (1684, iglesia parroquial de Monghidoro). También realizó pinturas al fresco en palacios como el Ruini y el Alamandini de Bolonia o la Villa Albergati en Zola. Actualmente está representado en el Museo del Louvre, la Pinacoteca Nazionale de Bolonia, el Museo de Varsovia, la Colección Ghisleri, el Fogg Art Museum de Cambrigde (EE.UU.), el York Museums Trust y otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Josep de TOGORES LLACH (Cerdanyola del Vallès, 1893 – Barcelona, 1970). “Homenaje a Barcelona”.

Lote en subasta:

35017206-(100)

TOGORES LLACH, Josep de (Cerdanyola del Vallès,
1893 – Barcelona, 1970).

“Homenaje a Barcelona”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior izquierda. Con etiqueta
al dorso de la Sala Parés de Barcelona.

Medidas: 74 x 195 cm; 90 x 210 cm (marco).

 

Esta obra se enmarca dentro de la producción clasicista de Togores, tanto por su factura dibujística, de cromatismo entonado y armónico, como por la propia temática y la forma de abordarla, convirtiendo su homenaje a Barcelona en una alegoría a la antigua. Sobre una vista aérea de la ciudad, minuciosamente detallada y trabajada con un delicado cromatismo, vemos la representación simbólica de Barcelona, una mujer de torso desnudo coronada de flores, que contempla la urbe que se desarrolla bajo ella. Apoyado en su pierna vemos a Cupido, claramente identificado por las alas, el carcaj, el arco y las flechas. Sobre ellos vemos un ángel, el único de los personajes celestiales que rodean la composición que aparece con alas.

El resto son jóvenes hombres y mujeres de esbeltas formas, siguiendo un canon totalmente anticlásico y netamente moderno, que aparecen contemplando la escena o dándole la espalda. En los ángulos inferiores se sitúan dos escenas de claro sentido alegórico: a la izquierda vemos a la familia barcelonesa, en el campo, acompañada por un gallo, y a la derecha una representación del conocimiento y de las artes, simbolizados por varios objetos y tres personajes, un anciano desnudo, una mujer completamente cubierta y un joven a sus pies con el torso también desnudo. Tras ellos, contemplando la ciudad rodeada de nubes desde un acantilado, vemos a tres misteriosas figuras de espaldas, trabajadas en tonos grises.

Nacido en el seno de una familia acomodada y culta, que frecuenta los círculos intelectuales, su interés por la pintura nace a los trece años, al perder el oído por una meningitis. Viaja a Francia y Bélgica, donde descubre la pintura de Rembrandt, y en la Exposición Internacional de Arte de 1907, en Barcelona, queda fascinado por la obra de Monet. Con dieciocho años ya es un artista de importante presencia en Barcelona, y en 1913 recibe el encargo de la decoración de la capilla de Anna Girona en Poblet. Becado por el ayuntamiento de Barcelona se traslada a estudiar a París, donde conocerá la pintura de Cézanne, que será desde entonces una influencia decisiva en su obra. En 1917 conoce a Picasso, y entra en contacto con las teorías y círculos cubistas. En los años veinte inicia su relación con el galerista Kahnweiler, quien más adelante será marchante de Picasso. Con él trabaja en exclusiva entre 1921 y 1931, momento en que su pintura pasa por su periodo más experimental, acercándose al automatismo y al surrealismo.

De la mano de Kahnweiler se convierte en un artista de enorme éxito. En 1932 su pintura da un nuevo giro, una vuelta a la figuración. Se traslada a Barcelona y trabaja con un nuevo marchante, Francesc Cambó. En este periodo realiza multitud de retratos de los personajes más relevantes de la sociedad catalana, y pasa a ser uno de los pintores más cotizados del momento. Durante la Guerra Civil se traslada a Francia, pero regresa en 1939, donde continúa trabajando, sin haber perdido en absoluto su prestigio. Su obra está presente en el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Museo Nacional Reina Sofía, el Museo Nacional del Arte de Cataluña, el Museo Getty (Los Ángeles), Museo de Arte de Sabadell, el museo Städtisches Gelsenkirchen (Alemania), el museo Thyssen – Bornemisza (Madrid), el Palacio Nacional de Montjuic o el Centro Georges Pompidou (París), entre otros.

 

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Ramón SANVISENS MARFULL (Barcelona, 1917 – 1987). “El bot de vi”.

35002195-(100)

Lote en subasta:

SANVISENS MARFULL, Ramón (Barcelona, 1917 – 1987).
“El bot de vi”, c. 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 81 x 100 cm; 96 x 115,5 cm (marco).

Sanvisens inicia en 1933 su formación en la Escuela de Artes y Oficios del Clot, Barcelona, como discípulo de Domènec Soler. Dos años después ingresa en la Escuela de La Lonja de Barcelona, donde tuvo como maestro a Luis Muntané. Durante la Guerra Civil fue movilizado, pero al terminar la contienda retoma sus estudios en La Lonja, esta vez como seguidor de Monreal y Tejada, Miquel Farré, Francesc Labarta y Enric Monjo. En 1944 realiza su primera exposición individual, en las Galerías Españolas de Barcelona.

Al año siguiente se traslada a París, donde estudió a Van Gogh, Cézanne, Gauguin y Bonnard. En 1946 obtiene una beca para desplazarse a Holanda y estudiar a Rembrandt, Vermeer y Hals. Regresa al cabo de un año a Barcelona y obtiene una plaza de profesor en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi, de la que será nombrado secretario en 1971. En paralelo Sanvisens funda su propia escuela de arte, en el año de 1949. Ya plenamente consagrado, Sanvisens celebró exposiciones en destacadas salas de arte de Barcelona, como Barcino, Syra, Rovira, La Pinacoteca y Noucents, así como en Igualada, Sitges y la ciudad italiana de Bolonia. En 1975 Sanvisens abandonó todos sus cargos al agudizarse una enfermedad en el ojo izquierdo y al producirse los primeros síntomas de una insuficiencia respiratoria crónica; en 1986 se celebró la última exposición en vida del pintor, organizada por la Fundación La Caixa de Barcelona, muestra que se exhibió después en Madrid.

Tras su muerte, en 1987, le fue dedicado un homenaje en el Círculo Artístico de Sant Lluc. Su pintura, de carácter postimpresionista en sus inicios y siempre arraigada en las tradiciones catalana y francesa, fue evolucionando hacia un fauvismo con ciertos matices expresionistas. Conecta asimismo con el paisajismo colorista de Joaquín Mir, a quien conoció mientras pintaba paisajes en Gualba en 1940, para derivar después en un creciente protagonismo del color en la línea de los “fauves” franceses. A lo largo de su carrera obtuvo diversos reconocimientos por su obra, entre ellos las Medallas Masriera de Oro y de Plata y otros galardones en la Escuela de Sant Jordi y la Bienal de Arte de Montblanc. Actualmente Sanvisens está representado en los principales museos de Cataluña, entre ellos el MACBA de Barcelona.

 

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Fernando ADAM (Caracas, 1955). “Asentamiento”.

Lote en subasta:

35006024-(100)

ADAM, Fernando (Caracas, 1955).
“Asentamiento”, 2009.
Acrílico y collage sobre tela.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador. 
Medidas: 96 x 162 cm.

 

Fernando Adam estudia arte y diseño en el Instituto Neumann de Caracas. Desde su participación en la Bienal de Dibujo organizada en el Museo Alejandro Otero de Caracas (1988) y en el Museo de Arte Contemporáneo de Maracay (1989) sus exposiciones en su país y en el extranjero, en individuales y colectivas, ha sido constante. Celebró su primera individual en la galería Minotauro de Caracas (1991). Actualmente trabaja y reside en Barcelona.

En los últimos años ha participado en las ferias: Palm Beach 3 , Contemporary Art Fair (Galería Mark Hachem. USA); Art Madrid (Galeria Jordi Barnadas), Chicago Art Fair (Galería Mark Hachem .Chicago), Art London (Mark Hachem Gallery), Istambul Art Fair, MIART Feria Contemporánea de Arte; AAF Autum NY (Galeria V. del Art Gallery), New York; Art Miami (Galería Mark Hachem), Feria de Arte Glasgow; FIA , Feria Iberoamericana de Arte (Galería 39, Caracas), RED DOT Art Fair (Miami), MiArt. Galería Jordi Barnadas. Milán…

Ha celebrado reiteradas individuales con la galería parisina Mark Hachem Gallery y con Jordi Barnadas de Barcelona. En 2002 recibió 1er Premio “Mercedes Benz”, A. Prints. Barcelona; en 2007 fue seleccionado para el Salón Michetti (“Nuovo Realismo”), Fundación Michetti. Chieti, Italia. El espacio doméstico es el locus desde donde Adam examina nociones subjetivas de identidad, desplazamiento y temporalidad. Su pintura de sosegadas atmósferas, la casa es elemento mutable que flota en espacios atemporales, en paisajes de cariz metafísico. O bien es lugar donde se fija la memoria, donde las presencias se manifiestan como ausencias en interiores silenciosos despojados de lo superfluo, donde no parece existir dicotomía entre permanecer y mudar. Las sillas vacías en habitáculos desprovistos de coordenadas reinciden en la sensación de desarraigo y evanescencia espectral.

 

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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Cala mallorquina”.

35017607-(100)

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Cala mallorquina”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
65 x 70 cm; 66 x 71 cm (marco).

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico.

Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines. Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949.

Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948. A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

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Javier MARISCAL (Almazora, Castellón, 1950). “Cobi”.

35017129-(100)

Lote en subasta:

MARISCAL, Javier (Almazora, Castellón, 1950).
“Cobi”.
Técnica mixta sobre cartón.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
99 x 70 cm; 143 x 114 cm (marco).

 

Reconocido diseñador industrial, dibujante e historietista, Javier Mariscal reside y trabaja en Barcelona desde 1970. Cursó estudios de diseño en la Escuela Elisava de Barcelona, pero pronto abandona los estudios para aprender directamente del entorno y seguir sus propios impulsos creativos. Inició su carrera en el mundo del cómic underground en publicaciones como “El Rrollo Enmascarado” o “Star”, junto a Farry, Nazario y Pepichek. Tras realizar sus primeros tebeos propios a mediados de los setenta, en 1979 diseña el logotipo Bar Cel Ona, un trabajo por el que empezará a ser conocido por el gran público.

Al año siguiente se inaugura en Valencia el Dúplex, el primer bar firmado por Mariscal, junto a Fernando Salas, para el que diseña una de sus más famosas piezas, el taburete Dúplex, auténtico icono del diseño de los años ochenta tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. En 1981 su trabajo como diseñador de mobiliario le lleva a participar en la exposición del Grupo Memphis en Milán. En 1987 expone en el Centro Georges Pompidou de París y participa en la Documenta de Kassel. Dos años después su diseño Cobi es elegido como mascota para los Juegos Olímpicos de Barcelona de 1992, polémico al principio pero actualmente reconocido como la mascota más rentable en la historia de los Juegos modernos.

En 1989 crea el Estudio Mariscal y colabora en diversos proyectos con diseñadores y arquitectos como Arata Isozaki, Alfredo Arribas, Fernando Salas, Fernando Amat o Pepe Cortés. Entre sus trabajos más destacados están las identidades visuales para el partido socialista sueco, la radio Onda Cero, el Zoo de Barcelona, la Universidad de Valencia, el centro de diseño y arquitectura Lighthouse de Glasgow, el centro cultural GranShip en Japón, o la empresa de postproducción londinense Framestore.

En 1999 recibió el Premio Nacional de Diseño, que conceden el Ministerio de Industria español y la Fundación BCD en reconocimiento a toda una trayectoria profesional. En 2002, su recorrido multidisciplinar culmina con el diseño integral del Gran Hotel Domine Bilbao, cuyo concepto creativo se basa en reflejar la historia del diseño del siglo XX. En los últimos años, ha colaborado junto a Fernando Salas en Calle 54 Club y el Hotel Puerta de América, en Madrid.

 

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Escuela española, s.XVII. “Bodegón con frutas y hortalizas”.

Lote en subasta:

35002197-_100_

Escuela española, s.XVII.
LOARTE, Alejandro de (c.1590/1600 – Toledo,1626), atribuido.
“Bodegón con frutas y hortalizas”.
Óleo sobre lienzo.
Con restauraciones.
Reentelado antiguo.
Marco de época.
61 x 81 cm.; 94 x 117 cm (marco).

 
Loarte fue un pintor español del Barroco, especializado en la pintura de bodegones. Aunque se conservan pocos datos biográficos, parece ser que a su temprana muerte tenía a cargo un taller de prestigio en Toledo. Su técnica está muy emparentada con la de Luis Tristán, aunque matizada por la influencia de matriz veneciana de Orrente. Con casi toda seguridad es de su mano un gran lienzo con San Bernardo y sus monjes, proveniente del convento de San Francisco el Grande (depósito del Museo del Prado), anteriormente atribuido a Francisco Pacheco. En él se pueden admirar partes de bodegón de factura magnífica. En efecto, en el género donde destacó de forma sobresaliente fue en el de la naturaleza muerta. Partiendo de la obra de Juan Sánchez Cotán, incluso la supera, pues su factura es más ligera y de aire veneciano.

En la “Gallinera” (Museo del Prado) conjuga con maestría el bodegón y las figuras, tal como hiciera en Italia Bartolomeo Passerotti. En el bodegón que nos ocupa, el dibujo es muy cuidado, y la iluminación contrastada modela las frutas y hortalizas. Se inscribe en la senda de Cotán, en su gusto por la austeridad mística, la elegante simetría, la sobriedad de los manjares que la luz modela con excelente tratamiento. Sobre el fondo densamente negro, se destacan las piezas por la iluminación y el lineado preciso. El claroscuro realza la miga esponjosa del pan, el esmaltado de la cerámica, la piel bruñida de las aceitunas… Obtiene las justas texturas y calidades en cada elemento, haciendo armonizar compositivamente unos y otros. Loarte, como Cotán y Zurbarán, contribuyó a elevar el género del bodegón al rango de género con entidad propia.

 

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Jorge CASTILLO CASALDERREY (Pontevedra, 1933). “Siluetas”.

Lote en subasta:

34001609-(100)

CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933).
“Siluetas”.
Escultura en plancha de hierro lacada, ejemplar P.A.
Con firma y justificación estampadas.
Puede emitirse certificado de autenticidad, a petición y cargo del comprador.
Medidas: 92 x 121 cm.

Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Su familia emigró a Buenos Aires al año de nacer el pintor, pero él regresará a Europa. Trata de ir a París, pero por falta de recursos económicos se establece en España.

Tras pasar por Vigo se instala en Madrid en 1957, donde pronto entra en contacto con el crítico de arte José María Moreno Galván, quien admira su trabajo y le introduce en los círculos artísticos madrileños. En 1958 empieza a vender sus dibujos en la galería Biosca, y el propio pintor Antonio Saura compra varios de ellos. Al año siguiente expone sus trabajos sobre papel y acuarelas en la galería Altamira de Madrid. Poco a poco se irá decantando por la técnica del grabado, que será finalmente su principal medio de expresión, aunque lo alternará con la pintura.

En 1960 es seleccionado para la Bienal de São Paulo en Brasil. A partir de entonces expondrá su obra internacionalmente, en galerías y museos de Nueva York, San Francisco, Tokio, París, Lisboa, Turín, Hannover, Dusseldorf y Ginebra. Participa en la Bienal de Venecia en 1964 y 1976, y en 1970 realiza una exposición individual en la Nationalgalerie de Berlín, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera. Obtuvo premios como los Internacionales de Dibujo (1964) y de Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), y el Cultura Viva de las Artes Plásticas (2006).

Actualmente reside y trabaja Ibiza. Se puede contemplar obra de Jorge Castillo en el Museo de Bellas Artes de Lausana, la Fundación Juan March, las Galerías Nacionales de Edimburgo y Berlín, los Museos de Arte Moderno de San Francisco y Vitoria, la Kunsthalle de Bremen, el Albertina de Viena, la Biblioteca Nacional de España y el Guggenheim de Nueva York, entre otros.

 

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“GIACOMO DA CASTELLO”; Jacob VAN DER KERCKHOVEN (Amberes, c.1637 – Venecia, c.1712). “Bodegón de aves y frutas”.

35017208-(100)

Lote en subasta:

“GIACOMO DA CASTELLO”; VAN DER KERCKHOVEN, Jacob (Amberes, c. 1637 – Venecia, c. 1712).
“Bodegón de aves y frutas”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior central.
Con marco del siglo XVII.
Medidas: 77 x 65 cm.
Obra publicada en F. Zeri, “La natura morta en Italia”, vol. I, p. 355-363 (1989).

En esta extraordinaria obra se aprecia la doble influencia que caracterizó la pintura de Van der Kerckhoven: por un lado la pintura flamenca de su formación y por otra la italiana, dado que residió la mayor parte de su vida en Venecia. Así, vemos una composición suntuosa y compleja, aunque carente de los detalles escenográficos propios de la escuela contemporánea flamenca. Al contrario, vemos objetos cotidianos, propios de la vida del pueblo, como higos, pepinos, cerezas y aves de corral. También los objetos que aparecen, un cesto de madera y una vasija de barro, son totalmente sencillos, populares y alejados de todo lujo escenográfico. Sin embargo, el pintor se recrea en la descripción de sus calidades como si se tratase de finísimas copas de cristal o de ricos vasos de bronce; vemos la delicada textura de la madera curvada, la textura cálida de la arcilla, los finos pliegues del papel que recoge las frambuesas… Idéntica atención presta el autor a los animales y frutos, que fueron su gran especialidad. Así, demuestra su maestría en la sutileza de los colores del plumaje de las aves, en la cualidad empolvada de los higos, en la minúscula pincelada que da textura a las frambuesas. Cabe señalar asimismo la importancia de la iluminación, en cierto modo heredera del tenebrismo italiano. Se trata de una luz natural, diferente a la tenebrista, pero que como ella incide directamente en los elementos principales de la composición, dejando el resto en penumbra y creando expresivos efectos de claroscuro que, mediante el contraste, realzan el volumen de los distintos elementos y reflejan una atmósfera cálida e intimista.

Jacob van der Kerckhoven fue un pintor nacido en Amberes hacia 1637 y principalmente activo en Venecia, donde cambió su nombre a Giacomo da Castello debido al distrito veneciano en el que residía . Abordó temas diversos, como el paisaje o las escenas de género, pero destacó principalmente como especialista en bodegones con animales vivos. Documentado como discípulo en el taller de Jan Fynt en 1649, Kerckhoven se instaló en Venecia en 1660, y pronto su talento le llevó a ser uno de los pintores de naturalezas muertas más famosos de Venecia, llegando a ser pintor de cámara del Dux. Mantuvo de su formación flamenca una certera precisión en la descripción de detalles y calidades, tanto en los animales como en las frutas y otros alimentos. Posteriormente sumará a su estilo la luz de Italia, frecuentemente matizada por un claroscuro sabiamente trabajado. En su obra desplegó un personal repertorio de pequeños animales, incluyendo patos, pavos e incluso conejillos de indias, acompañados de legumbres, frutas, vegetales y otros alimentos populares, de gran sencillez. Su lenguaje denota la doble vertiente de su cultura personal, flamenca por un lado e italiana por otro. Así, abordará vastas y ambiciosas composiciones como las que había visto en los talleres de Amberes, y al mismo tiempo desarrollará un lenguaje de encanto casi ingenuo. Por otro lado, en su producción conviven obras de plácida composición, como la que aquí presentamos, con otras cargadas de dinamismo, incluso de violencia, en la más pura línea del bodegón dinámico flamenco, como “La batalla de las aves y las bestias” de la Burghley House Collection de Lincolnshire, Inglaterra. Actualmente está representado en el National Trust británico, la Galería Nacional de Eslovenia y en los Museos de Stuttgart y Budapest, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

Durante el siglo XVII, en Flandes se dio un creciente aumento de la demanda de pinturas para decorar las casas de la burguesía. Aparte de los retratos y grandes telas de tema religioso, histórico o mitológico, los artistas se especializaron, pintando obras de tamaño medio que poco a poco aumentaron de formato, con naturalezas muertas, animales, paisajes y escenas de género. Las pinturas que reproducen gabinetes de coleccionistas de la época son explícitas al respecto, hasta el punto de originar un nuevo género pictórico autónomo. Sin duda, el futuro de esta pintura hubiera sido otro sin Rubens, cuyo arte revolucionó el panorama artístico de Flandes introduciendo una nueva vía plenamente barroca y aportando un sentido de unidad y opulenta suntuosidad al ordenado y enciclopédico muestrario que eran las preciosistas descripciones de sus paisanos. Deudores de su manera o subordinados a su labor, los especialistas trabajaron en una línea nueva, sumando a sus composiciones un objeto accesorio, un paisaje o un fondo decorativo. Dentro de la pintura flamenca de bodegones del siglo XVII se distinguen dos tendencias, la estática, representada por Clara Peeters y Osias Beert, y la dinámica, con Frans Snyders y Paul de Vos. Esta obra pertenece a la segunda de estas escuelas, caracterizada por seguir el barroco rubeniano, en un sentido netamente dinámico. Los bodegones dinámicos se caracterizan por las composiciones plagadas de acusadas diagonales, y por la frecuente presencia de animales vivos, interactuando con los objetos del bodegón, captados en pleno movimiento. Como aquí vemos, en las composiciones se forman zigzags que aportan movimiento, a la vez que los objetos se acumulan, ya sin ninguna claridad. En resumen, se trata de bodegones de gran sentido decorativo, de gran riqueza, una característica netamente barroca, que se sirven del naturalismo de la captación de las calidades de animales y objetos y del dinamismo de las composiciones para atrapar la mirada del espectador.

 

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Escuela de Anton VAN DYCK (Amberes, 1599 – Londres, 1641). “Retrato de dama con sus tres hijos”.

35017166-(100)

Lote en subasta:

Escuela de VAN DYCK, Anton (Amberes, 1599 – Londres, 1641).
“Retrato de dama con sus tres hijos”.
Óleo sobre lienzo.
138 x 117 cm; 180 x 155 cm (marco).

 

 

 
En esta obra el autor plasma un retrato netamente barroco, protagonizado por una dama de alta alcurnia, ricamente vestida y enjoyada, acompañada de sus tres hijos. Vemos al niño, el heredero aunque el de menor edad, en el regazo de su madre, sobre un almohadón de terciopelo. A los pies de ambos vemos a una niña arrodillada, alzando la mano en dirección a su hermano. Una segunda niña aparece en el lado derecho de la composición, sentada sobre un amplio sillón también de terciopelo. Las figuras aparecen fuertemente iluminadas, sobre todo las tres del primer término, destacando sobre un fondo oscuro típicamente barroco, que realza su monumentalidad y su volumen, su presencia física. Formalmente cabe destacar asimismo la riqueza de las telas, no sólo por sus ampulosos y escultóricos pliegues sino, sobre todo, por la suntuosidad de sus calidades, la delicadeza de sus brillos, etc. Este tratamiento de las telas enlaza directamente con las enseñanzas de Van Dyck, cabeza de la retratística flamenca del siglo XVII. Hijo de un comerciante de paños y sedas, lo que sin duda influyó en su apreciación de los tejidos.

 

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Joaquín MIR TRINXET (Barcelona, 1873 – 1940). “Miravet”.

35017609-(100)

Lote en subasta:

MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940).
“Miravet”.
Óleo sobre lienzo, encolado sobre tabla.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
A petición y cargo del comprador, puede expedir certificado Don Marçal Barrachina.
23,5 x 29 cm; 41,5 x 46,5 cm (marco).

 

Joaquín Mir estudió en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona y en el taller del pintor Luis Graner. Su estilo recibió también la influencia de la Escuela de Olot, ciudad de origen de su padre. En 1893 forma la “Colla del Safrà” junto con artistas como Isidro Nonell, Ricard Canals o Ramón Pichot, y en los últimos años del siglo se relaciona con el ambiente artístico de “Els Quatre Gats”. Completó su formación en 1895, año en que pasó una temporada en Madrid copiando obras de Velázquez. En estos años concurrió a las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, en sus ediciones de 1894, 1896 y 1898.

Ganador de una segunda medalla en la Exposición de Madrid de 1899, ese mismo año se traslada a la capital con el objetivo de opositar a la beca en Roma. Al no conseguirla, marcha con Santiago Rusiñol a Mallorca, en un viaje que supondrá un definitivo punto de inflexión en su carrera. Mir queda deslumbrado por el paisaje mallorquín, en concreto por el de Sa Calobra, que supuso para él una inagotable fuente de inspiración. En 1901 expone individualmente en la Sala Parés de Barcelona el fruto de esta primera etapa mallorquina, y obtiene de nuevo segunda medalla en la Exposición Nacional. Tras un periodo de enfermedad que le obliga a trasladarse a Reus, obtiene en 1907 la primera medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona.

Ya consolidado como figura destacada del panorama catalán, adquiere el definitivo reconocimiento a nivel nacional en 1917, cuando se le concede el Premio Nacional de Bellas Artes. Cuatro años después se casa y se instala definitivamente en Vilanova i la Geltrú. Sus éxitos se suceden, y en 1929 obtiene primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente gana la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid, premio que perseguía desde 1922. Si bien fue un pintor principalmente autóctono, realizó muestras personales y colectivas en Washington, París, Pittsburg, Nueva York, Filadelfia, Ámsterdam, Buenos Aires y Venecia. Mir es hoy considerado como el más destacado representante del paisajismo postimpresionista español. Se conserva obra suya en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía de Madrid, entre muchos otros.

 

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Alejandra CABALLERO (Madrid, 1974). “Esplendor”.

35017139-(100)

Lote en subasta:

CABALLERO, Alejandra (Madrid, 1974).
“Esplendor”, 2012.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 87 x 81 cm.

 

Licenciada en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, Alejandra Caballero obtuvo en 1997 la Beca de Pintura de la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada, y dos años después la Manuel López Villaseñor de Ciudad Real. Debutó individualmente ese mismo año de 1999 en la REAJ de la Comunidad Autónoma de Madrid, y desde entonces ha celebrado exposiciones personales en diversas galerías madrileñas y también en Barcelona, Terrassa, Mahón y, fuera de nuestras fronteras, en la Jugoslavenska Galeria Umetniskih Dela de Belgrado. También ha participado en colectivas en museos, centros de arte y galerías de España y Francia, y ha estado presente en ferias como la de Arte de Estrasburgo (2011, 2012).

Desde los años noventa Alejandra Caballero se ha dado a conocer a través de diversos certámenes, siendo seleccionada en muchos de ellos, así como galardonada con el primer premio del 500 Festival of the Arts (Indianápolis, EE.UU., 1992), premio adquisición en la 1ª Bienal Internacional de Artes Plásticas del Ayuntamiento de Alcorcón (1997), primer premio del Pébéo Art Contest de Marsella (1997), el primer premio de pintura de pequeño formato de la Asociación Española de Pintores y Escultores (1997), mención de honor en el concurso de dibujo de la Fundación Ynglada-Guillot (2001) y premio adquisición en el I Certamen de Pintura Contemporánea de la Fundación Wellington (2001). Pintora de la vida urbana cotidiana, Caballero desarrolla una obra marcada por la melancolía, el lirismo y el silencio. Actualmente está representada en diversas colecciones particulares.

 

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Antoni CLAVÉ I SANMARTÍ (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005). “Le masque”.

34001625-(100)

Lote en subasta:

CLAVÉ I SANMARTÍ, Antoni (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005).
“Le masque”, 1975.
Técnica mixta y collage, sobre lienzo maruflado por el artista.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Adjunta certificado de autenticidad.
Medidas: 76 x 56,5 cm.

Antoni Clavé es una de las más relevantes figuras del arte contemporáneo español. Formado en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona, Clavé se dedica en un primer periodo al grafismo publicitario, la ilustración y las artes decorativas. En 1936 toma parte activa en la Guerra Civil, en las filas republicanas, lo que le lleva a exiliarse a Francia al terminar la contienda. Este mismo año de 1939 expone los dibujos que realizó en los campos de batalla. Se instala en París, donde conoció a Vuillard, Bonnard y Picasso. A partir de esta época, Clavé empieza a desarrollar una obra marcada por una plástica distinta, menos clásica. Durante este periodo sus figuras fueron perdiendo precisión y forma, dando paso al trazo y a una personal gama de colores y texturas que protagonizarán desde entonces sus obras.

Gozaba ya de un gran prestigio internacional en el momento en que se inicia su reconocimiento en España, a partir de su exposición en la sala Gaspar de Barcelona, en 1956. En 1952 realiza los decorados para la película “Hans Christian Andersen”, de Charles Vidor, y obtiene una candidatura al premio Óscar. En 1954 abandona la decoración para dedicarse a la pintura. En la década de los sesenta realizó un homenaje al Greco, y su pintura de este momento revela las influencias recibidas de dicho maestro, así como de los pintores del barroco. Toma especial relevancia la temática del caballero de la mano en el pecho, referente que se repetirá en las obras futuras de Clavé. Este periodo se caracteriza por el paso definitivo a la abstracción. En los años setenta continúa la evolución en la obra de Clavé, utilizando técnicas diversas como el collage, e inventando nuevas como el “papier froissé”, fruto de una casualidad en el uso del aerosol sobre papeles arrugados.

En 1978, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, actual Centro Georges Pompidou, le dedicó una retrospectiva que le convirtió en uno de los artistas de más prestigio de su generación. En la década de 1980 dedicó una serie de obras a Picasso, bajo el título de “A don Pablo”. Sus últimas obras se caracterizan por la recreación de texturas dentro de la abstracción, con una profusa utilización del “papier froissé”. Fue premiado en la Hallimark de Nueva York en 1948, en la Bienal de Venecia de 1954 y en la Bienal Internacional de Tokio de 1957. En 1984 el Estado Español reconoció su valía artística con la exposición de más de cien de sus obras en el pabellón español de la Bienal de Venecia. Ese mismo año le fue concedida la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. La obra de Clavé se encuentra, entre muchos otros, en los museos de Bellas Artes de Bilbao, Tate Gallery, de Arte Moderno de París y Tokio, el British Museum y en el Reina Sofía de Madrid.

 

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Vicente LÓPEZ PORTAÑA (Valencia, 1772 – Madrid, 1850). “Inmaculada”.

34001591-(100)

Lote en subasta:

LÓPEZ PORTAÑA, Vicente (Valencia, 1772 – Madrid, 1850).
“Inmaculada”.
Óleo sobre lienzo.
85 x 55 cm; 84 x 54 cm (marco).
Obra catalogada en “Vicente López (1772-1850). Vida y obra, catálogo razonado” (Madrid; Fundación de Apoyo a la Historia del Arte Hispánico, 1999).

 

En este lienzo Vicente López plasma una imagen típicamente barroca de la Inmaculada, claramente vinculada a modelos de los siglos XVII y XVIII. María aparece de pie, vestida con túnica blanca y manto azul, colores que simbolizan respectivamente la pureza y los conceptos de verdad y eternidad. Un delicadísimo velo dorado cubre su cabeza, inclinada y de mirada baja, puesta en el fiel que ora a sus pies. Se alza sobre un pedestal esférico que representa la Tierra, con un cuarto creciente que simboliza en la iconografía inmaculista la castidad de Diana y la victoria cristiana contra los musulmanes. María aplasta con su pie izquierdo a la serpiente, el demonio, que agarra la manzana con la boca; se trata de una imagen de gran claridad, alusión a la victoria de María sobre el Pecado Original. La figura destaca sobre un fondo dorado, un rompimiento de gloria cerrado con cúmulos de nubes trabajados con gran ilusionismo entre los que asoman numerosos ángeles niños, en su mayoría trabajados en tonos dorados, reflejo de la luz divina. Sobre la cabeza de María vemos la corona de estrellas símbolo de plenitud, y por encima de ella el Espíritu Santo en forma de paloma, con las alas completamente desplegadas y captado de frente, con un magistral escorzo hábilmente resuelto.

Vicente López inicia su formación como discípulo de Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, donde obtuvo en 1786 y 1789 el premio de primera clase, obteniendo una pensión para estudiar en Madrid. Ya en la corte, al año siguiente alcanza el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando. Allí aprende el sentido barroco y colorista de las composiciones, y el gusto por el dibujo, preciso y analítico. La fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto también influirá de manera decisiva en su lenguaje. Ya consagrado, regresa en 1792 a su ciudad natal. Allí recibe importantes encargos públicos y privados, entre los que destacan los retratos de Fernando VII y el mariscal Soult. En sus retratos muestra López su herencia valenciana, el peso del naturalismo de Ribera y Ribalta, además de su maestría en la reproducción de detalles y calidades.

Su calidad en el campo del retrato hace que Fernando VII le llame de vuelta a la corte en 1814, nombrándole al año siguiente primer pintor de cámara. Será desde entonces el pintor más solicitado por la alta sociedad española, y alternará su trabajo en la corte con la actividad docente, los puestos oficiales y los encargos particulares. En 1823 asume la dirección artística del Real Museo de Pinturas, centro para el cual realizó un soberbio retrato de Francisco de Goya, hoy conservado en el Prado. Se conservan obras de Vicente López en el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V, la Academia de San Fernando, el Museo Municipal de Játiva, el Museo Nacional de Arte de Cataluña, la Sociedad Histórica de Nueva York, el Museo de Arte de Indianápolis, el Museo J. Paul Getty de Los Ángeles, la Galería Nacional de Arte Moderno y Contemporáneo de Roma y la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid.

 

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Salvador AULESTIA VÁZQUEZ (Barcelona, 1919 – Milán, 1994). “Zorro sentado (demonio)”.

Lote en subasta:

34001558-(100)

AULESTIA VÁZQUEZ, Salvador (Barcelona, 1919 – Milán, 1994).
“Zorro sentado (demonio)”.
Escultura en hierro.
Medidas: 240 cm de altura.

Pintor y escultor, pero también arquitecto, escritor, músico y mago, Salvador Aulestia cultivó un expresionismo plástico con cierta tendencia a la abstracción. Inició su formación musical con tan sólo tres años, y más tarde estudió arte en la Escuela de Sant Jordi de Barcelona. En 1948 se dará a conocer en el I Salón de Octubre, mostrando desde entonces su obra en numerosas exposiciones colectivas, tanto nacionales como extranjeras.

Su primer viaje al extranjero tendrá lugar tres años más tarde, en 1951, y tendrá Roma como destino. En la capital italiana expone en la galería Barbieri, y posteriormente visita Milán, Turín, Zurcí, París, Londres y Dusseldorf. Por estos años tomará parte en la Bienal de São Paulo. En estos primeros momentos, Aulestia entró en contacto con Dalí y Miró, y diseñó escenarios para Ionesco e Ibsen, abrazando la abstracción para luego evolucionar hacia caminos diferentes. A principios de los años cincuenta se decanta por un lenguaje ligado al fauvismo, protagonizado por el color. Posteriormente su obra evoluciona hacia el expresionismo, aunque hacia 1960 vuelve a plantearse el abandono de la figuración, trabajando obras de carácter matérico. No obstante, pronto abandona el informalismo y vuelve a expresarse a través de la figuración.

Licenciado en arquitectura, estudió también escultura con Noyo y Galvany, y basándose en la fusión de ambas artes realizó sus esculturas-muebles (1965), que mostró en el Salón de Mayo de Barcelona. También tomó parte en estos años en la Bienal de Venecia, con su monumento “Sitial para un homenaje a Gaudí”. A lo largo de su carrera, Aulestia fue laureado con la Medalla de Oro de Milán y los premios del Ministerio de Instrucciones Públicas de España y de la Diputación de Barcelona, entre otros. En 1972 se instala en Milán, donde realiza numerosas muestras en localizaciones tan destacadas como el Palacio Real, el Museo de la Ciencia y la Tecnología y el Museo Verdi. Entre sus obras más celebradas destaca el “Sideroploide” del puerto de Barcelona (1960-63).

 

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Custodia de sol, finales del siglo XVI – principios del XVII.

35017192-(100)

Lote en subasta:

Custodia de sol, finales del siglo XVI – principios del XVII.
Plata, ca. 6500 gr.
Medidas: 78 x 28 x 28 cm.

 

Magnífica custodia de sol de hacia 1600, obra de un extraordinario platero, enteramente realizada en plata, con detalles en medio bulto, relieve de varias alturas y motivos cincelados y grabados.

La tipología de custodia de sol sustituye a la antigua custodia portátil de templete a principios del siglo XVII. Ambos modelos conviven desde finales del siglo XVI, cuando nace la de sol, y finalmente la de templete desaparecerá hacia 1630. La custodia de sol se extenderá pronto por todo el ámbito cristiano, y hasta el día de hoy será la más utilizada. Como la custodia de templete, la de sol parte de una base y una estructura de astil, pero el templo gótico superior queda sustituido por un cerco de rayos que enmarca la caja del viril. Este cerco, en su origen, combinaba rayos rectos, a menudo biselados, con otros sinuosos, llameantes. Con el tiempo, ya en el siglo XVIII, el modelo evolucionará hacia formas más ornamentales y originales. En este caso se alternan rayos rectos escalonados con otros sinuosos, compuestos por hojas de acanto rizadas, típicamente barrocas. El cerco de rayos, en general, sólo se interrumpe en la vertical. Así, aquí vemos sobre este eje, a modo de remate, una ornamentada cruz griega con brazos terminados en florones y crucero destacado con cuatro rayos, en torno a una roseta central. Cada uno de los brazos toma la forma de un cogollo de acanto que se abre hacia el extremo, con una venera central, dando lugar a un diseño de gran sentido ornamental, de nuevo típicamente barroco.

Respecto a la estructura de astil, en este ejemplo se muestra la compartimentación horizontal mediante molduras y cortes claros, un rasgo típicamente clásico y propio del barroco, que se combina con elementos en altorrelieve y bulto redondo, reminiscencias aún del gusto más fantasioso del periodo manierista. Así, en lugar de la tradicional estructura de astil con nudo central nos encontramos con una superposición de cuerpos diferentes en altura, de distinto tamaño y diseño, combinando notas barrocas y manieristas. La base está formada por un cuerpo escalonado con un perfil a base de entrantes y salientes, que evidencia ya el gusto por la repetición y el contraste del barroco. Sobre él se sitúa un cuerpo formado por hojas de acanto trabajadas con naturalismo y movimiento, de nuevo totalmente barrocas. Sobre este cuerpo vemos uno de mayor tamaño, que podría funcionar como nudo pese a estar situado más bajo de lo habitual en este tupo de estructura. Se trata de una forma de inspiración arquitectónica, que parte del estípite invertido para asemejarse a un balaústre por las suaves líneas curvas que determinan su perfil. En sus cuatro planos presenta entrelazos y tornapuntas lisas, en ligero relieve sobre un fondo de picado, un tipo de decoración totalmente manierista que, sin embargo, se conjuga con todo tipo de elementos en relieve ya netamente barrocos.

 

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