Escuela holandesa siglo XVII
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Escuela holandesa del siglo XVII. “Obras de misericordia”.

Escuela holandesa siglo XVII

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Escuela holandesa del siglo XVII.
“Obras de misericordia”.
Óleo sobre tabla.
59 x 83 cm; 73 x 96,5 cm (marco).

 

En esta obra, siguiendo una forma de representación simultánea de distintas escenas relacionadas entre sí, el pintor representa las siete obras de misericordia “corporales”, en un espacio que conjuga el espacio exterior con el interior. Estas siete obras son visitar y cuidar de los enfermos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, dar posada al peregrino, vestir al desnudo, liberar al cautivo y sepultar a los muertos. La composición bebe de modelos italianos grabados, posiblemente del siglo XVI, y de ahí la rigurosa perspectiva en que se basa la construcción del espacio, con claras líneas de fuga que ordenan la imagen. Ésta se desarrolla en profundidad, con un primer término plagado de personajes que sin embargo aparecen ordenados en planos sucesivos, quedando tras ellos un camino en zigzag que va guiando nuestra mirada de una escena a otra. En este primer plano vemos a una pareja de personajes elegantemente vestidos a la moda de la época, probablemente ricos comerciantes o burgueses acomodados. Ayudados por un sirviente, están ocupados en distribuir grandes panes entre las gentes del pueblo, reunidas en una fila más o menos ordenada.

En primer lugar vemos a dos niños, uno ya con un cesto tras recoger su pan, y el otro mostrando su sombrero vacío para recogerlo. Tras ellos, una mujer recoge el pan directamente de la mano de la señora, con gesto agradecido en su rostro. En el lado opuesto de la representación vemos a dos personajes que dan de beber a una madre casi desfallecida por la sed, y acompañada por su hijo pequeño. Continuando la lectura en profundidad, en el lado izquierdo vemos a varios prohombres que vistes con sus propias manos a hombres que se hallan semidesnudos. En el siguiente plano, siguiendo el zigzag para dirigirnos al lado derecho, aparecen dos personajes vestidos de negro que acaban de romper los barrotes que cerraban la celda de un hombre con vestiduras rojas, posiblemente un clérigo. De nuevo siguiendo hacia el fondo, esta vez en el lado izquierdo, vemos la representación del acto de dar posada al peregrino: dos hombres guían a un tercero hacia el interior de un edificio. Finalmente, al fondo se adivina una comitiva fúnebre, representación del acto de misericordia de sepultar a los muertos. Finalmente vemos a dos personajes, un hombre y una mujer, flanqueando la cama donde reposa un hombre enfermo, en el interior de la casa que cierra la composición por el lado izquierdo.
 
Aunque se trata de un tema complejo por el gran número de escenas representadas, la tradición narrativa de la escuela holandesa logra hilar cada uno de los actos representados y narrarlos con detalle y sentido escenográfico, ordenando las escenas con claridad, orden y naturalismo. De hecho, el pintor introduce incluso elementos narrativos adicionales, como la pata de león de la mesa del primer plano, el hombre que carga un cesto de pan tras el prohombre situado ante la mesa, etc., y además describe con minuciosidad los detalles de arquitecturas, vestimentas y fisonomías.
 
Sin duda, fue en la pintura de la escuela holandesa donde se manifestaron más abiertamente las consecuencias de la emancipación política de la región, así como de la prosperidad económica de la burguesía liberal. La conjunción del hallazgo de la naturaleza, de la observación objetiva, del estudio de lo concreto, de la valoración de lo cotidiano, del gusto por lo real y material, de la sensibilidad ante lo aparentemente insignificante, hizo que el artista holandés comulgase con la realidad del día a día, sin buscar ningún ideal ajeno a esa misma realidad. No pretendió el pintor trascender el presente y la materialidad de la naturaleza objetiva o evadirse de la realidad tangible, sino envolverse en ella, embriagarse de ella a través del triunfo del realismo, un realismo de pura ficción ilusoria, lograda gracias a una técnica perfecta y magistral y a una sutileza conceptual en el tratamiento lírico de la luz. A causa de la ruptura con Roma y de la tendencia iconoclasta de la Iglesia reformada, las pinturas de tema religioso acabaron por eliminarse como complemento decorativo con finalidad devocional, y además las historias mitológicas perdieron su tono heroico y sensual, de acuerdo con la nueva sociedad. Así el retrato, el paisaje y los animales, la naturaleza muerta y la pintura de género fueron las fórmulas temáticas que cobraron valor por sí mismas y que, como objetos propios del mobiliario doméstico –de ahí las reducidas dimensiones de los cuadros-, fueron adquiridas por individuos de casi todas las clases y estamentos sociales.

 

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Georges DE FEURE
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Georges DE FEURE (París, 1868 – 1943). Pareja de sillones Art Nouveau.

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Georges DE FEURE

DE FEURE, Georges (París, 1868 – 1943).
Pareja de sillones de madera tallada y dorada, con tapicería de terciopelo.
Medidas: 100 x 70,5 x 59 cm.

Estas piezas pertenecen a la producción cumbre de Georges de Feure, que le valió en su tiempo los más importantes reconocimientos. A día de hoy,  el mobiliario en madera tallada y dorada es lo más apreciado y buscado por los coleccionistas dentro de la producción de Georges de Feure, y de hecho ha alcanzado altos precios en destacadas casas de subastas.

Lote:

Pareja de sillones Art Nouveau en madera tallada y dorada, con tapicería de terciopelo granate de color profundo y rico. Se alzan sobre cuatro patas con dos diseños diferentes: rectas y ligeramente más estrechas en el pie las frontales, y las traseras siguiendo el modelo de la pata de sable neoclásica, abiertas hacia el exterior, si bien su curvatura armoniza equilibradamente con la forma abierta del respaldo. Tanto las patas frontales como la cintura de los sillones aparecen decoradas con una delicada talla a base de flores y tallos, combinada con líneas que evocan lo vegetal sin llegar a concretarlo, formas sinuosas y totalmente orgánicas que también vemos en las molduras del resto de la estructura. Los brazos son cerrados, enteramente tapizados, y rematados en el frente por formas de nuevo totalmente orgánicas aunque abstractas. Los respaldos presentan una forma suavemente curvada, que abraza la espalda y forma dos ligeras orejas, decoradas con flores talladas en varios planos.

Considerado uno de los principales ebanistas del Art Nouveau parisino, junto a Louis Majorelle y Eugène Galliard, Georges de Feure fue un artista aclamado en su época tanto en Francia como en otros países europeos, de clave importancia no sólo para la difusión del Art Nouveau sino también para su consolidación entre el público, dado que fue uno de los más destacados artistas de Siegfried Bing. A día de hoy se considera que el definitivo afianzamiento del nuevo lenguaje artístico fue obra de este marchante, a través de su tienda “La Maison de l’Art Nouveau” y, especialmente, de su pabellón en la Exposición Universal de París de 1900. Este pabellón fue diseñado por el propio de Feure, y contó con dos importantes espacios completamente creados por él, una sala de estar y un boudoir femenino con delicados muebles, papel de pared y todo tipo de detalles creados por de Feure siguiendo la idea de obra de arte orgánica, total, propia del Art Nouveau. Aunque ambas estancias fueron muy alabadas por la crítica, la que le valió a su creador la medalla de oro de la Exposición fue la sala de estar, cuyo mobiliario guarda importantes similitudes con los sillones que aquí presentamos. De hecho, los muebles que realizó para esta estancia estaban todos realizados en madera tallada y dorada, con rica tapicería. Actualmente puede contemplarse el conjunto original en una fotografía de época perteneciente al “Album de références de l’Art Nouveau (Photo/Album Bing)”, de la biblioteca del Musée d’Arts Décoratifs de París, reproducida en “Art Nouveau Bing. Paris Style 1900”, de Gabriel P. Weisberg, fig. 178, p. 184 (New York: Abrams; Washington, D.C.: Smithsonian Institution Traveling Exhibition Service, 1986). Aparte de las leves diferencias respecto a los muebles de la Exposición, estos sillones están realizados en madera tallada y dorada, y decorados con estilizados y elegantes motivos vegetales de gran delicadeza, motivos que fueron considerados por la crítica contemporánea como el culmen de la elegancia moderna, la delicadeza femenina y la sofisticación. En resumen, en los sillones que aquí presentamos se aprecia con gran claridad esta combinación de un estilo lleno de poesía, exotismo y deslumbrante lujo que alcanzó su cúspide en la Exposición de París de 1900, donde el pabellón de Bing supuso la representación más perfecta de lo que fue el Art Nouveau: la unión de las artes y un diseño exquisito desde el punto de vista del lujo, el virtuosismo y el trabajo artesanal.

 

Georges de Feure:

Georges Joseph van Sluÿters, más conocido por su nombre artístico, Georges de Feure, fue el hijo de un influyente arquitecto neerlandés afincado en París. Inició su formación en el comercio de libros en La Haya, donde entró en contacto con el simbolismo. En 1886, de Feure fue uno de los once estudiantes admitidos en la Rijkscademie voor Beeldende Kunsten de Ámsterdam, aunque dejará las clases al poco tiempo tras decidir que la formación académica tradicional no tenía nada que ofrecerle. Ya de regreso en París, a finales de la década de 1880 se instaló en Montmartre, donde frecuentó la bohemia parisina. En 1890 se convierte en discípulo de Jules Cheret, y comenzará a diseñar carteles para el Salon Des Cent, Loie Fuller y Thermes Liegois. Durante los primeros años de su carrera adquirió renombre como pintor simbolista, y Puvis de Chavannes le consideró uno de los pintores más importantes de dicho movimiento. Ya en la década siguiente será igualmente reconocido como cartelista de gran talento, e ilustrará libros como “La Porte des Réves”, de Marcel Schwob (1899). De Feure expuso sus pinturas en la Societé Nationale en 1894, en el Salón de la Rose Croix en 1893 y 1894, y en la Secesión de Munich en 1896. También se interesará por el diseño, por todo aquello que compone la decoración de una casa; creará diseños para telas estampadas, porcelana, vidrieras… Así, en la década de los noventa será nombrado profesor de artes decorativas en la École des Beaux-Arts.

Sus primeros encargos fueron ilustraciones y diseños de escenografía, hasta que finalmente fue descubierto por uno de los más grandes marchantes del París del momento, Siegfried Bing. Bing comenzó a interesarse en él después de ver muchas de sus pinturas en los Salones de París, así como sus ilustraciones en periódicos de la ciudad y sus carteles. Así, de Feure comenzará en los años noventa a dejar la pintura y la estampa en favor del diseño y las artes decorativas, y ya en el Salón Nacional de Bellas Artes de 1894 expuso diseños de mobiliario y cerámica. De hecho, por esta época empieza a ser conocido como creador de refinados y exquisitos muebles para las clases más acomodadas. De Feure pronto se convirtió en uno de los más importantes diseñadores de Bing, y éste le animó a ampliar su talento a todas las áreas del arte y el diseño. Aunque nunca firmaron un contrato exclusivo, de Feure trabajará principalmente para el marchante, en paralelo a sus encargos privados. De hecho, su trabajo fue expuesto ininterrumpidamente en la tienda de Bing, “La Maison de l’Art Nouveau” (origen del estilo e incluso del término), desde 1895 hasta su cierre, en 1904.

De Feure diseñó todo tipo de piezas para la tienda de Bing, y su mayor éxito será el conjunto de mobiliario de salón que realizó para el pabellón de éste en la Exposición Universal de París de 1900, que le valió la medalla de oro. De hecho, de Feure diseñó la fachada y dos interiores (sala de estar y boudoir femenino) para el pabellón de Bing, creaciones que serán todo un éxito de crítica, y sus diseños de mobiliario fueron descritos en la prensa de la época como la quintaesencia del refinamiento a la francesa. De Feure escogió como motivos principales las mujeres y las flores, con frecuencia combinándolas en un mismo diseño. Así, en obras como su serie “Feminiflores” la mujer llega a transformarse en la flor a la que simboliza. Un crítico contemporáneo escribió que la obra de Feure era un “himno a la belleza de la mujer”. De Feure también contribuyó a otra galería de artes decorativas contemporáneas abierta en París por aquellos años (1898), “La Maison Moderne” de Julius Meier-Grafe. Tras la muerte de Bing, y antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el artista se trasladó a Gran Bretaña, donde continuó su carrera como diseñador. En 1928 regresa a París y es nombrado profesor de la École Nationale Supérieure des Beaux Arts. Desde entonces compaginará su trabajo artístico con la docencia, ya dentro de un estilo plenamente Art Déco, hasta su muerte en noviembre de 1943, durante la ocupación de París. Actualmente se conservan obras de Georges de Feure en algunos de los museos más importantes del mundo, entre ellos el Museo de Orsay de París, el Metropolitan y el MoMA de Nueva York y el Albertina de Viena.

 

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Antonio CABA CASAMITJANA
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Escuela de ANTONIO CABA CASAMITJANA (Barcelona, 1837 – 1907). “Retrato de familia”.

Antonio CABA CASAMITJANA

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Escuela de CABA CASAMITJANA, Antonio (Barcelona, 1837 – 1907).
“Retrato de familia”, h. 1888.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 155,5 x 253 cm; 161,5 x 259 cm (marco).

 

Obra reproducida en el catálogo de la exposición “Àlbum. Imatges de la família en l’art”, celebrada en el Museu d’Art de Girona (2005) y en el Centre Cultural Sa Nostra de Palma de Mallorca (2006), p. 194.

En esta obra el autor plasma un retrato familiar completo siguiendo las formas propias de la época, con la mujer sentada, el hombre a su lado, de pie y apoyado sobre una mesa y los hijos alrededor. Los personajes aparecen elegantemente vestidos, aunque sin estridencias, en un entorno doméstico ricamente dispuesto, decorado con todo tipo de objetos preciados en la época: muebles antiguos que incluyen un bargueño barroco o historicista, un jarrón oriental adornado con grandes plumas, cuadros de marco tallado y dorado, un biombo pintado y, en el centro, un exuberante jarrón de flores frescas situado bajo una lámpara de techo de bronce con tulipas de vidrio. La composición es clásica, con los personajes ordenados en un esquema equilibrado y cerrado, y ante todo llama la atención del espectador la calidad de la captación de los modelos. Todos ellos aparecen individualizados en sus actitudes y gestos, revelando su estado de ánimo y su personalidad, y destaca especialmente el parecido entre la madre y las dos hijas mayores, estas dos últimas con una expresión facial casi idéntica.

Como en el resto de Europa, el retrato se convirtió en el siglo XIX en el género protagonista por excelencia de la pintura española, como consecuencia de las nuevas estructuras sociales que se implantaron en el mundo occidental a lo largo de esta centuria, encarnando la expresión máxima de la transformación del gusto y la mentalidad de la nueva clientela, surgida entre la nobleza y la alta burguesía adinerada, que tomaría las riendas de la historia en este periodo. Mientras los círculos oficiales dieron preponderancia a otros géneros artísticos, como la pintura de historia, y el incipiente coleccionismo alentó la profusión de los cuadros de costumbres, el retrato acaparó la demanda de pintura destinada al ámbito más privado, como reflejo del valor de lo individual en la nueva sociedad. Este género encarna la presencia permanente de la imagen de sus protagonistas, para su disfrute reservado en la intimidad de un estudio, al calor cotidiano de un gabinete familiar o presidiendo los salones principales de la casa.

Por sus características formales y de estilo podemos relacionar esta obra con la escuela de Antonio Caba, pintor y formado en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde tuvo como maestros a Gabriel Planella, Pablo Milà Fontanals y Claudio Lorenzale. Seguidamente amplió sus estudios en Madrid gracias a una pensión que le fue concedida por la Diputación de Barcelona en 1863. Allí fue alumno de Federico de Madrazo. Posteriormente viajará a Roma y a París, ampliando su formación como discípulo del fresquista Carlos Ruiz Delaroche. A lo largo de su carrera Caba remitió sus obras a numerosas muestras oficiales, siendo galardonado con segunda medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1864 y con medalla de oro en la Universal de Barcelona de 1888. Durante muchos años impartió clases, primero en la barcelonesa Escuela de la Llotja y más tarde en las Academias de San Fernando de Madrid y Sant Jordi de Barcelona, siendo maestro, entre otros, del pintor impresionista Eliseu Meifrèn. En San Fernando fue profesor auxiliar, y en la de Sant Jordi llegará a ser catedrático y director la Academia. En la actualidad se conserva obra suya en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de L’Empordà, el Ayuntamiento de Perelada (Girona) y la abadía de Montserrat, así como en diversas colecciones particulares.

 

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MAESTRO DE ROBREDO
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MAESTRO DE ROBREDO (Burgos, activo h. 1475? – 1490). “Jesús entre los doctores”.

MAESTRO DE ROBREDO

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MAESTRO DE ROBREDO (Burgos, activo h. 1475? – 1490).
“Jesús entre los doctores”.
Óleo sobre tabla.
Medidas: 104 x 100 cm; 113,5 x 108,5 cm (marco).
Obra publicada en “A History of Spanish Painting”, de Chandler Rathfon Post, vol. XII, parte II, fig. 270, p. 633 (Cambridge, Massachusetts; Harvard University Press, 1958).

 

Esta obra está situada en la etapa temprana de la producción del Maestro de Robredo, y representa a Jesús niño entre los doctores, cuando tras estar tres días perdido es hallado por María y José en el templo. Se trata de un episodio narrado en el Evangelio de Lucas (2:41-50), donde se relata la presencia de Jesús entre los teólogos o doctores de la Ley mosaica. El episodio también se describe en el Evangelio Apócrifo Árabe de la Infancia de Jesús. María y José acudían todos los años a Jerusalén por la Pascua Judía, y en una de estas ocasiones, cuando Jesús tenía doce años, el niño desapareció de la vista de sus padres para dirigirse al Templo de Jerusalén. Allí pasó un tiempo escuchando y preguntando a los doctores del Templo, quienes quedaron asombrados por sus conocimientos teológicos. Al ser hallado por sus padres, tres días después, Jesús habló así a su madre, ante la preocupación de ésta: “¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que debía estar en las cosas de mi Padre?”. Este episodio es el último de los relatos de la infancia de Jesús en el Evangelio, y el primero en el que el niño no se muestra obediente a sus padres. En la interpretación católica, los tres días de separación de María se muestran como un símbolo de la futura redención de los hombres a través del sacrificio de Jesús, de su muerte en la cruz. También es la primera ocasión en la que Jesús muestra lo que será su actividad de predicación, el diálogo en lugar de la mera transmisión de normas.

En esta tabla vemos a Jesús sentado en un trono decorado con tallas en relieve, señalando a los doctores con la mano izquierda, un símbolo iconográfico que indica que está hablándoles, y sosteniendo en la mano derecha una filacteria, con una leyenda. Ante él vemos cuatro doctores, tres de ellos enfrascados en la consulta de sus libros sagrados, buscando conceptos teológicos para responder a los argumentos de Jesús, y el cuarto ejecutando un gesto que indica al espectador que está escuchando a Jesús: alza una mano abierta al frente, mientras descansa la otra sobre el pecho, con el índice extendido en señal de que se dispone a hablar a continuación o acaba de hacerlo. Mediante estos elocuentes gestos, convenciones muy utilizadas en el último gótico y también en el renacimiento e incluso más adelante, el pintor describe el diálogo con claridad, de forma que el espectador, el fiel situado ante la obra, comprenda perfectamente la acción. Asimismo, vemos a María también alzando una mano, indicando que está escuchando a su hijo. Como es habitual en las obras medievales, san José permanece en segundo plano, presente porque lo exige la narración bíblica pero en actitud pasiva, mirando directamente a Jesús con las manos unidas sobre su vara. 

El Maestro de Robredo fue un pintor activo a finales del siglo XV en el foco burgalés, adscrito a la escuela hispano-flamenca castellana. Se de designa con el nombre convencional de Maestro de Robredo, al no conservarse ninguna obra firmada ni documentada de su mano, por la procedencia de una de sus obras, el “Retablo de san Pedro” del pueblo burgalés de Robredo de Valdezamanzas, del que conservan actualmente dos tablas: la “Detención de san Pedro” y “San Pedro entronizado entre san Pablo y san Andrés” (antigua colección La Sota). Estas dos tablas sirven como punto de partida para la atribución a este maestro de otras como el “Éxtasis de la Magdalena” (colección particular) y la “Cena en casa del fariseo” (Museo del Prado). Los historiadores ven en su obra un estilo fuertemente influido por el de Jorge Inglés, por lo que debió estar relacionado con él de alguna forma. No obstante, al trabajar en fechas posteriores a las de Inglés, el Maestro de Robredo desarrolla un canon más esbelto y una mayor tendencia expresiva, a la que ayudan tanto la carnación broncínea empleada en sus obras como lo distorsionado de su anatomía, oculta por los artificiosos plegados de sus ropas, y también los gestos de las manos de sus personajes, habitualmente con los dedos crispados. Asimismo, en algún momento este maestro debió influir en el Maestro de San Nicolás, con el que colaboró entre 1470 y 1480 en el “Retablo de san Juan Evangelista” (Museo de Bellas Artes de Bilbao). 

Durante el siglo XV, la influencia de la escuela pictórica flamenca fue clave en el desarrollo del arte europeo, y de manera especial en España, ligada a los Países Bajos por lazos políticos y económicos. En ese momento, los pintores flamencos sentaron un modelo estilístico basado en la búsqueda de la realidad, centrándose en la plasmación de las calidades de los objetos, otorgando una especial importancia a los detalles secundarios y utilizando una técnica lisa y dibujística. Otro elemento típicamente flamenco que vemos en esta obra es la construcción del espacio en tres dimensiones, de forma empírica y no teórica, a diferencia del modo en que lo harán los italianos en la centuria siguiente. Así, vemos una captación ilusionista del espacio, apoyada en el entramado geométrico de las baldosas del suelo, el paramento de sillares de los muros y el artesonado del techo. Por otro lado los plegados, duros y triangulares, son típicamente góticos, y revelan ya un cierto movimiento sinuoso en algunas zonas, como el manto de la Virgen, que es propio del siglo XV. Otro elemento característico de la escuela hispano-flamenca de este momento será la profusa utilización del dorado; aquí se elimina el fondo plano ornamental dorado de otras composiciones contemporáneas, dado que se construye un espacio tridimensional en la búsqueda de un mayor realismo. Sin embargo, el dorado trabajado como si se tratara de telas brocadas permanece en la túnica de la Virgen, la puerta del fondo y los nimbos de María y Jesús.

 

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CHIN HSIAO
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Chin HSIAO (China, 1935). Sin título, 1957.

CHIN HSIAOLote en subasta:

HSIAO, Chin (China, 1935).
Sin título, 1957.
Óleo y grattage sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. 
Presenta restauraciones.
Medidas: 60,5 x 50 cm; 62 x 51 cm (marco).

 

Nacido en Shanghai, Hsiao Chin es hijo de Hsiao Yu-Mei, compositor y musicólogo formado en Japón y Alemania, secretario de Sun Yat-Sen durante su presidencia y fundador en 1927 del Conservatorio Nacional de Música de Shanghai, considerado actualmente el padre de la educación musical en la China moderna. Debido a este ambiente artístico familiar Hsiao se inicia en el arte desde muy joven. Posteriormente estudiará dibujo y pintura en la National Taiwan Normal University con Li Chu-Sen, pintor clave en el desarrollo del arte contemporáneo en China.

En 1956 fundó el grupo Ton-Fan en Taipei, el primer movimiento de arte abstracto en todo el territorio chino. Ese mismo año Hsiao se traslada a Europa gracias a una beca de estudios concedida por el Gobierno español, instalándose durante tres años en Barcelona. Allí entablará amistad con algunos de los artistas más destacados del informalismo español, entre ellos Tàpies, Feito y Millares. Tras este periodo se instala en Milán, y allí funda en 1961 el grupo Punto, movimiento internacional que agrupó a artistas italianos y asiáticos, entre ellos Calderara y Azuma. Posteriormente se iniciará en la docencia, actividad que compaginará con la creación artística. Hsiao a impartido clases en diferentes universidades de Europa y Asia, entre ellas la Academia Brera de Milán y la Taiwán National University of Arts.

En su obra, Hsiao logra conjugar las culturas oriental y occidental a través de un personal estilo centrado en la búsqueda espiritual de la unión entre el hombre y el universo. Fuertemente influenciado por el taoísmo, sus pinturas ideogramáticas son una muestra de la armonía entre contrarios que representa el concepto del Yin y el Yang, siempre reflejando el estado mental del pintor. De hecho, sus obras pueden considerarse instantáneas de la psique del autor en un tiempo y un espacio determinados, captadas a través de un lenguaje que aspira a la máxima pureza y simplicidad.

A lo largo de su carrera, desde 1969, Hsiao ha sido galardonado con numerosos premios: Premio de Pintura Capo d’Orlando (1969), medalla Maestri della Pintura Italiana en Marsala (1975), segundo premio en el Certamen Internacional de Arte de Filottrano (1976), el Premio de Arte de la Provincia de Milán (1977), la medalla de oro de la Norwegian International Print Biennial (1984), el premio adquisición del XIII Premio Nazionale Città di Gallarate (1985), el First Achievement Award de la Fundación Li Chun-Shen de Pintura Contemporánea en Taipei (1989), el primer premio en el XII Premio Sulmona di Rassegna Internazionale d’Arte Contemporanea (1994) y el premio Do Forni en el certamen Stampe Originali Internazionali de Venecia (2002), el Premio de Bellas Artes en el VI Premio Nacional de Arte y Cultura de Taipei (2002). En 1992 recibirá el primer gran reconocimiento a su obra, una importante exposición retrospectiva de su obra celebrada en el Museo de Bellas Artes de Taiwán. Posteriormente, en 2005, fue nombrado Caballero de la Orden de la Estrella de la Solidaridad, que le fue concedida por el entonces presidente italiano, Campi.

Actualmente Hsiao está representado en más de cuarenta museos de Europa, Asia y Estados Unidos, entre los que cabe destacar el MoMA de Nueva York, el Museo de Bellas Artes de Lausana en Suiza, el Nacional de Arte de Cataluña y el MACBA en Barcelona, el Museo de Arte de Hong Kong, la Galleria Nazionale d’Arte Moderna de Roma, el National Museum of History de Taipei, la Fondazione Antonio Mazzotta de Milán, el Kunstverein de Dusseldorf y el Stadtisches Museum de Bochum, entre muchos otros.

 

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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ
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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Mallorca. Deià”.

Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓLote en subasta:

MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Mallorca. Deià”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho y al dorso.
Medidas: 79 x 99 cm; 102 x 122 cm (marco).

 

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Llotja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Esta influencia fauve seguirá siendo palpable en su obra a lo largo de toda su vida en rasgos como el fuerte contraste cromático, la perspectiva elevada y un tanto exagerada, el absoluto desinterés por la figura humana, que aparece sólo bosquejada como complemento al paisaje, y la representación de árboles como electrizados, sometidos a tortuosas inclinaciones.

Son estos rasgos formales que imprimen a sus obras una vitalidad propia y reducen su conexión con lo referencial a simple pretexto. Tarrassó siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines. Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística.

Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949. Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.

A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. En muchas de sus obras, el pintor se centra ante todo en plasmar una imagen que escenifique la plenitud de la vida recreada y sin solución de continuidad, preocupándose más por ello que por las exigencias de la composición. Actualmente se conserva obra suya en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

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Emilio GRAU SALA
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “Printemps”.

Emilio GRAU SALA

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Printemps”, ca. 1971-73.
Gouache sobre papel Arches.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Julián Grau Santos, hijo del artista.
Medidas: 50 x 65 cm; 70 x 84 cm (marco).

 

Grau Sala desarrolla en esta obra un concepto pictórico totalmente personal, basado en la fuerza lírica de una atmósfera onírica y llena de luz, que se apoya en un cromatismo brillante y transparente. El pintor aprovecha al máximo las posibilidades expresivas del gouache para jugar con la pincelada, que llega a ser puntillista en algunas zonas, mientras en otras se vuelve casi transparente. Grau Sala bebe del fauvismo y convierte los objetos que componen la escena en campos decorativos, en retales de tela unidos en un collage fluido y leve, de contornos bien definidos y colores que flotan más allá de ellos, dialogando entre sí y superando el concepto tradicional de captación de las tres dimensiones.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX. Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Godofredo ORTEGA MUÑOZ
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Godofredo ORTEGA MUÑOZ (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 – Madrid, 1982). “Campos”.

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Godofredo ORTEGA MUÑOZ

ORTEGA MUÑOZ, Godofredo (San Vicente de Alcántara, Badajoz, 1899 – Madrid, 1982).
“Campos”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por la Fundación Ortega Muñoz.
Medidas: 38 x 46 cm; 56 x 63 cm (marco).
Esta obra se incluirá en el futuro catálogo de la obra de Ortega Muñoz.

 

Ortega Muñoz fue uno de los grandes creadores del contemporáneo paisaje español. Se inició en el arte siendo aún niño, de manera autodidacta, y pese al consejo paterno en 1919, con veinte años, decide trasladarse a Madrid para dedicarse a la pintura. Allí se dedicará desde el primer momento a realizar copias de los grandes maestros en el Museo del Prado y en el antiguo Museo de Arte Moderno. Continuará así con su formación autodidacta y comenzará a pintar al aire libre en el entorno de la Dehesa de la Villa, acompañado de otros jóvenes artistas como el filipino Fernando Amorsolo.

Un año más tarde decide trasladarse a París, y allí conocerá al que será su gran amigo de por vida, el poeta Gil Bel. En París conoció además la obra de Van Gogh, Gaugin y Cézanne, pero a la vez vivió la crisis formal e ideológica que se desarrollaba en esta época de entreguerras, lo que le llevaría a dejar Francia para viajar al sur, a Italia, donde hallar en los maestros del pasado unos valores más auténticos de espiritualidad, sencillez y pureza. Ortega Muñoz recorrerá Italia de Norte a Sur entre 1921 y 1922, y en el Lago Maggiore conoce al pintor inglés Edgard Rowley Smart, con quien pasará un corto periodo de aprendizaje. Con él Ortega Muñoz llega a la conclusión que, frente a la aparente sinrazón del arte contemporáneo, hay que volver a la naturaleza y devolver al are la autenticidad de las verdades espirituales y de las emociones sencillas. En 1926 regresa a España, donde protagonizará una de las excursiones fundacionales de la Escuela de Vallecas.

Poco después, en 1927, celebra su primera exposición en el Círculo Mercantil de Zaragoza. Entonces deja España de nuevo, y esta vez recorre Centroeuropa, pasando por Zurich, Bruselas y varias ciudades alemanas. En 1928, en Worpswede entra en contacto con una colonia de artistas de lenguaje expresionista, interesados en los paisajes y la vida campesina, como reacción frente a los sofisticados artificios y refinamientos de las vanguardias. Notablemente influido por su experiencia en Worpswede, Ortega Muñoz vuelve a Francia en 1928, y entre 1930 y 1933 sigue viajando entre Centroeuropa y el Norte de Italia; finalmente llega a El Cairo en 1933, una fecha en la que sus capacidades como retratista le han proporcionado un modo de vida desahogado e importantes contactos. Expone en Alejandría con un enorme éxito, que le llevará a repetir la experiencia un año después, presentando una muestra casi antológica en la que se aprecia ya su amor por la naturaleza, el equilibrio entre el color y el estado de ánimo, y esa atmósfera de quietud y tristeza características de su lenguaje.

En 1935 regresa a Epaña y al año siguiente se presenta con una exposición en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. No obstante la guerra civil le lleva a salir de España; tras la contienda regresa a su localidad natal, y se reencuentra por fin con la silenciosa y solitaria extensión de su paisaje y con la cercana realidad de ese mundo que siente como auténticamente propio. Durante la posguerra arranca de nuevo una carrera profesional que le deparará numerosos triunfos, tanto en España como en el extranjero. Celebrará desde entonces importantes exposiciones individuales, como las que tuvieron lugar en los años cincuenta en el Museo Nacional de Arte Contemporáneo de Madrid, en las Galerías Syra de Barcelona o en el Museo de Bellas Artes del Parque de Bilbao. También participará en la II Bienal Hispanoamericana de La Habana (1953), donde recibe el Gran Premio de pintura, en la Internacional de Venecia (1954) y en la Hispanoamericana de Barcelona (1955), donde se le dedica una sala de honor. Lo mismo ocurrirá más tarde en la Bienal de Venecia de 1957.

Este incremento de su actividad expositiva, así como el crecimiento de su fama a nivel internacional, llevarán a una década de los sesenta con importantes exposiciones como la colectiva celebrada en el Guggenheim de Nueva York en 1961. Asimismo, en 1968 se le dedicó una sala monográfica de honor en la última Exposición Nacional de Bellas Artes. Actualmente Ortega Muñoz está representado en la Fundación que lleva su nombre en Badajoz, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, el de Bellas Artes de Bilbao y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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Rafael DURANCAMPS
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Rafael DURANCAMPS FOLGUERA (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979). “Golf”.

Rafael DURANCAMPS

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DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979).
“Golf”.
Óleo sobre tabla.
Firmado en el ángulo superior izquierdo.
Medidas: 22 x 27 cm; 49 x 53 cm (marco).

 

 

Rafael Duran i Camps, más conocido como Durancamps, fue discípulo de Vila Cinca en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sabadell. Más adelante conocerá a Joaquín Mir, con quien estableció una estrecha relación, y cuyo estilo influyó en el colorido del lenguaje de la primera época de Durancamps. Expuso por primera vez en 1917, en las Galerías Layetanas de Barcelona, cosechando un éxito que le animó a seguir pintando pese a la oposición de su familia. Pasó varias temporadas en Madrid, donde estudió a los maestros del Museo del Prado, y a continuación viajó a Italia. Regresa a Barcelona y participa en diversos certámenes, obteniendo importantes premios como la medalla Masriera, además de realizar varias exposiciones en la sala Parés.

En 1921 viaja por primera vez a París, y cinco años después regresará a Francia, instalándose en la ciudad de Passy hasta 1939. Durante estos años conoce a Picasso, que le anima a celebrar exposiciones en la galería Zak, muestras en las que obtuvo un considerable éxito, que fue acrecentándose en sus sucesivas exposiciones. Regresa a España y se instala en San Sebastián, pero sigue manteniendo una estrecha colaboración con la Sala Parés, donde siguió realizando exposiciones hasta su muerte. Asimismo, celebró distintas exposiciones en Madrid, Sabadell, Bilbao, Valencia, Londres y Filadelfia. Está representado en los Museos de Arte Contemporáneo de Barcelona, Madrid, San Sebastián y Buenos Aires, así como en gran número de colecciones tanto españolas como extranjeras.

 

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Tomás YEPES
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Tomás YEPES (Valencia, ca. 1610 – 1674) y taller. “Bodegón con paloma”.

Tomás YEPES

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YEPES, Tomás (Valencia, ca. 1610 – 1674) y taller.
“Bodegón con paloma”.
Óleo sobre lienzo.
Con marco del siglo XIX.
94 x 123,5 cm; 106 x 136 cm (marco).

 

 

El historiador Peter Cherry, uno de los mayores expertos en bodegón español y autor de obras clave del género como “Arte y naturaleza. El bodegón español en el Siglo de Oro”, ha publicado pinturas muy similares a la que aquí presentamos, atribuyéndolas a Tomás Yepes y su taller.

En esta obra Yepes nos ofrece un bodegón de carácter dinámico y escenográfico, típicamente barroco, en el que se conjugan una base típicamente española a la hora de abordar el género con una influencia italiana característica de la escuela valenciana del barroco. Esta escuela estuvo en el siglo XVII muy influenciada por el tenebrismo de Caravaggio, dado que por el puerto de Valencia llegaban a España los cuadros italianos destinados a las colecciones reales. Asimismo, uno de los más destacados representantes de la escuela valenciana del momento, Francisco de Ribalta, fue el primer gran pintor español en aceptar los supuestos barrocos de Caravaggio. Otro valenciano, José de Ribera, trabajó en Italia y llevará un paso más allá el naturalismo caravaggista. Así, nos encontramos aquí ante una obra que conjuga el dinamismo compositivo del pleno barroco con un tratamiento cromático y lumínico directamente derivado de Caravaggio. A los tonos brillantes y anticlásicos de las flores, entre los que destaca el rosa, se unen toda una serie de colores terrosos, ocres y carmines que componen la base de la paleta caravaggiesca, constituyendo un interesante contrapunto visual. Por otro lado, la iluminación es típicamente tenebrista: una luz de foco, artificial y dirigida, que incide directamente en los elementos principales de la composición y deja el resto en una matizada y trabajada penumbra. Respecto a la estructura general, nos hallamos ante una obra claramente enmarcada en el pleno barroco español: las flores y los frutos, dispuestos en jarrones y cestos, se disponen en el primer plano, en un esquema claro y ya algo asimétrico, pero abierto y racional. Se sitúan sobre un pretil de piedra, típico del bodegón español del XVII, y la composición queda cerrada al fondo por ambos lados por muros oscuros, en los que se adivinan rasgos clásicos. La composición se abre en la zona central, donde nuestra mirada es además atraída por la presencia de la paloma, el elemento más dinámico de la composición. Esta forma de concebir la escena, abierta en el centro y cerrada por los lados, supone una suerte de transición entre el bodegón del primer barroco, en España generalmente situado en un interior oscuro, y el del pleno barroco de la segunda mitad del XVII, que ya se abre a paisaje.

Tomás Yepes es actualmente considerado el más destacado bodegonista del barroco valenciano, y de hecho a él se debe el mayor interés por este género en el ámbito valenciano. Aunque nace hacia 1610, Yepes entra ya en la segunda mitad del siglo, y de hecho continúa trabajando hasta los años setenta, aunque no evoluciona demasiado; en su obra no se ve el dinamismo de las flores de Arellano, él sigue disponiéndolas de forma radial, geométrica, a la manera del primer barroco español, tal y como vemos en este lienzo. Su lenguaje se caracteriza por varios rasgos que podemos observar aquí: importancia del naturalismo, técnica detallista y precisa especialmente visible en las calidades de los objetos, gama cromática principalmente cálida, típicamente valenciana; influencia del bodegón napolitano en los brillos y la suntuosidad de algunos elementos y cierto carácter tenebrista en la iluminación.

A día de hoy conocemos pocos datos de Tomás Yepes a nivel biográfico; aparecen obras suyas firmadas entre 1642 y 1674, año de su muerte, y desarrolla un bodegón relacionado con Castilla e Italia, aunque no sabemos cómo llegó a él esta última influencia. Actualmente se conservan obras suyas en el Museo del Prado, el de Bellas Artes de Valencia y el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Julio ARRIAGA
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Julio ARRIAGA (Bilbao, 1974). “Protocolo calçot”.

Lote en subasta:

Julio ARRIAGA

ARRIAGA, Julio (Bilbao, 1974).
“Protocolo calçot”, 2008.
Técnica mixta sobre lienzo. Tríptico.
Se adjuntará certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 390 x 195 cm.

 

En este banquete de calçots confluyen los intereses de Arriaga: su peculiar revisión del folclore, en este caso culinario, de las distintas regiones donde ha vivido. El artista se impregna del sabor local y revoluciona el género costumbrista con un gestualismo visceral matizado por una sutil ironía. Julio Arriaga, que gusta autodenominarse elartixta, se licenció en Bellas Artes y reside en Barcelona. Buen conocedor de la pintura expresionista de todas las épocas y lugares, toma como referentes a artistas como Baselitz, Basquiat, Saura y Zumeta. Pinta en un estudio-taller a pie de calle en el barrio de Gracia en Barcelona, cuerpo a cuerpo con su público, mostrando no sólo el trabajo final sino el proceso creativo.

La obra de Arriaga desprende una fuerte convicción en sí misma, no sólo por la virulencia del color o por su técnica a veces desgarrada, sino por la temática que vehicula su obra: la reivindicación de sus raíces basándose en figuras tradicionales vascas, experiencias personales y problemáticas sociales. Arriaga reinterpreta las formas pictóricas del expresionismo conduciéndolas a un plano modelado por sus pasiones, con un caligrafía cercana al cómic y al dripping. Entre los hitos de este periplo destacan su Oda al Ocio, con la trilogía Entresiestas, Lectores y Castillos en el Aire, y series ya legendarias como Udazkenean, Retratos de Cine, Gargantua o Fútbol El 11ºArte. Piezas expuestas durante estos últimos años en Barcelona, Madrid, Bilbao, Tarragona, Valencia, Málaga, Bruselas, República Dominicana o Buenos Aires.

 

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Jules-César-Denis VAN LOO
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Jules-César-Denis VAN LOO (París, 1743 – 1821). “Paisaje nevado”.

Jules-César-Denis VAN LOO

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VAN LOO, Jules-César-Denis (París, 1743 – 1821).
“Paisaje nevado”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
120 x 157 cm; 130 x 167 cm (marco).

 
 

En este paisaje nevado, muy representativo de la producción de Van Loo, vemos rasgos por un lado de la escuela holandesa barroca, que sin embargo se conjugan con una sensibilidad ya netamente romántica. Uno de los aspectos más radicales de la pintura romántica fue el intento de sustituir los grandes lienzos de tema histórico o religioso por el paisaje. Pretendían que el paisaje puro, casi sin figuras o totalmente carente de ellas, alcanzara la significación heroica de la pintura de historia. Se basaban en la idea de que el sentimiento humano y la naturaleza debían ser complementarios, uno reflejado en el otro. Es decir, el paisaje debía despertar emoción y transmitir ideas. Así, paisajistas como Van Loo trataron de expresar sus sentimientos a través del paisaje, en vez de imitarlo. El paisaje romántico tuvo dos vertientes principales: la dramática, de vistas turbulentas y fantásticas, y la naturalista, que enfatizaba imágenes de una naturaleza apacible y serena.

Esta segunda concepción es la que vemos plasmada en esta obra; el pintor trata de comunicar una reverencia religiosa por el paisaje, la naturaleza en plenitud. Aquí vemos un elemento muy típico del paisaje romántico, el clima hostil, que se conjuga con una arquitectura perfectamente integrada con el paisaje, moderna en el primer plano pero antigua y evocadora en la fortaleza del fondo, sin olvidar las ruinas situadas a media distancia. También encontramos otro rasgo clave del paisaje romántico: la neta separación entre los primeros planos y el fondo, que realza el carácter escenográfico derivado de la efectista iluminación. Asimismo, se utiliza la típica perspectiva romántica muy marcada, en abismo, que tiene como complemento una ligera confusión de puntos de vista. Así, las perspectivas ampulosas de la veduta del siglo XVIII son aplicadas aquí a un paisaje sobrio y despojado, lo que matiza la construcción escenográfica del paisaje, tan típicamente romántica.

César van Loo fue el último representante de la destacada dinastía de los Van Loo, de origen holandés. Fue hijo del pintor y grabador Carle van Loo y de su esposa italiana, la cantante de ópera Cristina Somis. Discípulo de su padre, se presentó en varias ocasiones al concurso del Gran Prix de Roma, sin llegar a conseguirlo nunca. Sin embargo, gracias a los contactos de su familia fue finalmente pensionado en 1767 en la Academia de Francia de la capital italiana. A su regreso a París, en 1784, fue nombrado académico de la Real Academia de Pintura y Escultura gracias a la presentación de dos pinturas a la manera de Joseph Vernet, paisajes tormentosos a la luz de la luna. A partir de entonces expondrá regularmente en París, mostrando su obra entre 1784 y 1817 en el Salón que se celebraba bienalmente en el Louvre. En 1791 César van Loo se instala en Turín, donde trabajó para la corte piamontesa, permaneciendo allí hasta 1794. En el norte de Italia su trabajo fue fuertemente influenciado por los paisajes invernales de Francesco Foschi (1710-1780), lo que le llevó a especializarse en paisajes nevados desde finales de la década de 1790.

Ya de vuelta en París, en 1799 envió al Salón un trabajo considerado como su obra maestra, “Efectos de la nieve en las ruinas de una iglesia gótica con un puente en la distancia” (Palacio de Fontainebleau). Otras obras que destacan en su producción son “Paisaje del Piamonte bajo la nieve” (1801, Fontainebleau), “Efecto de nieve en los Alpes” (1804, Louvre) y “Paisaje nevado” (1910, Autun). Sus obras, especialmente sus paisajes nevados, se caracterizan por su acusado realismo, y evidencian la influencia de los maestros holandeses del siglo XVII. También realizó algunos paisajes de pequeño formato, muchos de ellos conservados en el museo de Toulouse, donde muestra una sensibilidad que sitúa al artista, junto a Valenciennes, entre los precursores de Corot. Asimismo, ocasionalmente pintó algunos retratos. César van Loo está actualmente representado en el Museo del Louvre, los de Bellas Artes de Cherbourg, Autun y Toulouse, la Galería Sabauda de Turín, el Palacio de Fontainebleau y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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Simon ZABELL
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Simon ZABELL (Málaga, 1970). “La Casa de Hong Kong”.

Simon ZABELL

Lote en subasta

ZABELL, Simon (Málaga, 1970).
“La Casa de Hong Kong”, 2008. 
Acrílico sobre tela. 
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 160 x 200 cm.

 

 

Simon Zabell se licenció en Bellas Artes por la Universidad de Granada, realizando después un máster en Bellas Artes (MFA) en Slade School of Fine Art de Londres. Goza de una sólida trayectoria caracterizada por una coherencia discursiva que la crítica ha ido reseñando, y cuya evolución se ha podido ver en exposiciones nacionales e internacionales. El artista ha sido incluido en la publicación Arte español contemporáneo: 1992-2013, libro recién editado por La Fábrica.

Su obra forma parte de importantes colecciones: Banesto, Junta de Andalucía, Diputaciones de Granada, Córdoba y Málaga, Paradores de Turismo, Fundación Rafael Botí, Fundación Cajasol, Región de Scania (Suecia), CAM, Cajamadrid, Iniciarte, entre otros. Recibió: Primer premio nacional Fin de Carrera por el Ministerio de Educación y Cultura; Primer premio Concurso de artes plásticas Gobierno de Cantabria; Beca Colección CAM; Premio a la actividad artística, Junta de Andalucía; Mención de honor, Ángel de pintura. Ha participado en ferias: ArteFiera Bologna, Balelatina de Basel, en ScopeLondon, y en ediciones consecutivas de ARCO desde 2001. Ha expuesto en el Centro Atlántico de Arte Moderno, Las Palmas de Gran Canaria; Galería Fernando Zubillaga, Caracas; La Casa Encendida de Madrid, en el Palacio de los Condes de Gabia; en Sala El Baluarte de Pamplona; en ARTIUM de Vitoria, entre otras muchas galerías. Ha celebrado individuales en las galerías Alarcón Criado, Sevilla (2013); Galería Álvaro Alcázar, Madrid (2012); Galería Sandunga, Granada (2011); Sala Naos, Santander (2010); Rema, La Haya; Centro Andaluz de Arte Contemporáneo, Sevilla (2009); Galleri Rostrum, Malmö…

“La Casa de Hong Kong” es un proyecto basado en ‘La Maison des Rendez-Vous’, una novela de Alain Robbe-Grillet ambientada en un burdel en un imaginario Hong Kong. Las pinturas construyen imágenes de la habitación principal, donde tiene lugar la acción, mediante la representación de los elementos descritos y mezclados con fragmentos del propio texto tomados de la novela. El espectador se sitúa en algún lugar entre la imagen del libro y su texto y las imágenes mentales fruto de sus descripciones. Una de las pinturas que conforman la serie recibió el Premio de Pintura de la Universidad de Murcia. El lienzo que aquí mostramos es representativo de su forma de hacer, al liberar la pintura de todo dictado estético que colapse el flujo asociativo ad infinitum.

 

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Sortija en oro blanco
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Sortija en oro blanco de 18 kts.

Sortija en oro blanco

Lote en subasta:

Sortija en oro blanco de 18 kts.
Frontis rosetón con esmeralda central, talla esmeralda, de ca. 5,00 cts., con una medida de ca. 13,1 x 17 mm, originaria de Colombia, engarzada en grapas angulares y orlada por un bisel rectangular de diamantes, talla brillante, con un peso total de ca. 2,88 cts., engarzados en garras y montados en hombros de abiertos en varios hilos de oro pulido.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 26 x 21 mm (frontis).

 

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Hernando VIÑES SOTO
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Hernando VIÑES SOTO (París, 1904 – 1993). Sin título.

Hernando VIÑES SOTOLote en subasta:

VIÑES SOTO, Hernando (París, 1904 – 1993).
Sin título, 1930.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
89 x 116 cm; 106 x 133 cm (marco).

 

Nacido en el seno de una familia burguesa de clase alta, Viñes se introdujo en el círculo artístico parisino de la mano de su tío, el pianista y compositor Ricardo Viñes. Durante la Primera Guerra Mundial se instaló en Madrid, regresando en 1918 a París. Allí Pablo Picasso, amigo de su tío, tras ver sus primeros dibujos le aconsejó seguir en esa misma vía y perfeccionar sus conocimientos de artista autodidacta. Viñes siguió los consejos de Picasso, ingresando primero en la Academia de Arte Sacro de París, donde fue discípulo de Maurice Denis y Georges Desvallieres y a continuación, en 1922, completando su formación con André Lothe y Gino Severini.

Al año siguiente participó como decorador en “El retablo de Maese Pedro”, de Manuel de Falla, y expuso por primera vez en el Salón de Otoño. Ese mismo año de 1923, entró en contacto, por medio de su amigo Manuel Ángeles Ortiz, con el círculo de jóvenes artistas españoles afincados en París: Francisco Bores, Luis Buñuel, Joaquín Peinado, Francisco García Lorca, Pancho Cossío, Rafael Alberti, Ismael de la Serna, etc. A los veinte años decide dedicarse plenamente a la pintura, y obtiene inmediatamente el apoyo de dos importantes críticos, Tériade y Zervos, director este último de “Cahiers d’Art”. Desde entonces expuso de manera regular en las galerías Percier y Max Berger de París. Tras la Segunda Guerra Mundial empezó para el pintor una época muy dura, en la que a pesar de numerosas exposiciones, colectivas e individuales, no consiguió la notoriedad que sus brillantes comienzos prometían.

Tuvo que esperar al año 1965 y la gran retrospectiva que le dedicó el Museo de Arte Moderno de Madrid para ser reconocido, por fin, como uno de los pintores más brillantes de su generación. A partir de aquel momento, las exposiciones se sucedieron de manera acelerada, en destacadas galerías de toda España como Théo (Madrid y Valencia), Dalmau (Barcelona o Ruiz (Santander). A principios de los años ochenta se le dedicaron importantes muestras retrospectivas en la Casa de España en París, el Museo de Bellas Artes de Santander y el Museo Bonnat de Bayona. En 1988 recibió, de mano del rey D. Juan Carlos I, la Medalla de Oro de las Artes y las Letras.

Paralelamente, su fama internacional irá creciendo a raíz de exposiciones celebradas en Alemania, Dinamarca, Estados Unidos, Checoslovaquia, Inglaterra y Japón. Alejado de escuelas y de cualquier atisbo de jactancia, la obra de Viñes siguió su camino en Francia, y museos de todo el mundo empezaron a adquirir sus obras. Actualmente está representado en el Museo Reina Sofía de Madrid, el centro Georges Pompidou de París, los Museos de Albi, Castres y Saint-Ouen en Francia, los de Bellas Artes de Tel-Aviv, Buenos Aires y Praga, el de Arte Contemporáneo Patio Herreriano de Valladolid y el ARTIUM de Vitoria, entre muchos otros.

 

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Escuela italiana siglos XVII-XVIII
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Escuela italiana, siglos XVII – XVIII. “Virgen con San Sebastián y San Cristóbal”.

Escuela italiana siglos XVII-XVIII

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Escuela italiana, siglos XVII – XVIII.
“Virgen con San Sebastián y San Cristóbal”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 76 x 118 cm; 85 x 127 cm (marco).

 

 

En esta obra se representa a la Virgen con el Niño en brazos, flanqueada por san Sebastián y san Cristóbal. El primero aparece en su martirio, semidesnudo y atado a un árbol, con saetas clavadas en su torso y brazos. En el lado derecho vemos a san Cristóbal, con el cayado que es su principal atributo iconográfico cuando no carga al Niño sobre sus hombros. Se trata de una obra netamente clasicista, de influencia rafaelesca tanto en los tipos como en la composición, clara, ordenada y simétrica. La figura de la Virgen funciona como eje de simetría, y forma con el Niño un bloque monolítico, de forma que este esquema simétrico no quede roto. Para evitar una excesiva rigidez compositiva, las actitudes de los santos son muy diferentes, y el fondo queda cerrado en el lado derecho y abierto en el izquierdo, una forma de componer la escena que deriva directamente de modelos del clasicismo barroco romano-boloñés. El absoluto clasicismo de la imagen se revela también en lo escultórico de las figuras, monumentalizadas por los paños (la Virgen y san Cristóbal) o por el modelado miguelangelesco de sus anatomías (el Niño y san Sebastián).

 

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Josep MOMPOU DENCAUSSE
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Josep MOMPOU DENCAUSSE (Barcelona, 1888 – Vic, Barcelona, 1968). “Port de la Selva”.

Josep MOMPOU DENCAUSSE

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MOMPOU I DENCAUSSE, Josep (Barcelona, 1888 – Vic, Barcelona, 1968).
“Port de la Selva”, 1959.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 66 x 81 cm; 80 x 96 cm (marco).

 

Pintor formado en la academia de Joaquín Torres Canosa, fue miembro del Círculo de Sant Lluc. En 1907 presentó una caricatura acuarelada en la Exposición Internacional de Barcelona, y al año siguiente celebró una muestra individual en las Galerías Dalmau, en la que mostró una serie de dibujos caricaturescos que fueron admirados con interés por Eugenio d’Ors. Entre 1910 y 1911 colaboró con la revista “Papitu” con dibujos barrocos, de trazo finísimo y expresivo decadentismo, firmados con una compleja rúbrica sin letras. En 1917 participó en la exposición de artistas francófilos de las Galerías Dalmau, donde más tarde realizará dos importantes muestras individuales, en 1920 y 1925. Por estos años participó en el Salón de los Evolucionistas (1923).

Entre 1926 y 1934 reside en París y organiza allí varias muestras individuales, además de sucesivas veces en la Sala Parés de Barcelona, y en Madrid en 1946. Participó además en numerosas exposiciones colectivas, tanto en Europa como en América, así como en diversos salones de París y en las Bienales Hispanoamericanas. Entre 1934 y 1939 se instalará en Suiza debido a problemas de salud. Tras esta etapa inicial caricaturística, en los años veinte se centró en un mediterraneísmo plácido, íntimamente ligado al Noucentisme. Finalmente alcanza su madurez artística con un personal estilo heredero del fauvismo e influido por Marquet, en el cual la sugestión lírica, marcada por su pincelada etérea y ligera, se torna más importante que la propia representación de la realidad.

Pintó sobre todo paisajes (Barcelona, París, Cadaqués, Mallorca, Sitges) y figuras femeninas, además de algunas ilustraciones para revistas. También cabe destacar su grupo “Dancing”, de 1928, que refleja lo que la Cataluña de la época tenía de moderna, elegante y cosmopolita. Realizó asimismo murales, como los de la Clínica Corachan (1947) y Llars Mundet, en Barcelona, e ilustraciones, destacando en este campo las realizadas para “Paradís” de Tomás Garcés (1931) y “Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez (1947), entre otras. También fue académico de Sant Jordi, y en 2009 la Fundación Caixa de Cataluña le dedicó una amplia antológica en La Pedrera. Actualmente Josep Mompou está representado el Centro Nacional Reina Sofía, los Museos de Arte Moderno de La Habana y París, el MACBA de Barcelona, el Municipal de Tossa de Mar, el de Toledo (Ohio, Estados Unidos) y en la Biblioteca de Cataluña, entre otros.

 

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Antonio SAURA
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Antonio SAURA (Huesca, 1930 – Cuenca, 1998). Sin título.

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Antonio SAURA

SAURA, Antonio (Huesca, 1930 – Cuenca, 1998).
Sin título, h. 1956-57.
Óleo sobre lienzo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Santiago Catalá Rubio, director de la galería de arte Pilares y vocal del Patronato de la Fundación Antonio Saura.
Medidas: 33,5 x 41 cm; 55 x 62 cm (marco).

 

De formación autodidacta, Antonio Saura empieza a pintar y escribir en Madrid, en 1947. Tres años después celebra su primera exposición individual en la librería Libros de Zaragoza, mostrando series de obras de carácter experimental (“Constelaciones” y “Rayogramas”), realizadas durante la larga enfermedad que lo mantuvo inmovilizado desde 1943, por un periodo de cinco años. En 1952 realiza su primera muestra en Madrid, en la librería Buchholz, donde expone sus obras de juventud, oníricas y surrealistas.

Este mismo año visita por primera vez París, instalándose en la ciudad. Allí su obra recibió la influencia de artistas como Miró o Man Ray, y se dedica a la realización de pinturas en tela y papel de carácter orgánico, utilizando diversas técnicas. La ruptura con el grupo surrealista le permite abrirse a otras vías de creación, donde comienza a mostrarse la evolución que va sufriendo su obra, que avanza hacia una pintura instantánea de trazos gestuales y paleta reducida de carácter selectivo, donde el informalismo juega al despiste entre sugerentes expresiones de línea y color. En París debutará en 1957, en la galería Stadler, el mismo año en que funda el grupo El Paso. Al año siguiente participa en la Bienal de Venecia en compañía de Chillida y Tàpies, y en 1960 recibe el Premio Guggenheim en Nueva York.

En 1963 se le dedican las primeras retrospectivas, en el Stedelijk Museum de Eindhoven, el Rotterdamsche Kunstring y en los museos de Buenos Aires y Río de Janeiro (obras sobre papel). Durante su carrera se repetirán las exposiciones retrospectivas de Saura, tanto en España como en Europa y América. En 1966 expone en el Institute of Contemporary Arts de Londres, y participa en la Bienal de Grabado “Bianco e Nero” de Lugano, obteniendo el Gran Premio. Al año siguiente se afinca en París, aunque trabaja y pasa todos los veranos en Cuenca, pilar fundamental de su producción desde sus primeros años. A partir de 1968 abandona la pintura al óleo para dedicarse en exclusiva a la obra sobre papel.

En 1979 obtiene un premio en la Primera Bienal de grabado de Heidelberg, en 1981 es nombrado Caballero de la Orden de las Artes y de las Letras en Francia, y al año siguiente obtiene la Medalla de Oro de las Bellas Artes. Ha realizado exposiciones en por todo el mundo, y está representado en los museos de arte contemporáneo más importantes a nivel nacional e internacional, entre los que destacan la Neue Nationalgalierie de Berlín, el Guggenheim de Bilbao, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo, el Guggenheim y el Metropolitan de Nueva York, el Centro Georges Pompidou de París y la Tate Gallery de Londres.

 

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Joan ABELLÓ PRAT
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Joan ABELLÓ PRAT (Barcelona, 1922 – 2008). “Playa de Salou”.

Joan ABELLÓ PRAT

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ABELLÓ PRAT, Joan (Mollet del Vallés, Barcelona, 1922 – Barcelona, 2008).
“Playa de Salou”, 1974.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 65 x 81 cm; 91 x 107 cm (marco).

 

 

Pintor y grabador, Joan Abelló inicia su formación de forma autodidacta, teniendo en sus primeras pinturas una gran influencia las obras que Joaquín Mir realizó en Mollet. A continuación estudió en la Academia Baixas y en el Real Círculo Artístico de Barcelona (1941), para más tarde ser discípulo de Pere Pruna, trabajando durante dos años en su estudio (1944-46). Pruna le enseñó las técnicas del mural y del grabado, y además aprendió restauración en el taller de Miracle. En 1945 expone su obra en Barcelona por primera vez, y al año siguiente inicia su trabajo en el estudio de Carlos Pellicer, con quien estuvo durante catorce años. Completó sus estudios con viajes a Londres, Bélgica, París y la Isla de Man, entre otros lugares. En los años sesenta vuelve a su localidad natal, donde se interesa de nuevo por lo paisajes del Vallés y del Mediterráneo, aunque no abandona sus grandes viajes por Europa, África, Costa de Marfil, Marruecos y Brasil.

Destacado coleccionista, en 1996 donó su fondo de arte al Ayuntamiento de Mollet, que creó tres años después el Museo Municipal Joan Abelló. Anexo al museo se encuentra la casa natal del artista, que desde 2002 acoge un taller de restauración y centro de estudios artísticos. Abelló inicia su trayectoria desarrollando una cierta tendencia impresionista, para a finales de los cuarenta iniciarse en el postimpresionismo sin perder vínculos con su lenguaje inicial, siempre con una explosión de colores aplicada con violentas pinceladas. Años después su estilo irá evolucionando, practicando una pintura más matérica por influencia del informalismo, y acentuando su expresionismo sin dejar nunca la figuración. A partir de 1940, año en que realiza su primera exposición en su localidad natal, antes incluso de trasladarse a Barcelona a estudiar, Abelló celebrará exposiciones tanto en España como en Londres, París, Nueva York y Moscú. En 2002 fue nombrado académico de la Real Academia de Bellas Artes de Sant Jordi. Está representado en el Museo que lleva su nombre, además de en el MACBA de Barcelona, colección Courtauld de Londres, el Ashmolean Museum de Oxford, el Museo Vaticano, el Poldersmuseum de Bélgica y en el Legado Francesc Galí.

 

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Broche siglo XIX
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Broche en oro amarillo y plata, siglo XIX.

Broche siglo XIX

Lote en subasta:

Broche en oro amarillo y plata, siglo XIX.
Modelo en forma de ave suspendida sobre una rama con el frontis forrado de diamantes, talla rosa, con un peso total de ca. 4,00 cts., engarzados en garras junto a varios rubís y un diamante solitario en el extremo inferior, color Fancy, de ca. 0,30 cts., engarzado en múltiples garras. Cierre de alfiler con cadena de seguridad.
Medidas: 33 x 48 mm.

 

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Carles NADAL FARRERAS
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Carles NADAL FARRERAS (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). “S’Agaró”.

Carles NADAL FARRERAS

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“S’Agaró”, 1975.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho y titulado al dorso.
60 x 73 cm; 85,5 x 98,5 cm (marco).

 

En este lienzo Nadal nos ofrece una amplia panorámica, captada a vista de pájaro, de una cala de la localidad gerundense de S’Agaró. El pintor emplea un lenguaje plástico totalmente personal, basado en una visión casi informalista de la obra, valorando la expresividad del trazo gestual, lo imprevisto de la materia y la potencia emocional de los colores yuxtapuestos, a modo de manchas.

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi. Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras. Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística simultaneando los trabajos de decoración en los estudios de Bellas Artes.

En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona. Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color.

Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación. Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London. Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

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GARCÍA DE BENAVARRI
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Atribuido a Pere GARCÍA DE BENAVARRI (Corona de Aragón, act. 1445 – 1485). “El escarnio de Cristo”.

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GARCÍA DE BENAVARRI

Atribuido a GARCÍA DE BENAVARRI, Pere (Corona de Aragón, act. 1445 – 1485).
“El escarnio de Cristo”.
Pintura al temple sobre tabla.
Marco con aplicaciones del siglo XVII.
Procedente de la Capilla de Santa María de Goscons (Barcelona).
Medidas: 56 x 52 cm; 70 x 64 cm (marco).

 

En esta obra se representa uno de los episodios más importantes de la Pasión, el Escarnio de Cristo, en el que Jesús es vejado por los sirvientes del sumo sacerdote. Éstos le visten con un manto carmesí, lo coronan de espinas y le ponen sobre la mano una caña a modo de cetro, burlándose de su condición de rey de los judíos. La obra está trabajada con un estilo típico de la escuela catalana de la segunda mitad del siglo XV, caracterizado por la individualización de los rostros, reflejo de la búsqueda del naturalismo, la atención a los pliegues y los detalles de las vestiduras y el cuidado de la composición espacial.

Santa María de Goscons es una capilla románica del siglo XI situada en el municipio de Arenys de Munt. En ella se veneraba a la Madre de Dios de Goscons, una talla de madera policromada que representaba a la Virgen rubia, con el Niño Jesús sobre la falda, ricamente vestida y coronada. La obra, de un marcado hieratismo, era posiblemente de mediados del siglo XII, y desapareció a principios del XIX cuando las tropas napoleónicas quemaron la capilla. En esta localización se encontraba también el retablo del siglo XV al que pertenece esta tabla, atribuido a Pere de Benavarri, del cual se conservan hoy en día tan sólo algunos fragmentos.

Pere García de Benavarri fue un pintor de finales del gótico, posiblemente de origen aragonés, dado que en 1445 está documentado en Zaragoza. Cuatro años más tarde le es encargada la realización de un retablo para el Villar. Se cree que entre 1452 y 1455 residió en Benavarri (Huesca), y que durante este tiempo realizó viajes a Lérida, Huesca y Barcelona. En 1455 firmó un contrato con la viuda y el hijo del pintor Bernat Martorell para continuar el trabajo del taller de éste durante cinco años. A partir de 1463 vuelve a estar documentado en Benavarri, desde donde mandó obras a diversas localidades vecinas. Disfrutó de una buena posición económica, y fue asistido por numerosos colaboradores y discípulos. Parece ser que, en los últimos años de su vida (como mucho desde 1481), residió en Barbastro.

Una de sus obras más características es el retablo de Bellcaire (Museo Nacional de Arte de Cataluña), fechada y firmada por él. Es probable su colaboración con el pintor Jaume Huguet, de quien recibió una importante influencia, especialmente en la realización de las figuras humanas: aspecto escultórico de los personajes, vestiduras estudiadas y sobriedad y belleza de las facciones humanas. En Lérida, donde se encuentra activo hacia 1460, tuvo como discípulos a Pere d’Espallargues, Jaume Ferrer (II) y el maestro de Viella, y su influencia se extendió al círculo aragonés, donde ya había trabajado Jaume Huguet.

 

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Rafael DURANCAMPS
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Rafael DURANCAMPS FOLGUERA (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979). “Pueblo”.

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Rafael DURANCAMPS

DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979).
“Pueblo”.
Óleo sobre tabla.
Se puede emitir certificado de autenticidad por Marçal Barrachina, a petición y cargo del comprador.
Medidas: 16 x 22 cm.

 

Llamado originalmente Rafael Duran i Camps, fue discípulo de Vila Cinca en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sabadell. Más adelante conocerá a Joaquín Mir, con quien estableció una estrecha relación, y cuyo estilo influyó en el colorido del lenguaje de su primera época. Expuso por primera vez en 1917, en las Galerías Layetanas de Barcelona, cosechando un éxito que le animó a seguir pintando pese a la oposición de su familia. Viajó a Madrid, Italia y París, y participó en diversos certámenes, siendo premiado con destacados galardones como la medalla Masriera, además de realizar varias exposiciones en la sala Parés. Actualmente está representado en los Museos de Arte Contemporáneo de Barcelona, Madrid, San Sebastián y Buenos Aires, así como en gran número de colecciones tanto españolas como extranjeras.

 

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Oscar SECO
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Oscar SECO (Madrid, 1964). “I need a new job 9”.

Oscar SECO

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SECO, Oscar (Madrid, 1964).
“I need a new job 9”, 2003 (serie: “The Earth Remains”).
Acrílico sobre tela.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador. 
Medidas: 150 x 150 cm.

 

Oscar Seco se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Inició su meteórica carrera expositiva en 1984, exponiendo aquel año en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, Sala Amadís y Galería Aldaba. Desde 1998 ha participado en las ediciones anuales de ARCO, con la galería Seiquer de Madrid. Ha expuesto por todo el mundo y se han editado numerosos catálogos de su obra. Está representado en importantes colecciones.

Entre sus últimas individuales citamos las celebradas en 2013 (Galeria Vuelapluma y Galería Blanca Soto de Madrid, Galeria Trinta de Santiago De Compostela), 2012 (Galeria La lisa de Albacete, Centro Cultural de las cigarreras de Alicante), 2011 (Galeria Matthias Hauser, La Coruña), 2010 (Galeria Cmtv, Barcelona), galería Ferran Cano (2000-2008)… Ha participado en numerosas colectivas, entre las últimas: Museo Lazaro Galdiano de Madrid (2013); Matadero y Twin Gallery de Madrid, Crypt Gallery de Londres (2012); Instituto Cervantes De Chicago; Biblioteca Navional De Portugal, Lisboa; Galeria Fernando Pradilla, Madrid; Palacio De Don Manuel, Evora; Freies Museum, Berlin (2011); Art Chicago, Galeria Ferran Cano 2010… Ha sido premiado en reiteradas ocasiones: I Premio Caja España (por “The Earth Remains”), Premio de Pintura Jesús Bárcenas (2010); Fundación Wellington (2002), II Bienal Rafael Boti… Está representado en colecciones públicas y privadas de toda España: Museo Reina Sofía, Colección Arte y Patrimonio, Ayuntamiento de Madrid, Caja España, La Caixa…

Oscar Seco sintetiza en imágenes la morbosidad mediática por predicar hecatombes. La lectura intertextual se apoya en la convivencia de estéticas dispares, desde el cartelismo propagandista de entreguerras hasta los carteles de cine de serie B, desde las historietas de Winsor McCay hasta alusiones al cine de animación más sofisticado. Estructuras moleculares y circuitos electrónicos apuntan a rizomas narrativos a favor de la confluencia de memorias artificiales, biológicas, históricas y míticas. La historia del arte se imbrica con la cultura popular en todos sus géneros. La Historia oficial se deshilacha en parodias folletinescas. Lemas de gran carga connotativa puntean las series, como la queja “I need a new job” expresada por superhéroes ante empresas fallidas.

 

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Federico KROMKA
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Federico KROMKA (República Checa, 1890 – ?, 1942). “Construction bleu”.

Lote en subasta:

Federico KROMKA

KROMKA, Federico (República Checa, 1890 – ?, 1942).
“Construction bleu”, 1919.
Relieve, óleo, assamblage, tela y madera.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Con etiqueta al dorso de las galerías Ramon Sarda de Barcelona y Gramo de Amberes.
20,5 x 26,5 cm; 50 x 57 cm (marco).

 

Artista checo de vanguardia activo en Francia, nada sabemos de su vida a día de hoy, salvo que trabajó en torno a 1925 en París, realizando cuadros cercanos al cubismo, y que murió con toda seguridad deportado durante la Segunda Guerra Mundial.

En esta obra Kromka compone una obra que podría enmarcarse dentro del cubismo sintético, vertiente del cubismo desarrollada por Braque y Picasso entre 1912 y 1914, y que el artista checo bien pudo conocer de primera mano. Braque comienza en “El Portugués” (1911) a introducir palabras y números, abriendo una nueva vía que llevará a este segundo periodo del cubismo; fue el primero en utilizar la caligrafía, y en más de una ocasión imitó la madera y el mármol, lo que desembocará en sus collages de esta fase del cubismo: pegará papeles decorados directamente sobre la pintura, y más tarde tanto él como Picasso incorporarán también material gráfico. Aquí Kromka va más allá incorporando además de la pintura, la tela y el papel objetos tridimensionales, que sobrepasan la tradicional bidimensionalidad de la pintura pero que, a la vez, están perfectamente integrados en ella a través del trabajo de planos y colores.

Estas obras del cubismo sintético serán más simples que las de la anterior fase analítica; los objetos ya no se reducen a volúmenes y planos expuestos en diferentes perspectivas hasta llegar a ser irreconocibles, sino que se reducen a sus atributos esenciales, a aquello que los caracteriza de manera inequívoca, convirtiéndose en la representación de la idea del objeto, y no de un objeto concreto. Para plasmar estos objetos “tipo” de forma objetiva y atemporal, y no a través de la subjetividad de la pintura, los artistas recurrirán con frecuencia al ensamblaje: los cuadros se poblarán de materiales cotidianos diversos, clavados o pegados a la tela, y se construyen con elementos diversos, tanto tradicionales como nuevos.

 
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Francesca LLOPIS
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Francesca LLOPIS (Barcelona, 1960). “Bosc daurat”.

Francesca LLOPIS

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LLOPIS, Francesca (Barcelona, 1960).
“Bosc daurat”, 2002.
Acrílico sobre tela. 
Se adjuntará certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 145 x 145 cm.

 

Francesca Llopis inició su trayectoria artística en los años ochenta, época en que la pintura tenía un papel destacado en el contexto artístico. También para ella las investigaciones pictóricas fueron el eje de su trabajo y la ciudad su motivo central. Tras viajar por todo el mundo su universo se ha ido ampliando, buscando nuevas fórmulas e incorporando lenguajes de diferentes disciplinas. Se ha mantenido en plena vehemencia creativa y expositiva durante décadas. Ha mantenido en el transcurso de las décadas una importante actividad creativa y expositiva, desde su primera individual en la galería Eude (1982) hasta las más recientes en la Fundación Saura de Cuenca (2012) y en la galería N2 de Bacelona.

Los premios y los reconocimientos jalonan toda su carrera, desde la beca del Ministerio para un stage en Varsovia (1981) hasta la del CONCA para Osaka (2010). Está representada en prestigiosas colecciones: Ayuntamiento de Barcelona, Generalitat, MACBA, Fundació La Caixa, Rafael Tous…, en las galerías Maeght, Antonio de Barnola, Ignacio Lassaleta… Francesca despliega en cada uno de sus lienzos sutiles cartografías en las que se amalgaman palimpsestos de sueños, recuerdos y vivencias. Las geografías psíquicas se enriquecen de estratos semánticos. El bosque, como el laberinto, es un elemento reiterado en su vivero plástico, con infinitas resonancias míticas y trasunto de su poso vivencial. La riqueza tonal que vira del negro al rojo fucsia, pasando por infinitas gradaciones, transmiten una cadencia onírica y sensorial.

 

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Victor PIMSTEIN
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Victor PIMSTEIN (México DF, 1962). “Marshes”.

Victor PIMSTEIN

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PIMSTEIN, Victor (México DF, 1962).
“Marshes”. Serie: “Commonplaces (Clichés of landscape): Industrial Pastoral”. 2006.
Óleo sobre lienzo.
Formó parte de la mítica exposición “Barcelone 1947-2007” comisariada por Victoria Combalia y Michel Enrici, en Maeght Fondation, Saint-Paul-de-Vence, 2007.
Se adjuntará certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 227 x 175 cm.

 

Victor Pimstein Ratinoff se licenció en Harvard (máster en Arquitectura) y Columbia (BA en literatura comparada). Ha expuesto extensamente su obra pictórica y fotográfica en galerías y museos de Europa y América. Tras residir en Boston, Montpellier, Nueva York, Roma y México DF, vive actualmente en Barcelona. Ha sido invitado a impartir conferencias y talleres en el MACBA de Barcelona (Public Fictions, 2010), Elisava de Bcn, Universidad Internacional de Cataluña y Harvard, entre otros centros universitarios.

Se han publicado monográficos sobre su obra: “Paisaje Ideal”, Galería Joan Prats, Barcelona, 2003; “Commonplaces”, The Blue Gallery, London, 2003, entre otros. Ha sido reseñado en numerosas publicaciones. Para citar alguna: Victoria Combalía, “Víctor Pimstein” in “Barcelone 1947-2007”, Fondation Maeght, Saint Paul de Vence; Daniel Giralt-Miracle, “La mirada indagatoria de Víctor Pimstein”, ABC Cultural, 22 marzo 1996; Francesc Miralles, “Víctor Pimstein”, Barcelona, La Vanguardia, 12 noviembre 1991. Ha celebrado reiteradas individuales en la galería barcelonesa Joan Prats y en la londinense The Blue Gallery. Ha participado en ferias como London Art Fair, sucesivas ediciones de ARCO (con J.Prats), MACO (con Alejandro Sales), Art Basel… Está representado en colecciones públicas y privadas: La Caixa, Fund.Televisa, Sorigué, Banco de España…

Nadie mejor que el propio artista explica las motivaciones de “Commonplaces” (Lugares Comunes): “nació de un intento de definir “mi” paisaje, los confines de mi propia identidad, la linea que separa mi ser de los otros y el presente de mi pasado (…) Cuando uno se ha trasladado de lugar en lugar, de lengua en lengua y de cultura en cultura, la natural continuidad entre identidad personal y social queda fracturada. Esta fractura saca a la luz la artificialidad que existe detrás de la construcción del “paisaje” (…) Comenzando a explorar mi memoria de lugar, me confundió el hecho de que muy pocas de las imágenes que se me presentaban correspondían a recuerdos de mi experiencia directa (…) Al pensar en la relación entre paisaje y placer aparecían los saturados turquesas de las postales de playas; al imaginar un paisaje primordial y épico se presentaban las imágenes de las películas del Oeste (…) Pensar en la generosidad y benevolencia de la tierra me traía fragmentos de cerámicas y textiles pastorales (…) pensar en un paisaje intimo me entregaba el jardín impresionista (…) Estas imágenes de la memoria colectiva son mi bandera y mi país” (extraído del catálogo de la muestra “Commonplaces”, Blue Gallery, Londres 2003).

 

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Joan MIRÓ FERRÀ (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983). “Quatre colors aparien el mon…”.

Joan MIRÓ

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MIRÓ I FERRÀ, Joan (Barcelona, 1893 – Palma de Mallorca, 1983).
“Quatre colors aparien el mon…”, 1975.
Grabado al aguafuerte y aguatinta sobre papel vitela de Arches, ejemplar H.C.
Gustavo Gili editor, Joan Barbará impresor, Barcelona.
Firmado y justificado a mano.
Medidas: 90 x 63,5 cm.
Obra catalogada en J. Dupin, “Miró grabador”, vol. III, nº 826, p. 170 (Barcelona; Polígrafa, 1992).

 

Realizado para el libro de artista “Quatre colors aparien el món”, con ilustraciones de Joan Miró y textos de J.V. Foix, editado por Gustavo Gili en 1975. El libro está ilustrado con cinco grabados al aguafuerte y aguatinta (90 x 63,5 cm). Tirada formada por 50 ejemplares, más 15 H.C., más 5 P.A., más 3 para el depósito legal.

Joan Miró fue una de las grandes figuras del arte del siglo XX a nivel internacional, y desarrolló un personal lenguaje cercano al surrealismo que influenció poderosamente tanto en sus contemporáneos como en las generaciones siguientes. Se formó en Barcelona, primero en la Escuela de la Lonja y posteriormente en la Academia Galí, de espíritu más renovador. En esa escuela y en el Cercle Artístic de Sant Lluc, también en Barcelona, el joven Miró conocerá a algunos de sus grandes amigos, como el crítico Sebastià Gasch, el poeta J.V. Foix, el pintor Josep Llorens Artigas o el promotor artístico Joan Prats. Así, desde sus años de formación se relacionó directamente con los círculos más vanguardistas de Barcelona, y ya en la temprana fecha de 1918 realiza su primera exposición, en las Galerías Dalmau de Barcelona.

En 1920 se traslada a París y se encuentra con Picasso, Raynal, Max Jacob, Tzara y los dadaístas. Estos serían los años cruciales de su carrera artística, en los que Miró descubrirá su lenguaje personal. En París entabló amistad con André Masson, en torno a quien se agrupaba el denominado grupo de la Rue Blomet, futuro núcleo del surrealismo. Así, bajo la influencia de los poetas y pintores surrealistas, con quienes compartía muchos de sus planteamientos teóricos, va madurando su estilo; trata de trasponer a lo visual la poesía surrealista, basándose en la memoria, la fantasía y lo irracional. Desde este momento su estilo inicia una evolución que le lleva a obras más etéreas, en las que las formas y las figuras orgánicas se reducen a puntos, líneas y manchas de color abstractos.

En 1924 firma el primer manifiesto surrealista, aunque la evolución de su obra, demasiado compleja, no permite adscribirle a ninguna ortodoxia determinada. Su tercera exposición en París, en 1928, supone su primer gran triunfo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquiere dos obras suyas. A partir de los años treinta Miró se consagra como una de las figuras más destacadas del panorama artístico internacional, así como uno de los creadores clave del siglo XX. Regresa a España en 1941, y ese mismo año el Museo de Arte Moderno de Nueva York le dedica una retrospectiva que supondrá su definitiva consagración internacional. Durante la década de los cincuenta experimentó con otros medios artísticos, como el grabado, la litografía y la cerámica. Desde 1956 y hasta su muerte, en 1983, reside en Palma de Mallorca en una suerte de exilio interior, mientras crece su fama internacional.

A lo largo de su vida recibió numerosos premios, como los Grandes Premios de la Bienal de Venecia de 1954 y de la Fundación Guggenheim en 1959, el Carnegie de Pintura en 1966, las Medallas de Oro de la Generalitat de Cataluña (1978) y de las Bellas Artes (1980), y fue nombrado Doctor Honoris Causa por las universidades de Harvard y Barcelona. En la actualidad su producción puede contemplarse en la Fundación Joan Miró de Barcelona, inaugurada en 1975, así como en los principales museos de arte contemporáneo de todo el mundo, como el Thyssen-Bornemisza, el MoMA de Nueva York, el Museo Reina Sofía de Madrid, la National Gallery de Washington, el MNAM de París o la Albright-Knox Art Gallery de Buffalo.

 

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Tapiz de Bruselas
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Escuela de Bruselas, finales siglo XVI. “Hércules en el jardín de las Hespérides”.

Tapiz de Bruselas

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Escuela de Bruselas, finales del siglo XVI – principios del XVII.
“Hércules en el jardín de las Hespérides”, serie “Los trabajos de Hércules”.
Tapiz. Lana y seda.
Con marca de Bruselas.
Medidas: 360 x 530 cm.

Dentro de la nueva estética renacentista, Hércules destrona a los héroes paganos de la Edad Media como modelo de virtud para los príncipes de la época, y sus trabajos serán representación de la “virtus activa”. Así, en casi todas las grandes mansiones de la época había tapices de este tema. Un ejemplo de estas series de los trabajos de Hércules es la tejida por J. Gheteels y adquirida por María de Hungría (Patrimonio Nacional, Palacio de La Granja).

Aunque en el siglo XV Tournai era el principal centro flamenco de producción de tapices, Bruselas comienza a tomar fuerza en el último cuarto del siglo del siglo, rivalizando directamente con Tournai. Hay muy poca documentación de esto, pero existen indicios como el hecho de que, a finales del siglo XV, aparezcan tapices relacionados con pintores de Bruselas, y además con características diferentes a los demás tapices de la época. Estos tapices se caracterizarán por su acusado carácter pictórico y su calidad excepcional, y en ocasiones se concebirán como polípticos de altar. Además, son generalmente más pequeños que los de Tournai.

Por otro lado, en 1476 hay documentado un pleito entre tejedores y pintores de Bruselas que se resuelve a favor de los segundos al dictarse que, desde entonces, los tapices figurativos tendrán que hacerse en base a un cartón realizado por un pintor profesional. Estos primeros tapices de Bruselas son aún medievales, pero representan el inicio de un movimiento que desembocará en el tapiz renacentista del siglo XVI. Se trata de piezas caracterizadas por la riqueza y densidad del tejido, así como por su complejidad iconográfica, directamente relacionada con la pintura flamenca contemporánea.

A partir de estos ejemplos de finales del siglo XV los tapices de Bruselas irán evolucionando, con una densidad cada vez menor de figuras (desligándose así de la influencia de Tournai) y composiciones más libres. Asimismo, a principios del siglo XVI aparece en estos talleres la cenefa, por primera vez en la historia del tapiz occidental; al principio será estrecha e irá ganando protagonismo con el tiempo, y estará generalmente ocupada por flores y frutos, en ocasiones incluso también pequeños animales.

Durante las primeras décadas del siglo XVI veremos en Bruselas un estilo proto-renacentista, con series como “Los Triunfos de la Madre de Dios”, que muestra elementos nuevos como rostros más naturalistas o efectos de transparencias en los cabellos. Finalmente se alcanzará un estilo plenamente renacentista caracterizado ante todo por su pictoricismo, que lo hará depender casi de forma absoluta de la pintura.

 

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Grau Sala
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Emilio GRAU SALA (Barcelona, 1911 – 1977). “La manège de la Grande Cours”.

Grau Sala

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GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“La manège de la Grande Cours”, Honfleur, 1963.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 60 x 73 cm; 86 x 96 cm (marco).

En esta obra Grau Sala plasma una idílica estampada bañada por el sol de la tarde, bajo una luz clara y uniforme que evita las sombras densas e ilumina los colores, dotándolos de una personal vivacidad. Éstos aparecen aplicados de forma expresiva y libre, a base de pinceladas superpuestas y secas, de modo que los colores no llegan a taparse unos a otros y, a la vez, dotan al paisaje de una cierta vibración que multiplica los reflejos del sol.

Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal. Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy.

De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar. El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo.

Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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