José Villegas
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José VILLEGAS CORDERO (Sevilla, 1848 – Madrid, 1921). “Partido de tenis”.

José VillegasLote en subasta:

VILLEGAS CORDERO, José (Sevilla, 1848 – Madrid, 1921).
“Partido de tenis”, Biarritz.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y localizado en el ángulo inferior derecho.
Adjunta certificado de autenticidad, emitido por Ángel Castro Martín.
Medidas: 42 x 52 cm; 64 x 74 cm (marco).

 

José Villegas inicia su aprendizaje con José María Romero, bajo cuya dirección estudió dos años. A continuación ingresó en la Escuela de Bellas Artes, donde fue discípulo de Eduardo Cano. A temprana edad lleva a la Exposición sevillana de 1860 su cuadro “Pequeña filósofa”, que se vende en 2.000 reales. Hacia 1867, aún en etapa de formación, pinta dos lienzos: “Niñas pidiendo limosna”, muy elogiado por la crítica, y “Colón en la Rábida”, adquirido por los duques de Montpensier. Seguidamente viaja a Madrid, donde acudirá al estudio de Federico de Madrazo. Allí traba amistad con Rosales y Fortuny, y estudia a los maestros del Museo del Prado. En este periodo copia a Velázquez, cuya factura espontánea adoptará para su técnica pictórica, al tiempo que su vibrante color.

Seducido por la obra orientalista de Fortuny, Villegas regresa a Sevilla y visita Marruecos, de donde trajo algunos cuadritos y apuntes. A finales de 1868 decide trasladarse a Roma en compañía de Rafael Peralta y Luis Jiménez Aranda. Allí frecuenta las clases nocturnas de la Academia Chigi y comparte estudio con otros colegas, hasta que pasa al taller de Rosales. Su obra, en este momento, se centra en los temas costumbristas, género en el que Villegas alcanzó resonantes triunfos, siendo demandado incesantemente por una clientela ávida de temas castizos, especialmente de toreros y bailaoras. Su extraordinaria versatilidad le permitió, además satisfacer la demanda de una clientela internacional que, a partir de Fortuny, exigía temas de fantasía árabe. Así, Villegas aprovecha sus apuntes tomados en Marruecos, sin olvidar los temas de género y de “casacones”. A mediados de los setenta regresa a Sevilla y visita de nuevo Marruecos.

De vuelta en Roma a partir de 1876, recoge la antorcha legada por Fortuny y se convierte en el pintor más admirado y cotizado entre marchantes y coleccionistas. Sigue trabajando sus temas orientalistas y costumbristas, y envía sus obras a las exposiciones españolas. En 1878, a raíz de un encargo del Senado español, Villegas se inicia en los temas de historia. Asimismo, a mediados de los ochenta se centrará en la realización de cuadros directamente inspirados en el arte renacentista italiano, siendo su obra culminante dentro de este estilo “El triunfo de la Dogaresa”, pintada en 1892 y expuesta con enorme éxito en Berlín. Durante estos años trabaja especialmente en Venecia, ciudad que le ofrecía un marco inagotable para la ambientación de sus composiciones.

En 1898 fue nombrado director de la Academia de Bellas Artes en Roma, en 1901 director del Museo del Prado y en 1903 académico de San Fernando. Está actualmente representado en el Museo del Prado, los de Bellas Artes de Sevilla y Córdoba, el de San Telmo en San Sebastián y la Colección del Banco de España, entre otras instituciones de importancia, tanto públicas como privadas.

 

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Antoni CLAVE SANMARTI
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ANTONI CLAVÉ (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005). “Le banc de Gaudí”.

Antoni CLAVE SANMARTI

 

 

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CLAVÉ I SANMARTÍ, Antoni (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005).
“Le banc de Gaudí”, hacia 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado y titulado al dorso.
130,5 x 145,5 cm; 145 x 160,5 cm (marco).

 

A partir de los años sesenta, la obra de Antoni Clavé se enmarca de pleno en el complejo territorio de la abstracción, en el cual el artista se maneja a través de la experimentación formal y matérica, mediante gestos caracterizados por una intensa energía formal, que facilitan el diálogo entre textura y materia y soportan su personal mundo cromático, siempre basado en el instinto y no en la razón. De este modo, en cuadros como “Le banc de Gaudí”, Clavé se expresa a través de la imaginación, mediante insólitas asociaciones que el azar transforma en enigmáticos juegos de texturas, a modo de falso collage.

El artista construye así atmósferas opresivas en su densidad, dotadas de un lírico dramatismo basado en el contraste de luces y sombras: “’sumerge’ sus personajes y figuras en un agobiante despliegue formal hecho de fragmentos y gruesas empastaciones que se afirman plásticamente, es decir, a contraluz de las sugerencias figurativas que tal vez adelantan los títulos o insinúan las tracerías” (J.F. Yvars, “El espesor de los signos. Materia, objeto y forma”, en “Antoni Clavé. Un mundo de arte. Obras 1934-2002”, SEACEX, 2010; p. 52). En esta realidad autónoma no todos los elementos, sin embargo, se comportan del mismo modo, dado que se trata ante todo de collages aunque no intervengan elementos aplicados sobre la tela, más allá del pigmento. Así, las tramas y texturas destacan opacas y planas sobre la construcción lumínica, destacando como elementos independientes y sobrepuestos, jugando al trampantojo y multiplicando las dimensiones pictóricas del cuadro.

Antoni Clavé es una de las más relevantes figuras del arte contemporáneo español. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, Clavé se dedica en un primer periodo al grafismo publicitario, la ilustración y las artes decorativas. En 1936 toma parte activa en la Guerra Civil, en las filas republicanas, lo que le lleva a exiliarse a Francia al terminar la contienda. Ese mismo año de 1939 expone los dibujos que realizó en los campos de batalla. Se instala en París, donde conoció a Vuillard, Bonnard y Picasso. A partir de esta época, Clavé empieza a desarrollar una obra marcada por una plástica distinta, menos clásica. Durante este periodo sus figuras fueron perdiendo precisión y forma, dando paso al trazo y a una personal gama de colores y texturas que protagonizarán desde entonces sus obras.

Gozaba ya de un gran prestigio internacional en el momento en que se inicia su reconocimiento en España, a partir de su exposición en la Sala Gaspar de Barcelona, en 1956. En 1952 realiza los decorados para la película “Hans Christian Andersen”, de Charles Vidor, y obtiene una candidatura al premio Óscar. En 1954 abandona la decoración para dedicarse a la pintura. En la década de los sesenta realizó un homenaje al Greco, y su pintura de este momento revela las influencias recibidas de dicho maestro, así como de los pintores del barroco. Toma especial relevancia la temática del caballero de la mano en el pecho, referente que se repetirá en las obras futuras de Clavé. Este periodo se caracteriza por el paso definitivo a la abstracción. En los años setenta continúa la evolución en la obra de Clavé, utilizando técnicas diversas como el collage, e inventando nuevas como el “papier froissé”, fruto de una casualidad en el uso del aerosol sobre papeles arrugados.

En 1978, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, actual Centro Georges Pompidou, le dedicó una retrospectiva que le convirtió en uno de los artistas de más prestigio de su generación. En la década de 1980 dedicó una serie de obras a Picasso, bajo el título de “A don Pablo”. Sus últimas obras se caracterizan por la recreación de texturas dentro de la abstracción, con una profusa utilización del “papier froissé”. Fue premiado en la Hallimark de Nueva York en 1948, en la Bienal de Venecia de 1954 y en la Bienal Internacional de Tokio de 1957. En 1984 el Estado Español reconoció su valía artística con la exposición de más de cien de sus obras en el pabellón español de la Bienal de Venecia. Ese mismo año le fue concedida la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. La obra de Clavé se encuentra, entre muchos otros, en los museos de Bellas Artes de Bilbao, Tate Gallery, de Arte Moderno de París y Tokio, el British Museum y en el Reina Sofía de Madrid.

 

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Tomás MUÑOZ LUCENA
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Tomás MUÑOZ LUCENA (Córdoba, 1860 – 1943). “Muchacha dando de comer a las gallinas”.

Tomás MUÑOZ LUCENA

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MUÑOZ LUCENA, Tomás (Córdoba, 1860 – 1943).
“Muchacha dando de comer a las gallinas”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y localizado en la zona inferior izquierda.
60 x 90 cm; 84 x 113 cm (marco).

 

Tomás Muñoz Lucena inicia su formación en la escuela cordobesa de pintura de Rafael Romero Barros. A continuación ingresa en la recién inaugurada Escuela de Bellas Artes de Córdoba, donde coincide con Julio Romero de Torres y Mateo Inurria. Gracias a su talento obtiene una beca de la Diputación Provincial para cursar estudios en la Escuela de San Fernando de Madrid, en el año 1879. Allí será discípulo de Federico de Madrazo. De nuevo becado por la Diputación, Muñoz Lucena realiza un viaje a Roma, donde adquirió la nueva tendencia impresionista, siendo de hecho considerado el primer pintor cordobés dentro de este estilo. En 1881 concurre por primera vez a la Exposición Nacional de Madrid, y tres años más tarde envía desde Roma su obra “Ofelia”, que causó admiración pero no fue premiada.

Frustrado por esta injusta marginación, debida sin duda a que los suyos no eran los temas buscados por el jurado de las Nacionales, que valoraban ante todo los temas de historia, Muñoz Lucena se replantea seriamente la temática de las obras que destinará a estos certámenes. Así, entrando en el juego de la pintura de historia envía a la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1887 su aportación al género, dándole además el aire “necrófilo” que tan del gusto era de los jurados. El cuadro, magnífico, se tituló “El cadáver de Álvarez de Castro”, exaltando al general que resistió durante meses al asedio de Girona por los franceses, y por fin fue galardonado, con una segunda medalla. Con este reconocimiento oficial el prestigio de Muñoz Lucena aumenta considerablemente, y se sucederán sus éxitos. De nuevo obtiene segunda medalla en 1890 y, finalmente, primera medalla en 1901 por su cuadro “Plegaria en la ermita de Córdoba”.

También tomó parte en certámenes extranjeros, y en 1900 fue premiado con medalla de bronce en la Exposición Universal de París. Fue profesor desde 1894, año en que fue nombrado director de dibujo del Instituto de Córdoba, y posteriormente ejercerá la docencia también en Granada y Sevilla. En los últimos años del siglo XIX empezará además a colaborar con revistas como “Blanco y Negro” y “La Ilustración Española y Americana”, formando parte del grupo de ilustradores que marcaron un camino nuevo en las artes gráficas de principios del siglo XX. Se jubila en 1930, y decide trasladarse a Madrid, donde vivió hasta su muerte en 1943. Además de pintar se dedicó también a la ilustración, colaborando con revistas como “Blanco y Negro”, a cuya primera generación perteneció. Se conservan obras de Muñoz Lucena en el Museo del Prado, el Museo de Bellas Artes de La Coruña, la Diputación de Córdoba, la Universidad de Granada y el Museo Romántico de Madrid.

 

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TARRASSÓ
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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Carrer Sant Josep. Callella”.

TARRASSÓ

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MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Carrer Sant Josep. Callella”, 1967.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha. Firmado, fechado y titulado al dorso.
Medidas: 99 x 80 cm; 115 x 94 cm (marco).

 

 

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Fue ante todo paisajista brillante, con un estilo caracterizado por su colorido violento y vivo, muy luminoso. Siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines.

Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística. Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949. Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948.

A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970. La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. Está representado en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

Como es habitual en su obra, Tarrassó se muestra aquí menos preocupado por las exigencias de la composición que por lograr una imagen que escenifique en plenitud una vida recreada y sin soluciones de continuidad. Así, vemos una arquitectura completamente definida por simples manchas de color de límites indefinidos, o bien de límites definidos pero deformados. Por otro lado, utiliza una perspectiva muy alta, conjugada con una combinación de colores en la que suelo, figuras, arquitectura y paisaje intercambian sus tonalidades sin mezclarlas, proporcionando una sensación de profundidad que induce a asumir la escena como un todo autónomo, al margen de detalles, escenificando la totalidad a través de su personal factura vigorosa de espatulazo grueso, que remite en ocasiones a Nicolás Raurich.

 

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Gino RUBERT
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Gino RUBERT (México D.F., 1969). “La viuda alegre hace escala en Barcelona”.

Gino RUBERT

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RUBERT, Gino (México D.F., 1969).
“La viuda alegre hace escala en Barcelona”, Cuernavaca, 1997.
Técnica mixta sobre tabla.
Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
110 x 130 cm; 116 x 136,5 cm (marco).

 
 

Pintor mexicano afincado en Barcelona, donde compagina la práctica artística con la docencia en las escuelas Eina y Massana, Gino Rubert estudió Bellas Artes en la Parsons School de Nueva York. En 1993, ya en Barcelona, gana el Premio de Pintura Joven de la Sala Parés, y es becado por el Ministerio de Cultura para trabajar durante un año en la Academia de España en Roma (1995).

Desde entonces ha mostrado su obra en numerosas galerías, centros culturales, ferias nacionales e internacionales, destacando especialmente sus exposiciones en el Akioshiday Art Village de Japón, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid, la Kunstleshaus Bethanien de Berlín, el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, el Museo de la Universidad de Alicante, la galería Claire Oliver de Nueva York, la Mizuma de Tokio, la Senda de Barcelona y el Museo del Ampurdán. También ha mostrado su obra en Suiza, Alemania, Colombia, Canadá, Francia y Portugal.

Durante los últimos diez años su trabajo se ha centrado en representar experiencias y emociones a las que se accede desde el marco animado y blindado de las relaciones sentimentales. La “nueva mujer”, el “nuevo hombre”, sus funciones, disfunciones, conflictos y retóricas, constituyen la base de su obra más reciente, que abarca tanto la pintura como el video y la instalación. Entre sus premios destacan el Primer Accésit del Premio Honda (La Garriga, 2001), Mención Honorífica de Pintura en el XXVIII Premio Bancaixa en Valencia, la beca de producción de vídeo “La Carrera”, de la Fundación de Arte y Derecho (2002) y la beca residencia de la Shuhocho International Exchange House de Japón (2004).

Actualmente Gino Rubert está representado en las colecciones L’Oréal, Arte Contemporáneo de Pamplona, Testimoni de La Caixa, Banco de España, Honda, Caja Madrid, Giuseppe Castiglioni, Academia de España en Roma, Academia de San Fernando, Fundación Antoni Vila Cases, Gregory Fowler, Delvaux Collection, el Museo Shering de Spanbroek, la Steinkamp Collection y muchas otras.

 
 

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Miquel BARCELÓ ARTIGUES
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Miquel BARCELÓ (Felanitx, Mallorca, 1957). “Bodegón”.

Miquel BARCELÓ ARTIGUES

Lote en subasta:

BARCELÓ ARTIGUES, Miquel (Felanitx, Mallorca, 1957).
“Bodegón”.
Litografía, ejemplar 54/75.
Firmada y justificada a mano.
Con certificado de autenticidad emitido por la Sala Gaspar de Barcelona.
Medidas: 50 x 65 cm; 67 x 83 cm (marco).

 

Pintor y escultor, Barceló inicia su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca. En 1974 debuta individualmente, con tan sólo diecisiete años, en la Galería Picarol de Mallorca. Ese mismo año se traslada a Barcelona, donde se matricula en la Escuela de Sant Jordi, y realiza su primer viaje a París. En la capital gala descubrirá el “art brut”, estilo que ejercerá una importante influencia en sus primeras obras.

En 1976 celebra su primera exposición individual en un museo: “Cadaverina 15” en el Museo de Mallorca, consistente en un montaje de 225 cajas de madera con tapa de cristal, con materiales orgánicos en descomposición en su interior. En 1977 realiza un segundo viaje a París, y también visita Londres y Ámsterdam. Ese mismo año expone por primera vez en Barcelona y conoce a Javier Mariscal, quien será uno de sus mejores amigos en la ciudad. Junto a él y al fotógrafo Antoni Catany participa, como miembro de la revista “Neón de Suro”, en exposiciones en Canadá y California.

Se inicia su reconocimiento internacional a principios de los ochenta, cuando participa en la Bienal de São Paulo (1981) y la Documenta de Kassel (1982). En 1986 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas, y desde entonces su trabajo ha sido reconocido a través de los más destacados galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2003) o el Premio Sorolla de la Hispanic Society of America de Nueva York (2007).

Barceló está actualmente representado en los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Centre Pompidou de París, el Guggenheim de Bilbao, el Marugami Hirai de Japón, el Reina Sofía de Madrid, el Patio Herreriano de Valladolid, el CAPC de Burdeos, el Carré d’Art de Nimes, el de Arte Contemporáneo de Caracas y el de Bellas Artes de Boston, entre otros.
 

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Charles & Ray EAMES
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Charles EAMES (EEUU, 1907-1978) & Ray EAMES (EEUU, 1912-1988). Sillón y reposapiés “Lounge”.

Charles & Ray EAMES

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EAMES, Charles (EE.UU., 1907 – 1978) & Ray (EE.UU., 1912 – 1988).
Sillón y reposapiés “Lounge”. Edición Herman Miller, años 60.
Madera de palisandro, con tapicería de piel.
Medidas: 76 x 80 x 80 cm (sillón); 43 x 66 x 54 cm (reposapiés).

 

El conjunto de sillón y reposapiés “Lounge”, realizado en madera moldeada, con tapicería de piel, fue diseñado por Charles y Ray Eames para la firma Herman Miller, quien lo lanzaría el mercado en 1956 después de varios años de desarrollo por parte de sus diseñadores. Icono del diseño del siglo XX, estos muebles forman parte de importantes colecciones como la del MoMA de Nueva York.

Charles y Ray Ames, matrimonio y pareja artística, trabajaron en los campos del diseño industrial y gráfico, las bellas artes y el cine, y son responsables de numerosos diseños convertidos ya en clásicos del siglo XX. Charles Eames estudió arquitectura durante dos años en la Universidad de Washington, para continuación empezar su carrera trabajando en un estudio abordando proyectos de viviendas residenciales. En 1938 se desplazó a Cranbrook, Michigan, para continuar estudiando arquitectura y diseño en la Academia de Arte de la ciudad. Finalmente ejercería allí la docencia, dirigiendo el departamento de diseño industrial. Junto a Eero Saarinen, el hijo de su maestro Eliel Saarinen, diseñó el trofeo para el Premio de Diseño Orgánico, otorgado por el Museo de Arte Moderno de Nueva York.

En 1941, tras divorciarse de su primera esposa, contrajo matrimonio con su colega en Cranbrook, Ray Kaiser. Juntos se instalaron en Los Ángeles, donde permanecerán el resto de sus vidas. A finales de los años cuarenta, Ray y Charles diseñaron juntos su casa, conocida como la “casa Eames”, considerada hoy en día como una obra maestra de la arquitectura moderna. En los años cincuenta el matrimonio siguió trabajando en arquitectura y diseño de muebles, siendo pioneros en el uso de nuevas técnicas y materiales como la fibra de vidrio o la resina plástica para la fabricación de sillas. Actualmente están representados en el Design Museum de Londres y en el MoMA de Nueva York, entre otros muchos.

 

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Carles NADAL FARRERAS
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Carles NADAL FARRERAS (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). “Interior con figuras”.

Carles NADAL FARRERAS

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Interior con figuras”, 1969.
Óleo sobre cartón, encolado a lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
50,5 x 65 cm; 71,5 x 86,5 cm (marco).

 

Carlos Nadal construye aquí un escenario complejo, basado en los tres muros claramente definidos por gruesas líneas, que cierran el espacio, cuya tridimensionalidad queda reforzada por el trazado geométrico del suelo. Sin embargo, el pintor desplaza ligeramente las líneas rompiendo la perspectiva del espacio, suscitando en el espectador un cierto desasosiego, una sutil ruptura con la realidad. En este interior, claramente descrito con una gran economía de medios, que describe mediante formas esenciales, trazos gruesos y expresivos y amplias manchas de color irregular, vemos diversos muebles, cuadros y objetos, que rodean a tres personajes cotidianos, un hombre en primer plano, captado de perfil, y dos mujeres al fondo, charlando sentadas en sendas butacas, cuyos rostros desaparecen bajo la mancha de color.

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi. Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras. Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística simultaneando los trabajos de decoración con los estudios de Bellas Artes.

En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona. Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos. La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación. Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London. Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

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Escuela italiana del siglo XVII. “El descanso en la huida a Egipto”.

Escuela italiana siglo XVII

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Escuela italiana del siglo XVII.
“El descanso en la huida a Egipto”.
Óleo sobre lienzo.
Reentelado.
Con marco del siglo XIX.
70 x 100 cm; 91 x 120 cm (marco).

 

 

En este lienzo el autor nos presenta el descanso en la huida a Egipto, con la Sagrada Familia en un paisaje rocoso, los tres personajes en primer término, en una composición en friso de cariz clásico. El centro de la imagen lo ocupa la Virgen, sentada en el suelo, monumental en su representación gracias a los amplios paños de sus ropas, con el Niño desnudo en sus brazos, al que sostiene en el frente, casi mostrándoselo al fiel que ora a los pies de la imagen. Junto a ellos, pero en un segundo plano, aparece San José, mirando directamente a Jesús. No obstante, José no aparece totalmente relegado, porque aunque su cuerpo quede envuelto en penumbra su rostro queda vivamente iluminado, de forma que nuestra mirada se fije en él, como tercer punto principal de atención de la composición. Además su presencia, que rompería el equilibrio de la composición triangular central, queda compensada con el risco montañoso que aparece en el lado izquierdo, por lo que su figura cumple además una función compositiva dentro de la escena, equilibrándola y completando la armonía de la imagen. Cabe señalar también la presencia de un hatillo y una calabaza de agua en el ángulo inferior izquierdo, detalle anecdótico que añade algo de narratividad a la escena, dotándola de un mayor realismo, acorde con el espíritu barroco. De hecho, no se nos presenta la escena con triunfalismo ni un acusado carácter escenográfico, sino que el autor busca que el fiel se identifique con el sufrimiento de Jesús y su familia, y por tanto los humaniza, eliminando todo símbolo o alegoría sagrada.

Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista, y de hecho la que finalmente se impondrá en el pleno barroco. Así, la composición es triangular (aunque se introduce el dinamismo netamente barroco mediante una ligera y compensada asimetría), las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el ocre y los tonos terrosos, que integran armónicamente a las figuras en el entorno de paisaje. También la forma de componer la escena, con un ritmo circular establecido por las tres figuras, y cerrada por ambos lados con elementos naturales, pero abierta a un profundo paisaje en el centro, es típico de esta escuela del clasicismo barroco. Sin embargo, pese al dominio de lo clásico se advierte una cierta influencia del naturalismo, especialmente en el aspecto lumínico. Así, la luz aunque es natural es dirigida, centrada en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los diferentes planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.

La huida a Egipto es un episodio del Evangelio de Mateo muy tratado en el arte, utilizado con frecuencia para identificar a la Sagrada Familia con los desfavorecidos por la emigración y la represión política. El relato del Nuevo Testamento, muy breve y propio del Evangelio de Mateo, narra cómo un ángel se aparece en sueños a San José y le indica que debe huir a Egipto junto a María y el Niño, pues el rey Herodes lo estaba buscando para matarlo. José obedece, y al cabo de un tiempo se le ordena volver, de un modo similar. El propio evangelista ve en el episodio el cumplimiento de una profecía del Antiguo Testamento: “de Egipto llamé a mi hijo” (Oseas, 11,1). En los evangelios apócrifos y en la tradición cristiana posterior, este episodio se ampliará con multitud de anécdotas y milagros acaecidos a lo largo del viaje, entre los cuales encontramos el descanso en la huida a Egipto, pausa obligada para que la Virgen amamante al Niño.

 

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MEIFRÈN ROIG
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Eliseo MEIFRÈN ROIG (Barcelona, 1857 – 1940). “Plaza de pueblo”.

MEIFRÈN ROIG

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MEIFRÈN ROIG, Eliseo (Barcelona, 1857 – 1940).
“Plaza de pueblo”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Marçal Barrachina.
Medidas: 73,5 x 65,5 cm.

 

Pintor de paisajes y marinas, Eliseo Meifrèn es considerado uno de los primeros introductores del movimiento impresionista en Cataluña. Comenzó su formación artística en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona, donde fue discípulo de Antonio Caba y Ramón Martí Alsina, con quienes comenzó a realizar paisajes románticos de factura académica.

Tras finalizar sus estudios, en 1878, se traslada a París a fin de ampliar sus conocimientos artísticos, y allí pudo conocer de primera mano la pintura a “plen air”, que le influiría poderosamente en sus paisajes parisinos de esos años. Asimismo, en París coincide con el inicio público del impresionismo. Un año más tarde realiza un viaje a Italia, en el curso del cual visitó Nápoles, Florencia, Venecia y Roma; allí tomó contacto con el círculo de artistas catalanes formado por Ramón Tusquets, Arcadio Mas i Fondevila, Enrique Serra, Antonio Fabrés y Joan Llimona, entre otros. Ese mismo año de 1879 participa en la Exposición Regional de Valencia, y obtiene medalla de oro.

Ya de regreso en Barcelona, en 1880 debuta individualmente en la Sala Parés de Barcelona, donde seguirá exponiendo con regularidad desde entonces. Por estos años formará parte del grupo de los modernistas, y frecuentará Els Quatre Gats. En 1883 regresa a París, donde realiza numerosos dibujos y acuarelas con vistas de la ciudad y de sus cafés, que le valieron una calurosa acogida por parte de la crítica y el público franceses. A finales de los ochenta regresa de nuevo a Barcelona y continúa mostrando su obra en la Sala Parés, además de hacerlo en el Centro de Acuarelistas. Asimismo, en 1888 formará parte del jurado de la Exposición Universal celebrada en la ciudad condal. En 1890 regresa por tercera vez a la capital gala, donde participó en el Salón de Bellas Artes y en el de los Independientes de 1892, junto con Ramón Casas y Santiago Rusiñol, artistas con los que había formado el grupo pictórico de Sitges un año antes.

En los años siguientes Meifrèn remitirá sus obras a numerosas muestras oficiales y certámenes, entre ellos las Exposiciones Nacionales de Madrid y Barcelona, y fue galardonado con tercera medalla en las Universales de París de 1889 y 1899, medalla de plata en la Universal de Bruselas de 1910, gran premio en la Universal de Buenos Aires de ese mismo año, medalla de honor en la Internacional de San Francisco de 1915 y gran premio en la de San Diego del año siguiente. También obtuvo el Premio Nonell de Barcelona en 1935. En 1952, el Ayuntamiento de Barcelona le dedicó una muestra retrospectiva, celebrada en el Palacio de la Virreina.

Sus paisajes iniciales, caracterizados por un concepto académico y romántico, evolucionarán más tarde hacia un lenguaje impresionista; abandonado el preciosismo romano, la suya será una técnica de pincelada suelta y paleta clara, en la que la concepción lumínica se acerca a presupuestos de raíz simbolista, dentro de la órbita de Modesto Urgell. Actualmente está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el MACBA de Barcelona y el Thyssen-Bornemisza, entre muchos otros.

 

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Antoni Tàpies

SETDART PRESENTA DOS OBRAS ORIGINALES DE TÀPIES

 

Antoni TÀPIES_Ulleres i plujaTÀPIES PUIG, Antoni (Barcelona, 1923 – 2012).
“Ulleres i pluja”, 1979.
Lápiz y pintura sobre papel de estraza.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 36 x 51 cm; 67 x 82 cm (marco).
Figura en el archivo de la obra completa de Tàpies, con el número de foto T-9239.

 

 

En esta obra Tàpies nos invita a mirar más allá de la apariencia de las cosas cotidianas, construyendo todo un universo a partir de dos elementos: las gafas, trazadas con una línea quebrada y vibrante, pero perfectamente reconocibles, y la lluvia, apenas unas líneas irregulares con las que el maestro logra conformar toda una atmósfera: la limpia luz blanca y gris de un día de otoño, los reflejos en los charcos, el ritmo de las gotas de agua al caer sobre el suelo… Tàpies invita así al espectador a descubrir la importancia de las pequeñas cosas, de los pequeños momentos, la poética de lo cotidiano, instándonos a ver lo global desde lo pequeño, a construir el todo desde los fragmentos.

Antoni TÀPIES_Collage del peu

TÀPIES PUIG, Antoni (Barcelona, 1923 – 2012).
“Collage del peu”, 1986.
Pintura y collage sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 65 x 90 cm; 97 x 122 cm (marco).
Figura en el archivo de la obra completa de Tàpies, con el número de foto T-4850.

 

 

En esta obra Tàpies trabaja con su personal paleta tendente a la monocromía, que huye de las estridencias y del impacto emocional fácil, directo. Utiliza el negro y el gris y los pone en diálogo con el blanco del papel, aprovechando al máximo la expresividad del vacío que el maestro aprendió del arte oriental. Así, el trazo se convierte en caligrafía, evocando la palabra escrita pero sin llegar a concretarla, instando al espectador a que lea la imagen en su conjunto y no un texto concreto, y a la vez las formas se convierten en signos que provocan en nosotros todo un mundo de ideas asociadas.

 

EL ARTE DE TÀPIES

De formación autodidacta, Tàpies ha creado un estilo propio dentro del arte de vanguardia del siglo XX, en el que se combinan la tradición y la innovación dentro de un estilo abstracto pero lleno de simbolismo, dando gran relevancia al sustrato material de la obra.

Cabe destacar el marcado sentido espiritual dado por el artista a su obra, donde el soporte material trasciende su estado para significar un profundo análisis de la condición humana. La obra de Tàpies ha tenido una gran valoración a nivel internacional, estando expuesta en los más prestigiosos museos del mundo.

Gran defensor de la cultura catalana, de la que está profundamente imbuido, Tàpies es un gran admirador del escritor Ramón Llull, así como del románico catalán y de la arquitectura de Gaudí. A la vez, aprecia el arte y la filosofía orientales, que como su propia obra diluyen la frontera entre materia y espíritu, entre hombre y naturaleza. Influido por el budismo, muestra en su pintura cómo el dolor, tanto físico como espiritual, es algo inherente a la vida.

 

BIOGRAFÍA

Antoni Tàpies se inicia en el arte durante la larga convalecencia de una enfermedad pulmonar. Progresivamente se dedicará con mayor intensidad al dibujo y a la pintura, y finalmente deja sus estudios de Derecho para dedicarse por completo al arte.

Cofundador de “Dau al Set” en 1948, empieza a exponer en los Salones de Octubre de Barcelona, así como en el Salón de los Once celebrado en Madrid en 1949. Tras realizar su primera muestra individual en las Galerías Layetanas, viaja a París en 1950, becado por el Instituto Francés. En estos años inicia su participación en la Bienal de Venecia, expone de nuevo en las Layetanas y, tras una muestra en Chicago, en 1953 expone de forma individual en la galería neoyorquina de Martha Jackson.

Desde entonces se sucederán sus muestras, tanto colectivas como individuales, por todo el mundo, en destacadas galerías y en museos como el Guggenheim de Nueva York o el de Arte Moderno de París. Desde los años setenta se le han dedicado antológicas en Tokio (1976), Nueva York (1977 y 2005), Roma (1980), Ámsterdam (1980), Madrid (1980), Venecia (1982), Milán (1985), Viena (1986) y Bruselas (1986).

A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios y distinciones, entre los que cabe destacar el Praemium Imperiale de Japón, el Nacional de Cultura, el Gran Premio de Pintura en Francia, el de la Fundación Wolf de las Artes (1981), la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña (1983), el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (1990), la Medalla Picasso de la Unesco (1993) y el Premio Velázquez de Artes Plásticas (2003).

Antoni Tàpies está representado en los principales museos de todo el mundo, como la fundación que lleva su nombre en Barcelona, el Reina Sofía de Madrid, los Guggenheim de Berlín, Bilbao y Nueva York, el Museo de Arte Fukoka de Japón, el MoMA de Nueva York o la Tate Gallery de Londres.­­­­

 

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Casimiro MARTÍNEZ TARRASSÓ (Barcelona, 1898 – 1980). “Paisaje costero”.

MARTÍNEZ TARRASSÓ

Lote en subasta:

MARTÍNEZ TARRASSÓ, Casimiro (Sarrià, Barcelona, 1898 – Barcelona, 1980).
“Paisaje costero”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 54 x 65 cm.

 

Conocido simplemente como Tarrassó, se formó en la Escuela de La Lonja de Barcelona. Completó sus estudios en París, donde pudo conocer de primera mano las obras fauvistas que sacudían el ambiente artístico parisino en ese momento. Esta influencia fauve seguirá ya siendo palpable en su obra a lo largo de toda su vida en rasgos como el fuerte contraste cromático, la perspectiva elevada y un tanto exagerada, el absoluto desinterés por la figura humana, que aparece sólo bosquejada como complemento al paisaje, y la representación de árboles como electrizados, sometidos a tortuosas inclinaciones.

Son estos rasgos formales que imprimen a sus obras una vitalidad propia y reducen su conexión con lo referencial a simple pretexto. Tarrassó siguió la estela de los grandes paisajistas catalanes, fijándose sobre todo en Joaquín Mir, aunque con una personalidad claramente diferenciada debida en parte al impacto que el fauvismo tuvo en su pensamiento artístico. Cultivó el bodegón y los paisajes catalanes y mallorquines. Realizó su primera exposición en 1928, en las Galerías Layetanas de Barcelona. Desde entonces se sucedieron sus muestras en Barcelona, Madrid, Palma de Mallorca y Bilbao. En 1935 visita Mallorca por primera vez, y a partir de 1940 contará con un estudio allí, concretamente en Palma, donde vivió largas temporadas y desarrolló la mayor parte de su producción artística.

Tras la Guerra Civil, durante los años cuarenta, Tarrassó tomó parte en varias Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, en sus ediciones de 1942, 1943 y 1950, y celebró no pocas muestras personales en Barcelona, en salas como Augusta, Layetanas, Ars, etc., destacándose entre ellas la que celebró de paisajes pirenaicos en 1948, y la de grandes lienzos de paisajes mallorquines que presentó en 1949. Aunque el paisaje fue siempre el centro de su producción, Tarrassó realizó también obras como la decoración mural de la iglesia de Santa María de Badalona. En Mallorca realizó asimismo una singular empresa, plantando su caballete en las Cuevas de Campanet para captar las estalactitas y estalagmitas de sus cavidades pétreas, desarrollando una serie de obras que presentó en las Galerías Costa de Palma en octubre de 1948. A lo largo de su carrera Tarrassó fue distinguido con el Premio Pollença del I Certamen Internacional de Pintura, en 1962; el Santiago Rusiñol en 1972; y las medallas obtenidas en diversas ediciones de los Salones de Otoño de Palma de Mallorca: primera en 1967 y 1973, y de honor en 1970.

La obra de Tarrassó se caracteriza por la gran personalidad de su colorido. Su obsesión por el cromatismo determina una pintura profundamente sensorial, vitalista e intuitiva. En muchas de sus obras, el pintor se centra ante todo en plasmar una imagen que escenifique la plenitud de la vida recreada y sin solución de continuidad, preocupándose más por ello que por las exigencias de la composición. Actualmente se conserva obra suya en diversas colecciones privadas nacionales e internacionales, así como en el Museo y Fondo Artístico de Porreras (Mallorca) y el de Arte Moderno y Contemporáneo de Palma.

 

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Zvonimir MATICH
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Zvonimir MATICH (Zaragoza, 1959). “Elefante nadando”.

Zvonimir MATICH

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MATICH, Zvonimir (Zaragoza, 1959).
“Elefante nadando”, 2011.
Técnica mixta sobre estuco pigmentado sobre tela.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 190 x 190 cm.

 

Zvonimir Matich se licenció en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona, especialidad pintura. Entre sus últimas exposiciones individuales citamos las celebradas en Feria Internacional de Shangai con Galería YLH Valencia: Galería Carlos Gil de la Parra. Zaragoza; Synchronicity Gallery. New York; Fundación Sta. María. Museo de Albarracín. Teruel; galería Kalos. Barcelona; Galería Lavoisier. Berlín; Galería 37º. Barcelona; Galería Jasmin Herzog. Leichlingen; Galería Helena de Saro. Feria Artexpo, Barcelona, Galería Djesany, Berlín; entre muchas otras. Ha celebrado colectivas en Galería Esther Montoriol. Barcelona; Galería Barnadas Barcelona; Galería Margarita Summer. Madrid; Entrecot de Bou 04. Barcelona, entre otras.

En las pinturas de Zvonimir, la tela es una materia muy trabajada a base de estuco y pigmentos puros en polvo. En palabras del crítico Josep Maria Cadena: “Sentir emoción ante el rastro de antiguas culturas o intentar ver el pasado a través de los vestigios de pintura que quedan en una pared erosionada por el tiempo, puede indicar que una persona persigue conectar con su propia identidad. Pero hacerlo a través del arte y con afinado sentido estético, como es el caso de Zvonimir, es la manifestación de que el arte conecta con el universal latido de la humanidad, superando las barreras de lengua y cultura” (“Zvonimir Matich en el latir del Universo”, en “El Periódico de Catalunya” 2001). El tratamiento artesanal al que Matich somete los lienzos, con esgrafiados pintados sobre capas de estuco pigmentado es en sí una reconstrucción metafórica no sólo de los mecanismos cognitivos y los estratos de la memoria, sino también de procedimientos milenarios de la pintura al fresco.

 

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Joan PLANELLA RODRIGUEZ
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Un icono de la Revolución Industrial a subasta

Setdart "La nena obrera"

 

 

 

 

 

 

La casa de subastas online Setdart, pionera y líder del sector en España, ofrece al público una obra clave para comprender nuestro pasado reciente, un hito en la historia del arte catalán y español en general, y obra maestra de su autor, Joan Planella. Se trata del famosísimo cuadro “La nena obrera”, pintado en 1882 y expuesto pocos años después en París y Berlín, imagen recurrente en prensa y literatura durante las últimas décadas, y utilizada en el Museo Van Gogh de Ámsterdam en 2007 para ilustrar la vida industrial de Barcelona hacia 1900.

 

Setdart "La nena obrera"La famosísima obra “La nena obrera”, también conocida como “La petita obrera” o “La petita teixidora”, pintada por Joan Planella en 1882, ilustra la realidad cotidiana de la clase obrera de finales del siglo XIX, no sólo en Cataluña sino en toda Europa. Gente de extracción humilde, sin más recursos que sus propias manos, que trabajaba de la mañana a la noche en fábricas altamente mecanizadas, modernos símbolos del progreso que contrastaban con la pobreza de sus operarios, muchos de ellos niños, dado que hasta la aparición del derecho protectorio la infancia de los pobres era considerada socialmente como una etapa de aprendizaje para el trabajo, para su desarrollo como trabajadores adultos. Hasta 1919, cuando se adoptó un convenio de la Organización Internacional del Trabajo que prohibía el trabajo a menores de catorce años en el sector industrial, los niños de las clases bajas eran considerados mano de obra barata y fácil de manejar. El cambio de conciencia que tuvo lugar a raíz de estos nuevos derechos no será, sin embargo, definitivo. Aunque nació la idea de la infancia como etapa necesaria para el desarrollo personal, la formación educativa y una positiva integración en la sociedad, el trabajo infantil desapareció en Europa cuando dejó de ser necesario que los niños trabajaran para sobrevivir, cuando los ingresos de sus padres alcanzaron el nivel necesario para poder mantener a sus hijos.

 

Joan PLANELLA RODRIGUEZ

“La nena obrera” es pues una obra emblemática que resume las contradicciones de su tiempo, contradicciones que sólo existen a día de hoy, pues entonces el trabajo infantil era perfectamente aceptado. Sin embargo, trasciende el carácter de mero documento para reflejar con delicadeza y lirismo una escena que fácilmente podría caer en el expresionismo feísta; Planella logra captar la belleza melancólica y poética de una imagen tristemente cotidiana, centrando su atención en los personajes más desfavorecidos de su época, que los de su clase normalmente ignoraban, limitándose a realizar actos de caridad institucionalizada que reforzaban la relación paternalista que las clases altas han mantenido siempre respecto a las más bajas. Planella eleva a la pequeña obrera al nivel de una sacrificada heroína antigua, poniéndola a la misma altura que las ninfas y elegantes damas de ondulantes cabellos que poblaban por entonces la pintura. Rechaza así la recreación fantasiosa para obligar al espectador a fijarse en lo que sabe que existe pero ignora deliberadamente, mostrándole a la vez la crudeza de la realidad que les rodea y la belleza de una verdad rotunda, contrastando la inocencia de una niña con la violencia mecánica del moderno telar al que aparece sumisamente entregada, manejándolo con unas pequeñas y aún tiernas manos con la precisión y la seguridad que da la práctica. Sin embargo, la niña no mira al espectador, no desafía al burgués que la contempla, no exige una respuesta por su parte; simplemente permanece ajena a nuestra mirada, concentrada en su tarea, ignorante de la poética y la belleza de la atmósfera que irradia de su ser, que parece iluminar la oscura estancia de la fábrica gracias a la sutil maestría del pintor.

Esta pintura es una imagen fundamental de una época, una ventana abierta no sólo a la realidad cotidiana de un mundo en pleno proceso de cambio, sino también a una sociedad diferente, cuya conciencia está también transformándose. Es una imagen que resume nuestro propio pasado como sociedad y como individuos, un pasado no tan lejano que, gracias a un arte puesto al servicio de la Historia, reconocemos como propio y como verdadero.

 

Setdart "La nena obrera"Ya en un plano más concreto, el del panorama catalán de la época, la obra maestra de Joan Planella es un hito en la historia del arte en Cataluña, retrato de la época de la consolidación de la industria catalana, que se basó en el sector textil. Durante el segundo tercio del siglo XIX se produjo un considerable incremento en la inversión y la mecanización en la industria textil catalana, a raíz de la instalación en 1832 de la fábrica de Bonaplata, Rull, Vilaregut y Cía., la primera con máquinas que funcionaban a vapor. Para principios de la década de 1860, la hilatura se hallaba mecanizada en un 99%, y el tejido en un 50%. Es por ello que “La nena obrera” fue una de las piezas fundamentales expuestas en la muestra “Barcelona 1900”, celebrada entre 2007 y 2008 en el Museo Van Gogh de Ámsterdam. La pintura se utilizó en ella para introducir el capítulo dedicado a la vida industrial de la ciudad, como imagen emblemática que resume la vida cotidiana de la Cataluña industrial de finales del siglo XIX. No obstante, la fuerza de la pintura no reside sólo en su importancia documental, sino que posee una enorme belleza, un encanto basado en la simplicidad y la delicadeza atmosférica, cromática y lumínica. Como el pintor Joan Brull describirá años después de la realización de la pintura, ésta “no puede ser más simple: una niña pálida trabajando en un telar, pintada con extrema sencillez”. En su origen, la emotividad latente en la pintura quedaba ilustrada por el título que Planella escogió para el cuadro, y que aparecía inscrito en su marco original: “Y dijo Dios: Ganarás el pan con el sudor de tu rostro”.

 

Setdart "La nena obrera"

La obra causó impacto y admiración entre el público y la crítica especializada de la época, causando diversos comentarios en la prensa, en general muy positivos. Se valoró que el pintor hubiera tenido la valentía de representar un tema contemporáneo, y también el hecho de que, aunque se trata de un tema de denuncia, Planella consiguiera hallar poesía donde fácilmente podía haber fracasado y caído en el feísmo. Se aplaudió el hecho de que hubiera alcanzando el difícil equilibrio entre modernidad y belleza, de una forma emotiva y sin olvidarse de aplicar una buena técnica. La obra se presentó al público en 1884, y al año siguiente Planella realizó una segunda versión. Se inicia entonces una larga carrera internacional que le valió importantes éxitos a su autor: en 1887 la obra se expuso en el Salón de París, donde gozó de gran éxito; en 1888 en la Exposición Universal de Barcelona, valiéndole a Planella la primera medalla; en 1891, en la Internacional de Bellas Artes de Berlín (probablemente la original de 1884), donde obtuvo una medalla de oro de segunda clase; y finalmente, en 1893, en la Exposición Universal de Chicago (la réplica), donde se le concedió otra medalla y la obra fue adquirida por la Fall Festivities Association de Saint Louis, con destino al City Art Museum de dicha ciudad.

 Patricia Ortiz San Román

 

Bibliografía:
Bejarano Veiga, Juan Carlos. “El Museu presenta… ‘La nena obrera’ (c. 1885) de Joan Planella i Rodríguez” [en línea]. Barcelona: Museu d’Història de Catalunya, 2013 (ref. de 2 de diciembre de 2013]. Disponible en http://www.mhcat.cat/content/view/full/8404

 

Descripción:

PLANELLA I RODRIGUEZ, Joan (Barcelona, 1849 – 1910).
“La nena obrera”, 1882.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta documentación.
Medidas: 179,5 x 140 cm; 197 x 156 cm (marco).

 

Exposiciones:

  • “Barcelona 1900”, exposición celebrada en el Museo Van Gogh de Ámsterdam entre septiembre de 2007 y enero de 2008. Obra reproducida en el catálogo.
  • “Catalunya en la España moderna. 1714-1983”, exposición celebrada entre mayo y junio de 1983 en el Centro Cultural de la Villa de Madrid y organizada por la Generalitat de Catalunya.
  • “Catalunya, la fàbrica d’Espanya. Un segle d’industrialització catalana. 1833-1936”, exposición organizada por el Ayuntamiento de Barcelona en 1985. Obra reproducida en el catálogo.
  • “La Llotja i l’economia catalana. Del Consolat de Mar a la Cambra de Comerç”, exposición organizada por la Cambra de Comerç, Indústria i Navegació de Barcelona en 1985. Obra reproducida en el catálogo.
  • “Les Bases de Manresa. Cent anys de Catalanisme”, exposición organizada por la Generalitat de Catalunya en 1992.
  • “Mil•lenari de Catalunya”, exposición celebrada en el Palau Robert de Barcelona entre diciembre de 1988 y enero de 1989, organizada por la Generalitat de Catalunya.

 

Publicaciones:

  • Obra reproducida en la portada de los libros “Història de la literatura catalana” (Barcelona: Edicions 62 / Orbis, 1984), “Enfants au travail”, dirigido por R. Caly (Publicacions de l’Université de Provence, 2002) y el primer número de “Un siglo de Catalunya”, obra lanzada por “El Correo Catalán” en diciembre de 1977.
  • Obra reproducida en los siguientes diarios y revistas: “La Vanguardia” (sábado 8 de febrero de 1989 y domingo 21 de junio de 1987), “Panorama Enka” (nº 30, 1986), “Muy Interesante” (nº 143, abril de 1993), “Horizontes” de Avensa (nº 36, 1992), “Historia y Vida” (nº 45) y “Época” (nº 632, abril de 1997).

 

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Ivana FLORES
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Ivana FLORES (Barcelona, 1974). “Face in colors”.

Ivana FLORESLote en subasta:

FLORES, Ivana (Barcelona, 1974).
“Face in colors”.
Óleo sobre lienzo.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 130 x 97 x 3 cm.

 

La pintura y el dibujo son los lenguajes elegidos por Ivana Flores para sumergirnos en fantasías existenciales con trasunto real. Empezó su andadura expositiva participando en festivales de arte contemporáneo como el BAC (’01, ’02), organizado por La Santa, Barcelona; así como en J&B Party Project (Madrid); BarForum Bcn, y Barcelona Art District.

Entre sus exposiciones individuales citamos las celebradas en el Convent de Bagur, La Cova de les Cultures 2011, Bcn; Convent de Sant Agustí, Bcn (2012, 2013); Pati Manning de Barcelona, 2013; El Bigote del Señor Smith, Barcelona, 2013. Ha participado en muestras colectivas organizadas por La Santa, la galería Iguapop (Barcelona, 2012); Virgin-Arch, 2013; Tallers Oberts, 2013; Urban Art Secrets 2013; Festival Weart 2013; Contemporary art fair Swab 2011, Swab 2012, entre otras ferias y festivales.

Ivana combina lenguajes extraídos de fuentes diversas, desde el decorativismo art nouveau hasta el pop art, filtrado por su afinidad con el pop nipón y la estética kawaii. A través de ese sincretismo aborda temas relacionados con la construcción de la identidad en edades especialmente vulnerables, o la colisión entre una individualidad forjada como imagen pública y el yo más íntimo. En ocasiones despliega sobre el lienzo laberintos cartografiados por mentes fantasiosas que dan vida a pequeñas criaturas que se reproducen cuál esporas. En otras, mujeres adolescentes aparecen aprisionadas entre efervescencias moleculares o recostadas sobre lechos multicolor. O bellos rostros hechos de retales ocultan los rasgos personales en juegos de máscaras y evasión.

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José María MALLOL SUAZO
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José María MALLOL SUAZO (Barcelona, 1910 – 1986). “Bodegón”.

José María MALLOL SUAZO

Lote en subasta:

MALLOL SUAZO, José María (Barcelona, 1910 – 1986).
“Bodegón”, 1959.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado y fechado al dorso. Con etiqueta de la Sala Parés de Barcelona.
Medidas: 64,5 x 81 cm; 74 x 89 cm (marco).

 

 

Mallol Suazo nos ofrece en este lienzo una composición fruto de la experimentación plástica, un bodegón de gran riqueza cromática protagonizado por frutas exóticas, acompañadas de una botella de vidrio oscuro. Los elementos que componen el bodegón se sitúan sobre una mesa plasmada en escorzo, cubierta por un mantel blanco y un paño azul. El bodegón aparece captado desde un punto de vista alto que permite una visión unitaria, en un espacio sólo esbozado, definido por tres planos que se unen en el ángulo superior izquierdo: la pared de tonos verdes del lateral, la más oscura del fondo y la mesa, captada en una perspectiva forzada, casi levantada, que refleja el desinterés de Mallol Suazo por la captación tradicional del espacio, de las tres dimensiones. De este modo, el pintor se aproxima al cubismo sintético para reflejar la realidad a través de la razón, centrándose en la investigación puramente pictórica y tomando el modelo natural como mera excusa para ello. Sin embargo, el detenido trabajo del color refleja con naturalismo no sólo las distintas calidades, sino también los juegos claroscuristas que aportan tridimensionalidad, construyendo el espacio en un entorno casi abstracto. De este modo Mallol Suazo logra un equilibrio perfecto entre expresión personal, experimentación plástica y captación del natural, mostrándose heredero del postimpresionismo, principalmente de Cézanne, así como conocedor de los experimentos de la vanguardia.

Nacido en el seno de una familia muy religiosa, Mallol Suazo se formó en la Escuela de La Lonja, en Barcelona, donde fue discípulo de Félix Mestres y de Ramón Calsina entre 1929 y 1935. Fue dibujante además de pintor, y publicó ilustraciones humorísticas en “En Patufet”, “Virolet” y “L’Esquitx”, revistas con las que colaboró ya desde sus años de estudiante. Una deformidad congénita en los pies, que le hacía andar con dificultad, le impidió desarrollar la temática paisajística, al no poder desplazarse para realizar la copia la natural. De ahí que se decantase por otros temas, como el bodegón o el retrato. La primera exposición de su obra tuvo lugar en el Salón de Arte Contemporáneo de Barcelona de 1936, meses antes del estallido de la Guerra Civil Ese mismo año fue premiado en la Exposición de Primavera de la ciudad condal. La contienda fuerza la dispersión de su familia, pero Mallol permanecerá en Barcelona, donde se dedica por completo a pintar y obtiene, en 1938, el Premio Nonell de Pintura, concedido por la sala Tardor. En 1945 pasa a formar parte del grupo de artistas de la sala Parés, galería en la que conocerá al coleccionista Josep Omar Gelpi, quien se convertirá desde entonces en su marchante. Considerado como una de las más destacadas promesas de la pintura joven catalana, en 1953 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona con un desnudo, y en 1959 visita por primera vez Brasil, país de procedencia de su esposa y al que viajará sucesivas veces a lo largo de su vida. Alejado del sentimiento de “riesgo y aventura” en un sentido plástico, Mallol no se dejó arrastrar por las corrientes artísticas imperantes, manteniéndose fiel siempre a su propio lenguaje realista-poético. En 1987, un año después de su muerte, la sala Parés le dedicó una gran exposición homenaje, antológica de su obra. Mallol está representado en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el de Valls, el Deu Font en El Vendrell, el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona y la Abadía de Montserrat, además de en importantes colecciones como la de Caixa Terrassa, la Caixa de Catalunya, la Marta María Millet o la Modest Rodríguez Cruells.

 

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Pareja de jarrones. China, siglo XIX
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Pareja de jarrones. China, siglo XIX.

Pareja de jarrones. China, siglo XIX

Lote en subasta:

Pareja de jarrones; China, siglo XIX.
Bronce con esmaltes “cloisonné” y peana de madera.
Medidas: 30 x 20 x 20 cm (jarrones); 5 x 20 x 20 cm (peanas).

 

Pareja de jarrones chinos decorados con esmaltes “cloisonné” y motivos rehundidos, con asas figurativas que toman la forma de cabezas de dragón, realizadas aparte y aplicadas sobre el cuello. La decoración se organiza en bandas, alternándose las de “cloisonné” y las rehundidas, y combinan motivos directamente tomados de los antiguos bronces chinos: máscaras Tao Tie (ser monstruoso y agresivo, de presencia constante en los antiguos bronces) y motivos abstractos de diseño intrincado, diseños que evocan la textura de la tierra de la que el bronce procede.

También llamado alveolado o tabicado, el esmalte “cloisonné” es una técnica que consiste en depositar la pasta vítrea del esmalte en compartimentos rehundidos o bien formados por láminas de metal que, en relieve, componen la silueta del diseño.

Las antiguas piezas de bronce representan una de las más destacadas manifestaciones del arte chino. Tienen su origen en la Edad del Bronce, en el II milenio a.C., y se desarrollaron principalmente durante las dinastías Shang (siglos XIX al XI a.C.) y Zhou (siglos XI al III a.C.). Se trataba de piezas siempre rituales, y por tanto para uso exclusivo del estamento gobernante o bien como ajuares funerarios. Los recipientes de bronce se usaron principalmente en los sacrificios a los ancestros, y también como vía de comunicación entre el cielo y la tierra, así como en banquetes ceremoniales (ritos propiciatorios). En épocas posteriores el recipiente de bronce será muy importante, y se considerará un buen augurio el hallar un bronce antiguo, especialmente relacionado con la legitimidad del gobernante. De hecho, desde la dinastía Han (siglo III d.C.), empezarán a ser atesorados por los gobernantes como símbolos de legitimidad política.

 

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Juan Simón GUTIÉRREZ
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Juan Simón GUTIÉRREZ (Medina Sidonia, Cádiz, 1643 – 1718). “El recibimiento de san Francisco de Borja en la Compañía de Jesús de Roma”.

Juan Simón GUTIÉRREZLote en subasta:

GUTIÉRREZ, Juan Simón (Medina Sidonia, Cádiz, 1643 – 1718).
“El recibimiento de san Francisco de Borja en la Compañía de Jesús de Roma”, 1700-1710.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Adjunta informe realizado por Enrique Valdivieso González, catedrático de Historia del Arte de Sevilla.
Medidas: 235 x 170 cm.

 
El episodio que narra esta pintura tuvo lugar en el año 1550, cuando san Ignacio de Loyola se encontraba junto con otros jesuitas a la puerta de su convento en Roma para recibir al futuro san Francisco de Borja, que ostentaba el título de Duque de Gandía. Éste había renunciado a toda su grandeza nobiliaria, ingresando en la orden jesuítica en 1547 y presentándose tres años después en Roma para que san Ignacio le recibiese entre los miembro de la Compañía de Jesús.

La ejecución de esta obra está realizada con una composición bien organizada, en cuyo centro aparece Francisco de Borja vestido elegantemente como un caballero, y acompañado de sus criados. Al llegar ante san Ignacio, inicia el movimiento para realizar una reverencia, pero san Ignacio se lo impide. Un interesante fondo arquitectónico que sugiere el edificio de la Compañía de Jesús en Roma figura al fondo de la escena, y de él podemos ver las arcadas del patio principal a la derecha y, a la izquierda, la fachada principal.

Particular interés presenta en la pintura la presencia de tres jesuitas que aparecen detrás de san Ignacio, bajo el umbral de la puerta del convento. Estos tres personajes parecen ser tres retratos, que pueden reproducir los rostros de algunos de los miembros de la casa profesa de la Compañía de Jesús en Sevilla en el momento en que esta obra fue pintada.
Juan Simón Gutiérrez hubo de realizar esta pintura en la plenitud de su carrera artística, en torno a 1700-1710, cuando todavía se mantenía vivo en Sevilla el estilo de Murillo que él conservó a lo largo de toda su vida, siendo de hecho uno de sus mejores seguidores.

Juan Simón Gutiérrez se formó en Sevilla, donde debió entrar en contacto con Murillo, como pone de manifiesto la gran huella que el maestro dejó en sus obras. Consta su presencia en la Academia hispalense entre 1664 y 1667, año en que está documentado su matrimonio. En 1680 obtuvo el cargo de alcalde alamir, siendo el responsable de los exámenes de ingreso de los nuevos alumnos de la Academia. Se conservan obras suyas en centros religiosos como el convento de la Trinidad de Carmona o la iglesia mayor de Santa María la Coronada de Medina Sidonia, así como en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y el de Los Ángeles, en Estados Unidos.

San Francisco de Borja (1510-1572), General de la Compañía de Jesús, duque de Gandía y marqués de Lombay, grande de España y Virrey de Cataluña, era descendiente de los reyes de Navarra y la corona de Aragón, biznieto del papa Alejandro VI y sobrino tataranieto del papa Calixto III. Fue canonizado en 1671 por el papa Clemente X. En el arte, su figura comenzó a representarse muy pronto, casi poco después de su muerte. Sus elementos iconográficos más distintivos son la calavera (en ocasiones coronada), recuerdo de su espanto y causa de su cambio de vida al descubrir la descomposición de la emperatriz Isabel de Portugal cuando iba a hacer entrega de su cadáver en Granada; las coronas ducales por el suelo, signo de su renuncia a todo lo terreno; y las mitras y capelos cardenalicios también rechazados por él. Asimismo, se le suele representar con un rostro sereno, de profunda expresión, reflejo de su interior. Otro elemento propio de su iconografía es la custodia, que representa su defensa de la Eucaristía.
 

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Miralles Galaup
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Francisco MIRALLES GALAUP (Valencia, 1848 – Barcelona, 1901). “Dama leyendo”.

Francisco MIRALLES GALAUPLote en subasta:

MIRALLES I GALAUP, Francisco (Valencia, 1848 – Barcelona, 1901).
“Dama leyendo”, 1886.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 92 x 73 cm; 108 x 87 cm (marco).

 

En esta obra se nos presenta una escena cotidiana contemporánea, protagonizada por una joven dama elegantemente vestida en un interior sobrio, ocupado por muebles antiguos y apenas definido, caracterizado por un tratamiento del espacio que remite directamente a Velázquez. Así, el suelo y el muro que cierra el espacio al fondo apenas aparecen diferenciados, y están trabajados con un cromatismo terroso, neutro, sutilmente matizado por luces y sombras que construyen el espacio sin necesidad de recurrir al dibujo o a antiguos efectos como el trazado en perspectiva del pavimento.

Otra influencia clave es la de los pintores holandeses de interiores burgueses del siglo XVII, si bien aquí Miralles trabaja de un modo totalmente personal, limitando la descripción y el carácter narrativo y desplegando una pincelada ya totalmente moderna, de influencia impresionista. Sí mantiene el minucioso detallismo, en cambio, en las ropas de la mujer, ricamente descritas hasta el más pequeño de sus volantes, lo que dota a la imagen de un cierto carácter fotográfico, dado que el mueble que vemos al fondo queda más desdibujado, como si fuera el fondo en segundo plano de una fotografía, desenfocado respecto al modelo principal.

Francisco Miralles se formó en Barcelona en el taller de Ramón Martí Alsina, donde fue condiscípulo de los integrantes de la primera generación de realistas catalanes. Instalado en París entre 1863 y 1866, es posible que estudiara con Courbet aconsejado por Alsina, quien también se formó con él. Debido a estas influencias, su estilo de juventud, hasta finales de los años setenta, es aún vigorosamente realista. Más tarde evolucionará hacia un estilo de elegancia femenina, típicamente finisecular, con una técnica de influencia fortunyista.

En París popularizó un estilo refinado, centrado mayoritariamente en temas costumbristas de la vida burguesa y de la alta sociedad, fundamentalmente protagonizados por personajes femeninos. Participó en el Salón de los Artistas Franceses, en París, entre 1875 y 1896, y expuso desde 1877 en la barcelonesa sala Parés. Tras varios años a caballo entre París y Barcelona, regresa definitivamente a la ciudad condal en 1893. Francisco Miralles está representado en el MACBA, el de la abadía de Montserrat y el Círculo del Liceo de Barcelona, así como en importantes colecciones particulares.

 

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PECA
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PECA (Argentina, 1965). “Fibonacci y la ecuación de los conejos”.

PECALote en subasta:

PECA (Argentina, 1965).
“Fibonacci y la ecuación de los conejos”.
Acrílico sobre lienzo.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador. 
Medidas: 120 x 80 cm.

 

Peca se graduó en la Universidad Nacional de Bellas Artes de La Plata (Argentina). En Buenos Aires celebró exposiciones y recibió importantes premios: Mención Pintura Salón Provincial de arte joven Buenos Aires 1993; Primer premio grabado Salón nacional de la Mujer, entre otros. Colaboró como ilustradora en las revistas Sex humor y Rolling Stone.

En 2001 llegó a Barcelona. Realizó portadas de discos de Costo Rico. Ilustró revistas como Iguazú, Nativos, LooKdeBook. Sus cortometrajes en stop motion junto a Hernan Cieza han participado en festivales como Annency y Animamundi. En los últimos años, dedicándose de lleno a la pintura, ha sido invitada a exponer en galerías de todo el mundo. Destacamos las muestras más recientes: individuales en Fousion Gallery de Barcelona (2013); August Clown Gallery de Australia (2013); Convento de Sant Agustí de Bcn (2011); colectivas en Gristle Gallery de Nueva York (2013); en Arch Enemy Gallery de Philadelphia (2013). En 2010 ilustró el libro “No-Fábulas” con texto de Eduardo Rezzano. Las publicaciones Miroir Magazine, Usa; Catapult magazine, Usa; Churn Magazine, Usa; Franceville, Argentina, entre otras, han reseñado su obra.

A lo largo de su periplo artístico, Peca ha ido desarrollando una pintura singular forjada sobre mitos y creencias de propio cuño. Desde los personajes circenses y bufonescos de sus primeras series hasta las visiones galácticas de kachinas hopi, su obra se ha ido enriqueciendo con la espiritualidad de filosofías orientales y cosmologías amerindias, pero reinventándolas y remezclándolas sin cesar con sus propios sueños.

 

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Escuela francesa siglo XIX. Via Crucis.
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Escuela francesa de mediados del siglo XIX. “Via Crucis”.

Escuela francesa siglo XIX.

 

Lote en subasta:

Escuela francesa mediados del siglo XIX.
“Via Crucis”.
Conjunto de catorce óleos sobre tabla. 
Con inscripciones del primer propietario: “Alcan à Paris (Propriété) 1879” y “Alcan à Paris”.
117 x 84 cm (cada tabla); 136 x 100 cm (marcos).

 

El “Via Crucis” o Camino de la Cruz refiere las diferentes etapas y momentos vividos por Jesucristo desde el momento en que fue aprehendido hasta su crucifixión y sepultura. Teológicamente, se trata de un camino de oración, que busca adentrar al fiel en la meditación de Jesús en su camino al Calvario. Se representa con una serie de imágenes de la Pasión o “Estaciones”, en total catorce, que son las aquí representadas por orden. En primer lugar, Jesús es condenado a muerte; en la imagen lo vemos siendo llevado por los soldados, con la figura de Pilatos detrás, lavándose las manos. A continuación, Jesús carga con la cruz. La tercera, Jesús cae por primera vez y, como aquí vemos, es azotado por los soldados. La cuarta estación es aquella en la que se encuentra con su madre, María. La quinta, en la que Simón el Cireneo le ayuda a portar la cruz. En la sexta, Verónica limpia su rostro, quedando en el paño marcada la Santa Faz. En la séptima, Jesús cae por segunda vez, y en la octava consuela a las mujeres de Jerusalén. En la novena estación Jesús cae por tercera vez, y en la décima es despojado de sus vestiduras. En la undécima es clavado en la cruz, y su muerte en ella supone la duodécima estación. En las dos últimas, Jesús es bajado de la cruz y puesto en brazos de su madre (imagen de la Piedad), y finalmente es sepultado.

 
En esta serie de catorce tablas, el Via Crucis completo, el autor realiza un magnífico trabajo de narración, cuidando los detalles que aportan realismo a la historia, casi como un guiño al clasicismo barroco, aunque sin desviarse demasiado del camino neoclásico imperante en el momento. Así, vemos un estilo claramente deudor del barroco, como es corriente dentro de las obras religiosas de este momento, pero que sin embargo revela un gusto ya diferente, moderno, de influencia neoclásica. A nivel formal, esto es especialmente patente en el predominio del dibujo sobre el color, principio básico del clasicismo. Además, es un dibujo académico, de magnífica corrección, riguroso y limpio, que se complementa con un cromatismo contenido y magníficamente entonado, como se aprecia especialmente en algunas tablas (“Cristo es condenado a muerte”, “Cristo carga con la cruz” y otras). De hecho, en todas las tablas la paleta gira en torno a los mismos tonos, principalmente carmines, azules, ocres y verdes, con grises y blancos para los fondos. Esta uniformidad tonal sirve para unir visualmente las catorce tablas, aportando así unidad al conjunto. Otro elemento clave en esta monumental obra es el magistral tratamiento anatómico, de raíz clásica, con figuras monumentales (especialmente las de Cristo y la Virgen María), y algunas claramente inspiradas en la estatuaria clásica, como es el caso del soldado que desviste a Cristo para que éste tome la cruz. Finalmente cabe destacar la importancia expresiva de los rostros, que revelan sus emociones con la contención propia del neoclasicismo, conmoviendo el ánimo del fiel sin necesidad de recurrir al patetismo más propio del barroco. Esto se debe al cambio de mentalidad, a que el siglo XIX es un momento de religiosidad entendida de un modo más íntimo, más privado, alejado de los grandes escenarios dramáticos de los siglos anteriores.

 

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Modesto BROCOS Y GÓMEZ
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Modesto BROCOS (1852 – 1936). “El matrimonio”.

Modesto BROCOS Y GÓMEZ

Lote en subasta:

BROCOS Y GÓMEZ, Modesto (Santiago de Compostela, 1852 – Río de Janeiro, 1936).
“El matrimonio”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
76 x 56 cm; 96 x 79 cm (marco).

 

Pintor de retratos, paisajes y temas de género, grabador, dibujante y escritor, Modesto Brocos fue un artista gallego activo en Brasil, o un artista brasileño nacido en Galicia (obtuvo la nacionalidad brasileña). Inició su formación en la Academia de Bellas Artes de La Coruña, en Santiago, donde tuvo como profesor a su hermano Isidoro, escultor y grabador, quien será años más tarde profesor de Pablo Picasso. También estudió con el miniaturista Cancela del Río.

Antes de cumplir los veinte años inicia su primer periplo a Sudamérica, llegando en 1871 a Buenos Aires. En la capital porteña trabaja como ilustrador en “Los Anales de la Agricultura de la República Argentina”, publicación editada por el patrocinio de Domingo F. Sarmiento. Abrió un taller de dibujo y grabado en 1872, pero dos años más tarde, en torno a 1874-75, se trasladará a Brasil, concretamente a Río de Janeiro. Allí estudiará en la Academia Imperial de Bellas Artes, donde tuvo como maestros a Vítor Meireles y Zeferino da Costa. Asimismo, colaborará con la publicación “O Mequetrefe”. De hecho, Brocos popularizará en Brasil la técnica de la xilografía, casi desconocida hasta entonces, que utilizaba para realizar sus ilustraciones.

De carácter inquieto, sólo permanece dos años en Brasil, regresando a continuación a Europa e instalándose en un primer momento en París, donde ingresó en la Escuela de Bellas Artes y tuvo como maestro al alemán Henri Lehmann. Descontento con el sistema docente de la institución, poco tiempo después la abandona y se marcha a Madrid. De la capital española parte de nuevo a Francia y desde allí a Roma, pensionado por la Diputación de La Coruña. Allí estudia en la Academia Chigi, y entra en contacto con Francisco Pradilla, quien será su protector y maestro durante sus cuatro años de estancia en la capital italiana. Por estos años Brocos es ya un artista maduro, autor de excelentes obras y frecuente en el Salón de París.

En 1890, dejando de lado su cátedra en la Sociedad Económica de Santiago, regresó a tierras americanas, instalándose de nuevo en Río. Allí conseguirá una plaza docente en la Escuela Nacional de Bellas Artes, de la que será finalmente director, y desempeñará una importante labor como pintor y tratadista. Así, publicó escritos sobre teoría del arte, y realizó innumerables retratos al aguafuerte, así como pinturas de temas costumbristas e históricos de Brasil. No obstante, pese a estar afincado en América mantuvo lazos con su España natal, participando en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes (fue premiado con Mención Honorífica en 1897), e incluso publicando escritos, entre los que destaca su única obra de ficción, “Viaje a Marte”, editada en Valencia en 1930, en la que construye una auténtica utopía socialista.

En 1952 se organizó en Río una exposición antológica de su obra, con motivo del centenario de su nacimiento. Actualmente está representado en el Museo Nacional de Bellas Artes de Río de Janeiro, el cual le dedicó en 2007 una importante exposición antológica, la Pinacoteca do Estado de São Paulo, el Museo de Bellas Artes de La Coruña, la Fundación Caixa Galicia, etc.

 

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Escuela española siglo XVII
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Escuela española del siglo XVII. “Piedad”.

Lote en subasta:

Escuela española siglo XVII

Escuela española del siglo XVII.
“Piedad”.
Madera tallada, dorada y policromada.
Medidas: 34 x 29 x 23 cm.

 
Grupo escultórico religioso perteneciente al barroco español, posiblemente enmarcado dentro de la escuela de Valladolid por sus características formales. Se trata de una obra tallada en bulto redondo en madera, policromada y dorada, representando el tema de la Piedad: la Virgen sentada con Cristo muerto en su regazo, un tema de profundo dramatismo no sólo por el propio tema, sino también porque su composición evoca las imágenes de la Virgen con el Niño Jesús en su regazo.

 
La escultura barroca española es uno de los ejemplos más auténticos y personales de nuestro arte, porque su concepción y su forma de expresión surgieron del pueblo y de los sentimientos más hondos que en él anidaban. Quebrantada la economía del Estado, en decadencia la nobleza y cargado de fuertes gravámenes el alto clero, fueron los monasterios, las parroquias y las cofradías de clérigos y seglares los que impulsaron su desarrollo, siendo costeadas las obras en ocasiones mediante suscripción popular. La escultura se vio así abocada a plasmar los ideales imperantes en estos ambientes, que no eran otros que los religiosos, en un momento en el que la doctrina contrarreformista exigía al arte un lenguaje realista para que el fiel comprendiera y se identificara con lo representado, y una expresión dotada de un intenso contenido emocional para incrementar el fervor y la devoción del pueblo. El asunto religioso es, por consiguiente, la temática preferente de la escultura española de este período, que parte en las primeras décadas del siglo de un prioritario interés por captar el natural, para ir intensificando progresivamente a lo largo de la centuria la plasmación de valores expresivos, lo que consigue mediante el movimiento y la variedad de los gestos, la utilización de recursos lumínicos y la representación de estados anímicos y sentimientos.

 
Dentro de este contexto se desarrollará en Valladolid una escuela escultórica única, caracterizada por un realismo violento en el que se exaltan el dolor y el patetismo, como vemos en la obra de su mayor representante, Gregorio Fernández (1576-1639). Las vallisoletanas serán imágenes sacras llenas de dolor, tremendamente patéticas, con un marcado dinamismo y rostros de gran expresión, sin caer sin embargo en vulgaridades. Se trata de figuras que oscilan entre el dramatismo del dolor físico y moral (Piedades, Cristos yacentes…) y la evasión de la experiencia mística (representaciones de santa Teresa, por ejemplo), que se transmite a través de actitudes calmadas y una gesticulación sobria, dejando al rostro y las manos el mayor peso expresivo.

 

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Zvonimir MATICH
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Zvonimir MATICH (Zaragoza, 1959). “Graffiti con cara de niña”.

Zvonimir MATICHLote en subasta:

MATICH, Zvonimir (Zaragoza, 1959).
“Graffiti con cara de niña”, 2010.
Técnica mixta sobre estuco pigmentado sobre tela.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 100 x 100 cm.

 

Zvonimir Matich se licenció en la Facultad de Bellas Artes de Barcelona. Entre sus últimas exposiciones individuales citamos las celebradas en Feria Internacional de Shangai con Galería YLH Valencia: Galería Carlos Gil de la Parra. Zaragoza; Synchronicity Gallery. New York; Fundación Sta. María. Museo de Albarracín. Teruel; galería Kalos. Barcelona; Galería Lavoisier. Berlín; Galería 37º. Barcelona; Galería Jasmin Herzog. Leichlingen; Galería Helena de Saro. Feria Artexpo, Barcelona, Galería Djesany, Berlín; entre muchas otras. Ha celebrado colectivas en Galería Esther Montoriol. Barcelona; Galería Barnadas Barcelona; Galería Margarita Summer. Madrid; Entrecot de Bou 04. Barcelona, entre otras. En las pinturas de Zvonimir, la tela es una materia muy trabajada a base de estuco y pigmentos puros en polvo.

En palabras del crítico Josep Maria Cadena: “Sentir emoción ante el rastro de antiguas culturas o intentar ver el pasado a través de los vestigios de pintura que quedan en una pared erosionada por el tiempo, puede indicar que una persona persigue conectar con su propia identidad. Pero hacerlo a través del arte y con afinado sentido estético, como es el caso de Zvonimir, es la manifestación de que el arte conecta con el universal latido de la humanidad, superando las barreras de lengua y cultura” (“Zvonimir Matich en el latir del Universo”, en “El Periódico de Catalunya” 2001). El tratamiento artesanal al que Matich somete los lienzos, con esgrafiados pintados sobre capas de estuco pigmentado es en sí una reconstrucción metafórica no sólo de los mecanismos cognitivos y los estratos de la memoria, sino también de procedimientos milenarios de la pintura al fresco.

 

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Escuela italiana siglo XVII
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Escuela italiana del siglo XVII. “Paisaje con figuras”.

Escuela italiana siglo XVII

Lote en subasta:

Escuela italiana del siglo XVII.
“Paisaje con figuras”.
Óleo sobre lienzo.
100 x 131 cm; 108 x 139,5 cm (marco).

 

Esta obra se enmarca dentro de la órbita de Annibale Carracci, creador del paisaje clasicista barroco. Su lenguaje se caracterizó ante todo por el idealismo y por una concepción de la naturaleza que expresa armonía y clasicismo por encima del tema representado, que queda relegado a un segundo plano de importancia. Aunque las figuras quedan perfectamente insertadas en el paisaje, el boloñés aportó una nueva concepción de éste como entidad autónoma, independiente, no manipulable por el hombre, muy por encima de su categoría anterior como mero decorado de los sucesos humanos, divinos o mitológicos. Carracci plasmará eminentemente paisajes que alojan temas religiosos, pero sus seguidores irán un paso más allá eliminando la trascendencia del tema (aunque no las figuras), de modo que el paisaje se alce como el verdadero protagonista de la pintura.

El paisaje clasicista fue por tanto una de las novedades que caracterizan a la pintura italiana del siglo XVII, y ya desde las primeras décadas de la centuria se aprecia un cambio en la interpretación del paisaje. Esta escuela se caracterizará ya en el pleno barroco por la plasmación de escenas líricas que evocan la visión arcádica del entorno pastoril, sin la pretensión de recrear paisajes concretos. La naturaleza es por tanto ordenada por el artista y sometida a las reglas clásicas, en la búsqueda de un orden natural ideal de raíz clásica. Así, encontramos equilibradas composiciones en horizontal, en línea con el clasicismo boloñés, y al mismo tiempo puntuales aunque exactas disposiciones de la naturaleza que se relacionan con la pintura de Caravaggio y de los pintores nórdicos asentados en Roma, dos influencias que confluyen predominando la primera.

Así, en esta obra vemos esa naturaleza ordenada en base a una estructura ortogonal, compensada y de tendencia simétrica, en la cual la presencia humana es una mera anécdota que acerca el paisaje al espectador, sin centrar sin embargo su atención. La estructura se organiza en base al cauce central del río, que discurre ondulante desde el primer plano hasta el fondo, guiando nuestra mirada hacia las lejanas montañas, azuladas por la distancia, que cierran la composición y se recortan contra un cielo luminoso, surcado de leves y monumentales nubes, que ocupa casi la mitad de la superficie pictórica. El espacio se construye en profundidad utilizando recursos propios de la escuela clasicista italiana del barroco, principalmente un hábil manejo del color y de la luz que va marcando la distancia de forma gradual y naturalista. En los primeros planos se concentran por tanto tonos intensos y cálidos, que van perdiendo opacidad según se alejan, y van adquiriendo una tonalidad más fría, con predominio de los verdes y ocres a medio camino para finalmente desembocar en un horizonte totalmente azul.

 

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Nuria DEL PINO
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Nuria DEL PINO (Madrid, 1969). “Paisaje”.

Lote en subasta:

Nuria DEL PINO

DEL PINO, Nuria (Madrid, 1969).
“Paisaje”, 2012.
Acrílico y óleo sobre lienzo.
Medidas: 65 x 50 cm.

 

Esta obra forma parte de nuestra subasta benéfica a favor de Médicos Sin Fronteras. El importe íntegro recaudado será donado al proyecto de MSF de lucha contra la desnutrición infantil en Níger.

 

Nuria del Pino reside en las Islas Canarias desde los seis años. Estudió y ha ido exponiendo en Madrid, Barcelona, Londres, Boston… Incursionó en variedad de lenguajes artísticos, pero encontró en la pintura su mejor forma de expresión, campo en el que su formación es prácticamente autodidacta.

“Mi obra tiene que ver con el espacio y nuestra relación con él. Tiene que ver con lo grande y lo pequeño, con lo interior y lo exterior a nosotros, con el universo. El paisaje desértico, amplio, inmenso que me rodea en la isla de Fuerteventura es una constante en mi obra y me sirve como vehículo para adentrarme en el paisaje del alma. Me gusta utilizar técnicas diferentes según pida la obra y el momento, e introducir elementos figurativos en una obra de características abstractas”.

Ha celebrado exposiciones en la Galería Emma en Madrid (Mayo, 2013), en Centro de Arte Juan Ismael, Fuerteventura (2012-2010), en Hotel Bahia Real de Fuerteventura, en la Galería Paloma 18 de Burgos, en el Castillo del Tostón de Fuerteventura, en la itinerante Naviera Armas (Canarias), en Cuasimoda, Barcelona, entre otras. Tiene exposición permanente de Pintura y Escultura en Galería de Arte, Lajares, Fuerteventura.

Del Pino ha interiorizado la naturaleza agreste de Fuerteventura, las corrientes atlánticas que desplazan sin interrupción cúmulos de fina arena haciendo del desierto un animal vivo de orografía cambiante. Vastedad y confín se concilian en las pinturas de esta artista, que traslada al lienzo la experiencia de vivir en un espacio paradójico, de sentirse en medio de un desierto infinito y al mismo tiempo saberse cercado por el vasto océano.

 

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Serafín MARTÍNEZ DEL RINCÓN TRIVES
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Serafín MARTÍNEZ DEL RINCÓN TRIVES (Palencia, 1840 – Madrid, 1892). “La carta de amor”.

Serafín MARTÍNEZ DEL RINCÓN TRIVES

Lote en subasta:

MARTÍNEZ DEL RINCÓN Y TRIVES, Serafín (Palencia, 1840 – Madrid, 1892). 
“La carta de amor”, 1879.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 43 x 58 cm; 59,5 x 74 cm (marco).

 

En este lienzo el pintor plasma una escena galante ambientada en el siglo XVIII, protagonizada por tres mujeres que leen una carta de amor dirigida a una de ellas, mientras su autor las escucha a escondidas, oculto tras un pilar. Los personajes aparecen ataviados a la moda del siglo XVIII, destacando especialmente una de las mujeres, vestida de maja. También el escenario está inspirado en dicha centuria, así como el mobiliario, dos sillas de estilo Chippendale.

Serafín Martínez inicia sus estudios artísticos en la Escuela Municipal de Dibujo de su ciudad natal, para a continuación pasar a la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, donde trabó amistad con Manuel Fernández y Federico Latorre. Desde joven participó en diversas exposiciones, siendo premiado en 1857 con la medalla de bronce en la Exposición Provincial de Valladolid. En 1862 concurrió por primera vez a la Nacional de Madrid, y de nuevo en 1867, obteniendo una mención honorífica por su pintura “Reparto de sopa a la puerta de un convento”. Por estos años inicia su carrera docente, primero en la Escuela de Bellas Artes de Oviedo y luego en la de Cádiz, de la que fue nombrado director en 1871. Un año antes había sido nombrado académico numerario, y había obtenido la medalla de oro de la Exposición Provincial gaditana. Hacia 1873 se traslada a Málaga, donde también fue profesor de la Escuela de Bellas Artes. En 1876, el ayuntamiento le encargó un retrato de Alfonso XII.

Desde Andalucía sigue concurriendo a las Exposiciones Nacionales, donde será premiado con tercera medalla en 1878, por una obra que fue adquirida por el gobierno francés, y reproducida en “La Ilustración Española y Americana”. En 1881 fue propuesto por el jurado de la Nacional para una medalla de segunda clase por su obra más conocida, basada en las leyendas malagueñas, titulado “La peña de los enamorados”, de inspiración orientalista. En 1883 deja Málaga para ejercer la docencia en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid, de la que más tarde será nombrado director. No obstante, antes de su marcha logra la medalla de oro en la Exposición Provincial de Granada de ese mismo año 1883. En 1886 el Congreso de los Diputados le encargó cuatro retratos, y al año siguiente realiza un retrato de la reina regente con su hijo para el Ministerio de Hacienda. En 1888 alcanzó la medalla de oro en la Exposición Universal de Barcelona y se le concedió la Gran Cruz de Isabel la Católica, a propuesta del Ministerio de Fomento.

Serafín Martínez del Rincón y Trives está representado en el Museo del Prado, la Fundación Picasso de Málaga, el Museo de San Telmo en San Sebastián y en el Palacio de la Antigua Capitanía General de Zaragoza, entre otros, así como en diversas colecciones particulares.

 

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Oscar SECO
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Oscar SECO (Madrid, 1964). “I need a new job 4”.

Oscar SECO

Lote en subasta:

SECO, Oscar (Madrid, 1964).
“I need a new job 4”, 2003 (serie: “The Earth Remains”).
Acrílico sobre tela.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador. 
Medidas: 81 x 100 cm.

 

Oscar Seco se licenció en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid. Inició su meteórica carrera expositiva en 1984, exponiendo aquel año en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, Sala Amadís y Galería Aldaba. Desde 1998 ha participado en las ediciones anuales de ARCO, con la galería Seiquer de Madrid. Ha expuesto por todo el mundo y se han editado numerosos catálogos de su obra. Está representado en importantes colecciones. Entre sus últimas individuales citamos las celebradas en 2013 (Galeria Vuelapluma y Galería Blanca Soto de Madrid, Galeria Trinta de Santiago De Compostela), 2012 (Galeria La lisa de Albacete, Centro Cultural de las cigarreras de Alicante), 2011 (Galeria Matthias Hauser.La Coruña), 2010 (Galeria Cmtv. Barcelona), galería Ferran Cano (2000-2008)… Ha participado en numerosas colectivas, entre las últimas: Museo Lazaro Galdiano.Madrid (2013); Matadero y Twin Gallery de Madrid, Crypt Gallery de Londres (2012); Instituto Cervantes De Chicago; Biblioteca Navional De Portugal.Lisboa; Galeria Fernando Pradilla.Madrid; Palacio De Don Manuel.Evora; Freies Museum.Berlin (2011); Art Chicago.Galeria Ferran Cano 2010… Ha sido premiado en reiteradas ocasiones: I Premio Caja España (por “The Earth Remains”), Premio de Pintura Jesús Bárcenas (2010); Fundación Wellington (2002), II Bienal Rafael Boti… Está representado en colecciones públicas y privadas de toda España: Museo Reina Sofía, Colección Arte y Patrimonio, Ayuntamiento de Madrid, Caja España, La Caixa… Oscar Seco sintetiza en imágenes la morbosidad mediática por predicar hecatombes. La lectura intertextual se apoya en la convivencia de estéticas dispares, desde el cartelismo propagandista de entreguerras hasta los carteles de cine de serie B, desde las historietas de Winsor McCay hasta alusiones al cine de animación más sofisticado. Estructuras moleculares y circuitos electrónicos apuntan a rizomas narrativos a favor de la confluencia de memorias artificiales, biológicas, históricas y míticas. La historia del arte se imbrica con la cultura popular en todos sus géneros. Lemas de gran carga connotativa puntean las series, como la queja “I need a new job” expresada por superhéroes ante empresas fallidas.

 

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Escuela holandesa siglo XVII
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Escuela holandesa del siglo XVII. “Paisaje con figuras”.

Escuela holandesa siglo XVII

Lote en subasta:

Escuela holandesa del siglo XVII.
“Paisaje con figuras”.
Óleo sobre lienzo.
68 x 83 cm; 100 x 116 cm (marco).

 

En esta obra se desarrolla un paisaje captado desde un punto de vista alto, que permite una lectura pormenorizada de todos sus detalles. Vemos un espacio muy amplio y desarrollad en profundidad, construido a base de planos sucesivos como es tradicional en la pintura holandesa ya desde el siglo XV. El paisaje queda cerrado al fondo por un monte cercano y una montaña más alejada, azulada por la distancia, cuya cumbre queda nítidamente recortada sobre un cielo movido, de nubes algodonosas hábilmente trabajadas, dominado por una luz dorada que inunda el plano de tierra. En éste vemos un gran número de personajes, todos individualizados en sus ropas, gestos y actitudes, repartidos desde el primer plano hasta donde alcanza la vista, situados en torno a diversas arquitecturas. En el lado izquierdo la composición queda cerrada por un edificio monumental, la cabecera de una iglesia renacentista a juzgar por sus volúmenes y detalles, trabajados con acento naturalista, gran detalle y atención a los juegos de luces y sombras, estas últimas muy matizadas, lo que nos indica la influencia de los caravaggistas de Utrecht (Terbugghen, Honthorst y Baburen), una de las escuelas clave del barroco holandés.

De hecho, la propia entonación planteada en torno a los tonos cálidos, principalmente terrosos, carmines, ocres y blancos muy matizados, procede de la misma influencia. Sin embargo, la composición se aleja completamente de dicha escuela, con un planteamiento que, aunque naturalista, se aleja de las escenas más íntimas propias de los caravaggistas, planteando un amplio escenario a la manera de paisajistas holandeses del XVII como Van Goyen, cuyos turbulentos celajes tienen aquí su eco, o incluso de figuras puente con la tradición del siglo anterior como Avercamp o Van de Velde, especializados en amplios escenarios costumbristas llenos de personajes y captados con una gran sensibilidad atmosférica. También se aprecia la influencia de la escuela italianizante de paisaje holandesa, representada por Bamboccio, Both y Berchem. El primero de ellos ejerció una enorme influencia en sus contemporáneos, llegando a conformarse una escuela propia de seguidores, conocidos como los “Bamboccianti”. Aquí las figuras son más pequeñas que las de Pieter Van Laer “Il Bamboccio”, pero se aprecia el mismo carácter costumbrista descriptivo que ahonda en la narración de la actividad cotidiana. De los otros dos pintores de paisaje italianizante, Jan Both y Nicolaes Pieteerszoon Berchem, derivan el carácter escenográfico de la composición, el amplio celaje cargado de protagonismo y el expresivo efecto de luces y sombras que deriva de éste.

Sin duda, fue en la pintura de la escuela holandesa donde se manifestaron más abiertamente las consecuencias de la emancipación política de la región, así como de la prosperidad económica de la burguesía liberal. La conjunción del hallazgo de la naturaleza, de la observación objetiva, del estudio de lo concreto, de la valoración de lo cotidiano, del gusto por lo real y material, de la sensibilidad ante lo aparentemente insignificante, hizo que el artista holandés comulgase con la realidad del día a día, sin buscar ningún ideal ajeno a esa misma realidad. No pretendió el pintor trascender el presente y la materialidad de la naturaleza objetiva o evadirse de la realidad tangible, sino envolverse en ella, embriagarse de ella a través del triunfo del realismo, un realismo de pura ficción ilusoria, lograda gracias a una técnica perfecta y magistral y a una sutileza conceptual en el tratamiento lírico de la luz. A causa de la ruptura con Roma y de la tendencia iconoclasta de la Iglesia reformada, las pinturas de tema religioso acabaron por eliminarse como complemento decorativo con finalidad devocional, y además las historias mitológicas perdieron su tono heroico y sensual, de acuerdo con la nueva sociedad. Así el retrato, el paisaje y los animales, la naturaleza muerta y la pintura de género fueron las fórmulas temáticas que cobraron valor por sí mismas y que, como objetos propios del mobiliario doméstico –de ahí las reducidas dimensiones de los cuadros-, fueron adquiridas por individuos de casi todas las clases y estamentos sociales.

 

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Escuela burgalesa siglo XV
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Escuela burgalesa del siglo XV. “Cristo con ángeles, santo Tomás y san Bartolomé”.

Escuela burgalesa siglo XV

 

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Escuela burgalesa del siglo XV.
“Cristo con ángeles, santo Tomás y san Bartolomé”.
Óleo sobre tabla, tríptico.
53 x 65 cm (tabla central); 53 x 53 cm (tablas laterales); 70 x 195 cm (total).

 

Tríptico hispano flamenco de la escuela burgalesa del siglo XV. La tabla central nos muestra a Cristo resucitado, rodeado de ángeles dolientes y señalándose la herida del costado mientras muestra al frente la llaga de su mano derecha, que queda bañada por el agua que sale de un caño situado en la parte superior de la composición. En las tablas laterales vemos a dos apóstoles de medio cuerpo, plasmados de perfil, con la mirada dirigida hacia Cristo: santo Tomás en el lado izquierdo, portando la lanza de su martirio, y san Bartolomé en el derecho, sosteniendo el cuchillo de desollar con el que fue martirizado. El fondo de la tabla central es neutro y oscuro, de tono rojizo, y aparece casi completamente cubierto por las figuras de los ángeles, representados como jóvenes de cabellos dorados elegantemente vestidos, en contraposición con la desnudez y el sufrimiento de Cristo. En cambio, en las tablas laterales los santos quedan destacados sobre un tapiz brocado, típico de la escuela española del siglo XV, que permite a ambos lados contemplar un paisaje minuciosamente descrito, de influencia flamenca, trabajado en profundidad con un claro acento narrativo.

Dentro del gótico español, la escuela hispano flamenca se caracterizó por la gran influencia de los primitivos flamencos, que pervivió en España hasta bien entrado el siglo XVI, debido en gran parte a los lazos políticos y culturales entre ambos países. La pintura flamenca era, en el siglo XV, la más avanzada de Europa, e influyó en todas las escuelas nacionales, incluyendo a la italiana. Se consideraba un arte de enorme refinamiento, con obras realizadas y tratadas como joyas. También se debía esta consideración a los riquísimos materiales empleados en su ejecución, así como los montajes de las tablas que, como aquí vemos, eran de una gran riqueza.

Los rasgos de la escuela hispano flamenca son cercanos a los de la pintura flamenca, empezando por la máxima preocupación de los pintores de Flandes, la búsqueda de la realidad por encima de todo. En relación con este anhelo, se presta una enorme atención a las calidades de los objetos, así como a los más mínimos detalles, dotados además frecuentemente de una carga simbólica. La iconografía sigue siendo principalmente religiosa, y en las escenas predominará un dibujo correcto y preciso, muy minucioso. Del mismo modo, tratan de plasmar una iluminación lo más verídica posible, ya sea artificial o natural, siempre modelando las carnaciones y produciendo claroscuros en mayor o menor grado. Otras características propias de esta escuela derivan directamente de la influencia de Van Eyck, el gran pintor flamenco, que visitó España en persona, y cuyos cuadros, así como los de su escuela, fueron importados como tesoros por las altas jerarquías. Debido a su influencia los pintores españoles trabajarán con un detalle preciosista, de una minuciosidad casi miniaturista, y se recrean en elementos ornamentales como las joyas o las vestiduras, reflejadas con precisión y suntuosidad.

Dentro de la escuela hispano flamenca española destaca el foco castellano, en el que Burgos gozará de un importante papel, dado el desarrollo cultural que experimentó la ciudad en torno a la construcción y decoración de la catedral.

 

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