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Georges de Feure, mobiliario Art Nouveau

DE FEUREDe Feure

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Estas piezas pertenecen a la producción cumbre de Georges de Feure (París, 1868 – 1943), el mobiliario en madera tallada y dorada, que le valió en su tiempo los más importantes reconocimientos oficiales y galardones. A día de hoy, los muebles tallados y dorados son lo más apreciado y buscado por los coleccionistas dentro de la producción de Georges de Feure, y de hecho han alcanzado altos precios en subastas de destacadas casas como Sotheby’s París (pareja de sillas, vendidas el 24 de mayo de 2007 por 5.000€).

Pareja de sillones Art Nouveau en madera tallada y dorada, con tapicería de terciopelo granate de color profundo y rico. Se alzan sobre cuatro patas con dos diseños diferentes: rectas y ligeramente más estrechas en el pie las frontales, y las traseras siguiendo el modelo de la pata de sable neoclásica, abiertas hacia el exterior, si bien su curvatura armoniza equilibradamente con la forma abierta del respaldo. Tanto las patas frontales como la cintura de los sillones aparecen decoradas con una delicada talla a base de flores y tallos, combinada con líneas que evocan lo vegetal sin llegar a concretarlo, formas sinuosas y totalmente orgánicas que también vemos en las molduras del resto de la estructura. Los brazos son cerrados, enteramente tapizados, y rematados en el frente por formas de nuevo totalmente orgánicas aunque abstractas. Los respaldos presentan una forma suavemente curvada, que abraza la espalda y forma dos ligeras orejas, decoradas con flores talladas en varios planos.

Mesita Art Nouveau en madera tallada y dorada, con tablero de mármol de expresivo veteado, que comparte con las tallas el aspecto orgánico y vital. Consta de un tablero de perfil sinuoso, con tramos rectos prolongados por curvas ondulantes que eliminan los ángulos. Se alza sobre cuatro patas inspiradas en la cabriolé del rococó, convertidas por el talento de Georges de Feure en tallos estilizados y fluidos en sus formas. Las rodillas están decoradas con grandes flores, que se unen a un faldón en el que las líneas ondulantes pierden el naturalismo vegetal para sugerir lo orgánico sin llegar a concretarlo.

 

Georges de Feure

 

Considerado uno de los principales ebanistas del Art Nouveau parisino, junto a Louis Majorelle y Eugène Galliard, Georges de Feure fue un artista aclamado en su época tanto en Francia como en otros países europeos, de clave importancia no sólo para la difusión del Art Nouveau sino también para su consolidación entre el público, dado que fue uno de los más destacados artistas de Siegfried Bing. A día de hoy se considera que el definitivo afianzamiento del nuevo lenguaje artístico fue obra de este marchante, a través de su tienda “La Maison de l’Art Nouveau” y, especialmente, de su pabellón en la Exposición Universal de París de 1900. Este pabellón fue diseñado por el propio de Feure, y contó con dos importantes espacios completamente creados por él, una sala de estar y un boudoir femenino con delicados muebles, papel de pared y todo tipo de detalles creados por de Feure siguiendo la idea de obra de arte orgánica, total, propia del Art Nouveau. Aunque ambas estancias fueron muy alabadas por la crítica, la que le valió a su creador la medalla de oro de la Exposición fue la sala de estar, cuyo mobiliario guarda importantes similitudes con los sillones que aquí presentamos.

Georges de Feure fue el hijo de un influyente arquitecto neerlandés afincado en París. Inició su formación en el comercio de libros en La Haya, donde entró en contacto con el simbolismo. En 1886, de Feure fue uno de los once estudiantes admitidos en la Rijkscademie voor Beeldende Kunsten de Ámsterdam, aunque dejará las clases al poco tiempo tras decidir que la formación académica tradicional no tenía nada que ofrecerle. Ya de regreso en París, a finales de la década de 1880 se instaló en Montmartre, donde frecuentó la bohemia parisina. En 1890 se convierte en discípulo de Jules Cheret, y comenzará a diseñar carteles para el Salon Des Cent, Loie Fuller y Thermes Liegois. Durante los primeros años de su carrera adquirió renombre como pintor simbolista, y Puvis de Chavannes le consideró uno de los pintores más importantes de dicho movimiento. Ya en la década siguiente será igualmente reconocido como cartelista de gran talento, e ilustrará libros como “La Porte des Réves”, de Marcel Schwob (1899). De Feure expuso sus pinturas en la Societé Nationale en 1894, en el Salón de la Rose Croix en 1893 y 1894, y en la Secesión de Munich en 1896. También se interesará por el diseño, por todo aquello que compone la decoración de una casa; creará diseños para telas estampadas, porcelana, vidrieras… Así, en la década de los noventa será nombrado profesor de artes decorativas en la École des Beaux-Arts. Sus primeros encargos fueron ilustraciones y diseños de escenografía, hasta que finalmente fue descubierto por uno de los más grandes marchantes del París del momento, Siegfried Bing.

Bing comenzó a interesarse en él después de ver muchas de sus pinturas en los Salones de París, así como sus ilustraciones en periódicos de la ciudad y sus carteles. Así, de Feure comenzará en los años noventa a dejar la pintura y la estampa en favor del diseño y las artes decorativas, y ya en el Salón Nacional de Bellas Artes de 1894 expuso diseños de mobiliario y cerámica. De hecho, por esta época empieza a ser conocido como creador de refinados y exquisitos muebles para las clases más acomodadas. De Feure pronto se convirtió en uno de los más importantes diseñadores de Bing, y éste le animó a ampliar su talento a todas las áreas del arte y el diseño. Aunque nunca firmaron un contrato exclusivo, de Feure trabajará principalmente para el marchante, en paralelo a sus encargos privados. De hecho, su trabajo fue expuesto ininterrumpidamente en la tienda de Bing, “La Maison de l’Art Nouveau” (origen del estilo e incluso del término), desde 1895 hasta su cierre, en 1904. De Feure diseñó todo tipo de piezas para la tienda de Bing, y su mayor éxito será el conjunto de mobiliario de salón que realizó para el pabellón de éste en la Exposición Universal de París de 1900, que le valió la medalla de oro. De hecho, de Feure diseñó la fachada y dos interiores (sala de estar y boudoir femenino) para el pabellón de Bing, creaciones que serán todo un éxito de crítica, y sus diseños de mobiliario fueron descritos en la prensa de la época como la quintaesencia del refinamiento a la francesa. De Feure escogió como motivos principales las mujeres y las flores, con frecuencia combinándolas en un mismo diseño. Así, en obras como su serie “Feminiflores” la mujer llega a transformarse en la flor a la que simboliza. Un crítico contemporáneo escribió que la obra de Feure era un “himno a la belleza de la mujer”. De Feure también contribuyó a otra galería de artes decorativas contemporáneas abierta en París por aquellos años (1898), “La Maison Moderne” de Julius Meier-Grafe.

Tras la muerte de Bing, y antes del estallido de la Primera Guerra Mundial, el artista se trasladó a Gran Bretaña, donde continuó su carrera como diseñador. En 1928 regresa a París y es nombrado profesor de la École Nationale Supérieure des Beaux Arts. Desde entonces compaginará su trabajo artístico con la docencia, ya dentro de un estilo plenamente Art Déco, hasta su muerte en noviembre de 1943, durante la ocupación de París. Actualmente se conservan obras de Georges de Feure en algunos de los museos más importantes del mundo, entre ellos el Museo de Orsay de París, el Metropolitan y el MoMA de Nueva York y el Albertina de Viena.

 

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Santiago Rusiñol (1861 – 1931). “El Vinyet, Sitges”.

Lote en subasta:

Santiago RUSIÑOL PRATS

RUSIÑOL I PRATS, Santiago (Barcelona, 1861 – Aranjuez, Madrid, 1931).
“El Vinyet, Sitges”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
63,5 x 80 cm; 86 x 104,5 cm (marco).
Adjunta certificado expedido por Don Marçal Barrachina.

 

Pintor, escritor y dramaturgo en lengua catalana, Rusiñol fue uno de los principales ideólogos del movimiento modernista catalán. Se formó como discípulo de Tomás Moragas y frecuentó el Centro de Acuarelistas, del cual fue uno de los fundadores. Debutó en 1884 en la Sala Parés de Barcelona, junto a sus amigos Ramón Casas y Enric Clarasó. Por esos años realizó con Casas un viaje en carro por Cataluña, tomando apuntes de tipos y paisajes.

El año de 1888 marca un punto de inflexión en su carrera, dado que comienza con tres actividades nuevas: publica unos escritos en “La Vanguardia”, participa en el Salón de París y celebra su primera exposición individual en la Sala Parés. Al año siguiente, 1889, Rusiñol se instala en París, en el barrio de Montmartre, con Utrillo, Clarasó y Canudas. Asiste a la academia del pintor Henri Gervex, y completa su formación con Puvis de Chavannes y Carrière. Desaparece entonces el ruralismo que había adoptado en Barcelona, y su estilo evoluciona hacia el naturalismo. También se acerca a los planteamientos temáticos, que no técnicos, de los impresionistas, así como a su voluntad de captar una instantánea fugaz.

En 1890 establece relación con Sitges, donde pintará algunos de sus primeros patios y jardines, temática que definirá su estilo posterior. Ese mismo año celebra su primera exposición en la Sala Parés, junto a Casas y Clarasó. En 1890 regresa a París con Casas y Utrillo. En este momento se centrará en representar los espacios de diversión de la zona, como el Moulin de la Galette, que protagonizará muchos de sus cuadros. No obstante, en 1893 deja su estudio de Montmartre y se traslada a la isla de San Luis, donde se centra en el estudio psicológico de la figura, sobre todo femenina, reflejando la tristeza, la melancolía y la soledad típicamente finiseculares. Al año siguiente viaja a Italia junto a Zuloaga, visitando Pisa, Florencia y otras localidades, lo que le permite conocer de cerca a los primitivos. A su regreso expone las pinturas realizadas en este viaje en la que será su primera muestra personal en la Sala Parés. Ese mismo año inaugura el Cau Ferrat en Sitges, germen del actual museo.

En 1895 realiza su primer viaje a Granada, y comienza la serie “Jardines de España”. En 1897 realizará algunas de sus mejores pinturas de jardines, interés que también aparece en su obra literaria “El jardín abandonado”, donde cultiva un decadentismo de carácter simbolista. El jardín elegante se convierte en protagonista, símbolo de la poesía; el jardín abandonado esconde un pasado de esplendor perdido. Rusiñol entonces viaja, buscando jardines que le seduzcan, y los pinta interiorizándolos, mostrando su personal concepción de la belleza, de la vida y la muerte, del arte y de la realidad, de la soledad y del paso del tiempo. Por esta época, expondrá en París en el Salón de los Independientes, en la Exposición Nacional y en la galería de Samuel Bing, principal impulsor del Art Nouveau en Francia. Esta última muestra, de carácter individual y celebrada en 1899, supuso el reconocimiento internacional de Rusiñol, cuyo éxito radicó en una nueva visión de España, totalmente alejada de tópicos y cargada de veracidad.

Desde entonces su actividad se multiplica como pintor, novelista y comediógrafo, estrena destacadas obras en Madrid y Barcelona y celebra exposiciones anuales de pintura en la Sala Parés, siempre con Casas y Clarasó. En 1908 recibió la medalla de la Exposición Nacional de Bellas Artes. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Camón Aznar de Zaragoza y el Thyssen-Bornemisza, entre otros.

 

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Emilio Grau Sala (Barcelona, 1911 – 1977). “Amazone et clown”.

GRAU SALA

Lote en subasta:

GRAU SALA, Emilio (Barcelona, 1911 – 1977).
“Amazone et clown”, París, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho. Firmado, fechado, titulado y localizado al dorso.
Medidas: 61 x 60,5 cm; 90 x 91 cm (marco).

 

En esta obra el personalísimo colorido de Grau Sala se expresa en toda su esencia, mostrando su herencia fauvista y su carácter decorativo, que juega con los patrones abstractos, las texturas, la superposición de formas ligeramente indefinidas y el contraste entre tonos fríos y cálidos, siempre luminosos y anticlásicos. Hijo del dibujante Juan Grau Miró, Grau Sala combina su asistencia a la Escuela de Bellas Artes de Barcelona con una formación esencialmente autodidacta. En 1930 realiza su primera exposición, en la galería Badriñas de la ciudad condal.

Al inicio de la Guerra Civil, en 1936, se traslada a París, donde se instala en la colonia de artistas españoles de Montparnasse. Ese mismo año obtiene el primer premio Carnegie. En los veinticinco años que permaneció allí conoció de cerca las vanguardias, aunque se decantó siempre por una figuración colorista, derivada del impresionismo y el fauvismo. Era una vía ya asumida por el circuito comercial, superada en cuando a novedad por el cubismo y el surrealismo, pero que se mantenía viva dentro de un alto nivel gracias a maestros como Bonnard, Chagall y Dufy. De hecho, pronto se dio a conocer en París como sucesor del espíritu y los valores impresionistas, directamente relacionados con Bonnard y Vuillard. Esta opción estilística de Grau Sala condicionó la de su esposa, Ángeles Santos, quien abandonó su singular surrealismo por un paisaje más convencional, una decisión que los críticos no dudaron en lamentar.

El éxito de su estilo llevó a Grau Sala a dedicarse también a la obra gráfica (grabados, litografías, ilustración de novelas, carteles…), así como a los decorados teatrales. La gracia y finura de sus personajes, la vivacidad de los colores y la atmósfera elegante de los ambientes que plasmaba le hicieron cosechar grandes éxitos y reconocimientos por todo el mundo. Celebró diversas muestras individuales, sobre todo en Barcelona y París, pero también en ciudades como Nueva York, Toulouse, Londres o Los Ángeles. En 1963 regresó a Barcelona, cuando la anquilosada figuración de la España franquista empieza a ser contestada por Oteiza, Chillida, Tàpies y el colectivo “El Paso”. Sin embargo, él permanece fiel a su estilo, y hasta su muerte en 1975 trabajará dentro de su propia línea personal, centrada en sus temas favoritos, figuras femeninas, interiores y paisajes, en una ambientación temporal vagamente clásica, nostálgica del siglo XIX.

Tras su muerte, y durante más de una década, Grau Sala quedó ensombrecido por las múltiples novedades que afluían en la España democrática, pero a partir de los años 90, el nuevo auge del coleccionismo de nivel medio relanzó a Grau Sala, al entenderle como intérprete en clave española del impresionismo. Se conservan obras de Emilio Grau Sala en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente y el Instituto Óscar Domínguez de Arte y Cultura Contemporánea.

 

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Josep Bernat FLAUGIER (1757 – 1812). “Escena mitológica”

FLAUGIER

Lote en subasta:

FLAUGIER, Josep Bernat (Lou Martegue, Francia, 1757 – Barcelona, 1812).
“Escena mitológica”.
Óleo sobre lienzo.
134 x 80 cm; 148 x 93 cm (marco).

 

En esta obra Flaugier representa un tema tomado de la mitología clásica, protagonizado por dos jóvenes amantes que, en primer plano, se abrazan sentados en un lecho. Sobre ellos aparece un “putto” clásico con alas de mariposa, sosteniendo sobre sus cabezas una corona de flores. Este niño podría ser la representación infantil del dios Anteros, hijo de Ares y Afrodita y personificación del amor correspondido, además de vengador del amor no correspondido. Hermano y rival de Eros, sería aquí representado como símbolo y protector del amor mutuo de los dos jóvenes que protagonizan la escena. Por la pequeña cadena de oro que la muchacha luce en el cuello, podríamos identificar a la pareja como Perseo y Andrómeda, si bien la escena plasmada no se corresponde a ningún pasaje en concreto de su historia. Las muchachas que aparecen en el lado izquierdo de la composición, portando el cáliz de oro que simboliza la unión en matrimonio, podrían ser las damas de la princesa, y los hombres armados del lado derecho representarían a los rivales que Perseo derrotó para obtener la mano de Andrómeda. Sin embargo, no aparece la cabeza de Medusa que fue el arma del triunfo de Perseo, por lo que la identificación con este tema se hace dudosa.

Formalmente se trata de una obra netamente neoclásica, con un dibujo firme y seguro al que el color queda subordinado. La paleta es también netamente clásica, perfectamente entonada y equilibrada, sin estridencias y contrastes violentos, lo mismo que ocurre con la luz. Ésta es además utilizada para destacar el protagonismo de las tres figuras del primer plano, directamente iluminadas, mientras que el fondo boscoso y el resto de figuras quedan envueltas en una ligera penumbra.

Pintor francés establecido en Cataluña desde muy joven a causa de los negocios de su padre, Josep Bernat o Joseph-Bernard Flaugier inició su formación artística en el taller de un tío suyo, en Marsella. Pasó un tiempo en Tarragona, trabajando allí en pinturas decorativas para palacios y villas como la de Castellarnau. Finalmente se instalará en Barcelona en 1794, y tres años más tarde inicia un viaje por Francia que le permitirá conocer a Jacques-Louis David y a Pierre-Paul Prud’hon, figuras clave en el desarrollo de su estilo pictórico. Regresa a Cataluña en 1799 y se instala definitivamente en Barcelona. En la Ciudad Condal adquirirá pronto un sólido prestigio como introductor del estilo Imperio, evidenciando en su obra la influencia de sus maestros franceses.

Por estos años recibirá asimismo importantes encargos privados, como la decoración de las casas barcelonesas Erasmo y Vedruna (Palacio Real de Pedralbes) o del Palacio de la Virreina, y también de tipo religioso. Realizó las pinturas de la cúpula de la antigua iglesia de San Carlos Borromeo, una “Coronación de la Virgen” que es a día de hoy considerada como su obra maestra. Ya a principios del siglo XIX será nombrado director de la Escuela de La Llotja de Barcelona, cargo que ocupará desde 1809 hasta su muerte, tres años más tarde. En esta etapa de madurez realizará importantes retratos como los del emperador Napoleón y su hermano José Bonaparte, encargados por la Real Audiencia de Barcelona. Por otro lado, durante la ocupación francesa pintó numerosas obras de tema costumbrista y popular.

Tanto por su obra como por su importante labor docente, que determinó en gran parte el estilo de las nuevas generaciones de artistas catalanes, Flaugier es considerado hoy en día como el padre del neoclasicismo en Cataluña. Fue, asimismo, el fundador del primer museo público de pintura en Barcelona, cuya colección formó a partir de los cuadros incautados a los conventos cerrados por las autoridades barcelonesas. Actualmente está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi en Barcelona y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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José ARRÚE VALLE (Bilbao, 1885 – Llodio, Álava, 1977). “Día de fiesta”.

ARRÚE VALLE

Lote en subasta:

ARRÚE VALLE, José (Bilbao, 1885 – Llodio, Álava, 1977).
“Día de fiesta”.
Óleo sobre tabla.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
40 x 50 cm; 44,5 x 54,5 cm (marco).

José Arrúe se formó en Bilbao y posteriormente amplió sus estudios en Barcelona, París y Milán. En 1908 regresó a su tierra natal y comenzó a compaginar la práctica artística con la docencia, como profesor de dibujo de figura en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Ese mismo año colaborará en la fundación de la revista “El Coiteao”. Un año más tarde, su afición por el mundo taurino le llevará a vestirse de luces, llegando a lidiar ocho novilladas. Su presentación como torero tuvo lugar en Bilbao el 17 de octubre, y según las reseñas de la época se defendió bien. Por esta época empezará a darse a conocer, y celebrará exposiciones de su obra en Bilbao en 1911, 1915, 1920 y 1925.

Al año siguiente, en 1926, Arrúe se traslada a París, donde seguirá pintando hasta finalmente presentarse en Buenos Aires en compañía de su hermano Ramiro, también pintor. Esta exposición, inaugurada el 10 de julio de 1928, se celebró en la Sociedad de Amigos del Arte de la capital argentina, y su éxito fue tal que se convirtió en itinerante, continuando su puesta en escena en Córdoba, en la sala del diario “La Razón”, con el que Arrúe colaboraría artísticamente durante varios años. Posteriormente la exposición fue mostrada también en la galería Moretti, Catelli y Mazzuchelli de Montevideo, para finalizar su viaje en el Salón Wicomb de Rosario, de nuevo en Argentina. Durante este viaje, Arrúe participó en la Exposición de Artistas Vascos celebrada en el Gran Casino de San Sebastián con motivo de la Gran Semana Vasca, y fue además premiado por su cartel en el II Certamen Internacional del Trabajo.

También por estos años, entre 1926 y 1931, Arrúe colaboró en periódicos madrileños como “El Sol”, “Crisol” o “El Liberal”, realizando trabajos en la sección de historietas. También trabajó en publicidad para Cajas de Ahorros, realizó carteles para la Semana Grande de Bilbao, ilustró tarjetas con tipos y paisajes vascos y también libros como “Guipúzcoa. Lecturas”, de Bonifacio Arrabal (1930), “Ansonekoa” de José E. de Arriaga (1931), “Viaje a Navarra durante la insurrección vasca (1835)” (1933) y “Los esclavos felices”, también de Arriaga (1935). Fue asimismo un activo participante en el ambiente cultural vasco.

Desde 1912, año de la primera exposición de la Asociación de Artistas Vascos, Arrúe participó en numerosos eventos y muestras celebrados por la asociación, llegando a exponer individualmente en su sala en 1931. También contribuyó a su fundación, y ocupó los cargos de contador, bibliotecario y tesorero. En 1933 sus obras estarán presentes en la última exposición realizada por la Asociación, celebrada en las Galerías Emporium de Barcelona. En esta misma década de los treinta participa en la III Exposición de Artistas Vascongados, si bien tres años más tarde, en 1937, es apresado. Ya libre, en 1940 se instala en Areta (Llodio), llevando desde entonces una vida retirada. No obstante, sigue exponiendo en los años siguientes, participando en muestras colectivas de artistas vascos, y en 1973 se celebra una exposición retrospectiva de su obra en la Sala de Cultura de la Caja de Ahorros Provincial de Álava.

Actualmente está representado en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Jaume PLENSA
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Jaume PLENSA (Barcelona, 1955)

Jaume PLENSALote en subasta:

PLENSA, Jaume (Barcelona, 1955).
Sin título.
Pintura y papel de seda sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad, emitido por el artista.
Medidas: 100 x 50 cm; 124 x 75 cm (marco).

 
En esta obra Plensa parece ilustrar su idea de buscar lo complejo, no lo complicado. La estructura no podría ser más sencilla, y se organiza de forma clara y ordenada, unitaria, como un todo compuesto por muchas pequeñas cosas. Sobre este esquema, sin enmascararlo u ocultarlo, el color, el trazo y las arrugas propias del papel de seda –tratadas en sí mismas como pinceladas-, construyen un universo puramente pictórico de emoción contenida, de vida bullente pero a la vez silenciosa, un espacio autónomo, con sus luces y sus sombras imposibles, en el que incluso aparecen las letras que tan presentes están en el discurso artístico de Plensa.

Jaume Plensa estudió en la Escuela de La Llotja y en la Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, ambas en Barcelona. Destacó en la escultura, el dibujo y el grabado. Su obra tiene como eje central la relación del hombre con su entorno, cuestionando a menudo el papel del arte en la sociedad y la posición del artista. Actualmente reside en París, y recientemente ha sido distinguido con el título de Doctor Honoris Causa por la Escuela del Instituto de Arte de Chicago.  Plensa inició su carrera trabajando el hierro forjado mezclado con poliéster.  Entre 1983 y 1984 empezó a moldear el hierro con la técnica de la fundición, y desarrolló un concepto escultórico basado en elementos zoomorfos. Su obra evolucionó paulatinamente, llegando a ser considerado actualmente precursor del neoexpresionismo español.

En los noventa introdujo modificaciones en su obra tanto en lo material como en lo formal, y empezó a utilizar materias diversas como los desechos metálicos, el poliéster o las resinas. En estos años elaboró series de muros, puertas y construcciones arquitectónicas, buscando dotar al espacio de un absoluto protagonismo. Entre 1999 y 2003 Plensa se convirtió en uno de los pilares de la escenografía mundial, al reinterpretar junto a “La Fura dels Baus” cuatro óperas clásicas de Falla, Debussy, Berlioz y Mozart, y en solitario un montaje teatral contemporáneo, “La pareti della solitudine”, de Ben Jelloun. Ha realizado exposiciones individuales y colectivas por todo el mundo, entre las que destaca la retrospectiva celebrada en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía en el año 2000. En junio de 2008 inauguró en Londres, en la sede de la BBC, su obra “Breathing”, monumento dedicado a los periodistas muertos en el ejercicio de su profesión.

A lo largo de su carrera ha recibido numerosas distinciones, como la Medalla de los Caballeros de las Artes y las Letras en 1993, otorgada por el Ministerio de Cultura francés o el Premio Nacional de Artes Plásticas en 1997, de la Generalitat de Cataluña. Considerado uno de los máximos representantes del nuevo arte español de tendencia expresionista, su obra está presente en las mejores galerías y ferias de arte nacionales e internacionales, además de en los principales museos de Europa y estados Unidos, como el MOMA de Nueva York, el Kemper de Kansas, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, el Palazzo Forti en Verona, el MACBA o el Museo Reina Sofía de Madrid.

 

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Mariano BARBASÁN LAGUERUELA (Zaragoza, 1864 – 1924). “Paisaje”.

Mariano BarbasánLote en subasta:

BARBASÁN LAGUERUELA, Mariano (Zaragoza, 1864 – 1924).
“Paisaje”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
145 x 212 cm; 154 x 222 cm (marco).

 

En este lienzo Barbasán nos ofrece una imponente imagen natural, hábilmente construida con un dibujo sintético, riguroso y de base geométrica, sobre el cual despliega una paleta muy amplia y matizada, que refleja con naturalismo e instantaneidad un momento fugaz, irrepetible, bañado por la luz del crepúsculo. Los últimos rayos del sol tiñen de rosa las cumbres de las montañas, mientras a sus pies todo queda ya envuelto en penumbra, en una sombra que no apaga los colores sino que les dota de un cierto aspecto fantasmagórico, profundamente lírico. Nada más distrae nuestra atención; Barbasán construye con el color, reflejando con ojo atento cada uno de los cambios tonales del terreno, construyendo los volúmenes y, especialmente, el amplio espacio, a través de los sutiles cambios de luz.

Mariano Barbasán inició su formación en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia entre 1880 y 1887, y allí mantuvo una estrecha relación son sus condiscípulos Joaquín Sorolla y Salvador Abril. En 1887 se traslada a Madrid para conocer las colecciones del Museo del Prado, y ese mismo año participa en la Exposición Nacional de Bellas Artes. En este momento realizará sus primeras pinturas, cuadros de pequeño formato de temática teatral e histórica, principalmente ambientados en Toledo. De hecho, durante este periodo viaja asiduamente a dicha ciudad, estudiando sus paisajes y arquitecturas. En 1889 obtiene la pensión de la Diputación de Zaragoza para completar sus estudios en Roma. Finalmente decide quedarse en Italia de forma permanente. Abrió un estudio en Roma, pero durante largas temporadas trabajó en Subiaco, en la campiña romana. A los cincuenta y siete años regresa a España para ocupar un puesto en la Academia de Bellas Artes de San Luis de Zaragoza.

Gracias a sus contactos con marchantes ingleses y alemanes, su obra se difundió rápidamente por Europa. Expuso repetidamente en Berlín, Munich, Viena y Montevideo. En su ciudad natal se celebró una muestra antológica en 1923, en el Centro Mercantil, y otra póstuma tuvo lugar en el Museo de Arte Moderno de Madrid, en 1925. Aunque pintó inicialmente alguna obra de carácter histórico, Barbasán cultivó ante todo la pintura paisajista y las escenas de la vida rural. Su estilo, colorista y de gran luminosidad, es ante todo realista, con cierta influencia del impresionismo (preimpresionismo italiano, principalmente) y de la obra de Fortuny. Figuran obras de Mariano Barbasán en el Museo del Prado, el de Arte Contemporáneo de Madrid, el Provincial de Zaragoza, el de Arte Moderno de Roma, y los de Bellas Artes de San Petersburgo, Munich, Varsovia, Montevideo y Río de Janeiro, entre otros.

 

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CASTILLO CASALDERREY
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Jorge CASTILLO CASALDERREY (Pontevedra, 1933). “Barcelona. Cerca del mar”.

Lote en subasta:

CASTILLO CASALDERREY

CASTILLO CASALDERREY, Jorge (Pontevedra, 1933).
“Barcelona. Cerca del mar”.
Acrílico sobre madera entelada.
Sin firma. Fechado y titulado al dorso.
Puede adjuntarse certificado de autenticidad, a petición y cargo del comprador.
Medidas: 130 x 95 cm.

 

Desde niño, Jorge Castillo se apasiona por el dibujo, y con sólo diez años realiza, con lápices de colores, su primera copia de Rubens. Según Castillo, la pintura de Rubens le enseñó a entender el cubismo de Braque y Picasso. Ha vivido en Argentina, España, Francia, Italia, Alemania y los Estados Unidos, y desde 2008 reside en Ibiza. Se crió en Buenos Aires, donde pasaba largas horas en el puerto, además de dedicar su tiempo a pintar y escribir. Por estos años empieza a mostrar sus pinturas, llegando a exponer en el Salón de Mayo. También publicó poemas y relatos cortos en revistas. No obstante, a la edad de veintidós años decide dejar su ciudad y marchar a París.

Sin embargo, por razones económicas se radicará en España, concretamente en Madrid, donde pasará seis años, entre 1957 y 1963, los tres primeros de ellos viviendo como vagabundo. No obstante, su contacto con Viola y Jorge Cela, que quedaron impresionados por sus dibujos, cambiarían el rumbo de su vida. Por estos años irá poco a poco decantándose por la técnica del grabado, que será desde entonces uno de sus principales medios de expresión. Empieza entonces a despuntar como artista, a vender sus primeras obras y a establecer algunos contactos importantes, protegido por Luis González Robles, quien en 1960 lo llevó a la Bienal de São Paulo. Allí sus obras sorprendieron y obtuvieron elogiosas críticas, y por estos años expondrá también en Madrid y Barcelona, así como en San Francisco, Lisboa, Pittsburgh y Tokio. Y fue en 1964, año de su participación en la Bienal de Venecia, cuando al fin se le abrieron las puertas de París, gracias al contrato que firmó con el marchante André Schoeller.

En la capital francesa se establecerá durante casi cuatro años, hasta 1967, y allí visitará asiduamente el Museo del Louvre y continuará celebrando exposiciones, cada vez más exitosas. En 1967 Castillo abandona París y se traslada a Ginebra, dado que Schoeller había vendido su contrato al suizo Jan Krugier, por entonces uno de los galeristas más importantes de Europa. No obstante, no le gustó la ciudad, por lo que marchó a Boissano, en Italia. En este país se empapará de arte italiano clásico, especialmente del Trecento y el Quattrocento, y en 1969 es invitado por el gobierno alemán para trabajar en Berlín, ciudad en la que residirá hasta 1975. En 1970 expuso en la Nationalgalerie de la capital alemana, la primera gran exposición dedicada, en un museo, a un periodo concreto de su carrera, y después en numerosas galerías berlinesas.

Cuando deja Berlín Castillo se traslada a Barcelona, siendo para entonces un pintor reconocido en Europa y América. Allí expondrá regularmente en la galería Joan Prats, y conoció a Salvador Dalí. Por estos años comienza a visitar Nueva York y finalmente se instala allí en 1981, permaneciendo en la ciudad hasta 1992. Allí fue contratado por la prestigiosa galería Marlborough, y siguieron sucediéndose sus éxitos. A lo largo de su carrera, Castillo obtuvo premios como los Internacionales de Dibujo (1964) y de Pintura (1975) de Darmstadt, el Ciudad de Pontevedra (1994), y el Cultura Viva de las Artes Plásticas (2006). Se puede contemplar obra de Jorge Castillo en el Museo de Bellas Artes de Lausana, la Fundación Juan March, las Galerías Nacionales de Edimburgo y Berlín, los Museos de Arte Moderno de San Francisco y Vitoria, la Kunsthalle de Bremen, el Albertina de Viena, la Biblioteca Nacional de España y el Guggenheim de Nueva York, entre otros.

 

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Josep Guixà

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Hablar de la obra de Guixá es hablar de materia, no de óleos ni de otros pigmentos plásticos, de materia que él mismo crea y colorea casi siempre con tonos contenidos, apagados. De aspecto consistente y desigual, ella es el ingrediente básico de todas sus formas creativas, no en vano su trabajo colateral ha sido siempre la construcción de hábitats. Así como la luz es el principio primordial para los impresionistas, para Guixà la materia y su disposición armónica en el espacio es lo que determinan sus creaciones, aún en sus obras menos figurativas.

En un principio fueron los paisajes los que interesaron a Guixá. Su espátula nos llenó de lugares cercanos que nos asombraron por su particularidad y por la facilidad con que creaba pueblos, árboles, casas, caminos, cielos, mares, todos a partir de una secuencia compleja de materia rota y colorida mente apagada. A partir de ahí, fue fácil para el artista trabajar con los detalles, como los de Gaudí u otros espacios o temas más reducidos como fachadas, puertas, techos, ventanas…  Anteriormente, su interés por el deporte también lo llevó a construir con su inigualable materia cuerpos o símbolos olímpicos de la más diversa índole.

Ahora el artista profundiza en la imagen de la mujer. Con sus MATERICAS SENSUALIDADESGuixá crea la sensualidad a partir de sutiles cuerpos femeninos que se  construyen en unas obras o se  de construyen  en otras,  producto de ese juego que consigue el artista con la materia, siempre sugiriendo más de lo que lo muestra. Ahora los colores  son importantes. En diferentes tonos azulados, la mujer que ve el paisaje marino, en rosas, la dama en el dormitorio, en ocres y marrones, la exquisita mujer con el espejo en la bañera. Hasta la pobre  Penélope esperando el tren forma parte de esta búsqueda de sutilezas del artista.

Finalmente,  el artista también expone una serie  inigualable de retratos de pequeño formato. Si difícil fue hacer de la mezcla de materia, puro paisaje, puro detalle, pura sensualidad, no nos podemos imaginar la dificultad de reproducir esos deliciosos e incomparables rostros infantiles a partir de esta técnica tan compleja.

Marcenia Baqués

 

Josep Guixà

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La obra de Josep Guixá Matéricas Sensualidades, como la tierra y el principio de la vida, va más allá, sustituyendo los restos del magma por argamasa confeccionada con pigmentos minerales y las capas de comunidades bacterianas o de vida, por la sensualidad femenina, cuya condición no deja de estar relacionada simbólicamente con la fertilidad de la mujer. Por lo tanto, su obra está realizada con mucha materia, concebida mediante espatulados cargados de material pictórico, en alguna medida, como la formación de los sustratos terrestres.

Cada capa matérica, contiene otra capa acoplada a esta conformando un panel de estratos “o restos magmáticos” a través de los cuales Guixá; “de la misma manera que el magma daba vida a la comunas bacterianas” deja que las distintas capas, vayan conformando o dando vida “en sí” a figuras humanas, que generalmente son mujeres. Estas figuras van surgiendo como los estratos magmáticos, de los sustratos pictóricos. De esta manera, por medio de las figuras que van apareciendo de la argamasa pictórica, aquello que está petrificado por el tiempo adquiere una ilusión de vida en su obra. La pigmentación de los tintes terrosos y argentados esparcidos sobre la argamasa, contribuyen a la recreación de la misma.

Santial, Dr. en Bellas Artes

 

Inaguración de la Exposición de Josep Guixà en Art Fusion Bcn, 03/12/2013

Ramon MARTÍ ALSINA
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Ramon MARTÍ ALSINA (Barcelona, 1826 – 1894). “San Juan Bautista”.

Ramon MARTÍ ALSINALote en subasta:

MARTÍ ALSINA, Ramón (Barcelona, 1826 – 1894).
“San Juan Bautista”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el lateral derecho.
Medidas: 158 x 105 cm; 184,5 x 132 cm (marco).
Obra catalogada en el Institut Amatller d’Art Hispànic, con el nº ref. 01361001, obj. nº 43318.

 

En este lienzo Martí Alsina representa a San Juan Bautista siguiendo modelos clásicos de la Historia del Arte, utilizados ya desde el siglo XVI. Maestros como Murillo, José de Ribera o Caravaggio difundieron un modelo iconográfico que presenta al santo sentado, en un entorno de paisaje, acompañado por un cordero y en ocasiones abrazándolo, en representación simbólica de su amor por Cristo. El santo suele aparecer como aquí vemos, vestido con pieles, en soledad, portando el lábaro con la cruz y la filacteria. Martí Alsina busca su inspiración por tanto en el barroco español, y de hecho utiliza un lenguaje naturalista y en cierto modo claroscurista directamente relacionado con la pintura barroca española. Sin embargo, a las formas clásicas se une un tratamiento del color puramente impresionista, que se aprecia especialmente en las rocas y en el fondo, un cielo turbulento y plomizo iluminado por una luz enigmática y simbólica.

Considerado hoy en día como la figura más importante del realismo español, Martí Alsina se enmarca dentro de la vanguardia europea del momento. Revolucionó el panorama artístico español del XIX, fue pionero del estudio al natural, y creador de la escuela catalana moderna, así como maestro de toda una generación, con discípulos de la importancia de Vayreda, Urgell o Torrescassana. Inició sus estudios en Filosofía y Literatura, alternándolos con las clases nocturnas de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona hasta 1848. Finalizado este primer aprendizaje y decidido por la pintura, da sus primeros pasos en la comarca del Maresme, donde comenzó a ganarse la vida haciendo retratos de estilo naturalista y paisajes a “plen air”. A partir de 1850 su carrera artística se afianza, en 1852 ingresa como profesor de dibujo lineal en la Escuela de la Lonja de Barcelona, y dos años después pasó a impartir dibujo de figura, puesto que mantuvo hasta la ascensión al trono de Amadeo de Saboya. En 1853 viaja a París, donde visita el Louvre y se familiariza con la obra de Horace Vernet, Eugène Delacroix y el romanticismo francés.

Más adelante conocerá la obra de Gustave Courbet, el mayor exponente del realismo. En 1859 fue nombrado académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona. Su primera muestra importante fue la Exposición General de Bellas Artes de Barcelona de 1851. A partir de ese momento expondrá con regularidad en Barcelona, Madrid y París, y fue invitado a la Exposición Universal de la capital gala de 1889. Entre sus premios destacan las medallas obtenidas en las Exposiciones Nacionales de Madrid, tercera en 1858 con la obra “Último día de Numancia” y segunda en 1860 con su paisaje. En sus últimos años vivió recluido, centrados sus esfuerzos en la búsqueda de nuevas formas de expresión, con una pincelada deshecha próxima al impresionismo. Entre sus temas encontramos numerosos paisajes y marinas, vistas urbanas (especialmente de Barcelona), retratos y figuras humanas, escenas costumbristas, temperamentales desnudos femeninos, pintura de historia y escenas bíblicas. En pocas ocasiones se dedicó al bodegón, aunque también pintó algunos de ellos. Se conservan obras de Martí Alsina en el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Nacional de Arte de Cataluña, el MACBA, el de la abadía de Montserrat y el de l’Empordà, en Figueras.

 

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Escuela valenciana siglo XVI
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Escuela Valenciana del siglo XVI. “Virgen con el Niño, San Juanito y Ángeles”.

Escuela valenciana siglo XVI

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Escuela valenciana de mediados del siglo XVI.
“Virgen con el Niño, San Juanito y ángeles”.
Óleo sobre tabla.
Con sello de lacre al dorso.
Adjunta informe realizado por Enrique Valdivieso González, catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla.
Medidas: 31 x 26 cm; 76 x 53,5 cm (marco).

 

En su informe, Enrique Valdivieso indica que, por su estilo y factura, esta obra se inscribe dentro de la escuela valenciana del siglo XVI, siendo su autor algún pintor que conoce y sigue el estilo de Vicente Masip, y fecha la obra en años cercanos a 1550. Destaca en la pintura la corrección del dibujo, especialmente palpable en la bella figura de la Virgen y en la del Niño que tiene en sus brazos. A la izquierda se sitúa San Juan Bautista niño, sosteniendo en las manos una filacteria con la inscripción “Ecce Agnus Dei”, con la que anuncia la condición de cordero de Dios del futuro redentor.

Dos bellos ángeles niños se incorporan a la composición, llevando el situado a la derecha un laúd con el que interpretará música en homenaje al Niño Dios y a su madre. La escena se organiza racionalmente, siguiendo un esquema simétrico centrado en la figura de la Virgen sentada y del Niño, que quedan flanqueados por un ángel y San Juanito,  situados uno de perfil y otro levemente girado, dándonos la espalda pero con el rostro de perfil, casi como una imagen especular del pequeño santo. Esta simetría queda además reforzada por la presencia del pequeño ángel que se asoma a la escena por encima del hombro de la Virgen, y cuyo rostro es casi un reflejo especular respecto al del Niño.

Como es corriente dentro de la escuela española del XVI, vemos a María y a su Hijo abrazados, uniendo sus rostros, reflejando un cariño materno-filial que aporta naturalismo e incide en la humanidad del Niño, buscando así conmover el ánimo del fiel a través de la representación de sentimientos con los que éste se identificaba, y reforzando así la expresividad de la escena. Destaca igualmente a nivel compositivo el complejo juego de miradas, que tiene como resultado una imagen cerrada no sólo a nivel compositivo (simetría, composición circular) sino también en el narrativo. Así, el Niño y su madre muestran una mirada baja, que dota de ternura a sus rostros, pero que como el resto de ojos de la imagen está centrada en la filacteria que porta San Juanito, símbolo del futuro sacrificio del Niño. Esta idea que además reforzada por la presencia del cordero a los pies de María. El arte cristiano se deleitó a lo largo de su historia, y especialmente en la Edad Moderna, proyectando sobre la infancia inocente de Jesús la sombra de la cruz.

El contraste entre la feliz despreocupación de un niño y el horror del sacrificio al cual estaba predestinado, fue concebido para conmover los corazones. Esta idea era ya familiar a los teólogos de la Edad Media, pero los artistas de entonces la expresaban discretamente, ya mediante la expresión preocupada de la Virgen, ya a través del racimo de uvas que el Niño estruja en sus manos. Será sobre todo en el arte de la Contrarreforma donde ese presentimiento fúnebre de la Pasión se exprese por medio de alusiones transparentes. Zurbarán muestra al Niño Jesús pinchándose con el dedo al trenzar una corona de espinas. Murillo, al pequeño San Juan Bautista que le muestra su cruz de cañas. Finalmente, el tema encuentra su expresión más conmovedora en el tema del Niño Jesús Dormido sobre una cruz.

 

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Bacanal
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Escuela napolitana de la primera mitad del siglo XVII. “Bacanal”.

Bacanal

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Escuela napolitana de la primera mitad del siglo XVII.
“Bacanal”.
Óleo sobre lienzo.
Con marco de época.
126,5 x 147 cm; 173 x 221 cm (marco).

 
En este lienzo el pintor nos presenta a varios personajes, celebrando una bacanal, en torno a la figura de Sileno, coronado de hiedra y subido sobre un burro con la ayuda de dos hombres jóvenes, dado que está tan ebrio que no puede hacerlo por sí mismo, e incluso parece a punto de derrumbarse, sin soltar en ningún caso el cuenco de oro del que bebe. En torno a estas figuras centrales vemos a otros personajes, hombres y mujeres jóvenes tocando instrumentos musicales, bebiendo y danzando. Sileno era el padre adoptivo, preceptor y leal compañero de Dionisos, un sátiro de edad avanzada, gordo y de aspecto extraño, adorado entre los griegos como un dios menor de la embriaguez. Es también descrito como el más viejo, sabio y borracho del cortejo del dios del vino. Su equivalente en la mitología romana era Silvano. Conocido por sus excesos con el alcohol, debidos a su amor por el vino, solía estar borracho, y tenía que ser sostenido por otros sátiros o llevado en burro, tal y como aquí vemos. Se dice que, en estado de embriaguez, Sileno poseía una sabiduría especial y también el don de la profecía.

Al centrar la atención de la escena en la figura de Sileno, el autor de esta pintura dota a la obra de un sentido acusadamente naturalista, cercano incluso al costumbrismo, que llega a eclipsar casi la ambientación clásica y el propio tema mitológico. Por tanto, el tema báquico es una mera excusa para representar una celebración popular, con personajes que aunque visten a la clásica, con túnicas y mantos, están plasmados con un naturalismo que los asemeja a retratos. Los rostros femeninos son algo más idealizados, aunque igualmente responden a un modelo real. De hecho, las tres muchachas muestran un rostro muy similar, posiblemente los rasgos de una modelo real única. Este acento en el naturalismo de los tipos es el rasgo más claro que entronca esta obra con el barroco naturalista, derivado de Caravaggio y sus seguidores. Sin embargo, también otros muchos elementos señalan en esta dirección. En primer lugar el propio tema báquico, que ya Caravaggio aprovechó para plasmar una escena real en su cuadro “Baco” (h. 1598, Florencia, Uffizi).

También la composición, con los personajes en primer plano, sin distancia alguna respecto al espectador, muy juntos y aparentemente desorganizados, destacados sobre un fondo plano, es propia del barroco naturalista. Este tipo de composición evita que la atención se disperse, y busca también un cierto ilusionismo en la representación. El cromatismo es también el propio de esta escuela, centrado en tonalidades terrosas, ocres y marrones iluminadas por detalles blancos. No obstante, uno de los elementos más elocuentes e identificativos de la escuela caravaggista fue la iluminación tenebrista, una luz de foco, dirigida, que penetra por el ángulo superior izquierdo e incide directamente en las zonas importantes de la escena, dejando el resto envuelto en una expresiva y matizada penumbra y modelando rasgos, volúmenes y objetos a través de la luz. No obstante, se aprecia la influencia del clasicismo romano-boloñés que, junto con la influencia de Caravaggio, conformó la base de la escuela napolitana barroca. Así, las figuras son monumentales y escultóricas, recordando a modelos de Reni y Domenichino, especialmente la figura del joven situado en el lado derecho, con manto rojo, que muestra su musculosa espalda al espectador.

La profunda influencia del barroco naturalista en la escuela napolitana se debe a la presencia del propio Caravaggio, quien permaneció en Nápoles entre 1606 y 1607 y, poco después, entre 1609 y 1610. Su influencia directa precipitó el cambio estilístico, y llevó a los pintores de esta escuela a dejar atrás el tardomanierismo imperante en esos años. La obra de referencia fue “Las siete obras de misericordia”, que Caravaggio pintó en 1607 para el altar mayor de la iglesia del Monte Bella Misericordia. El nuevo lenguaje fue reafirmado en Nápoles con la llegada en 1616 del valenciano Jusepe de Ribera. Dotado de una certera sensibilidad y de una cruda interpretación de la realidad que roza la agresividad, Ribera rompió con su pincelada pastosa y expresiva el idealismo formal que dominaba en la época, jugando un papel decisivo en la difusión del naturalismo tanto en Nápoles como en Sicilia. Otro importante renovador, de los primeros en seguir a Caravaggio, fue Giovanni Battista Caracciolo, quien pintó una obra para la misma iglesia del Monte Bella Misericordia. El caravaggismo napolitano partirá pues de Caracciolo y de Ribera, y se verá reforzado por la presencia de la obra de Caravaggio y por la llegada, en 1630, de Artemisa Gentileschi, por lo que gozó de un desarrollo muy largo en el tiempo, si bien totalmente autónomo. Gentileschi abrió la vía hacia un caravaggismo más incisivo y tenebroso, que por las mismas fechas se conjugará con la introducción en Nápoles de las novedades del clasicismo romano-boloñés, a través de la presencia de Reni, Domenichino y Lanfranco.

 

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Ramon CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Dama pensativa”.

RAMON CASAS

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CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Dama pensativa”.
Carboncillo y ceras sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
31 x 24 cm; 62 x 55 cm (marco).

 

En esta obra Casas representa a una elegante dama vestida con un abrigo, con la cabeza apoyada en la mano izquierda, en actitud pensativa. La mujer dirige su mirada hacia más allá de la escena, contemplando con gesto tranquilo y complacido algo que se oculta a nuestra visión. Se trata de una imagen cargada de instantaneidad, típica de las representaciones femeninas de la escuela catalana de finales del siglo XIX. Esta imagen combina la sensualidad formal de la línea sinuosa y expresiva, típicamente modernista, con el gran realismo con el que se ha plasmado una imagen estrictamente contemporánea. Se trata de una obra muy ligada al diseño gráfico de la época; la expresiva linealidad, la sobriedad de los colores y la atención a temas actuales, coinciden con los rasgos de los carteles y las ilustraciones para revistas.

Se trata de un dibujo dinámico, sensual y esquematizado, con el tema de la mujer como centro absoluto. La figura femenina fue la protagonista del modernismo catalán; una mujer moderna, manola popular o burguesa barcelonesa, damas jóvenes y elegantes sorprendidas en sus momentos de ocio, leyendo, paseando o mirando al espectador, melancólicas y tentadoras. La escuela catalana de dibujo modernista fue radicalmente opuesta a la decorativista y simbólica del Art Nouveau imperante. Realista y sintética, centra su atención en el mundo urbano contemporáneo y no en el símbolo literario. Los catalanes utilizan la misma línea sinuosa, movida y profundamente expresiva, pero la base conceptual es totalmente personal y diferente. Destaca en esta obra la impresión de fugacidad; en el mundo moderno, industrial y urbano, nada permanece, la sociedad está en constante cambio, la ciudad está en obras y la gente recorre con prisa sus calles.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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BARCELÓ
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Miquel BARCELÓ ARTIGUES (Felanitx, Mallorca, 1957). “Ligne tendu”.

BARCELÓ

 

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BARCELÓ ARTIGUES, Miquel (Felanitx, Mallorca, 1957).
“Ligne tendu”, 1987.
Grabado al aguafuerte y carborundum sobre papel Arches, ejemplar E.A.
Firmado y justificado a mano.
Talleres Pasnic editor.
Puede adjuntarse certificado de autenticidad emitido por el galerista Ferran Cano, sin cargo adicional.
Procedencia: galerías Ferran Cano y Juana de Aizpuru.
Medidas: 20 x 58,5 cm (pisada); 52 x 67 cm (marco).
Tirada compuesta por 16 ejemplares, más E.A.

 

Pintor y escultor, Barceló inicia su formación en la Escuela de Artes y Oficios de Palma de Mallorca, donde estudiará entre 1972 y 1973. En 1974 debuta individualmente, con tan sólo diecisiete años, en la Galería Picarol de Mallorca. Ese mismo año se traslada a Barcelona, donde se matricula en la Escuela de Bellas Artes Sant Jordi, y realiza su primer viaje a París. En la capital gala descubrirá la obra de Paul Klee, Fautrier, Wols y Dubuffet, así como el “art brut”, estilo que ejercerá una importante influencia en sus primeras pinturas. Durante estos años lee extensamente, y se enriquece con obras tan diversas como los escritos de Breton y los surrealistas, el “Manifiesto Blanco” de Lucio Fontana o la “Historia Social de la Literatura y el Arte” de Arnold Hauser.

En 1976 celebra su primera exposición individual en un museo: “Cadaverina 15” en el Museo de Mallorca, consistente en un montaje de 225 cajas de madera con tapa de cristal, con materiales orgánicos en descomposición en su interior. Ese mismo año, de vuelta en Mallorca, se integra dentro del grupo Taller Lunàtic y participa en sus actos reivindicativos de cariz social, político y cultural. En 1977 realiza un segundo viaje a París, y también visita Londres y Ámsterdam. Ese mismo año expone por primera vez en Barcelona, y conoce a Javier Mariscal, quien será uno de sus mejores amigos en la ciudad. Junto a él y al fotógrafo Antoni Catany participa, como miembro del grupo “Neón de Suro”, en exposiciones en Canadá y California, y colabora con la publicación de la revista homónima. También es en 1977 cuando recibe su primer encargo pictórico de gran formato: un mural para el comedor de un hotel en Cala Millor, Mallorca. Al año siguiente, con veintiún años, vende sus primeras obras a algunos coleccionistas y galerías, y finalmente se traslada a Barcelona.

Su reconocimiento internacional se inicia a principios de los ochenta, impulsando definitivamente su carrera a raíz de su participación en la Bienal de São Paulo (1981) y la Documenta de Kassel (1982). En 1986 se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas, y desde entonces su trabajo ha sido reconocido a través de los más destacados galardones, como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes (2003) o el Premio Sorolla de la Hispanic Society of America de Nueva York (2007). Barceló está actualmente representado en los museos de arte contemporáneo más importantes del mundo, como el MoMA de Nueva York, el Centre Pompidou de París, el Guggenheim de Bilbao, el Marugami Hirai de Japón, el Reina Sofía de Madrid, el Patio Herreriano de Valladolid, el CAPC de Burdeos, el Carré d’Art de Nimes, el de Arte Contemporáneo de Caracas y el de Bellas Artes de Boston, entre otros.

 

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BALANYA
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ISMAEL BALANYA I MOIX (Montblanc, 1921 – 2000). “Catalunya”.

BALANYA

 

BALANYA I MOIX, Ismael (Montblanc, 1921 – 2000). 
“Catalunya”, 1973.
Pintura sobre tabla (cuatro plafones). 
Firmado y fechado en la zona inferior derecha del plafón izquierdo.
Medidas: 220 x 893 cm. (dimensiones totales). 
Medidas por plafón: 181,5cm x 218,5cm (plafón 1, castellers); 272,5cm x 218,5cm (plafón 2, prensa de vino y tienda de campaña); 272,5cm x 218,5cm (plafón 3, Montserrat); 106,5cm x 218,5cm (plafón 4, Sagrada Familia). 

 

Ismael Balanyà i Moix nació en el seno de una familia de pintores decoradores e inició su formación en la escuela de dibujo fundada por su padre en Montblanc. Una vez completada esta primera formación, con apenas catorce años, empezó a colaborar con su padre. Con él decoró buena parte de las iglesias de la Conca de Barberà. Tras la Guerra Civil se trasladó a Barcelona, donde se matricularía en la Escuela de Llotja y más tarde en la Escuela Massana mientras continuaba trabajando como pintor decorador. En 1945 decidió buscar un ambiente creativo más libre que el que se vivía en la gris España de posguerra, y después de cruzar a pie la frontera con Francia obtuvo el pasaporte de refugiado político y pudo instalarse en París durante casi tres años y asistir a la Escuela Superior de Bellas Artes, donde practicó intensamente la técnica de la pintura al fresco.

En 1949 volvía a estar instalado en Barcelona y empezó a participar plenamente de la vida artística de la ciudad. A lo largo de los siguientes años tomó parte en diversos certámenes colectivos y exposiciones individuales, como la celebrada en 1960 en la Galeria Jaimes de Paseo de Gracia o el 1961 en la Galeria de Arte Dintel de Santander. En los años ochenta expondría también frecuentemente en la Galería Jaimes de Barcelona y en diversas salas de Montblanc y Reus. En 1965 ingresó como profesor de dibujo, pintura y procedimientos murales en la Escuela Massana de Barcelona y aquí trabajaría alternando la docencia con la práctica pictórica hasta su jubilación en 1986.

Ismael Balanyà trabajaría a lo largo de su carrera en diversos formatos y técnicas, óleo sobre lienzo, acuarela y gouache, grabado y otras. Sin embargo, sin duda la parte más representativa de su producción son las obras de gran formato sobre muro o sobre diversos soportes (lienzo o madera) adheridos al muro. En este apartado se incluye la pintura de grandes dimensiones que ahora presentamos.

La obra es una panorámica turística y cultural de Cataluña, donde el autor ha resaltado, con un trazo colorista y algo naif, tradiciones como los castellers y la sardana, lugares emblemáticos y atracciones turísticas como el Monasterio de Poblet, Montserrat o la Sagrada Familia y productos tan típicos como el cava de Vilafranca del Penedés. La parte central del conjunto, no obstante, está ocupada por una gran tienda de campaña y una familia que juega y se relaja en la playa. El mar Mediterráneo ocupa, además, la parte inferior de toda la composición.

El pintor eligió estos motivos para protagonizar su obra porque ésta fue encargada por el desaparecido cámping El Toro Bravo de Viladecans, un espacio emblemático del ocio de los años cincuenta – noventa en Cataluña, que desapareció en el 2004 debido a la ampliación del aeropuerto del Prat. La pintura está formada por cuatro grandes plafones de madera que pueden montarse formando una superficie plana o en ángulo, dependiendo del espacio al que se adapten.

Buena parte de las obras sobre lienzo de Ismael Balanyà se conservan en el Museo Comarcal de Montblanc y en colecciones privadas catalanas, francesas y alemanas. Muchas de sus obras monumentales se conservan todavía in situ, en la Escuela Massana de Barcelona, el Monasterio de Poblet, el Ayuntamiento de Poblet y diversas casas señoriales, empresas u hoteles.

 

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ANTONI CLAVE
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Antoni CLAVÉ SANMARTÍ (1913 – 2005). “Tête au Fond Blanc”.

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ANTONI CLAVE

CLAVÉ I SANMARTÍ, Antoni (Barcelona, 1913 – Saint Tropez, Francia, 2005).
“Tête au Fond Blanc”, 1972.
Técnica mixta sobre papel maruflado sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Certificados de autenticidad emitidos por el artista y por Nathalie Clavé.
54 x 76 cm; 80,5 x 103,5 cm (marco).
Obra catalogada en los Archives Antoni Clavé con el nº 72 TMCMT 7.

 

En esta obra Antoni Clavé nos propone una escenografía autónoma en sí misma, que trasciende la pintura, confundiendo al ojo, para construir un diálogo entre la realidad y lo pintado por medio de la unión del color, la mancha y el trazo con un objeto real y claramente reconocible como tal que, sin embargo, no está presente sino en forma de huella: un pañuelo de ganchillo. El juego de ilusiones se ve reforzado por el tratamiento de esta huella del pañuelo; Clavé respeta sus perfiles, el más mínimo detalle de su diseño, lo trabaja en color blanco y lo destaca sobre manchas negras que recalcan su tridimensionalidad de modo mucho más efectivo que si se hubiera plasmado directamente sobre el tono neutro, de un inquietante color carne, que ocupa el fondo de la obra.

Antoni Clavé es una de las más relevantes figuras del arte contemporáneo español. Formado en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, Clavé se dedica en un primer periodo al grafismo publicitario, la ilustración y las artes decorativas. En 1936 toma parte activa en la Guerra Civil, en las filas republicanas, lo que le lleva a exiliarse a Francia al terminar la contienda. Este mismo año de 1939 expone los dibujos que realizó en los campos de batalla. Se instala en París, donde conoció a Vuillard, Bonnard y Picasso. A partir de esta época, Clavé empieza a desarrollar una obra marcada por una plástica distinta, menos clásica. Durante este periodo sus figuras fueron perdiendo precisión y forma, dando paso al trazo y a una personal gama de colores y texturas que protagonizarán desde entonces sus obras. Gozaba ya de un gran prestigio internacional en el momento en que se inicia su reconocimiento en España, a partir de su exposición en la sala Gaspar de Barcelona, en 1956. En 1952 realiza los decorados para la película “Hans Christian Andersen”, de Charles Vidor, y obtiene una candidatura al premio Óscar. En 1954 abandona la decoración para dedicarse a la pintura.

En la década de los sesenta realizó un homenaje al Greco, y su pintura de este momento revela las influencias recibidas de dicho maestro, así como de los pintores del barroco. Toma especial relevancia la temática del caballero de la mano en el pecho, referente que se repetirá en las obras futuras de Clavé. Este periodo se caracteriza por el paso definitivo a la abstracción. En los años setenta continúa la evolución en la obra de Clavé, utilizando técnicas diversas como el collage, e inventando nuevas como el “papier froissé”, fruto de una casualidad en el uso del aerosol sobre papeles arrugados. En 1978, el Museo Nacional de Arte Moderno de París, actual Centro Georges Pompidou, le dedicó una retrospectiva que le convirtió en uno de los artistas de más prestigio de su generación. En la década de 1980 dedicó una serie de obras a Picasso, bajo el título de “A don Pablo”. Sus últimas obras se caracterizan por la recreación de texturas dentro de la abstracción, con una profusa utilización del “papier froissé”.

Fue premiado en la Hallimark de Nueva York en 1948, en la Bienal de Venecia de 1954 y en la Bienal Internacional de Tokio de 1957. En 1984 el Estado Español reconoció su valía artística con la exposición de más de cien de sus obras en el pabellón español de la Bienal de Venecia. Ese mismo año le fue concedida la Medalla de Oro de la Generalitat de Cataluña. La obra de Clavé se encuentra, entre muchos otros, en los museos de Bellas Artes de Bilbao, Tate Gallery, de Arte Moderno de París y Tokio, el British Museum y en el Reina Sofía de Madrid.

 

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RAMON CASAS (Barcelona, 1866 – 1932). “Claustro del monasterio de Sant Benet de Bages”.

RAMON CASAS

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CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Claustro del monasterio de Sant Benet de Bages”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 93 x 116 cm; 113 x 135 cm (marco).
Estimacion: 75.000 euros

 

 
Ya en 1881 Ramón Casas, que entonces tenía sólo quince años, publicó un esbozo de este claustro en la revista “L’Avenç”, fundada ese mismo año por Jaume Massó. Bastantes años después, en 1909, la familia del pintor adquiere el monasterio (que pasará a manos de Casas tras la muerte de su madre), y encarga su restauración al arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch.

En este magnífico lienzo Casas parece revelar el alma oculta del monasterio benedictino, la atmósfera de contemplación, silencio y meditación que ha sobrevivido al paso de los siglos para crear un puente entre los antiguos monjes y el maestro del modernismo catalán. Con tan sólo unos pocos elementos, Casas atrapa la apariencia fugaz del lugar en un momento determinado, al modo de los impresionistas, pero también va más allá hablando a través de las paredes y los suelos desnudos, a través de las bóvedas que reflejan la luz y vibran de matices cromáticos con la sombra, de un pasado de recogimiento y oración, que tiene su eco en el melancólico fin del siglo XIX.

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada. En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse.

Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán. En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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Eduardo Leon GARRIDO
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Eduardo León GARRIDO (Madrid, 1856 – Caen, Francia, 1949). “Dama contemplando el mar”.

Eduardo Leon GARRIDO

Lote en subasta:

GARRIDO, Eduardo León (Madrid, 1856 – Caen, Francia, 1949).
“Dama contemplando el mar”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
65 x 54 cm; 86 x 75 cm (marco).

 

Eduardo León Garrido inició su formación en Madrid, en la Escuela Superior de Pintura y en el taller de Vicente Palmaroli, a quien siempre consideró su único maestro. Pintor costumbrista, se especializó en escenas de baile en salones rococó, y también destacó como maestro del retrato femenino. Al no obtener la beca para estudiar en Roma, viajará allí por sus propios medios junto a su maestro Palmaroli, y más tarde a París.

En 1875 el rey Alfonso XII adquiere uno de sus cuadros, y ese mismo año obtiene una pensión de la Diputación de Madrid para estudiar en la capital francesa, donde completó su formación en el taller de Raimundo de Madrazo. Al año siguiente participa por primera vez en el Salón de París, donde presenta un “San Jerónimo”. Pronto atrajo la atención del más destacado marchante de arte del momento, Adolphe Goupil, para quien trabajará algunos años.

Desde 1876, Garrido expone sus obras de forma individual en galerías parisinas como Borniche, mostrando retratos y escenas contemporáneas. En este periodo, además, realizó numerosos viajes a Venecia, acompañado por los Madrazo, Fortuny y Martín Rico. Participó asiduamente en los Salones de París, así como en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid y en las Internacionales de Londres y Munich, donde obtuvo grandes éxitos de crítica y público. Entre 1882 y 1894 no participa ya en el Salón (excepto en 1884, cuando expone un retrato de su amigo el pintor Bréauté), sino que se centra en abastecer las galerías parisinas y madrileñas con las que tenía contratos.

En 1892 firma en exclusividad con Félix Gérard, quien le impondrá la temática de casacones tan de moda en la época. Así, en estos momentos se dedicará casi en exclusiva a pintar escenas galantes ambientadas en el siglo XVIII. Al tiempo abandona París y se instala en Varenne-Saint-Hilaire (Francia), donde se integra rápidamente en la vida cultural y es nombrado profesor de la Escuela de Artes y Oficios local. A partir de 1895 expondrá de nuevo sus obras en el Salón de París, y en 1914 se le concede la nacionalidad francesa. Durante las primeras décadas del siglo XX sigue pintando, fundamentalmente paisajes del sur de Francia y el País Vasco, así como retratos de su familia y flores.

Actualmente, Eduardo León Garrido está representado en el Museo de Prado y en el Charles Léandre de Condé sur Noireau (Francia), así como en destacadas colecciones particulares nacionales y extranjeras.

 

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Ismael BALANYA MOIX (Montblanc, 1921 – 2000). “Cataluña”.

Catalunya

 

Lote en subasta:

BALANYA I MOIX, Ismael (Montblanc, 1921 – 2000). 
“Cataluña”, 1973.
Pintura sobre tabla (cuatro plafones). 
Firmado y fechado en la zona inferior derecha del plafón izquierdo.
Medidas: 220 x 893 cm. (dimensiones totales). 
 

Ismael Balanyà i Moix nació en el seno de una familia de pintores decoradores e inició su formación en la escuela de dibujo fundada por su padre en Montblanc. Una vez completada esta primera formación, con apenas catorce años, empezó a colaborar con su padre. Con él decoró buena parte de las iglesias de la Conca de Barberà. Tras la Guerra Civil se trasladó a Barcelona, donde se matricularía en la Escuela de Llotja y más tarde en la Escuela Massana mientras continuaba trabajando como pintor decorador. En 1945 decidió buscar un ambiente creativo más libre que el que se vivía en la gris España de posguerra, y después de cruzar a pie la frontera con Francia obtuvo el pasaporte de refugiado político y pudo instalarse en París durante casi tres años y asistir a la Escuela Superior de Bellas Artes, donde practicó intensamente la técnica de la pintura al fresco.

En 1949 volvía a estar instalado en Barcelona y empezó a participar plenamente de la vida artística de la ciudad. A lo largo de los siguientes años tomó parte en diversos certámenes colectivos y exposiciones individuales, como la celebrada en 1960 en la Galeria Jaimes de Paseo de Gracia o el 1961 en la Galeria de Arte Dintel de Santander. En los años ochenta expondría también frecuentemente en la Galería Jaimes de Barcelona y en diversas salas de Montblanc y Reus. En 1965 ingresó como profesor de dibujo, pintura y procedimientos murales en la Escuela Massana de Barcelona y aquí trabajaría alternando la docencia con la práctica pictórica hasta su jubilación en 1986.

Ismael Balanyà trabajaría a lo largo de su carrera en diversos formatos y técnicas, óleo sobre lienzo, acuarela y gouache, grabado y otras. Sin embargo, sin duda la parte más representativa de su producción son las obras de gran formato sobre muro o sobre diversos soportes (lienzo o madera) adheridos al muro. En este apartado se incluye la pintura de grandes dimensiones que ahora presentamos.

La obra es una panorámica turística y cultural de Cataluña, donde el autor ha resaltado, con un trazo colorista y algo naif, tradiciones como los castellers y la sardana, lugares emblemáticos y atracciones turísticas como el Monasterio de Poblet, Montserrat o la Sagrada Familia y productos tan típicos como el cava de Vilafranca del Penedés. La parte central del conjunto, no obstante, está ocupada por una gran tienda de campaña y una familia que juega y se relaja en la playa. El mar mediterráneo ocupa, además, la parte inferior de toda la composición. El pintor eligió estos motivos para protagonizar su obra porque esta fue encargada por el desaparecido cámping El Toro Bravo de Viladecans, un espacio emblemático del ocio de los años cincuenta – noventa en Cataluña, que desapareció en el 2004 debido a la ampliación del aeropuerto del Prat. La pintura está formada por cuatro grandes plafones de madera que pueden montarse formando una superficie plana o en ángulo, dependiendo del espacio al que se adapten.

Buena parte de las obras sobre lienzo de Ismael Balanyà se conservan en el Museo Comarcal de Montblanc y en colecciones privadas catalanas, francesas y alemanas. Muchas de sus obras monumentales se conservan todavía in situ, en la Escuela Massana de Barcelona, el Monasterio de Poblet, el Ayuntamiento de Poblet y diversas casas señoriales, empresas u hoteles.

 

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Pere PRUNA OCERANS (Barcelona, 1904 – 1977). “Saliendo del baño”.

Pere PRUNA

Lote en subasta:

PRUNA OCERANS, Pere (Barcelona, 1904 – 1977).
“Saliendo del baño”, 1958.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho y al dorso.
60,5 x 49,5 cm; 86 x 74 cm (marco).

 

Artista principalmente autodidacta, Pere Pruna completó su formación en la Escuela de Bellas Artes de Barcelona. Tras empezar a exponer en la ciudad condal siendo aún muy joven, viajó a París en 1921, donde fue ayudado y orientado por Picasso. En la capital francesa realizó una exitosa muestra personal en la Galerie Percier, y entró en contacto con intelectuales como Cocteau, Drieu la Rochelle, Max Jacob y otros, con los que fundó la revista “Philosophie” en 1924.

Serge Diaghilev, quien visitó una de sus exposiciones, le propuso además realizar los decorados y figurines del ballet “Les matelots”, en 1925. Desde entonces trabajó asimismo en otras obras musicales, como “La vie de Polichinele” (1934) y “Oriane” (1938), entre otras. En 1928 obtuvo el segundo premio absoluto de la exposición del Carnegie Institute de Pittsburg y posteriormente, de vuela a Barcelona, obtuvo otros galardones como el del concurso “Montserrat visto por los artistas catalanes” (1931) o el Premio Nonell (1936).

A raíz del estallido de la Guerra Civil, Pruna continúa con su actividad expositiva internacional, destacando su muestra organizada en Londres en 1937. Tras la contienda compaginó las exposiciones de pintura de caballete con la pintura mural, género en el que fueron especialmente celebrados sus trabajos en el monasterio de Montserrat. En 1965 ganó el premio Ciudad de Barcelona, y tres años después fue nombrado académico del Far de Sant Cristòfor.

Su estilo, centrado en una figura femenina grácil y estilizada, parte de la clara delicadeza del Picasso rosa y “neoclásico”, y revela un cierto paralelismo con el Novencento italiano, enmarcándose de pleno en la corriente clasicista aparecida en el arte occidental tras la primera oleada vanguardista, y de la cual su amigo Cocteau fue impulsor. Pere Pruna está actualmente representado en el Museo de Montserrat, donde existe un espacio con su nombre, el MACBA de Barcelona y el Museo Maricel de Sitges, entre otros.

 

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Marie-France VEYRAT
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Marie-France VEYRAT (Lyon, 1951). “Intents de recuperació”.

Marie-France VEYRAT

Lote en subasta:

VEYRAT, Marie-France (Lyon, 1951). 
“Intents de recuperació”, 2003.
Técnica mixta sobre madera.
Firmado en el ángulo inferior a la derecha.
Se emitirá certificado de autenticidad a petición del comprador.
Medidas: 68 x 98 cm.

 

Artista plástica multidisciplinaria, con preferencia por la investigación pictórica de carácter matérico, destaca su constante interés por la experimentación. Realiza incursiones en diferentes lenguajes plásticos como el tapiz, la pintura, la escultura, la instalación , el arte digital y el land art. Se inicia en el arte textil en los años setenta y más tarde se decanta por la pintura informalista, centrando su interés en la técnica del collage e integrando elementos textiles y materia orgánica en sus obras. Hacia 1996, aunque había realizado ya obras textiles escultóricas, se acerca cada vez más hacia la tridimensionalidad. Desde 1982 participa en numerosos certámenes y realiza exposiciones tanto a nivel nacional como internacional. Después derivará hacia los objetos geométricos de tendencia monocroma.

Exposiciones colectivas (selección): 2013 ExPortArt–ImPortArt, 1a Biennal d’Art Contemporani, Tinglado 4 del Port de Tarragona; AAF Feria. Londres, Inglaterra, Alicia Rey Gallery, Madrid; Album Amicorum. Tom Maddock Gallery, Barcelona; 2012 Finalista Premio Escultura Fundació Vila Casas Palafrugell 2012. Can Mario, Girona; 2011 Art Madrid’11 VI Feria de Arte Contemporáneo. Madrid, Galeria Atelier; 2010 Budapest Art Fair. Hungría, Colors Art Gallery, Bucarest; 2009 3r Premio de Pintura Torres García. Sala Caixa Laietana, Mataró, Barcelona; 2008 Bienal XXXIV Premio Julio Antonio Escultura. Museu d’Art Modern de Tarragona; UrSmile. Work in progress. Net Art. ARCO, Madrid…

Ha celebrado individuales en Galeria Atelier, Barcelona 2013; Hotel Catalonia Berna 13; Galeria Pilar Riberaygua Andorra 2012; Galeria Pou d’Art, Sant Cugat del Vallès 2008; Galeria d’Art Torre Baró, La Selva del Camp 2006; Espai Artloft, Reus… Recibió, entre otros galardones, primer premio de escultura Modest Gené. Fundació Reddis, y finalista 3er premio de Pintura Torres García, Mataró 2009.

Está representada en colecciones públicas y privadas: Fons d’Art Contemporani de la Torre Vella de Salou, Fondo de arte del WTC Eurostars Grand Marina Hotel, Barcelona; de la Universitat Rovira i Virgili, Tarragona, Activa Mutua 2008, Reus; Tecnol, Reus; Fundació “Caixa Penedès”, Vilafranca del Penedès, Barcelona; HP. Madrid; Ticnova; Lisboa Penta Hotel; Galeria Display Departamento, New York; ayuntamientos de Cambrils, Reus…

 

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Tórculo para grabados y prensa litográfica

Prensa litografica

 

Torculo para grabados

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lotes en subasta:

Lote35007577
Estimación: 2000 euros.
Tórculo para grabados, primera mitad del siglo XIX.
Medidas: 132 x 131 x 186 cm.
Tórculo manual para imprimir grabados con cilindro central de 1 cm de diámetro. Cuenta con soporte de madera pintada.

Lote35007579
Estimación: 2000 euros.
Prensa litográfica.
Medidas: 120 x 91 x 75 cm.
Prensa litográfica manual con soporte de madera. Incluye la rueda de presión lateral, con mango de madera para un uso más cómodo.

 

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Emilio POY DALMAU
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Emilio POY DALMAU (Madrid, 1876 – 1933). “El bautizo”.

Emilio POY DALMAU

 

Lote en subasta:

POY DALMAU, Emilio (Madrid, 1876 – 1933).
“El bautizo”, 1902.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 38,5 x 70 cm; 61,5 x 92,5 cm (marco).

 

En este lienzo Poy Dalmau nos ofrece una imagen costumbrista ambientada en el siglo XVIII, tal y como indican las ropas de los personajes. Se sitúa en el interior de una antigua iglesia, donde se está celebrando el bautizo. La luz se concentra en la zona central, donde vemos a la joven madre con su hijo en brazos, junto a un anciano sacerdote al que acompaña un monaguillo. Se trata pues de una obra perteneciente al género “de casacones”, escenas trabajadas con una factura preciosista y descriptiva ambientadas en los siglos XVII y XVIII, muy del gusto de la clientela de la segunda mitad del XIX. En Francia estas obras, llamadas “de tableutin”, fueron preferentemente de temática galante, inspiradas en las obras de autores franceses del XVIII como Boucher o Watteau. En España el referente serán Velázquez y sus contemporáneos, por lo que veremos con más frecuencia escenas de mosqueteros y otros personajes del siglo XVII. Aquí, en cambio, se busca un tema más acorde con la vida cotidiana del siglo XIX, cuyos temas cotidianos eran abordados de forma similar a la de este cuadro.

Emilio Poy Dalmau cultivó el retrato y los temas de género. Inicia su formación en la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado de San Fernando, en Madrid, donde tuvo como principales maestro a Joaquín Araujo y Francisco Padilla. Con veintiséis años se le concedió la pensión en Roma, tras ganar el concurso público con su obra “El capuchón negro”, lienzo que fue elogiado por público y crítica. Participó asiduamente en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, donde obtuvo mención honorífica en 1895 y 1897, tercera medalla en 1901,1906 y 1908, y segunda medalla en 1910. Fue profesor de dibujo en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Se conservan obras de Poy Dalmau en el Museo del Prado.

 

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Balthasar HUYS
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Balthasar HUYS (Bélgica, 1590 – Países Bajos, 1652). “Bodegón de cocina con figura”.

Lote en subasta:

Balthasar HUYS

HUYS, Balthasar (Malinas, Bélgica, 1590 – Róterdam, Países Bajos, 1652).
“Bodegón de cocina con figura”, 1645.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en la zona inferior.
Medidas: 104 x 148,5 cm; 137 x 181 cm (marco).
Estimación: 75000 Euros

Acaba el 20 Feb 2014

 

Obra publicada en J. de Maere y M. Wabbes, “Illustrated dictionary of 17th Century Flemish painters” (Brussels: La Renaissance du Livre, 1993), p. 635.

 
Pintor activo entre 1612, aproximadamente, y 1652, año de su muerte, Balthasar Huys perteneció a la escuela flamenca del primer barroco, y se especializó en la pintura de bodegones. Fue discípulo de Jean-Baptiste Saive. Actualmente está representado en la colección SØR Rusche de Berlín, entre otras destacadas colecciones, principalmente europeas.

En esta obra se conjugan dos de los grandes géneros del barroco flamenco y holandés: la pintura de género y el bodegón. Así, la naturaleza muerta se plantea como parte de una composición más compleja, protagonizada por una figura de gran tamaño que cobra además protagonismo al mirar directamente al espectador, integrándolo en el escenario, un recurso escenográfico netamente barroco.

Los diversos alimentos se disponen en los primeros planos, en una composición abierta, asimétrica y dinámica típicamente barroca. La cocinera se sitúa en segundo plano, captada de tres cuartos, sosteniendo una gran vara de asar en la que aparece ensartada una gran ave. En este tipo de composiciones lo habitual será cerrar el espacio tras la figura, con un fondo oscuro o en penumbra, tal y como vemos en el lado izquierdo de la imagen. Sin embargo, aquí Huys abre el espacio en profundidad en el lado derecho, permitiéndonos ver un escenario arquitectónico perfectamente trabajado; una segunda sala iluminada con luz natural, de arquitectura clásica, tras cuyos arcos se adivinan los edificios de una típica ciudad flamenca de la época, destacados sobre un cielo de tonalidad azul verdosa, un tanto oscuro.

El bodegón con figuras de gran tamaño de la escuela flamenca tienen su en el siglo XVI, en las obras de Pieter Aertsen (1508-1575) y Joachim Beuckelaer (1533-1574). Ambos pintores realizarán grandes cuadros que avanzan el barroco por su naturalismo y valor escenográfico, si bien evidencian aún el abigarramiento de elementos propio del manierismo. Pieter Aerstsen creó una fórmula que consiste en colocar la figura en primer término, rodeada de alimentos trabajados a gran tamaño, siempre plasmados con una especial atención a las calidades y los detalles, siguiendo la tradición flamenca. Beuckelaer, discípulo de Aertsen, tomó este modelo creado por su maestro y lo utilizó para representar escenas religiosas, que siempre quedan en un segundo plano respecto al bodegón. De hecho, es probable que Velázquez tomara de él su idea compositiva para “Cristo en casa de Marta y María” (1618, Londres, National Gallery), seguramente a través de un grabado de Cornelis Cort. Ya en el siglo XVII, el género del bodegón con figuras cobrará una gran importancia en la escuela flamenca, con composiciones ya más dinámicas y teatrales, plenamente enmarcadas dentro del estilo barroco, como aquí vemos.

 

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Fernando Cobo
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Fernando COBO (Madrid, 1975). “Panorámica de Gante”.

Fernando Cobo

 

COBO, Fernando (Madrid, 1975).
“Panorámica de Gante”, 2005.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 40 x 120 cm.

 

Pintor hiperrealista especializado en el paisaje urbano, Fernando Cobo se formó con Machado de Camas, y empezó a exponer individualmente en 1995. Desde entonces ha celebrado más de treinta muestras personales, fundamentalmente en Madrid y Barcelona, y ha participado en las ferias Lineart de Bélgica y Art Génova de Italia.

Ha cursado asimismo estudios de Biblioteconomía y Documentación y Periodismo, en la Universidad Carlos III de Madrid, lo que le ha permitido compaginar la actividad pictórica con su otra gran pasión, la literatura, que ha dado frutos como la publicación de una novela en 1999, y diversas colaboraciones con revistas literarias.

Actualmente su obra se encuentra representada en diversas colecciones privadas del ámbito nacional, así como en prestigiosos despachos, hoteles, clínicas privadas, etc.

 

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Ramon Casas
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Ramon CASAS CARBÓ (Barcelona, 1866 – 1932). “Retrato de Gabrielle Réjane”.

Ramon Casas

Lote en subasta:

CASAS CARBÓ, Ramón (Barcelona, 1866 – 1932).
“Retrato de Gabrielle Réjane”.
Carboncillo y pastel sobre papel.
Firmado en la zona inferior derecha.
Medidas: 40 x 30 cm; 69,5 x 57,5 cm (marco).

 

En este dibujo Ramón Casas retrata a Gabrielle Réjane (1856-1920), una popular actriz de teatro francesa que debutó en 1875, y cuyo primer éxito llegó en 1883 con la obra de Henri Meilhac “Ma camarade”. Desde ese momento Réjane se convierte en una actriz reconocida por su poco frecuente capacidad emocional, destacando sus actuaciones en las obras “Décor”, “Germinie Lacerteux”, “Ma cousine”, “Amoureuse” y “Lysistrata”. Además de en París, Réjane actuó en Quebec, Londres y Nueva York, llegando a ser una reconocida figura del teatro tanto en Francia como en Inglaterra y los Estados Unidos.

De hecho, en 1905 abrió su propio teatro en París, al que bautizó con su nombre. Fue rival de Sarah Bernhardt, y junto a ella sirvió como modelo para el personaje de la actriz Berma en la novela de Proust “En busca del tiempo perdido”. Fue también retratada por artistas plásticos como Giovanni Boldini (“Madame Réjane”, h. 1885 y 1886), Théobald Chatran (“Gabrielle Réjane como joven actriz”, 1884), Aubrey Bearsley (en sus ilustraciones para “La dama de las camelias”, h. 1890-1908) y Doucet (“Madame Réjane”, h. 1907), entre otros. Para muchos, Réjane encarnó la esencia de la vivacidad francesa y de la expresión animada. Por otro lado, esta actriz participó también en varios cortometrajes a principios del siglo XX, incluyendo un filme sonoro experimental en 1908. Tres meses antes de su fallecimiento, en 1920, Gabrielle Réjane fue nombrada caballero de la Legión de Honor francesa.

 

Ramón Casas

Destacado pintor y dibujante, Casas se inicia en la pintura como discípulo de Joan Vicens. En 1881 realiza su primer viaje a París, donde completó su formación en las academias Carolus Duran y Gervex. Al año siguiente participa por primera vez en una muestra en la Sala Parés de Barcelona, y en 1883 presenta, en el Salón de los Campos Elíseos de París, un autorretrato que le valió la invitación para convertirse en miembro del salón de la Societé d’Artistes Françaises. Los siguientes años los pasa viajando y pintando entre París, Barcelona, Madrid y Granada.

En 1886, aquejado de tuberculosis, se asienta en Barcelona para recuperarse. Allí entra en contacto con Santiago Rusiñol, Eugène Carrière e Ignacio Zuloaga. Tras un viaje recorriendo Cataluña junto a Rusiñol, en 1889, Casas regresa con su amigo a París. Al año siguiente participa en una colectiva en la Sala Parés, junto con Rusiñol y Clarasó, y de hecho los tres continuarán realizando exposiciones conjuntas en dicha sala hasta la muerte de Rusiñol en 1931. Sus obras de este momento se encuentran a medio camino entre el academicismo y el impresionismo francés, en una suerte de germen de lo que sería más tarde el modernismo catalán. Su fama continúa extendiéndose por toda Europa, y realiza exposiciones de éxito en Madrid y Berlín, además de participar en la Exposición Mundial de Chicago de 1893.

Casas se establece definitivamente en Barcelona, inmerso en el ambiente modernista, aunque sigue viajando a París para los salones anuales. Financió el local que sería punto de referencia para los modernistas, el café Els Quatre Gats, inaugurado en 1897. Dos años después organiza su primera muestra individual en la Sala Parés. Mientras crecía su fama como pintor, Casas empezó a trabajar como diseñador gráfico, adoptando el estilo Art Nouveau que llegó a definir al Modernismo catalán.

En los años siguientes se suceden sus éxitos: presenta dos obras en la Exposición Universal de París de 1900, gana un premio en Munich en 1901, varias de sus obras quedan en la exposición permanente del Círculo del Liceo, realiza diversas muestras internacionales y, en 1904, obtiene el primer premio en la Exposición General de Madrid. Está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Nacional Reina Sofía, el Thyssen-Bornemisza, el de Montserrat, el Cau Ferrat de Sitges, el Camón Aznar de Zaragoza y los de Arte Contemporáneo de Barcelona y Sevilla, entre muchos otros.

 

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Madrazo
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Raimundo de MADRAZO (Roma, 1841 – Versalles, 1920). “La joven del antifaz”.

Madrazo

Lote en subasta:

MADRAZO Y GARRETA, Raimundo de (Roma, 1841 – Versalles, 1920).
“La joven del antifaz”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 88 x 69 cm; 108 x 89 cm (marco).

 

En esta pintura Raimundo de Madrazo trasciende el género del retrato para regalarnos una instantánea fugaz de la vida cotidiana de la burguesía de la época, una imagen llena de encanto y delicadeza, que atrapa la mirada del espectador. Se trata de una composición sencilla, protagonizada por una joven de cabellos rubios y ondulados, ojos azules y labios rojos, que esboza una sonrisa mientras nos mira con expresión pícara y recatada a la vez en cierto modo.

La muchacha aparece en primer plano, de medio cuerpo, frente a un velador en el que vemos una copa vacía con una cucharilla en su interior, sobre un platillo y una sencilla bandeja metálica. Aunque estos objetos aparecen trabajados con una extraordinaria maestría, nada en ellos distrae nuestra mirada del rostro de la modelo. Tampoco lo hace el fondo, neutro y plano, trabajado en tonos fríos sobre los que contrasta el intenso y luminoso rosa de la capa que luce la modelo, magníficamente trabajada con una técnica fluida y empastada.

 

Raimundo de Madrazo

 

Hijo de Federico de Madrazo, Raimundo recibió enseñanzas de su padre y de su abuelo, José de Madrazo y Agudo. Asimismo, cursó estudios en la Escuela Superior de Pintura y Escultura de Madrid, donde tuvo como maestros a Carlos Luis de Ribera y Carlos de Haes. En 1860 participó en la Exposición Universal de París, y dos años más tarde se estableció en esta ciudad, donde acudió al estudio de Léon Cogniet y también asistió a los cursos de la Escuela de Bellas Artes y la Imperial de Dibujo. Madrazo pasará la mayor parte de su vida en París, donde contrajo matrimonio y se convirtió en una figura destacada de la escuela de pintores españoles allí establecidos. Por estos años realizará su primer encargo de importancia, la decoración del palacio parisino de la reina María Cristina con el lienzo “Las Cortes de 1834”, terminado en 1865.

Pronto se convertirá en uno de los pintores favoritos de los círculos de la clase alta parisina, sobre todo por su facilidad para el retrato. Los suyos serán retratos de aristocrática elegancia, modelado muy suave y fondos abocetados, de ejecución suelta, según muestran obras como “Doña Josefa Manzanedo e Intentas de Mitjans, marquesa de Manzanedo” (1875) o “Ramón de Errazu” (1879), ambos hoy en el Museo del Prado. Como retratista fue uno de los mejores de su generación, digno sucesor de su padre y autor de un estilo de un realismo minucioso y elegante, a veces frívolo pero resuelto con un irresistible instinto decorativo, clave de su éxito entre la burguesía de su tiempo, siempre con un absoluto dominio de los recursos pictóricos y una delicadeza cromática enormemente refinada.

Raimundo de Madrazo cultivó también el género de costumbres tan del gusto de la época, una pintura de reinadas calidades decorativas, próxima algunas veces a su cuñado Mariano Fortuny, con quien pintó en 1868 y 1872, este último año en Granada. Raimundo de Madrazo concurrió además a exposiciones oficiales, tanto de bellas artes como de otro tipo, y en la Universal de París de 1889 fue galardonado con primera medalla y honrado con el nombramiento de oficial de la Legión de Honor. No obstante, nunca le fue necesario participar en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes de Madrid, ya que desde muy joven gozó de un enorme prestigio respaldado no sólo por su apellido, sino especialmente por sus extraordinarias facultades para la pintura.

Artista cosmopolita, viajó a Roma y a Londres y, a partir de la última década del siglo XIX, a Estados Unidos y Argentina, países donde su trabajo fue altamente reconocido. Autor de lienzos históricos como “Cortes de 1834”, que realizó para el palacio parisino de la reina María Cristina de Borbón, realizó numerosas obras de interiores y escenas de género destinadas al mercado internacional, y en su juventud decoró al fresco las portadas de la madrileña iglesia de las Calatravas, unas pinturas hoy prácticamente perdidas. En 1904 su gran amigo, el coleccionista Ramón de Errazu, legó al Museo del Prado un importante conjunto de obras del artista. El propio Madrazo donó al museo en 1894 dos obras de Francisco de Goya, lo que nos indica su interés por la pintura del maestro aragonés.

Actualmente Raimundo de Madrazo está representado en dicho museo, y también en el Metropolitan de Nueva York, el de Orsay en París, la National Gallery de Londres, el Museo de Arte de la Universidad de Harvard, el Meadows de la Southern Methodist University en Dallas, el Carmen Thyssen de Málaga, el de la Spanish Society of America en Nueva York, el Nacional del Teatro de Almagro, el Provincial de Lugo, el Alcázar de Segovia, los de Bellas Artes de Bilbao, Valencia, Granada, Zamora y Álava, etc.

 

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William WEST
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William WEST (Reino Unido, 1801 – 1861). “La cascada”.

William WEST

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WEST, William (Reino Unido, 1801 – 1861).
“La cascada”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
91,5 x 122 cm; 126 x 156,5 cm (marco).

 

Uno de los aspectos más radicales de la pintura romántica fue el intento de sustituir los grandes lienzos de tema histórico o religioso por el paisaje. Pretendían que el paisaje puro, casi sin figuras o totalmente carente de ellas, alcanzara la significación heroica de la pintura de historia. Se basaban en la idea de que el sentimiento humano y la naturaleza debían ser complementarios, uno reflejado en el otro. Es decir, el paisaje debía despertar emoción y transmitir ideas. Así, paisajistas como William West trataron de expresar sus sentimientos a través del paisaje, en vez de imitarlo.

El paisaje romántico está constituido no obstante por manifestaciones de muy diverso tipo y no equiparables entre sí; no afecta por igual a todas las escuelas nacionales, manteniéndose más fiel a la tradición en escuelas como la francesa o la holandesa. Así, aquí vemos la grandiosa escenografía natural propia de la escuela romántica británica, protagonizada por una cascada que cae con violencia, confundiendo agua, espuma y roca en una composición de gran naturalismo atmosférico. Otro rasgo característico del paisaje romántico que West utiliza aquí, es la neta separación entre los primeros planos y el fondo, que realza el carácter escenográfico. Asimismo, utiliza la típica perspectiva romántica muy marcada, en abismo, que tiene como complemento una ligera confusión de puntos de vista.
Pintor y acuarelista inglés del siglo XIX, William West es uno de los más destacados representantes de la Escuela de Bristol, y fue el constructor del Observatorio de Clifton Down (Bristol). Llegó a esta cuidad en torno a 1823, y ese mismo año comenzó a mostrar sus obras al público. A partir del año siguiente participará además en los grupos de dibujo de la Escuela de Bristol. De hecho, sus dibujos en grisalla son considerados uno de los mejores ejemplos de la producción de dicha escuela, siendo especialmente apreciados por su originalidad y por la expresividad de sus efectos atmosféricos. De hecho, son toda una rareza entre los dibujos ingleses de la primera mitad del siglo XIX. Estas obras, conocidas como los “Monochrome Drawings”, representan principalmente escenas mitológicas y bíblicas, pero también algunos temas de tipo fantástico. West expuso sus obras en la Royal Academy y en la British Institution de Londres a lo largo de toda su carrera, salvo por un largo paréntesis que abarca desde 1826 hasta 1845.

Pintor especializado en la temática de paisajes, en su etapa madura, a partir de 1847, se concentró en temas noruegos. West desarrolló un claro interés por la óptica y la ingeniería, lo que le llevó en 1828 a aprovechar un antiguo molino en desuso en Clifton Down para instalar un gran telescopio en su torre, convirtiéndolo así en un observatorio. En 1829 sustituyó el telescopio por una cámara oscura, y a partir de 1835 amplió el molino para crear un nuevo observatorio, construyendo una gran cúpula para alojar un telescopio giratorio. West llenó el observatorio con una colección de mapas, globos e instrumentos ópticos, y en 1837 abrió un túnel de 61 m de longitud que lo unía con la Cueva de St. Vincent, obteniendo una vista privilegiada del desfiladero de Avon. En 1834 expuso “The Avon Gorge from the summit of the Observatory”, una pintura al oleo captada desde ese punto. Actualmente William West está representado en el Metropolitan Museum de Nueva York y el Bristol City Museum and Art Gallery, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.

 

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Thomas LAWRENCE
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Círculo de SIR THOMAS LAWRENCE (Bristol, 1769 – Londres, 1830)

Thomas LAWRENCELote en subasta:

LAWRENCE, Sir Thomas, (Bristol, 1769 – Londres, 1830), círculo de. 
Retrato de María Vicenta Solís, duquesa de Fernán-Núñez. 1816. 
Óleo sobre lienzo. 
Etiqueta identificativa de la época e inscripción al dorso. 
134 x 148 cm; 144 x 157 cm (marco). 

 

Este soberbio retrato representa a la duquesa María Vicenta Solís de Vignancourt y Laso de la Vega, marquesa de Miranda y duquesa de Montellano y del Arco. La figura se representa reclinada en una chaisse longue, con los pies sobre un pequeño escabel. La elegante dama viste un traje blanco de corte imperio y unas zapatillas de raso y dirige su mirada hacia el espectador. El rostro, natural y aún juvenil, se anima con una suave sonrisa y ha sido tratado con gran delicadeza, mediante una pincelada que se funde sin dejar trazas evidentes. La figura se recorta contra un fondo neutro pero a la izquierda un ampuloso cortinaje rojo deja paso a un paisaje, que se despliega hasta un lejano horizonte. Tanto la composición como la factura pictórica de este excelente retrato encajan a la perfección con las características de la mejor retratística inglesa del primer cuarto del siglo XIX, y especialmente con la obra de Sir Thomas Lawrence y su círculo más estrecho.

Sir Thomas Lawrence fue, después del fallecimiento de Joshua Reynolds en 1792, el retratista más importante de Gran Bretaña. Su formación inicial transcurrió en Bath, donde aprendió con William Hoare la técnica del pastel, y de Thomas Barker el manejo correcto del óleo. En 1787 se trasladó a Londres, donde expuso sus primeros trabajos en la Royal Academy. Empezó a triunfar gracias a sus retratos femeninos, como el de Elizabeth Farren, donde se adivinan ya ciertos rasgos de sensibilidad que desarrollará en su producción más madura. En 1791 es admitido en la Royal Academy y al año siguiente, tras la muerte de Joshua Reynolds, se convierte en pintor del rey. En 1815 se le nombra caballero y ese mismo año la familia real le encarga una serie de retratos para la Cámara de Waterloo del Castillo de Windsor. En 1820 sucedió a Benjamin West en la presidencia de la Royal Academy. Los retratos de Lawrence parten del «gran estilo» de Reynolds, pero el pintor de Bristol abre camino a un nuevo concepto retratístico con respecto al modelo, a su porte personal y a su plasmación emotiva. Supo rescatar una visión muy personal de sus comitentes, propia ya del retrato romántico y de la época victoriana. Sus modelos se presentan en actitudes distendidas y naturales, la pincelada es delicada, imperceptible en los rostros y más ligera y esbozada en las ropas y el paisaje, que tiene casi siempre un papel importante.

María Vicenta Solís casó muy joven con Carlos Gutiérrez de los Ríos y Sotomayor, I duque de Fernán Núñez e hijo del VI conde de Fernán Núñez, Carlos, y de María de la Esclavitud Sarmiento de Sotomayor. El duque de Fernán Núñéz murió a los 43 años de edad a causa de una caída de caballo, dejando tras de sí una compleja y apasionada biografía, tanto privada como pública. Sus habilidades diplomáticas le procuraron el favor del rey Fernando VII, quien elevó el título heredado de su padre de conde a duque. A lo largo de su vida ocupó, además, importantes cargos en embajadas de toda Europa, y concretamente en Londres, circunstancia que le habría permitido conocer al mejor retratista del momento, Lawrence, e interesarse por su trabajo. El matrimonio sintió, sin duda, interés por la vanguardia artística de su época, y fue retratado en otra ocasión por los pinceles del magistral Francisco de Goya.

 

Jarrones SITZENDORF
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Pareja de jarrones SITZENDORF

Jarrones SITZENDORF

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Pareja de jarrones SITZENDORF.
Alemania, primera mitad del siglo XX.

Porcelana esmaltada.
Con marca en la base.
Medidas: 70 x 34 x 26 cm.

 

Pareja de jarrones ornamentales realizados en porcelana esmaltada, y adornados con motivos en relieve y bulto redondo. Se trata de piezas de estilo historicista, inspiradas en parte en la producción de Dresde del siglo XVIII. Así, las flores naturalistas en bulto redondo, modeladas aparte y aplicadas, para finalmente ser esmaltadas, proceden directamente de modelos de Dresde. El uso de la escultura también deriva de la misma influencia. Los jarrones están decorados con guirnaldas de flores de gran delicadeza, combinadas con figuras de muchachas y “putti” clásicos. En el frente presentan además escenas esmaltadas de gran pictoricismo, de temática clásica, y en la parte trasera vemos ramilletes de flores naturalistas.

La primera fábrica de porcelana establecida en Sitzendorf fue fundada en 1760 por Georg Heinrich Macheleidt, bajo la protección del príncipe de Schwarzburgo-Rudolstadt, si bien en 1762 la manufactura fue trasladada a Volkstedt por orden del príncipe. En 1850 se inauguró una nueva factoría, que comenzará a despuntar por su calidad a partir de 1884, cuando Alfred y Carl Wilhelm Voigt se encarguen de la dirección. Comenzará entonces a fabricar piezas al estilo de Dresde, con un éxito tal que para 1909 la manufactura contará con una novedosa maquinaria a vapor.

 

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