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MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940). Lote 35001246

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MIR TRINXET, Joaquín (Barcelona, 1873 – 1940).
“Poble de Miravet”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en la zona inferior central.
Medidas: 83 x 109 cm; 119 x 144,5 cm (marco).
Exposiciones:
Madrid, Dirección General de Bellas Artes, 1971.
Ámsterdam, Exposició d’Artistes Pintors i Escultors Catalans, 1933.
Venecia, Biennale Internazionale d’Art, 1934.
Bibliografía:
Francesc Miralles, “Joaquim Mir al Camp de Tarragona”, nº 238, p. 149 y 202 (Barcelona; Columna Ediciones, 1998).
Francesc Miralles, “Joaquim Mir al Camp de Tarragona”, nº 263, p. 161 y 225 (Barcelona; Viena, 2008).

“Sólo quiero que mis obras alegren el corazón e inunden de luz los ojos y el alma”. Así resumía Mir en 1928 su manifiesto como pintor. El color y la luz lo significaron todo para el pintor barcelonés, y con ellos construyó un lenguaje personal con el que creó una obra sorprendentemente moderna, basada siempre en una nueva visión de la naturaleza. Fue un gran colorista que dominó tanto los tonos clásicos y luminosos como los matizados grises, que suelen dotar a sus composiciones de un carácter totalmente personal a la par que enormemente naturalista.
Joaquín Mir estudió en la Escuela de Bellas Artes de San Jordi de Barcelona y en el taller del pintor Luis Graner. Su estilo recibió también la influencia de la Escuela de Olot, ciudad de origen de su padre. Pronto se sintió incómodo con la enseñanza oficial, anclada en una concepción de la pintura realista, por lo que en 1893 fundó junto con otros compañeros (Nonell, Canals, Pichot, Vallmitjana y Gual) la “Colla del Safrà”, para indagar en común en las iniciativas pictóricas de fin de siglo. El nombre les venía de los tonos azafranados y ocres que utilizaban en sus cuadros, con los que pretendían captar la luminosidad mediterránea y rechazar la frialdad de los grises y azules de los impresionistas franceses. No obstante, imitaron a los impresionistas en su gusto por la pintura al aire libre, captando allí los ambientes y tipos que veían. En 1896 llegaron a participar como colectivo en la III Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas, a la que Mir presentó dos obras que nos dan una clara idea de los ideales del grupo: “La huerta del rector” y “El vendedor de naranjas”.
Asimismo, desde 1897 frecuentaba el ambiente artístico de “Els Quatre Gats”, donde se daban cita todos los artistas conocedores de las vanguardias europeas, lo que le sirvió para madurar en el estudio compositivo de paisajes con figuras en distintos planos de profundidad. De esta época son “Laderas de Montjuic” (1897) y “La catedral de los pobres” (1898), las dos obras maestras de su etapa juvenil. En estos años concurrió a las Exposiciones de Bellas Artes de Barcelona, en sus ediciones de 1894, 1896 y 1898. Ganador de una segunda medalla en la Exposición de Madrid de 1899, ese mismo año se traslada a la capital con el objetivo de opositar a la beca en Roma. Al no conseguirla, marcha con Santiago Rusiñol a Mallorca, en un viaje que supondrá un definitivo punto de inflexión en su carrera. Mir queda deslumbrado por el paisaje mallorquín, en concreto por el de Sa Calobra, que supuso para él una inagotable fuente de inspiración. El artista desplegará desde entonces toda una combinación de colores imposibles, fruto de su interpretación personal de la majestuosa naturaleza de la isla. Las pinceladas se alargaron y se convirtieron en manchas que casi hacían desaparecer los objetos y los referentes espaciales.
En 1901 expone individualmente en la sala Parés de Barcelona el fruto de esta primera etapa mallorquina, y obtiene de nuevo segunda medalla en la Exposición Nacional. Tras un periodo de enfermedad que le obliga a trasladarse a Reus, obtiene en 1907 la primera medalla en la Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona. Desde entonces, instalado en Camp de Tarragona, no se moverá del género del paisaje, pero ahora serán los pueblos de los alrededores los protagonistas de su pintura. Pintará las casas, las iglesias, los huertos, la gente, los almendros floridos, los corrales… Temas intrascendentes que cada vez se ajustan más a la realidad de la naturaleza, puesto que ya sólo querían reflejar su amor por su tierra y su búsqueda constante de los cambios de luz. Su estilo ya no será tan expresivo como el de Mallorca, aunque sí perdura el uso atrevido del color y de la mancha.
Ya consolidado como figura destacada del panorama catalán, adquiere el definitivo reconocimiento a nivel nacional en 1917, cuando se le concede el Premio Nacional de Bellas Artes. Cuatro años después se casa y se instala definitivamente en Vilanova i la Geltrú. Sus éxitos se suceden, y en 1929 obtiene primera medalla en la Exposición Internacional de Barcelona. Al año siguiente gana la medalla de honor de la Exposición Nacional de Madrid, premio que perseguía desde 1922. Si bien fue un pintor principalmente autóctono, realizó muestras personales y colectivas en Washington, París, Pittsburg, Nueva York, Filadelfia, Ámsterdam, Buenos Aires y Venecia.
Mir es hoy considerado como el más destacado representante del paisajismo postimpresionista español. Se conserva obra suya en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía de Madrid, entre muchos otros.

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GUAYASAMÍN, Oswaldo (Quito, Ecuador, 1919 – Baltimore, E.E.U.U., 1999). Lote 35013815

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GUAYASAMÍN, Oswaldo (Quito, Ecuador, 1919 – Baltimore, E.E.U.U., 1999).
“Retrato de Atahualpa”, 1945.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Adjunta certificado de autenticidad emitido por Pablo Guayasamín, presidente ejecutivo de la Fundación Guayasamín.
Medidas: 80 x 65 cm.

Uno de los más grandes nombres de la pintura ecuatoriana, Oswaldo Guayasamín demostró dotes artísticas ya en la infancia, e incluso vende algunos cuadros en la Plaza de la Independencia de su Quito natal en sus primeros años. A pesar de la oposición de su padre, ingresa en la Escuela de Bellas Artes de la capital ecuatoriana para estudiar pintura y escultura, en plena época de la llamada Guerra de los Cuatro Días, un levantamiento cívico militar en contra del gobierno en el curso del cual muere su gran amigo Manjares. Este hecho, que más tarde inspirará su obra “Los niños muertos”, marcará para siempre su visión del ser humano y de la sociedad.
En 1941 obtiene el título y el Primer Premio en el Salón Mariano Aguilera de Quito, y al año siguiente celebra su primera exposición individual, con veintitrés años. Esta muestra será controvertida, y considerada por la crítica como un enfrentamiento con la exposición oficial de la Escuela de Bellas Artes. No obstante el magnate estadounidense Nelson Rockefeller, impresionado por su obra, compra varios de sus cuadros, iniciando una relación que se prolongará en el futuro.
Entre finales de 1942 y principios de 1943 Guayasamín se encuentra en Estados Unidos, y posteriormente viaja a México, donde empieza a trabajar como asistente de Orozco. Realizará después una serie de viajes por América Latina, encontrando siempre la misma situación de opresión de la sociedad indígena, a la que él mismo pertenecía. Será desde entonces esta una temática constante en su obra. Por esta época se centrará especialmente en los temas sociales, y comenzará a simplificar las formas, llegando finalmente a su personal estilo rotundo y expresivo. Su obra, centrada en el ser humano y calificada por la crítica como expresionista, refleja el dolor y la miseria que azotan a la sociedad, y denuncia a la vez la violencia que dominó el monstruoso siglo XX, marcado por las guerras, los genocidios, las dictaduras y las torturas.
En estos años de juventud Guayasamín obtendrá todos los Premios Nacionales en su país, y a los treinta y seis años alcanza el Gran Premio de la III Bienal Hispanoamericana de Arte, celebrada en 1955 en Barcelona. Posteriormente obtendrá también el mismo galardón en la Bienal de São Paulo (1957). A lo largo de su carrera, este maestro expuso individualmente su obra no sólo en los diversos países latinoamericanos, sino también en muchos de Europa, la Unión Soviética, China y Estados Unidos. Asimismo, aparte de la pintura de caballete realizó murales, esculturas y monumentos, hoy en día presentes en Quito (monumento “A la Resistencia”, murales en los Palacios de Gobierno y Legislativo, la Universidad Central y el Consejo Provincial), Madrid (Aeropuerto de Barajas), París (Sede de la UNESCO), São Paulo (Parlamento Latinoamericano), Caracas (Centro Simón Bolívar), Guayaquil (“A la Patria Joven”).
En 1971 Guayasamín es nombrado presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, y cinco años más tarde se crea la Fundación Guayasamín en Quito, a la que dona su obra y sus colecciones de arte, ya que concibe toda expresión artística como un patrimonio del pueblo. En 1978 será nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y un año más tarde miembro de honor de la Academia de Artes de Italia. En 1992 recibió el título de Doctor Honoris Causa de la Facultad de Arquitectura y Artes de la Universidad Nacional Pedro henríquez Ureña, y en estos últimos años de su vida inaugura personalmente importantes exposiciones de su obra celebradas en el Palacio de Luxemburgo de París y en Palais de Glace de Buenos Aires. En 1995 Guayasamín inicia en Quito su obra más importante, un espacio denominado “La Capilla del Hombre”, en la que centrará sus últimos esfuerzos. Sin embargo, fallecerá en 1999 sin ver finalizado el proyecto. Ese mismo año será distinguido, de forma póstuma, con el Premio José Martí (París).
Actualmente su obra está ampliamente representada en la Fundación que él mismo creó en Quito, y también en destacadas pinacotecas y colecciones privadas internacionales.

 

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Pulsera Art Déco en platino, años 40. Lote 34001081

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Pulsera Art Déco en platino, años 40.

Modelo articulado con frontis formado por una composición geométrica de estilo floral presidido por un diamante central, talla brillante antigua, de ca. 1,25 cts., engarzado en garras y enmarcado por toda una estructura forrada de diamantes, talla brillante antigua y talla baguette, color H, pureza VS2/SI, unida a los brazos también forrados de diamantes, talla brillante antigua, de la misma calidad, con un peso total de ca. 22,00 cts., engarzados en garras. Cierre de solapa decorado con dos finas líneas de diamantes.
Medidas: 19 cm (longitud total); 3,7 x 5 cm (frontis central).

 

 

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BENNÀSSAR, Joan (Pollença, Mallorca, 1950). Lote 33000788

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BENNÀSSAR, Joan (Pollença, Mallorca, 1950).

“Primer Cel”, 1989. Plancha de hierro. Tríptico. Firmado, fechado y titulado al dorso.Catalogado en las pag. 12 – 13 del catálogo de “Bennassar” de la Galería Maeght de Diciembre 1990 – Febrero 1991.

Medidas: 200 x 300 cm.

Bennàssar empezó a dibujar con once años, gracias al estímulo de sus padres y de los pintores Mateu Llobera y Simeó Cerdà. Entre 1966 y 1968, mientras estudia en Palma de Mallorca el bachillerato, acude a las clases nocturnas de la Escuela de Artes y Oficios, iniciando así su formación artística.

Ya en 1968, con dieciocho años, participa en el VII Certamen Internacional de Pintura, celebrado en Pollença, y realiza su primer trabajo de ilustración, la portada del libro “Lazos rasgados”, de Antoni Capllonch. Al año siguiente se traslada a Barcelona e ingresa en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi, donde continúa sus estudios, siempre alternándolos con diversos trabajos. En 1971 viaja a Inglaterra por primera vez, y en 1972 inicia una militancia activa en organizaciones radicales de oposición al franquismo, lo que le llevará en 1973 a ser expulsado de la Escuela de Bellas Artes.

En 1976 empieza a abandonar la actividad política y se obliga a retomar la práctica artística, que había prácticamente dejado de lado. Ese mismo año gana el primer premio del Salón de Otoño de Palma, lo que le motiva para dedicarse exclusivamente a la pintura. En 1977 es amnistiado y regresa a Barcelona para finalizar sus estudios, y al año siguiente obtiene el primer premio del XVII Certamen de Pintura de Pollença. Instalado de nuevo en su localidad natal, desde 1979 trabajará como profesor de dibujo, y ese mismo año es premiado por el Ateneo de Mahón. A principios de los ochenta, tras visitar París y Ámsterdam, Bennàssar se traslada de nuevo a Barcelona, mientras sigue siendo premiado en certámenes mallorquines.

En 1984 celebrará una importante exposición en la galería parisina Etienne de Causans, y al año siguiente viaja a Nueva York y México D.F., además de realizar dos series de grabados junto a J.J. Torralba. Sigue trabajando en diversos campos, y celebrando importantes muestras, además de realizar importantes encargos como las esculturas que llevó a cabo en 1991 para el Ayuntamiento de Barcelona y el Auditorio de Merigna en Burdeos. En 1999 es nombrado académico por la Real Academia de Bellas Artes de San Sebastián, de Mallorca, y el Ayuntamiento de Palma adquiere una obra suya para el proyecto Escultura Pública Universiada’99, que posteriormente ubicará en el parque de Sa Feixina.

A lo largo de su carrera, Bennàssar ha mostrado su obra en destacadas salas de España, Estados Unidos, Alemania, Francia, México, Inglaterra, Italia y Costa Rica. Actualmente está representado en varios museos, y cuenta con diversas esculturas públicas en las calles de Barcelona y Mallorca.

 

 

 

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DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979). Lote 34000911

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DURANCAMPS I FOLGUERA, Rafael (Sabadell, 1891 – Barcelona, 1979).
“Vista del pueblo”.
Óleo sobre tabla.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 38 x 60 cm; 59 x 82 cm (marco).

Llamado originalmente Rafael Duran i Camps, fue discípulo de Vila Cinca en la Escuela Industrial de Artes y Oficios de Sabadell. Más adelante conocerá a Joaquín Mir, con quien estableció una estrecha relación, y cuyo estilo influyó en el colorido del lenguaje de la primera época de Durancamps. Expuso por primera vez en 1917, en las Galerías Layetanas de Barcelona, cosechando un éxito que le animó a seguir pintando pese a la oposición de su familia. Pasó varias temporadas en Madrid, donde estudió a los maestros del Museo del Prado, y a continuación viajó a Italia. Regresa a Barcelona y participa en diversos certámenes, obteniendo importantes premios como la medalla Masriera de 1920, además de realizar varias exposiciones en la sala Parés.
En 1921 viaja por primera vez a París. Su obra en este momento se acerca al impresionismo, pero también denota las influencias de Zurbarán, El Greco y el colorismo veneciano, conjugando la precisión del dibujo con la gravedad del color. En 1926 regresa a Francia y se instala en Passy, ciudad en la que residirá hasta 1939. Durante estos años conoce a Picasso, que le anima a celebrar exposiciones en la galería Zak, muestras en las que obtuvo un considerable éxito, que fue acrecentándose en sus sucesivas exposiciones.
Regresa a España y se instala en San Sebastián, pero sigue manteniendo una estrecha colaboración con la Sala Parés, donde siguió realizando exposiciones hasta su muerte. Asimismo, celebró distintas exposiciones en Madrid, Sabadell, Bilbao, Valencia, Londres y Filadelfia.
Si bien su primera etapa estuvo influenciada por Mir, Durancamps pronto evolucionó hacia una concepción más personal, dando especial preponderancia a la línea constructiva y a un peculiar colorido de sobria belleza. Sus naturalezas muertas, que trató con profusión de línea y transparencia, son un prodigio de serenidad y elegancia, con un sello tan personal que escapan a cualquier clasificación contemporánea. Sus paisajes y escenas costumbristas, especialmente las capeas en distintos pueblos españoles, son de gran emotividad. Los “cielos de presagio” que expresan el dramatismo de la fiesta evocan su agudo sentido lírico.
Está representado en los Museos de Arte Contemporáneo de Barcelona, Madrid, San Sebastián y Buenos Aires, así como en gran número de colecciones tanto españolas como extranjeras.

 

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Escuela andaluza del siglo XVIII. Lote 35013615

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Escuela andaluza del siglo XVIII.
“Santa”.
Madera tallada, dorada y policromada.
Presenta faltas en la pintura, pero un buen estado general de conservación. Restaurada, con un dedo roto. Falta el atributo que portaba en las manos.
Medidas: 130 cm de altura.

Escultura en bulto redondo tallada en madera, dorada y policromada, representando a una santa de rostro joven y bello, que originalmente portaba entre sus manos un atributo iconográfico que la identificaría, hoy perdido. Se trata de una imagen característica de la escuela andaluza barroca, dotada de grácil elegancia y dulzura en el rostro, y vestida con ropajes de amplios pliegues que aportan un contenido movimiento a la composición.
La escuela andaluza de escultura desempeñó un papel de primer orden dentro del panorama del barroco europeo. A ella pertenecen una serie de maestros de indiscutible valía que supieron aunar en sus obras la extraordinaria calidad técnica y la profundidad religiosa, acordes con el ambiente de su época, plenamente conectado con los gustos de la clientela, más interesada por la obra de temática religiosa que por los encargos de carácter profano, marcando así una diferencia sustancial con respecto a la producción de otros países de Europa. Otro aspecto diferenciador, aunque común con otros núcleos nacionales, lo constituye el material con que están hechas las obras; la escultura andaluza está realizada en madera policromada, labor de importancia capital, pues de ella depende en gran parte el resultado final de la obra. El proceso debía ser realizado por maestros examinados, pudiendo darse la circunstancia de que el propio escultor fuese también el pintor.
Por otro lado, cabe destacar también el desarrollo económico y la pujanza que experimenta Sevilla a partir del Descubrimiento, al haberse convertido en puerta y puerto de las Indias, se verá reflejado rápidamente en el arte; desde las primeras décadas del siglo comienzan a acudir constantemente a la ciudad maestros de distinta procedencia que buscan el mercado americano y la potencial clientela sevillana, cada vez más atraída por las nuevas formas artísticas que llegan de Italia. Maestros italianos, franceses y flamencos, conocedores en distinto grado de la nueva estética, alternan con artistas llegados de tierras castellanas, que también han entrado en contacto con las corrientes artísticas imperantes en la península italiana, convirtiéndose así en los más cotizados del mercado artístico. Las enseñanzas de todos ellos, unidas al sustrato clásico inherente a la propia cultura andaluza, van a constituir los cimientos sobre los que se levantará la escuela escultórica andaluza.

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MARTÍ ALSINA, Ramón (Barcelona, 1826 – 1894). Lote 34003320

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MARTÍ ALSINA, Ramón (Barcelona, 1826 – 1894).
“La familia del pescador III”, 1873.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior derecho. Titulado al dorso.
Medidas: 119 x 89 cm.

Considerado hoy en día como la figura más importante del realismo español, Martí Alsina se enmarca dentro de la vanguardia europea del momento. Revolucionó el panorama artístico español del XIX, fue pionero del estudio al natural, y creador de la escuela catalana moderna, así como maestro de toda una generación, con discípulos de la importancia de Vayreda, Urgell o Torrescassana.
Inició sus estudios en Filosofía y Literatura, alternándolos con las clases nocturnas de la Escuela de Bellas Artes de Barcelona hasta 1848. Finalizado este primer aprendizaje y decidido por la pintura, da sus primeros pasos en la comarca del Maresme, donde comenzó a ganarse la vida haciendo retratos de estilo naturalista y paisajes “à plen air”.
A partir de 1850 su carrera artística se afianza, en 1852 ingresa como profesor de dibujo lineal en la Escuela de la Lonja de Barcelona, y dos años después pasó a impartir dibujo de figura, puesto que mantuvo hasta la ascensión al trono de Amadeo de Saboya. En 1853 viaja a París, donde visita el Louvre y se familiariza con la obra de Horace Vernet, Eugène Delacroix y el romanticismo francés. Más adelante conocerá la obra de Gustave Courbet, el mayor exponente del realismo. En 1859 fue nombrado académico correspondiente de la Academia de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona.
Su primera muestra importante fue la Exposición General de Bellas Artes de Barcelona de 1851. A partir de ese momento expondrá con regularidad en Barcelona, Madrid y París, y fue invitado a la Exposición Universal de la capital gala de 1889. Entre sus premios destacan las medallas obtenidas en las Exposiciones Nacionales de Madrid, tercera en 1858 con la obra “Último día de Numancia” y segunda en 1860 con su paisaje.
En sus últimos años vivió recluido, centrados sus esfuerzos en la búsqueda de nuevas formas de expresión, con una pincelada deshecha próxima al impresionismo. Entre sus temas encontramos numerosos paisajes y marinas, vistas urbanas (especialmente de Barcelona), retratos y figuras humanas, escenas costumbristas, temperamentales desnudos femeninos, pintura de historia y escenas bíblicas. En pocas ocasiones se dedicó al bodegón, aunque también pintó algunos de ellos.
Se conservan obras de Martí Alsina en el Museo del Prado, el Thyssen-Bornemisza, el Nacional de Arte de Cataluña, el MACBA, el de la abadía de Montserrat y el de l’Empordà, en Figueras.

 

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Pulsera en oro amarillo de 18 kts y plata. Francia, siglo XIX. Lote 34002700

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Pulsera en oro amarillo de 18 kts y plata. Francia, siglo XIX.

Modelo esclava rígida articulada en forma de serpiente con la cabeza y la cola unidas en frontis. Toda ella decorada en esmalte azul con detalles en plata y diamantes, talla brillante antigua, en la cabeza.
Medidas: 55 x 44 mm (interior); 27 mm (ancho frontis).

 

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URGELL INGLADA, Modest (Barcelona, 1839 – 1919). Lote 34000903

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URGELL INGLADA, Modest (Barcelona, 1839 – 1919).
“La bruma”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 185 x 93 cm; 211 x 120 cm (marco).

Modest Urgell inició su carrera como actor teatral, pero la prohibición familiar de seguir por ese camino le llevó a dedicarse a la pintura. Estudió en la Escuela de La Lonja de Barcelona, donde fue discípulo de Ramón Martí Alsina, y más tarde pasó una temporada en París, donde trató a Gustave Courbet y se adscribió al realismo. Durante los años sesenta, sus obras fueron rechazadas en las exposiciones oficiales de Madrid y Barcelona.
En 1870 se traslada a Olot, donde se relacionó con Joaquín Vayreda, creador de la escuela paisajística local. Desde entonces, Urgell decide dedicarse plenamente al paisaje. Su obra se centrará en naturalezas y marinas solitarias, frecuentemente protagonizadas por ermitas y cementerios, marcados por una ambientación crepuscular, desolada y misteriosa.
Desde 1896 fue profesor de paisaje en la Escuela de Bellas Artes de Sant Jordi de Barcelona, siendo nombrado académico en 1902. Fue asimismo fundador de la Sociedad Artística y Literaria de Cataluña, así como del Museo Artístico y Arqueológico de Girona. Concurrió a todas las ediciones de la Exposición Nacional de Bellas Artes, en Madrid, desde 1864 hasta un año antes de su muerte, y fue galardonado con segunda medalla en 1876 y 1892. También remitió sus pinturas a las exposiciones de Barcelona, así como a la Universal de París y a las Internacionales de Múnich, Bruselas, Berlín, Filadelfia y Chicago. En 1892 fue premiado en todos los certámenes en los que participó, entre ellos el de Bruselas, en el que fue el único español premiado.
También se dedicó a la literatura, con especial interés por el teatro. La suma de sus dos pasiones, el arte y la literatura, se plasman en su álbum “Catalunya” (1905), formado por más de cien dibujos acompañados por textos escritos por él mismo. Sus paisajes poseen una atmósfera, un color y unos temas que niegan el estereotipo de paisaje mediterráneo, basado en naturalezas cálidas y amables, de brillante cromatismo, como ventanas abiertas a la sensualidad meridional. Sus pinturas, por el contrario, hablan de melancolía y soledad, y una y otra vez recrean una Cataluña desolada y triste a la que, años más tarde, también sería sensible el poeta Salvador Espriu. Su lenguaje rechaza cualquier tema de tipo fantasioso o pintoresco, recogiendo asuntos corrientes sin pretender ennoblecerlos ni idealizarlos, sino buscando provocar estados de ánimo en el espectador a través de luces crepusculares que se disuelven, por breves momentos, en armonía de rojos, o sus desolados cementerios y severas marinas, desnudas y despojadas.
Urgell está representado en el Museo del Prado, el Nacional de Arte de Cataluña, el Marítimo de Barcelona, la Kunsthalle de Hamburgo, el Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú, Los Fondos de Arte de la Caixa Sabadell y la Caixa d’Estalvis de Terrassa, el Museo Dalí en Figueras y los Provinciales de Girona, Palma de Mallorca y Lugo, entre muchos otros centros e instituciones.

 

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Escuela italiana clasicista, siglo XVII. Lote 35013460

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Escuela italiana clasicista, siglo XVII.
“Virgen de la leche”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Muy ligeras restauraciones y craquelado. El marco presenta faltas.
Medidas: 114 x 104 cm; 136 x 129 cm (marco).

En este lienzo se representa a la Virgen sentada, con el Niño Jesús en su regazo, amamantándolo. Las figuras, monumentales y escultóricas, se sitúan en primer plano sobre un fondo cerrado por cortinajes de dinámicos plegados, típicamente barrocos. Formalmente en esta obra domina la influencia del clasicismo romano-boloñés de los Carracci y sus seguidores, una de las dos grandes corrientes del barroco italiano, junto al naturalismo caravaggista.
Así, las figuras son monumentales, de rostros idealizados y gestos serenos y equilibrados, en una representación idealizada cuya base parte de los cánones clásicos. También la retórica de los gestos, teatrales y elocuentes, netamente barrocos, es algo típico del clasicismo italiano del XVII. Cabe señalar asimismo la importancia del aspecto cromático, muy pensado, entonado y equilibrado, centrado en gamas básicas en torno al rojo, el verde y el gris azulado. También la forma de componer la escena, siguiendo un esquema piramidal equilibrado y asentado, es propio de esta escuela. Sin embargo, pese al dominio de lo clásico se advierte una cierta influencia del naturalismo, especialmente en el aspecto lumínico. Así, la luz aunque es natural es dirigida, centrada en la escena principal y dejando el resto en penumbra, diferenciando así los diferentes planos del espacio y centrando la atención del espectador en la escena.
El tema de la Virgen representada con el Niño Jesús, y más concretamente con éste en su regazo, sentado o de pie, tiene su origen en las religiones orientales de la Antigüedad, en imágenes como la de Isis con su hijo Horus, pero la referencia más directa es la de la Virgen como “Sedes Sapientiae”, o trono de Dios, en el arte cristiano medieval. Poco a poco, con el avance del naturalismo, la Virgen pasará de ser un simple “trono” del Niño a revelar una relación de afecto, a partir del periodo gótico. Desde entonces las figuras irán adquiriendo movimiento, acercándose la una a la otra, y finalmente desaparecerá el concepto de trono y con él el papel secundario de la Virgen. De este modo, la imagen se convertirá en ejemplo del amor entre María y su Hijo, una imagen de ternura, cercana, pensada para conmover el ánimo del fiel.
Esta relación materno-filial, más humanizada, se traducirá la recuperación y potenciación de antiguas iconografías poco frecuentes hasta entonces, como la de la Virgen de la Leche. Conocida también como Virgen nutricia o nodriza, del Reposo o de Belén, es una iconografía mariana en la que se representa a María amamantando al Niño. Se basa en la historia de la Gruta de la Leche, en Belén, donde la tradición dice que la Virgen dio de mamar al Niño, y una gota se derramó sobre una roca, que cambió su color y se tornó blanca.

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PLA GALLARDO, Cecilio (Valencia, 1860 – Madrid, 1934). Lote 34003199

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PLA GALLARDO, Cecilio (Valencia, 1860 – Madrid, 1934).
“Muchacha en la fuente”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 46 x 34 cm; 65 x 62 cm (marco).
Obra reproducida en la portada de la revista “Pluma y Lápiz” en 1901.

Cecilio Pla inicia su formación en la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, para luego continuar en la de San Fernando de Madrid, donde tuvo como maestro a Emilio Sala. En 1880 realiza un viaje de estudios a Roma, visitando Italia, Francia y Portugal. Desde allí comienza a enviar obras a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo premiado con tercera medalla en 1884 por la obra de tema italiano “El Dante: círculo de los avaros”, y con segunda medalla en 1887 por el lienzo religioso titulado “Entierro de Santa Leocadia”. En 1892 obtuvo de nuevo una segunda medalla por el cuadro realista de intención social “Las doce (el almuerzo)”, e idéntico galardón en 1895 por una escena de desavenencia conyugal en un interior burgués, “Lazo de unión”.

Pla siguió participando en las Exposiciones Nacionales durante toda su vida, obteniendo en 1910 consideración de primera medalla por el cuadro “Dos generaciones”, caracterizado por los distintos efectos de luz natural que fueron la verdadera especialidad de este artista. Ese mismo año de 1910 sustituyó a su antiguo maestro Emilio Sala en la clase de estética del color y procedimientos pictóricos en la Academia de San Fernando, donde impartió clases a Juan Gris, Francisco Bores, Pancho Cossío y José María López Mezquita, entre otros. Es entonces cuando publica su “Cartilla de arte pictórico”. Pla también participó en certámenes internacionales, siendo premiado con medalla de honor en la Exposición Universal de París de 1900.

En 1924 será nombrado académico de San Fernando. Alternó su actividad docente con la pintura, además de colaborar como ilustrador con publicaciones como “La Ilustración Española y Americana”, “Blanco y Negro” y “La Esfera”. También realizó carteles, como el del Carnaval del Círculo de Bellas Artes de 1892, y participó en decoraciones murales, entre las que cabe destacar el techo del hotel de la infanta Isabel de Borbón, el Casino de Madrid, el Círculo de Bellas Artes o el palacio de los duques de Denia. Considerado el máximo exponente de la pintura modernista valenciana, no obstante abarcó diferentes tendencias, desde el academicismo y costumbrismo de sus inicios hasta el wagnerianismo y el luminismo de sus vistas costeras pintadas en Valencia.

Actualmente, Cecilio Pla está representado en el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza, los de Bellas Artes de Valencia, , Zaragoza, Santander y Bilbao, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el Ayuntamiento de Valencia y la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, entre otras colecciones tanto públicas como privadas, como la Colección UEE. En 1999, la Fundación Mapfre le dedicó una amplia retrospectiva.

 

 

 

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VOS, Paul de (Amberes, 1591/95 – 1678). Lote 34002612

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VOS, Paul de (Amberes, 1591/95 – 1678).
“Perros peleando por la carne”.
Óleo sobre lienzo.
Medidas: 124 x 185 cm; 148 x 207 cm (marco).

Pintor flamenco, hermano de Cornelis y Jan, Paul de Vos fue uno de los principales representantes del bodegón dinámico flamenco, junto a Frans Snyders.
Se formó junto a sus hermanos con David Remeeus, y alcanzó la maestría en torno a 1620. Durante su aprendizaje trabajó con el propio Snyders, por lo que sus primeras obras se muestran muy cercanas a éste, tanto en temática como en motivos. No obstante, a lo largo de su trayectoria Paul de Vos irá incorporando rasgos innovadores a su obra, con diversas variaciones en las escenas de caza, género en el que se especializó.
Al igual que Snyders, Vos también contó con la colaboración de su hermanos Cornelis, quien realizó con frecuencia las figuras de sus cuadros. Sin embargo, Vos se muestra más aterciopelado en las texturas que Snyders, y se caracterizó por un mayor desarrollo del paisaje, principalmente en sus escenas de caza. Además utilizó un personal cromatismo basado en las gamas cálidas, que abarcan desde los ocres hasta los terrosos, pero más claros y pálidos que los de Snyders. Asimismo, su técnica es más suelta, desdibujando los contornos y las ricas texturas de Snyders en favor de una apariencia general más atmosférica y difusa. También son mayores en la obra de Vos el dramatismo y la tensión, pues prefirió siempre escenas de gran violencia, en las que a menudo se representa la lucha de animales de forma sangrienta y feroz.
Las suyas son por tanto imágenes de gran patetismo, algo especialmente patente en sus escenas de caza, dotadas de un dramatismo que se reflejó también en las ilustraciones de fábulas que realizó, protagonizadas por animales. Por otro lado, abordó de forma distinta la anatomía de los animales, plasmándola de forma menos naturalista, con cuerpos más alargados.
Paul de Vos colaboró asiduamente con otros artistas, entre los que destaca Rubens. Así, realizó los animales de obras clave de este maestro como la “Diana cazadora” del Museo del Prado. La admiración de Rubens por Vos le llevó incluso a adquirir ocho obras de su mano, que se encontraban entre sus posesiones cuando murió en 1649. También estuvo vinculado a Thomas Willeboirts y Adriaen van Utrecht, con los que colaboró en algunos encargos para Enrique de Orange Nassau (1648). Asimismo, trabajó ocasionalmente con Erasmus Quelinus II, en obras como el “Descanso en la huida a Egipto” (Museo del Hermitage, San Petersburgo).
Los cuadros que realizó en solitario fueron muy valorados entre los coleccionistas de la época, quienes gustaron especialmente del decorativismo de sus escenas y de su temática, muy apreciada entre la nobleza flamenca y española. Así, a principios de la década de 1630 realizó más de treinta pinturas para el duque de Aarschot, cuando éste se encontraba en Madrid, y estas obras fueron vendidas a su muerte en el mercado madrileño. También contó entre sus admiradores al marqués de Leganés, y otros importantes coleccionistas españoles de la época poseyeron numerosas pinturas suyas, entre ellos el marqués de Carpio o el duque de Salvatierra. El propio rey Felipe IV valoraba su pintura, a tenor de los muchos cuadros de Vos que decoraron las estancias de los principales palacios madrileños, incluida la Torre de la Parada. También está documentada la compra de varias obras suyas al mercader Gisbert van Colen por parte del emperador Maximiliano (1689).
Actualmente Paul de Vos está representado en las principales pinacotecas de todo el mundo, entre ellas el Museo del Prado, el Hermitage de San Petersburgo, el J. Paul Getty de Los Ángeles y el Kunsthistorisches de Viena.

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DUARTE JIMÉNEZ, Ángel (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1930 – Sion, Suiza 2007). Lote 35013666

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DUARTE JIMÉNEZ, Ángel (Aldeanueva del Camino, Cáceres, 1930 – Sion, Suiza 2007).
Sin título.
Escultura en metal plateado.
Medidas: 60,5 x 60,5 x 42 cm.

Artista multidisciplinar autor de pinturas, obra gráfica, esculturas y montajes luminosos, Ángel Duarte desarrolló una obra de vanguardia que supuso una inflexión en el acomodo y la abulia imperantes en el panorama artístico de la posguerra española. Por otro lado, la universalidad de su lenguaje le llevó a exponer en prestigiosas galerías de Francia, Austria, Suiza, Alemania, Italia, Bélgica, Japón, Estados Unidos y otros muchos países.
Nacido en el seno de una familia humilde, se trasladó a Madrid con su familia en 1934. No obstante, su padre fue movilizado al estallar la Guerra Civil, y su madre falleció en un bombardeo; tras la contienda se traslada con su padre a Ayora (Valencia), donde permanecerá cuatro años, para luego regresar a su Aldeanueva natal. Por estos años comienza a dibujar todo lo que encuentra a su alrededor. En 1944 la familia regresa a Madrid, y Duarte entra a trabajar en un taller de orfebrería, mientras asiste por la noche a la Escuela Provincial de Artes y Oficios y ocupa las madrugadas en las tertulias del Café Gijón. Asimismo, recibe clases de dibujo y modelado del extremeño Antonio Solís, y en sus ratos libres pinta en la Casa de Campo y realiza copias en el Museo del Prado. También asistió a los cursos del Círculo de Bellas Artes, donde conoció al artista Agustín Ibarrola.
Tras intentar en vano traspasar la frontera para viajar a París, el artista regresa a Aldeanuela a principios de los cincuenta. Ya por estos años pinta al óleo, principalmente paisajes y algún retrato, en un lenguaje figurativo expresionista. Tras cumplir el servicio militar, en 1954 logra por fin pasar a Francia y se encuentra en París con los exiliados españoles. En 1955 expuso en el XII Salón del Círculo de Bellas Artes, en el III Concurso de Primavera de Madrid y, con otros artistas, en la galería Alfil. En este tiempo Duarte se acercó a las nociones del Grupo Espacio, con el que colaboró en Córdoba, y recibió las influencias del informalismo, la abstracción geométrica y el expresionismo abstracto norteamericano.
En 1957 formará con otros artistas el Equipo 57, y redacta su comprometido manifiesto, si bien el grupo de disolverá en los sesenta. El Equipo 57 estaba compuesto por Ángel Duarte, Agustín Ibarrola, José Duarte y Juan Serrano, y se propuso como objetivo las “Bases constructivistas, tanto plásticas como sociales, con una base científica importante”, conjugando intuición y experimentación científica, apartándose del informalismo para trabajar la abstracción geométrica con un intenso cromatismo.
En 1961 Duarte se establece en Sion, ciudad suiza de montañosos paisajes de ensueño en la que desplegó todo el esplendor de su madurez creativa. En Sion creará el Grupo Y junto a Walter Fischer y Robert Tanner (1967), y por estos años Duarte se interesará en la investigación de las superficies y el ambiente lumínico que rodea las obras. Con los hallazgos en su experimentación contribuyó al movimiento denominado Nouvelle Tendance. En esta etapa desarrolla una obra basada en la proyección de estructuras espaciales basadas en la teoría de la interactividad del espacio, a través de materiales industriales. Por otro lado, en su escultura pública destaca la concepción estética de las rectas y las curvas, de la interacción con el vacío y la materialización de las piezas de gran tamaño, sobreponiendo ciencia y exactitud.
En su obra tiene esencial importancia el paraboloide hiperbólico, derivado posiblemente de los estudios de Oteiza, quien formó parte temporalmente del Grupo 57. La mayor parte de su obra pública se encuentra en Suiza: “E.16 A. I” (Fabrique de Tabacs Reúnes, 1970), “E. 4 A. I” (Ouverture au Mondel, Nouvelle Jetée d’Ouchy, Lausana, 1972-72) o “E. 8 A. I” (Hotel Europa, Sion). Aunque desarrolló su carrera siempre en el extranjero, a raíz del Premio Cáceres de Escultura en 1982 Duarte decide reencontrarse con la escena artística española. En 1992 se instaló en la Exposición Universal de Sevilla su escultura “E. 4 A. I”, y entre 1993 y 1997 se dedicó más a la pintura, destacando varias obras dedicadas a Zurbarán.
Actualmente está representado en el Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, el Museo de Cáceres y otros muchos de Europa y América, así como en destacadas colecciones particulares.

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Plato en cerámica de reflejo metálico. Manises, finales del siglo XVI. Lote 34002733

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Importante plato; Manises, finales del siglo XVI.
Cerámica de reflejo metálico.
Con roturas restauradas. Presenta desperfectos.
Medidas: 48,5 cm de diámetro.

Plato levantino de extraordinario tamaño, realizado en cerámica y decorado con la técnica del reflejo metálico, que se combina con relieves y detalles en esmalte azul de cobalto. Presenta un tetón central resaltado, con gallones oblicuos, decorado en su centro con la figura de un ave esmaltada. Las molduras que separan el caveto del alero y que remarcan el perímetro de este último están también realizadas en relieve, a molde. El plato presenta una tupida decoración vegetal sintetizada, a base de pinos y palmetas alternados, y sobre fondo azul presenta decoraciones pesudoepigráficas que imitan la caligrafía árabe. En el exterior está también decorado con reflejo metálico: un motivo avenerado sintetizado en el centro, y dos bandas de hojas serradas.
La cerámica de reflejo metálico será el gran arte del periodo nazarí, si bien nace en la España de época almohade, entre la segunda mitad del siglo XII y la primera del XIII. Es una técnica de origen persa, encontrándose los primeros documentos referentes a ella en el año 1066, si bien no nos han llegado ejemplos anteriores al siglo XII. En épocas posteriores tendrá especial desarrollo en Manises, donde se continuará la tradición hispanomusulmana tanto en el aspecto técnico como en el decorativo.
Se trata de una cerámica esmaltada, es decir, con un baño de esmalte blanco, muy puro en los mejores ejemplos, que se cuece en el horno. Sobre él, ya frío, se decora con un pigmento compuesto por cinco ingredientes básicos: cobre, plata, azufre, almazarrón (óxido de hierro) y vinagre. El tono final dependerá de la proporción de estos componentes, resultando más dorado si lleva una mayor cantidad de plata, y más rojizo si predomina el cobre. Finalmente se realiza una segunda cocción de la pieza, a 650ºC, en atmósfera reductora, para fijar la decoración. Una vez cocida la pieza, la decoración queda de color negro, por lo que se ha de bruñir para obtener el tono dorado metálico brillante final.
Durante el periodo nazarí, entre los siglos XIII y XV, en las piezas de reflejo metálico veremos todo el repertorio ornamental de la cerámica hispanomusulmana: mano de Fátima, “ohm”, nudo, ataurique, epigrafía, motivos vegetales, escamas, decoraciones imbricadas, etc., siempre con composiciones que llenan todo el espacio, con un cierto carácter de “horror vacui”. Como vemos en esta pieza, en los siglos siguientes el estilo continuará ya en territorio cristiano, manteniéndose las composiciones densas y los motivos lineales, vegetales y geométricos, si bien se añadirán elementos figurativos que no existían en el arte islámico, como es el caso del pájaro que aquí ocupa el centro del asiento.

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IL MALTESE”; FIERAVINO, Francesco (Malta, c. 1610 – Italia, 1670). Lote 34002610

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IL MALTESE”; FIERAVINO, Francesco (Malta, c. 1610 – Italia, 1670).
“Bodegón de las artes y las ciencias”.
Óleo sobre lienzo.
Con marco moderno.
Medidas: 90 x 125 cm; 108 x 142 cm (marco).

El pintor barroco Francesco Fieravino fue conocido como “Il Maltese” por su país de origen. Se especializó en bodegones e interiores protagonizados por lujosos tapices, alfombras e instrumentos musicales, por lo que fue también llamado “Maestro dei tappeti”. Desarrolló un estilo minucioso y descriptivo, de factura vigorosa, caracterizada por un cromatismo brillante e intenso. Poco sabemos de la vida de Fieravino, y también su obra es escasa. Actualmente está representado en el Hermitage de San Petersburgo y en otras pinacotecas de Múnich, Londres y Malta.
En este lienzo Fieravino nos ofrece un suntuoso bodegón compuesto por varios objetos, destacando especialmente la tela brocada, el almohadón y sobre todo la rica alfombra oriental, típica de la obra de “Il Maltese”, trabajada con colores suntuosos y luminosos, y cuya calidad, su tela pesada y densa, aparece reflejada con gran naturalismo, gracias a una pincelada precisa y controlada, que llega a plasmar incluso los hilos uno a uno. Los distintos objetos se sitúan sobre un arca de madera moldurada, que queda prácticamente oculta por las telas, sobre un fondo neutro y oscuro. Como es característico de Fieravino, algunos de los objetos, y parte de otros, llegan a confundirse con las obras que envuelven el fondo.
El lado derecho de la composición queda cerrada limpiamente con la presencia de un suntuoso cortinaje, de nuevo típico del autor, en tono oscuro y dorado. Todos los objetos que vemos están trabajados con colores de influencia naturalista, una paleta corta pero muy matizada que gira en torno a los ocres, terrosos y carmines, iluminados por toques blancos. Los colores reflejan vivamente la luz del primer plano, reforzando la construcción tridimensional del espacio. Se trata de una cálida luz natural, de la que no vemos el foco de origen por quedar en un lado del cuadro. Sin embargo, esta luz entra por el lado izquierdo, tal y como ocurre con el foco tenebrista típico de los caravaggistas, cuya influencia se puede apreciar en este lienzo.
Aunque los juegos de luces y sombras no son absolutamente protagonistas, Fieravino demuestra aquí su conocimiento de la escuela naturalista derivada de la obra de Caravaggio, a través de un tratamiento lumínico muy pensado, contrastado, que juega con la yuxtaposición de zonas fuertemente iluminadas con otras de media sombra, delicadamente matizadas, y la densa oscuridad del fondo, que centra nuestra mirada en el primer plano.

 

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998). Lote 34002870

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NADAL FARRERAS, Carles (París, 1917 – Sitges, Barcelona, 1998).
“Interior”, 1969.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en la zona inferior derecha.
Adjunta certificado de autenticidad.
Medidas: 50 x 65 cm; 71,5 x 87 cm (marco).

Hijo de Santiago Nadal, pintor decorador afincado en París, Carles Nadal vive desde la infancia en Barcelona, donde se traslada la familia debido a una enfermedad del padre. A los trece años empieza a trabajar de aprendiz en un taller de pintura decorativa, y en 1936 recibe una beca del Ayuntamiento de Barcelona para cursar estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de Sant Jordi.
Al estallar la Guerra Civil es reclutado en el ejército republicano, con el que luchará en los frentes de Aragón y Tremp. A principios de 1939 cruza la frontera francesa y es internado en el campo de refugiados de Saint Cyprien, donde permanecerá varios meses. Consigue escapar y volver a cruzar la frontera, pero es detenido y encarcelado en Figueras.
Bajo libertad condicional vuelve a Barcelona, donde continúa con su carrera artística, simultaneando los trabajos de decoración con los estudios de Bellas Artes. En 1941 debuta en una exposición colectiva de la galería Dalmau, obteniendo buenas críticas. Finaliza sus estudios con buenas notas, obteniendo el reconocimiento de profesores y catedráticos, algunos de los cuales se convertirán en amigos y colaboradores del joven Nadal. De hecho fue uno de ellos, Luis Muntané, quien le facilita exponer individualmente por primera vez en 1944, en la sala La Pinacoteca de Barcelona.
Dos años después se traslada a París, becado de nuevo por el Ayuntamiento de Barcelona. Allí trabaja y expone con el grupo Présence de l’Homme, además de participar en los Salones de Otoño. Más tarde asistirá, gracias a una beca del Estado francés, a la Escuela parisina de Bellas Artes. En 1948 contrae matrimonio con Flore Joris, estableciendo su residencia en Bruselas, donde permanecerá hasta mediados de los años setenta. En Bélgica descubrirá, como manifestó él mismo repetidas veces, la luz y el color. Durante estos años seguirá mostrando su obra tanto en España y Bélgica como en Francia, Alemania, Holanda, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos.
La pintura de Nadal es de carácter postimpresionista, intensamente colorista, y se basa en la búsqueda de la fuerza cromática como medio más directo de comunicación.
Entre sus premios destacan el Gran Premio de Spa, Bélgica, y su nombramiento como miembro de la Royal Academy of London.
Sus obras se encuentran en el MACBA, el Museo Spa en Bélgica y el Museo Real de Bruselas.

 

 

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BUSQUETS I JANÉ, Joan (Barcelona, 1874 – 1949). Conjunto de comedor. Lote 34002784

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BUSQUETS I JANÉ, Joan (Barcelona, 1874 – 1949).
Conjunto de comedor. Las sillas se entregan tapizadas en blanco, porque sólo hay dos tapizadas.
Medidas: 96,5 x 43 x 52 cm (sillas); 280 x 207 x 61 cm (aparador grande); 77 x 132 x 55 cm (aparador pequeño); 79 x 170 x 115 cm (mesa).

Creado por uno de los grandes del modernismo catalán, este juego de comedor se caracteriza por sus líneas fluidas y orgánicas y por las delicadas y preciosistas tallas florales. Consta de una mesa de comedor con seis sillas, más dos aparadores, uno más pequeño y otro mayor. La mesa presenta un diseño sobrio, que no recarga el conjunto, caracterizado por las líneas típicamente orgánicas del modernismo catalán, fluidas, que unifican visualmente su estructura. Consta de un tablero rectangular de ángulos curvos, cubierto por un chapeado de madera clara con los bordes biselados. Las patas son levemente curvadas, y terminan en pies lobulados que recuerdan a un tallo. La cintura de la mesa está decorada con tallas de poco relieve, representando líneas sinuosas inspiradas en las ondas del agua.
Las sillas siguen un lenguaje similar al de la mesa, a base de expresivas líneas sinuosas y molduras que recuerdan al mundo natural. Constan de cintura trapezoidal, patas traseras de sable y frontales inspiradas en la cabriolé, aunque de formas más depuradas. El respaldo cuenta con pala tapizada y laterales abiertos.
El aparador de menor tamaño consta de un cuerpo de volúmenes rotundos, con las esquinas frontales decoradas con volúmenes en relieve que remiten directamente a la pata cabriolé, reinterpretada en clave modernista, con tallas florales y formas que insinúan tallos sinuosos. La zona inferior queda abierta, con un tablero de mármol, y la superior se organiza en dos registros, con puertas abajo y cajones arriba.las puertas están decoradas con tallas florales de gran naturalismo, siempre dentro del gusto por lo orgánico propio del modernismo, en una composición que juega con la sutil asimetría. Los cajones superiores son más desornamentados, y muestran sólo un cajeado que perfila su perímetro siguiendo el acento en la sinuosidad propio de todo el conjunto. Sobre el tablero superior, también de mármol, se sitúa un fondo de espejo rematado por un copete tallado que aúna la inspiración rococó con el gusto modernista. Delante del espejo vemos dos estantes, uno menor volado, sobre ménsulas, y otro superior más grande con patas talladas, de nuevo aprovechando la sinuosidad de la cabriolé para trazar formas netamente orgánicas.
El aparador más grande consta de dos cuerpos, el inferior con tres calles, la central destacada en planta, y la superior a modo de vitrina, con un hueco inferior de expresivo perfil curvo. El cuerpo inferior consta de dos puertas laterales y una central, esta última con un cajón en la parte superior, y su diseño se basa en el mismo esquema que veíamos en el aparador pequeño, aunque con un mayor desarrollo ornamental.

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Escuela española, siglo XVII. Lote 34002745

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Escuela española, siglo XVII
“Bodegón”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Firmado “Oxeme pt.” en la zona inferior izquierda.
Con bastidor del siglo XIX.
Precisa repaso.
Medidas: 47,5 x 68,5 cm.

Bodegón español del primer barroco, de lenguaje acusadamente naturalista, que presenta varios objetos cotidianos, de distintos materiales, sobre una mesa dispuesta en paralelo al margen inferior del cuadro, cuyo lateral aparece trazado en un escorzo bien resuelto que aporta profundidad a la imagen.

Sobre la mesa vemos, de izquierda a derecha: una mancerina con dulces y una jícara de chocolate, una cuchara de plata, tres vasos de agua sobre un plato también de plata, una chocolatera de cobre, una vasija de barro con miel, abierta, y una mantequillera. El autor ha combinado estos distintos objetos buscando el contraste, típicamente barroco, de luces y sombras, colores y texturas, y los dispone de forma aparentemente casual sobre la mesa, frente a un fondo oscuro y neutro de cuyas sombras parecen emerger los recipientes.

La disposición naturalista de los objetos, en primer plano sobre fondo oscuro, la paleta de tendencia monocromática, que gira en torno a tonos terrosos, ocres y blancos, y especialmente la iluminación de influencia tenebrista, rica en efectos y contrastes, son rasgos propios del barroco naturalista que tanto desarrollo tuvo en el primer barroco español, para ser finalmente desplazado por el nuevo lenguaje rubeniano.

 

 

 

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Reloj de bolsillo M. J. TOBIAS. Londres, siglo XIX., n. 34511. Lote 34000801

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Reloj de bolsillo M. J. TOBIAS. Londres, siglo XIX., n. 34511. En oro amarillo de 18 kts.

Esfera circular en oro amarillo cincelado y grabado con un motivo paisajístico que enmarca tres contadores, dos para horas independientes, con numeración romana y agujas tipo pica de látigo y breguet. Tercer contador para segundos, con aguja de segundos independientes. Caja circular con doble tapa que permite ver la maquinaria, anilla de sujeción a las 12h. La caja está ricamente trabajada representando una escena militar al dorso enmarcada con ornamento vegetal. Mecanismo manual, se acompaña de llave de cuerda. En estado de marcha. Presenta ligeras marcas.
Medidas: 45 mm (diámetro esfera); 71 x 50 mm (caja).

 

 

 

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DUMAIGE, Henry Étienne (Francia, 1830 – 1888). Lote

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DUMAIGE, Henry Étienne (Francia, 1830 – 1888).
Guarnición Napoleón III, 1880.
Bronce y mármol.
Reloj firmado y fechado.
Falta la maquinaria del reloj.
El mismo modelo se remató en 35.235$ en Christie’s en marzo de 2012.
Medidas: 75 x 55 x 28 cm (reloj); 96 cm de altura de los candelabros.

Guarnición de chimenea de estilo Napoleón III, realizada enteramente en bronce y mármol, con esculturas clásicas de Henry Étienne Dumaige. Las figuras, representaciones de ninfas de gran clasicismo, aparecen sobre basamentos escalonados que combinan el mármol y el bronce, y que en el caso de la pieza central alberga la caja del reloj, que queda flanqueada por aletones de inspiración palladiana. El reloj presenta numeración romana en bronce, aplicada, y agujas caladas de inspiración barroca, típicas de la época. Los candelabros toman la forma de las figuras sosteniendo el cuerpo de luces; no se trata de una figura que se adapta a la estructura, sino que ella misma la compone, un rasgo estético anticlásico que también veíamos en el manierismo, y que en este caso obedece a la fantasía y el gusto por la representación realista propios del historicismo del siglo XIX. Así, las ninfas sostienen en alto el cuerpo de luces, formado por seis brazos sinuosos, en forma de tornapunta de la que parten ramales vegetales, rematados por mecheros en forma de vaso clásico con decoraciones vegetales en la subcopa, y situados en torno a un fuste central terminado en un complejo remate.
Activo desde mediados del siglo XIX, el escultor francés Henry Étienne Dumaige realizó principalmente esculturas de pequeño y mediano formato, la mayor parte de ellas en bronce, tanto exentas como formando parte de piezas ornamentales (relojes, vasos, candelabros, etc.). Sus temas abordan un amplio abanico, si bien prefirió siempre los tomados de la mitología grecolatina. También realizó retratos de personajes de la época e históricos, temas de costumbres, etc. Considerado entre los más importantes escultores de su época, Dumaige expuso su obra en el Salón de París entre 1863 y 1886, y actualmente está representado en el Museo de la Revolución Francesa, el Bonaparte y otras colecciones, tanto públicas como privadas.

 

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LUCAS VILLAMIL, Eugenio (Madrid, 1858 – 1918). Lote 34002605

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LUCAS VILLAMIL, Eugenio (Madrid, 1858 – 1918).
“Majos”.
Óleo sobre lienzo.
Firmado en el ángulo inferior izquierdo.
Medidas: 65 x 48 cm; 86 x 70,5 cm (marco).

Hijo del también pintor Eugenio Lucas Velázquez, seguidor de Francisco de Goya, hereda de su padre la rapidez y facilidad en el uso del pincel. Su pincelada, corta y espesa, denuncia su profunda admiración por los grandes maestros españoles, como Velázquez, Carreño, Murillo y, sobre todo, Goya.

Su pintura se aleja del academicismo y es suelta y deshecha, empastada y de gran riqueza cromática, mientras que sus temas se hablan del pueblo y sus costumbres. Estudió en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid, donde destacó por su maestría como dibujante. Completó su formación visitando asiduamente el Museo del Prado, donde copió diversas obras de Goya. Asimismo, frecuentó los ambientes intelectuales del Madrid de finales del XIX, hasta que fue descubierto por el mecenas José Lázaro Galdiano, quien le nombró su pintor de cámara y le encargó la decoración de su palacio de Parque Florido.

Entre las distinciones que recibió en vida destaca la de Caballero de la Orden de Carlos III. Se conserva obra de Lucas Villamil en la Galería Nacional de Washington D. C., las fundaciones Lázaro Galdiano y Mapfre de Madrid, los Museos de Bellas Artes de San Francisco, La Habana, Badajoz y Álava, el Museo J. Paul Getty de California, el Museo San Telmo de San Sebastián, la colección Carmen Thyssen-Bornemisza y el Museo Camón Aznar.
En este lienzo Eugenio Lucas plasma una pintoresca escena de interior protagonizada por majos vestidos con sus típicos trajes llenos de color, que destacan sobre el fondo umbrío de la estancia. La escena está protagonizada por las dos mujeres situadas en el primer plano, plasmadas de frente, una de ellas incluso mirando directamente al espectador, integrándolo en la narración.

Estas dos figuras quedan además realzadas por la iluminación, que penetra por un punto que no vemos (la ventana queda a sus espaldas), e incide directamente en ellas, dotando de luminosidad tanto a las carnaciones como a los brillantes colores de sus trajes. Ambas componen una imagen típica de la pintura de costumbres de la época, si bien quedan integradas en un escenario que va más allá del retrato de tipos, una estancia abierta al exterior a través de una gran ventana, con varios personajes a espaldas de las protagonistas.

La que más llama nuestra atención es la maja apoyada en el alféizar de la ventana, que sostiene un abanico plegado y vuelve su cabeza para mirar a las mujeres del primer plano, casi como un eco del propio espectador, un hábil recurso compositivo que destaca la presencia de este personaje. Detrás, ya envueltos en penumbra, vemos a dos personajes más, una pareja conversando sentada ante una mesa sencilla, tras la cual destaca un retrato de caballero que parece salirse de su marco y ser un personaje más de la escena.

 

 

 

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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII. Lote 34000292

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Escritorio librería; Seu d’Urgell, siglo XVII.
Madera de pino pintada.
Medidas: 222 x 125 x 63 cm.

Mueble catalán del siglo XVII compuesto por dos cuerpos, el inferior a modo de escritorio y el superior de librería. Se trata de una pieza de estructura monolítica y cerrada, típicamente barroca, decorada enteramente mediante molduras que forman cajeados, realzados por el contraste entre maderas pintadas de distinta tonalidad. El cuerpo inferior consta de tres cajones tipo cómoda, del mismo tamaño, sobre los que se sitúa una tapa abatible a 45º que oculta la muestra del escritorio. Los cajones están decorados con un cajeado rectangular simple que se complementa con los resaltos moldurados que adornan los tiradores y los escudos de cerradura, formando perfiles de curvas ingletadas en composición simétrica, típicamente barrocos. Los dos cajones inferiores cuentan con tiradores de arco, metálicos, mientras que el superior cuenta con tiradores en forma de pomo. Bajo el cajón inferior se sitúa un faldón recortado del mismo estilo, y los laterales aparecen decorados con un cajeado de origen manierista, que será también frecuente en el barroco, que conjuga una forma rectangular, con un ángulo matado siguiendo el perfil del mueble, en el que se inscribe un óvalo enlazado, que aloja en su interior un asa de hierro en arco, formada por dos tornapuntas siguiendo el modelo del barroco español. Los laterales presentan también faldones recortados, a juego con el frente.
Sobre el cajón superior se sitúa un friso liso que aloja las abrazaderas que, una vez extendidas, dan apoyo a la tapa abatible superior. Ésta está decorada con un cajeado mixtilíneo de nuevo netamente barroco, muy ornamental y dinámico, y cuenta con su propia cerradura. Una vez abierta, la tapa deja a la vista una muestra de escritorio organizada en tres calles, las laterales con tres gavetas cada una y la central con dos, más largas y altas, distintas entre sí en su tamaño. Todas estas gavetas están también decoradas con cajeados moldurados, simples en este caso, que siguen su contorno y el de los tiradores. Los laterales de la muestra, cerrados al exterior por paneles decorados con más cajeados moldurados, alojan cada uno tres pequeñas gavetas auxiliares.
El cuerpo superior presenta una estructura de clara inspiración arquitectónica, con fachada y remate en forma de cornisa de curvas ingletadas, siguiendo los ejemplos de la arquitectura contemporánea. Presenta un frente unitario y simétrico, decorado con ornamentales cajeados de gran dinamismo en su trazado, siempre a base de contornos mixtilíneos y curvas ingletadas, potenciando el contraste de texturas y colores siguiendo un gusto netamente barroco. Los laterales de este cuerpo superior continúan la decoración a base de cajeados y formas geométricas, con un óvalo central y dos rectángulos de ángulos matados arriba y abajo. Una vez abiertas las puertas, dan acceso a un interior totalmente desornamentado, plenamente funcional, dividido por cuatro estantes.
Esta incidencia en los cajeados, que siguen la compartimentación del mueble, es un criterio netamente clásico que será una constante en el barroco, tanto en mobiliario como en otras artes decorativas. Obedece a la idea de realzar las distintas partes que componen la estructura, clarificándola visualmente y haciendo hincapié en la relación de las distintas partes entre sí y con el conjunto. Por otro lado, la reiteración de las formas geométricas que revela el profuso cajeado, si bien ya presenta formas netamente barrocas, nos habla de la pervivencia del gusto manierista por la compartimentación geométrica del mueble, un rasgo que permanecerá en el lenguaje barroco español hasta bien entrado el siglo XVII, e incluso más allá de mediados de siglo en centros alejados de la corte como la Seu d’Urgell.

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Sortija Art Déco en platino, años 40. Lote 34002695

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Sortija Art Déco en platino, años 40.

Frontis rosetón presidido por un diamante central, talla antigua, color I-J, pureza SI, de ca. 2,75 cts., engarzado en garras y orlado por un bisel calado formado por varias líneas ondulantes decoradas con diamantes, talla antigua, con un peso total de ca. 7,50 cts., engarzados en garras y montados sobre una bella estructura calada.
Medidas: 17 mm (diámetro interior); 22 x 26 mm (frontis).

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Escuela francesa del XIX. Lote 34002603

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Escuela francesa del XIX.
“Venus dormida con Cupido y Psique”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado.
Firmado “E. Sala” en el ángulo inferior derecho.
Con marco de época.
Medidas: 85 x 124 cm; 106 x 146 cm (marco).

En este lienzo el autor plasma una imagen de gran delicadeza cromática y lumínica, protagonizada por la diosa Venus, dormida en las nubes acompañada de Cupido y de Psique niños, esta última despierta, con las alas desplegadas, contemplando su rostro.
Formalmente se inscribe dentro del academicismo, y sigue por tanto normas clásicas de las cuales la primera es la gran calidad técnica. Así, el dibujo es riguroso y firme, de gran perfección anatómica, y refleja un complejo escorzo que nos muestra a Venus tumbada de frente, una posición compleja que el autor ha sabido resolver con gran maestría.
El academicismo es herencia directa del clasicismo, y de ahí la predilección por temas como el que aquí presentamos, tomado de la mitología, si bien captado desde un punto de vista sensual y decorativo alejado de la solemnidad del arte clásico antiguo. De ahí también la forma de abordar el tema, con Cupido y Psique niños, recreando las figuras mitológicas de un modo totalmente nuevo. No obstante, se aprecia un ideal de belleza que no parte de la realidad, aunque es innegable el estudio del natural por parte del pintor, sino que resulta un idealismo con base en la realidad por su suma de experiencia, es decir, una sublimación estética que refleja una belleza que trasciende la realidad.

 

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28. Lote 34002630

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Reloj ROGER DUBUIS. Horloger Genevois para caballero, n. 05/28.
Caja en oro de 18 kts. Esfera cuadrada en color blanco con numeración arábiga y agujas tipo luminous en azul cobalto. Caja rectangular con corona estriada a las 3h. Maquinaria vista al dorso. Correa de piel en color negro con cierre de hebilla. Movimiento automático. En estado de marcha. Se acompaña de estuche.
Medidas: 51 x 45 mm (caja).

La compañía de relojes Roger Dubuis fue fundada en 1995, a partir de la asociación del maestro relojero Roger Dubuis y el diseñador Carlos Dias. En pocos años esta marca de relojes ha alcanzado la cima en la alta relojería con diseños innovadores, vanguardistas y de gran calidad.

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI. Lote 34000260

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Escuela flamenca de la primera mitad del siglo XVI.
“Sagrada Familia”, h. 1520.
Óleo sobre tabla.
Con marco posterior.
Medidas: 69 x 53 cm; 94 x 78 cm (marco).

En esta obra se nos ofrece una imagen atípica de la Sagrada Familia, con una composición basada en la representación de la Virgen con el Niño, que aparecen en primer plano. La escena se sitúa en un lujoso interior de arquitectura clásica, posiblemente inspirado en grabados contemporáneos traídos a Flandes desde Italia, lo que era una práctica habitual en la época. Este interior está además engalanado con un cortinaje de tono azul oscuro intenso, situado detrás de la Virgen, que destaca su presencia como ya habían hecho los grandes maestros flamencos del siglo XV. Sin embargo, el gusto ornamental de herencia gótica se ve sustituido aquí por un mayor acento en la composición; el paño tras la Virgen no es ya un lujoso brocado, sino una tela lisa, igualmente suntuosa, pero que cede el protagonismo al escenario. Así, el interior se abre a un fondo de paisaje cuidadosamente detallado, trabajado a la manera flamenca, en tonos fríos predominantemente azulados y verdosos, y en la ventana se sitúa la figura de medio cuerpo de San José, que aunque en primer plano compite en protagonismo con la Virgen el Niño, estando trabajada con un acusado naturalismo y un estudio cromático que lo diferencia simbólicamente de las dos figuras del primer plano y también del ángel niño que vuela sobre sus cabezas, colocando sobre la cabeza de la Virgen una corona de laurel, símbolo del triunfo de María sobre el pecado. Así, las carnaciones de las tres figuras del primer término están trabajadas en tonos luminosos y delicados, de ricas veladuras plasmadas con la pincelada apretada, invisible, propia de la escuela flamenca. Las de San José, sin embargo, evidencian una menor idealización, con tonos algo más oscuros y cálidos.
A nivel formal cabe destacar asimismo un rasgo clave en la escuela flamenca, tanto en el siglo XV como en el XVI: el alto nivel de detalle, el gusto por lo anecdótico y la captación minuciosa de los elementos secundarios, rasgos que derivan del afán de realidad propio de esta escuela. Así, vemos un frutero en el ángulo inferior derecho que, por sí sólo, podría casi constituir un cuadro independiente, tal es la calidad y la atención con la que está trabajado. También los detalles de la arquitectura aparecen minuciosamente estudiados, y las ropas de los personajes se han trabajado con una delicadeza y una atención a las calidades especialmente patente en los velos transparentes del Niño y el ángel, de extraordinaria delicadeza.
En el sentido más común de la expresión, la Sagrada Familia incluye a los parientes más próximos del Niño Jesús, es decir, madre y abuela o madre y padre nutricio. En los dos casos, ya sea santa Ana o san José quien aparezca, se trata de un grupo de tres figuras. Desde el punto de vista artístico, la disposición de esta Trinidad terrestre plantea los mismos problemas y sugiere las mismas soluciones que la Trinidad celestial. No obstante, las dificultades son menores. Ya no se trata de un único Dios en tres personas del cual deba expresarse la unidad esencial al mismo tiempo que la diversidad. Los tres personajes están unidos por un vínculo de sangre, ciertamente, pero no constituyen un bloque indivisible. Además, los tres están representados en forma humana, mientras que la paloma del Espíritu Santo introduce en la Trinidad divina un elemento zoomórfico difícil de amalgamar con dos figuras antropomórficas.
Durante el siglo XV, el estilo realista de los Países Bajos influyó mucho fuera, sobre todo en Italia, pero en el XVI el panorama se invierte. El Renacimiento italiano se difunde por Europa, y Amberes se convierte en el centro de la escuela flamenca, desbancando a Brujas y funcionando como centro de penetración de las influencias italianas. De este modo, llegan a los Países Bajos influencias manieristas que se superponen al estilo del siglo XV. Habrá muchos pintores continuadores del estilo de los primitivos flamencos, pero otros se mostrarán tan abiertos a las influencias renacentistas que incluso dejarán de pintar sobre tabla, soporte tradicional de la pintura flamenca, para empezar a hacerlo sobre lienzo como los italianos.
Los principales introductores del Renacimiento en los Países Bajos fueron Jan Gossaert (c.1478-1532) y Bernard Van Orley (c.1489-1541), pintores que quizá viajaran a Italia pero que, en todo caso, pudieron conocer el nuevo estilo por otros cauces de penetración, como los cartones que Rafael realizó para la serie de tapices de “Los hechos de los Apóstoles”, tejida en Bruselas, la obra de Durero, que realizó dos viajes a Italia y pasó por los Países Bajos, y la figura de Jacopo de Barbari (c.1445-1515), pintor italiano que viajó a Flandes. En esta tabla se conjugan la tradición flamenca con las novedades italianas de forma equilibrada y armónica. Así, se mantiene el sentido descriptivo y detallista de los primitivos flamencos, especialmente apreciable en el cuidado tratamiento del paisaje, los objetos y telas, y en el riguroso dibujo, así como su desarrollo del espacio en base al conocimiento empírico y no a los estudios de perspectiva. También el cromatismo recuerda a las obras de los maestros flamencos del siglo anterior. Sin embargo, los rostros de María, Jesús y el ángel denotan una cierta dulzura de rasgos nueva, heredada de los ejemplos de Rafael y Leonardo, y las anatomías aparecen tratadas con un sentido ciertamente escultórico, dibujístico a la manera flamenca pero más corpóreo y monumental.

 

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972). Lote 35000122

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BORES LÓPEZ, Francisco (Madrid, 1898 – París, 1972).
“Tête”, 1970.
Óleo sobre lienzo.
Firmado y fechado en el ángulo inferior izquierdo. Titulado al dorso.
Medidas: 55 x 46 cm; 70 x 60,5 cm (marco).
Está fotografiado en la pag. 559 del Catálogo razonado de Francisco Bores,
editado por el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
Historial:
– 1971: Expuesto por la Galería Theo, Madrid.
– 1990: Colección particular Edmund Peel y Asociados.

Francisco Bores se formó en la academia de pintura de Cecilio Pla, donde conoció a Pancho Cossío, Manuel Ángeles Ortiz y Joaquín Peinado, entre otros. Asimismo, frecuentó las tertulias literarias madrileñas afines al ultraísmo. En esta época realiza grabados para un gran número de revistas, como “Horizonte” o “Revista de Occidente”, y asiste a la Academia Libre de Julio Moisés, donde coincide con Dalí y Benjamín Palencia.
En 1922 participa por vez primera en la Exposición Nacional de Bellas Artes, y tres años más tarde mostrará su obra en la primera Exposición de la Sociedad de Artistas Ibéricos, pero la falta de interés del público madrileño por el arte joven le impulsa a marcharse a París. En la capital francesa entra en contacto con Picasso y Juan Gris, y debuta individualmente en 1927. Durante los años siguientes sigue realizando exposiciones individuales en destacadas galerías de París y Londres, entre las que destacan la Georges Petit y la Zwemmer.
Tras la Segunda Guerra Mundial reanuda su actividad expositiva, y en 1947 el Estado francés adquiere, por primera vez, una obra de Bores. En 1949 será el Museo de Arte Moderno de Nueva York el que compre sus cuadros. En 1969 expone en la Galería Theo de Madrid, lo que supone su aproximación al público español que, prácticamente, desconocía su obra salvo en los círculos profesionales donde, en cambio, era muy apreciada. En 1971 vuelve a exponer en esta misma Galería Theo, falleciendo en París en 1972.
El crítico Joaquín de la Puente señala varias etapas en la producción de Bores: clasicismo renovado (1923-25), neo cubismo (1925-29), pintura-fruta (1929-33), escenas de interior (1934-1949) y estilo en blanco (1949-69).
Francisco Bores está representado en los museos más destacados de todo el mundo, entre los que cabe señalar el Centro Georges Pompidou en París, los de Bellas Artes de Bilbao, Buenos Aires, Jerusalén, Gotemborg y Baltimore, el MOMA de Nueva York, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, las Galerías Nacionales de Atenas, Brno y Edimburgo, el Museo Patio Herreriano de Valladolid, y los de Arte Moderno de Estocolmo, Turín y Madrid.

 

 

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770. Lote 34000259

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Cómoda Luis XVI. Francia, h. 1770.
Madera de nogal, tiradores de bronce y tablero de mármol.
Medidas: 93 x 118 x 63 cm.

Cómoda de estilo y época Luis XVI, realizada hacia 1770, de lenguaje marcadamente neoclásico, en madera de nogal, con tablero de mármol e importantes tiradores de bronce. Esta pieza destaca además por su bella pátina original, fruto del paso del tiempo y de un adecuado cuidado de la madera.
Estamos ante un mueble de fecha temprana dentro del estilo Luis XVI, y de ahí que el carácter neoclásico se apoye en soluciones ya vistas en el barroco clasicista, dado que este fue el estilo de referencia a la hora de dejar atrás el rococó, un estilo totalmente anticlásico, y avanzar hacia el neoclasicismo. Así, vemos un ligero resalto en el frente, que se traduce también en planta e introduce un cierto movimiento en la composición más propio del barroco que del neoclasicismo. También las esquinas frontales en chaflán fueron una de las soluciones más utilizadas en el barroco, si bien en este caso será un recurso que se mantendrá a lo largo del nuevo lenguaje neoclásico.
La cómoda está decorada mediante tallas de un carácter sintético y rígido, inspiradas en la Antigüedad Clásica: acanaladuras en las esquinas y las patas, de influencia arquitectónica, cajeados geométricos que inciden en la compartimentación armónica, simétrica y equilibrada de la estructura y, en la parte baja, una cenefa de grecas curvas en relieve. Las patas troncocónicas que ya vemos aquí serán de nuevo frecuentes en todo el neoclásico, y también en el posterior Imperio, y aquí cobran un especial protagonismo por su tamaño y altura, además de aparecer acanaladas y decoradas con un tambor superior. El frente del mueble se divide en horizontalmente en dos, con cajones corridos de frente liso, simplemente cajeado, netamente separados por un entrepaño también liso. Estos cajones están adornados con bellos bronces aplicados, formando los tiradores y los escudos de cerradura, trabajados en un estilo totalmente neoclásico: cintas arrugadas formando lazos, drapeados, cabezas de buey de inspiración romana y guirnaldas de laurel para los tiradores.

 

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664). Lote 34000143

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VAN BUKEN, Jan (Amberes, 1635 – 1664).
“Grote Markt, Amberes”.
Óleo sobre lienzo. Reentelado en el siglo XIX.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 60,5 x 87,5 cm; 80 x 107,5 cm (marco).
Actualmente se conserva otra versión de este mismo tema, también realizada por Van Buken, en el Museo del Hermitage en San Petersburgo.

Activo en Amberes en el segundo tercio del siglo XVII, Jan Van Buken se especializó en escenas costumbristas de carácter narrativo, situadas en interiores típicamente flamencos y también en exteriores, tanto reales como imaginarios. También realizó naturalezas muertas de gran calidad. Actualmente está representado en la Galería Nacional de Estocolmo y en el Museo Schwerin de Alemania, entre otras colecciones tanto públicas como privadas.
En este lienzo Van Buken plasma una escena cotidiana situada en la Grote Markt de Amberes, la principal plaza de la ciudad, y centro de la vida de Amberes desde el siglo XVI. El espacio está construido con un carácter acusadamente escenográfico, típicamente barroco, para lo cual Van Buken se basa en acusadas líneas de perspectiva que delimitan el espacio. La acción principal se desarrolla en los primeros planos, si bien vemos asimismo figuras y animales en el resto del espacio, repartidos de forma racional de forma que refuercen la construcción tridimensional del escenario. Así, en primer término vemos a un nutrido grupo de personajes, todos campesinos y gentes de la ciudad, vestidos con ropas sencillas, plasmados con un naturalismo propio de la pintura de género flamenca del periodo barroco: hombres y mujeres gesticulan, se mueven, e incluso nos dan la espalda, un recurso muy utilizado en la época por los pintores naturalistas. Asimismo, domina una paleta heredera del caravaggismo, en torno a los tonos ocres y terrosos, entre los que destacan toques de rojos y blancos.
La pintura de género en Flandes, como en Holanda, encerraba una lección moral en ocasiones apenas oculta. Las escenas pintorescas y las satíricas, con rudos campesinos entregados a los placeres, así como las escenas de ciudadanos conversando o danzando, han sido reconocidas desde hace mucho tiempo como ejemplos morales negativos que también aparecen como metáforas en la literatura moralizante popular de la época. En los Países Bajos la gente estaba familiarizada con los libros de fines moralizantes de Roemer Visscher, Jacob Cats y otros, como se deduce de los motivos artísticos derivados de ellos. De hecho, este tema encaja en una tradición más antigua. El significado de las notables escenas campesinas del arte flamenco anterior al siglo XVII, en su origen altamente negativo, existía ya en la Europa noroccidental de finales de la Edad Media como típico exponente de una cultura urbana burguesa, que se afirmaba contra el mundo campesino “incivilizado”. Sin embargo, en un sentido más amplio, la popularidad de las escenas campesinas se puede relacionar con un interés aún más antiguo por lo pastoril, que se deja ver también como otra forma de pintura de paisaje. Por otra parte, hay cuadros de grupo que se ajustan a otra preferencia, también existente en la Baja Edad Media, por los temas cortesanos. Así, la pintura de género en el Flandes del siglo XVII produce una impresión bastante conservadora. Los Países Bajos del Sur no cultivaron en realidad las imágenes de la vida doméstica contemporánea, más contenidas y aparentemente realistas pero de hecho emblemáticas, que encontramos en cuadros holandeses de la segunda mitad del siglo XVII.
No obstante, dentro de la escuela flamenca del siglo XVII, en los temas de costumbres, sí aparecerá una importante novedad, la llamada pintura de tabernas. Se trata de un género creado por Adriaen Brouwer (1605-1638) y David Teniers (1610-1690), caracterizado por representar interiores de taberna poblados de personajes variopintos y vulgares, a menudo incluso grotescos en el caso de Brouwer, rozando la caricatura. Este tipo de escenas, violentas en el caso de Brouwer y sus seguidores o más alegres, en el caso de la escuela de Teniers, gozaron de gran difusión, y llegaron a extenderse a Holanda, creando allí también un nuevo género. En este tipo de pintura los personajes serán los absolutos protagonistas, y más especialmente sus rostros y expresiones. Se trata además de obras derivadas del naturalismo, trabajadas en cromatismos reducidos, en torno a los colores terrosos, ocres, carmines, etc. Así, podemos relacionar este estudio de cabeza masculina con el género de la pintura de tabernas y más concretamente, por lo regular y casi idealizado de sus rasgos, con la tendencia iniciada por David Teniers, menos expresionista que la de su maestro Brouwer.

 

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).

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CARDONA Y TIÓ, Joan (Tortosa, Tarragona, 1877 – Barcelona, 1958).
“Café de París”.
Carboncillo, lápices de color y resaltos de aguada blanca sobre papel.
Firmado en el ángulo inferior derecho.
Medidas: 43 x 33 cm; 60 x 49 cm (marco).

Pintor e ilustrador catalán activo entre finales del siglo XIX y la primera mitad del XX, Joan Cardona se especializó en la temática de paisajes.
Formado como discípulo de Joan Baixas, trabajó como ilustrador y dibujante colaborando con diversas publicaciones tanto nacionales como extranjeras, entre ellas la alemana “Jugend” y la francesa “Le Rire”. Asimismo, tomó parte en numerosos certámenes y exposiciones oficiales, como la Primera Exposición General de Bellas Artes, celebrada en el Palau de Belles Arts de Barcelona en 1891 y organizada por el Ayuntamiento de la ciudad.
Concurrió con asiduidad a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes, siendo galardonado con Mención Honorífica en sus ediciones de 1892, 1895, 1897 y 1899; Tercera Medalla en 1901 y 1915 por los lienzos “De mi tierra” y “La buenaventura”; y finalmente con Condecoración en la edición de 1920. También participó en las Exposiciones Internacionales de Barcelona (1907) y San Francisco (1915), y en la Iberoamericana de Sevilla de 1929 fue distinguido con Medalla de Oro.
Actualmente está representado en el Museo del Prado (obra en depósito en el Ayuntamiento de Barcelona), así como en otras colecciones.

En esta obra Cardona nos ofrece una imagen cotidiana de la Barcelona moderna y cosmopolita de su época, protagonizada por una elegante pareja en el interior de un café. Utiliza una plástica de clara raigambre modernista, basada en líneas fluidas y colores planos, heredados indirectamente de la xilografía japonesa.

 

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