Desde hace ya algún tiempo la pintura cubana se está abriendo camino dentro de mercado del arte internacional.
Artistas de gran proyección como son Ernesto Rancaño, Eduardo Roca o Nelson Domínguez forman parte de colecciones privadas tan destacadas como las de la Reina de Holanda, Steven Spielberg, Sting o Sean Pen y tienen una amplia representación en Museos de todo el mundo. Sin embargo, aún son muy pocas las ocasiones en las que podemos ver sus obras en una subasta. Por ello, la colección de pintura cubana que Setdart ha reunido para el próximo día 21 de octubre representa una magnífica oportunidad para adquirir una de sus obras.
A partir de la segunda mitad del Siglo XX la evolución de las artes plásticas en Cuba está íntimamente ligada al triunfo de la Revolución, que trajo consigo un cambio abismal en la proyección cultural y artística del país. El impulso creativo que emprendió la generación de artistas activos en la década de los 40, simbolizó el inició de una evolución imparable. Desde entonces, la pintura cubana ha mostrado una gran capacidad para asumir las influencias del arte internacional, dándoles un sentido propio y creativo que manifiesta una clara voluntad de definir los rasgos propios de la identidad cubana, sus raíces, sus tradiciones y, por supuesto, su cultura. De este modo vemos como a partir de la década de los 60 se desarrollan las líneas primitivistas, expresionistas, abstraccionistas, junto a otras vertientes que lidiaban con lo mágico. De hecho, se puede afirmar que la riqueza que muestra la pintura cubana en la actualidad es deudora del vigor y espíritu renovador que acompañó a estos artistas en su capacidad para asumir los nuevos tiempos que se abrían en el espacio cultural del país. En cada uno de ellos se puede palpar un sello muy propio, que permite su identificación, pero dentro de esa diversidad existe un punto de encuentro: el tratamiento de la temática de lo cubano ilustrando el pasado y presente de un país cuyas ricas tradiciones, y problemática historia, sirven de perenne inspiración para resemantizar el arte de su ínsula.
Una de las figuras más reconocidas a nivel internacional es Nelson Domínguez que, con una sólida trayectoria y múltiples premios a sus espaldas abalándolo, es considerado uno de los artistas más determinantes en el devenir de la pintura cubana contemporánea. Con siete de sus obras en subasta, Setdart tiene el privilegio de ser una de las pocas subastas que brinda la oportunidad de adquirir fuera de las galerías, uno de sus lienzos. En cada uno de ellos, se palpa la esencia de lo verdadero, transmitiéndonos a través de sus trazos vigorosos y de una paleta cargada de matices cromáticos, la genuina autenticidad de las raíces cubanas. Domínguez hace gala de uno de sus mayores logros como artista: la capacidad de mestizar el gesto expresionista (identificado históricamente con un concepto trágico de la existencia humana) y la ferviente voluntad de celebrar la vida y la belleza. A pesar de contar con algunas obras en la que ahonda en el dramatismo de la existencia humana, sus trabajos dedicados al mundo rural siempre desprenden ese halo de delicadeza, poesía y humor tan propio de la tradición artística cubana.
Eduardo Roca Salazar, más conocido como “Choco”, está considerado como uno de los grandes grabadores cubanos de su generación, así como uno de los pintores más importantes del panorama artístico cubano. Su obra, reconocida en exigentes circuitos internacionales, siempre ha mostrado el profundo compromiso que Choco, siente hacia el arte y su isla. Su estilo, caracterizado por las superficies notablemente trabajadas, sostiene un discurso y simbolismo profundamente afrocubano, a pesar de que el artista intenta reflejar la diversidad racial de la población cubana. En sus obras se combinan las diferentes características faciales: bocas africanas, ojos orientales y una gran gama de tonos de piel dan lugar a figuras universales, mostrando la naturaleza plural del hombre cubano. Asimismo, a través de su depurada técnica, Choco confiere a sus lienzos una gran riqueza en sus texturas con las que logra acentuar el contraste entre luces y sombras.
Entre los más renombrados pintores cubanos contemporáneos, hay que mencionar también a Arnaldo Rodríguez Larrinaga, (1948). La plástica de este artista ha transitado por diversos estilos temas y vivencias que han pivotado bajo un mismo eje central: el hombre y su existencia. En esta búsqueda constante, Larrinaga encuentra en la alianza entre elementos abstractos y figurativos un medio expresivo que le permitía en palabras propias “hurgar en el interior del hombre y marchar al encuentro de su real identidad”. Esta simbiosis es visible en su celebrada serie “Los negros brujos” a la que pertenecen los dos lienzos referenciados. En este caso, el ojo humano, con su fuerte carga simbólica, se erige como motivo reiterado sobre una base de concepción expresionista que parece vertebrar la obra a base de vigorosos trazos. La génesis de estas obras tiene su raíz en la literatura, pero muy particularmente en la obra Wilfredo Lam a quien considera su gran maestro y cuya influencia fue determinante en la formación de su ideario plástico.
Ernesto Rancaño es uno de los artistas más importantes de la escena cultural cubana. La suya, es una propuesta que, a través de distintas expresiones artísticas, nos sumerge en lo interior del ser humano y nos revela una clara voluntad por manifestar la naturaleza contradictoria del hombre. Con la maestría de su dibujo preciso al que dota de un claro mensaje humano y un hondo lirismo consigue conducir al espectador hacia un viaje introspectivo. Todo el relato se sitúa en el espacio fronterizo entre la adversidad y el confort, entre el amor y el dolor, entre el instante y lo perenne dando como resultado obras de una expresividad estremecedora en las que el observador puede sentirse fácilmente interpelado. Pero a pesar de la tensión existente en ese pulso entre contrarios, Rancaño no pierde ni un ápice del delicado lirismo que desprenden incluso sus obras más dramáticas. Y es que, por encima de todo, el trabajo de este artista pluridisciplinar es reconocido como una experiencia espiritual.
Otro nombre que destaca como uno de los principales artistas cubanos del periodo vanguardista fue el intelectual multifacético Fayad Jamís. Nacido en México, de padre libanés-cubano y madre mexicana, su obra está impregnada del sincretismo con el que sus genes lo dotaron. Dentro de la generación de la década de los 50, destaca la voz de Fayad Jamis por su compromiso político humanista abordado desde diversidad de disciplinas, así como por la unión de imágenes surrealistas y coloquialismo. De hecho, el maestro surrealista Andre Breton fue una de las voces que respaldaron a Jamís llegando a financiar su primera exposición individual en Paris. A pesar de ser reconocido por sus volcánicas pinturas abstractas, también cabe destacar su faceta como retratista en la que su vertiente surrealista se hace más visible.