El buen pastor. Una de las iconografías más antiguas de Occidente
La imagen de un pastor cuidando de su rebaño es quizá una de las antiguas de la humanidad y al mismo tiempo una fuente permanente de inspiración artística ya sea en poesía como en los temas bucólicos de Teócrito o Virgilio o en el apartado religioso de las antiguas Grecia y Roma con Hermes y Mercurio. La tradición del pasado clásico dejó su impronta incluso en el judaísmo y el cristiano primitivo hasta el punto de que una de las primeras imágenes de Jesús fue como el buen pastor.
Los portadores de carneros o terneros, conocidos en Grecia como crióforos o moscóforos, serían probablemente de los primeros ejemplos de esta iconografía, tendríamos que remontarnos más de dos mil quinientos años atrás. Estas imágenes solían asociarse a la deidad protectora de la medicina y el comercio, Hermes. Incluso podemos encontrar festividades en las que los jóvenes transportaban sobre sus hombros alguna res como reminiscencia de su patrón. Las representaciones con estos motivos nos llegarían a través de esculturas siendo algunas de ellas obras maestras del periodo Arcaico.
Roma mantuvo viva las influencias griegas en su propia cultura y de estas, los primeros cristianos sus fuentes para el nuevo arte. El cristianismo parte de los principios del judaísmo y ya en el antiguo Testamento se encuentran referencias a Dios como el pastor que cuida de su rebaño (pueblo de Israel). El ejemplo por tanto es definitorio ya que el pastor reflejaría la forma en la que somos guiados por una figura superior. La comparación sería perfectamente entendible para un pueblo como el hebreo ya que buena parte de su historia tiene un carácter nómada junto a su ganado. De igual modo la profesión, tan antigua y perenne como la propia humanidad, acoge muchos de los valores que con los que se quería identificar a Dios y por tanto el ejemplo que tendrían que seguir los fieles. Durante los evangelios aparecen un buen número de referencias al buen pastor, ya sea en parábolas o en los discursos más cotidianos de Jesús.
En el plano artístico, la iconografía no ha variado en milenios, los kurós griegos portando sobre sus hombros a un carnero se mantendrían como en el arte paleocristiano, como es el caso de las manifestaciones en las catacumbas romanas o la excepcional escultura del siglo III de los Museos Vaticanos. El buen pastor cristiano sostiene un cordero en una clara alusión a otros pasajes bíblicos relacionados con la salvación.
El barroco español supo continuar con esta idea y adaptarlo a los gustos nacionales y los dictámenes contrarreformistas. Un ejemplo perfecto es la pieza que se subastará el próximo día 9 de Noviembre. La escena tiene un carácter idílico con un paisaje que envuelve y enmarca todo, sin embargo, la figura de Cristo en el centro, así como su actitud solemne elevando la mirada al cielo nos indica el carácter místico de este tema. No sólo es una imagen cargada de belleza y ternura, sino que soporta algunos de los principios más importantes del cristianismo. Las principales figuras de la pintura española en el siglo XVII dieron sobresalientes muestras de esta composición en sus obras, cabe mencionar entre otros a Juan van der Hamen o Nicolas García Salmerón en los que claramente vemos paralelismos como nuestra obra.
Un detalle curioso de la evolución de esta temática es la adaptación de esta iconografía a la Virgen María, La divina pastora. Una advocación nacida a principios del siglo XVIII en nuestro país. Sin duda alguna, el mejor artista en definir estas representaciones es Alonso Miguel de Tovar, del cual os mostramos para concluir una de sus obras que fue subastada recientemente por Setdart.