La princesa de Amarna
Egipto es sin duda una fuente inagotable de misterios aún por resolver. Uno de los periodos más enigmáticos y extraordinarios de la historia egipcia es sin duda el periodo de Amarna, cuyas complejidades siguen siendo motivo de apasionados debates y estudios. Durante esta época y bajo el reinado de Amenophis IV (más conocido como Akenatón ) se produce una profunda transformación religiosa que cambiaría el paradigma que había dominado hasta entonces: Akenatón abolió los ritos religiosos de Egipto, e instituyó la primera religión estatal monoteísta conocida en el mundo. Consagrado al culto de Atón, el faraón trasladó la capital de Tebas hasta Ajenatón, ciudad que el mismo fundaría y que posteriormente seria conocida como Amarna. Este nuevo enclave fue el escenario de uno de los momentos más fascinantes del pasado, dando luz a un arte que bajo la corriente naturalista, adquirió un grado de realismo nunca antes alcanzado.
El faraón, en el régimen antiguo, era la manifestación viva del dios Horus, de ahí que se le considerara como un dios viviente y el regidor de toda la sociedad egipcia. Akenatón asumiría esta idea siendo el interlocutor entre el pueblo y el dios Atón. Sin embargo, uno de los rasgos más excepcionales de este reinado fue el papel que adquieren las mujeres que rodeaban al faraón. Estas damas fueron su esposa, Nerferti y las seis hijas del matrimonio, las princesas Meritatón, Meketamon, Anjesenamón, Neferneferuatón Tasherit, Neferneferura, y Setepenra. La familia real aparece representada en los relieves de los templos, tumbas y palacios en actitudes cotidianas, por un lado, reflejando afecto y por la adoración hacia el dios Atón. Este tipo de representación fue única en el arte egipcio.
La gran esposa Real Nefertiti, aparece con las mismas dimensiones que su esposo, algo atípico pues pone de manifiesto la equivalencia de rango e importancia. Las princesas también son representadas con un nivel de importancia apenas visto. Si bien en el antiguo Egipto las mujeres gozaban de los mismos derechos y libertades que los hombres, en la práctica eran relegadas a funciones de menor relevancia y poder. Durante el periodo amarniense las mujeres de la familia real tuvieron que desempeñar un papel muy importante, esto queda demostrado gracias al arte. El número de representaciones de ellas y los títulos que acompañan dan fe de ello. Las hijas del matrimonio que mayor poder alcanzaron fueron la primogénita y la tercera. Meritatón, la primera, destacó en el reinado de Akenatón hasta el punto que aún siendo una adolescente se casó con su propio padre y adquirió el titulo de esposa real. También se ha especulado si ella fue el sucesor natural adquiriendo posteriormente el nombre masculino del faraón Semenejkara. Una incógnita aún sin resolver. Anjesenamón fue también reina, primero cuando se casó con su medio hermano Tutankamón y después con su sucesor el faraón Ay. Algunas de las representaciones que se encontraron en el ajuar funerario de la tumba del rey niño muestran a su esposa con los mismos cánones que en el relieve que presenta Setdart. Recordemos que en este año se cumple el centenario del descubrimiento de la tumba por Carter.
El periodo de esplendor artístico que vivió Amarna quedaría en el olvido durante miles de años. A la muerte de Akenatón se condenó su legado a una damatio memoriae, es decir, se atacó su recuerdo destruyendo sus obras y especialmente las representaciones de él y su familia. Se intentó borrar por completo la imagen del monarca hasta el punto de acabar con la dinastía y desaparecer de los registros como si nunca hubiera existido. Las representaciones de la familia real como es el caso del siguiente relieve son un documento histórico único en el mundo.
Los pies de la princesa real, aún anónima, están protegidos por unas sandalias probablemente cubiertas de oro (como las que aparecieron en la tumba de Tutankamon) y envueltos por un vaporoso vestido que deja ver el cuerpo desnudo. Desconocemos cuál de las princesas es o a qué escena pertenece, sin embargo, podemos encontrar ejemplos similares en otros famosos relieves como el conservado en el museo de Brooklyn o el museo Petrie de Londres.
Este relieve tiene un valor extraordinario, en primer lugar, por la calidad y finura de la ejecución, propia del momento en que el arte egipcio llegó a sus cotas más altas de sofisticación; también por su rareza, verdadera superviviente de una persecución y del paso del tiempo; y por último, autentico testigo de aquellas mujeres que casi consiguen cambiar el rumbo de Egipto y que son un hito apenas visto en su civilización. El papel de la mujer en el Antiguo Egipto merece ser puesto en valor y precisamente es lo que ha hecho la exposición Hijas del Nilo. Durante los próximos meses se podrá disfrutar de la muestra en el palacio de las Alhajas de Madrid. Las voces femeninas de princesas, campesinas y sacerdotisas aún tienen mucho que contar.