Pablo Picasso; Reinterpretando El mito.
La colección de Antonio Orzaez posee tres de las obras más personales y reveladoras de Pablo Picasso. Un collage de 1957 y dos fotomontajes resultado de la serie “Variaciones de las Meninas” que fue un arduo trabajo de investigación que Picasso, realizó en la década de los años 50. En esta serie el artista malagueño, no solo reinterpreta la obra de Velázquez, sino que suplanta el papel del pintor barroco, imponiéndose a su figura y consolidase como el gran maestro contemporáneo de la historia del arte español, siendo heredero meritorio de la tradición pictórica del país.
La relación de Picasso con Velázquez, su pasión y obsesión por el pintor sevillano se inició desde la infancia. La primera vez que Picasso pudo contemplar las obras de Velázquez fue con trece años, cuando visitó junto a su padre el Museo del Prado. Años más tarde, cuando se encontraba estudiando en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en el año 1897, se inscribió como copista del Museo del Prado, eligiendo entre las obras que replicar varias pinturas de Velázquez; El retrato de Felipe IV y un apunte de las Meninas. Pero con el paso del tiempo y la evolución del artista malagueño, la relación entre Picasso y Velázquez, dejó de ser la de un aprendiz y su maestro. La admiración se transformó en una competitividad que traspasaba el mero ejercicio de la técnica y aludía a los valores emocionales. Durante la Guerra Civil Picasso, como director honorifico del Museo del Prado, fue una de las pocas personas que pudo ver las Meninas en Ginebra, donde habían sido trasladadas, para evitar que el conflicto bélico pudiese acabar con ellas. Allí cara a cara con la obra, Picasso contemplaba las precisas y audaces pinceladas de un artista que ya no era su maestro sino su igual.
La idea de las Meninas quedó impregnada en la mente del artista, que en 1950 trasmitió a su amigo Sabartés “Si alguien se pusiese a copiar las Meninas, totalmente con buena fe, al llegar a cierto punto y si el que las copiara fuera yo, diría: ¿Y si pusiera ésta un poquito más a la derecha o a la izquierda? Yo probaría de hacerlo a mi manera, olvidándome de Velázquez. La prueba me llevaría de seguro a modificar la luz o a cambiarla, con motivo de haber cambiado de lugar algún personaje. Así, poco a poco, iría pintando unas Meninas que serían detestables para el copista de oficio, pero serían mis Meninas”.
Años más tarde, en su finca La Californie (Cannes), Picasso habilitó un nuevo estudio y se encerró durante cuatro meses con la intención de reinterpretar las Meninas, de trasladar el mito a la contemporaneidad, aportando los valores plásticos de la vanguardia. Todo el proceso fue documentado por su fiel amigo Sabartés, en su libro “Las Meninas et la vie”. La colección formada por cuarenta y cinco interpretaciones de la obra, nueve escenas de un palomar, tres paisajes y un retrato de Jacqueline, a los que se les suma varios montajes como las obras que se licitan en Setdart. Una de las versiones de este fotomontaje fue recogida en la conferencia magistral de Elisabeth Cowling “Jaume Sabartes Visto por Pablo Picasso” celebrada en el Museo de Pablo Picasso de Barcelona en marzo del 2014, en ella Cowling explica como Picasso suplanta la identidad de Velázquez, mientras que Sabartés ocupa el lugar de ayuda de cámara, como escudero del rey. El conjunto total de las variaciones fue expuesto en el Museo Picasso de Barcelona en 2015, lugar al que Picasso había donado la colección entera de sus Meninas, como homenaje a su amigo Sabartés, quien falleció en 1968.