La pintura de caprichos: entre la realidad y la fantasía
Las arquitecturas fantasiosas de la pintura de caprichos se licitarán en Setdart el próximo día 26 de enero
En las artes plásticas se conoce como Capricho aquellas pinturas en las que generalmente se representa un paisaje arquitectónico en el que se combinan elementos reales y ficticios tales como restos arqueológicos, edificios emblemáticos o ruinas, con el fin de cautivar al espectador. Tradicionalmente, el capricho solía ser un subgénero de la pintura de paisajes, hasta que con el paso del tiempo llegaron a designar otros tipos de obras en las que la fantasía era el denominador común.
El antecedente de este tipo de pinturas tiene su origen en la pintura italiana del siglo XVI, y en particular en los entornos arquitectónicos que fueron pintados como las decoraciones del techo conocidas como «cuadratura». Durante el siglo XVII, estos elementos arquitectónicos ganaron un mayor protagonismo hasta convertirse en temas independientes de pinturas de caballete.
Los primeros artistas que dieron a conocer este género los encontramos en la Roma de mediados del siglo XVII donde destacaron nombres como los de Alessandro Salucci y Viviano Codazzi. Ambos artistas representan las dos vertientes que podemos encontrar dentro de este género: mientras los paisajes de Salucci nos muestran una mayor libertad y creatividad, las obras de Codazzi aún guardaban cierto vínculo con la realidad.
En este sentido la pareja de lienzos que presentamos en subasta se enmarca en el círculo próximo a Codazzi. Del mismo modo que lo hiciera el pintor lombardo, las vistas arquitectónicas que nos ocupan guardan a pesar del componente imaginativo intrínseco al género, cierto grado de verosimilitud, jugando con la iluminación para obtener efectos expresivos típicamente barrocos, que realzan la apariencia de los edificios de apariencia antigua. De hecho, es en este tipo de obras donde encontramos el antecedente de los pintores “vedutistas” que como Canaleto o Belloto se sintieron poderosamente influenciados por la visión de estas arquitecturas.
Posteriormente, ya en el siglo XVIII, este género alcanzó su máximo esplendor de la mano de artistas que como Marco Ricci o Giovanni Paolo Pannini, fueron precursores del movimiento neoclásico, donde las escenas de ruinas antiguas incorporaban elementos fantasiosos con el fin de contribuir a evocar un pasado glorioso y heroico.
El éxito que alcanzó este tipo de pintura se debe en gran parte al contexto histórico en el que se gestó, donde el viaje que las personas acaudaladas hacían para finalizar su educación -conocido como el Gran Tour-, se convirtió en una autentica moda entre las elites europeas. Su destino predilecto fue sin duda Italia, donde buscaron sumergirse en ese pasado clásico del país transalpino. De este modo, muchos de estos aristócratas empezaron a crear sus propias colecciones de arte antiguo mientras otros convirtieron este tipo de pinturas en un exquisito y valioso recuerdo de este viaje por Italia.