Vela Zanetti: El alma y la dignidad del mundo rural
La vertiente más social y comprometida del arte, encuentra en la obra de Vela Zanetti uno de sus máximos valedores. El lienzo que se licitó el día 27 es sin duda, una magnifica representación de la maestría con la que Zanetti reivindicó la vida de la gente humilde
A menudo, el arte ha sido un arma de reivindicación y lucha social a través del cual se han reflejado las problemáticas propias de una determinada época y enclave geográfico. En este sentido existe en España una larga tradición de artistas que, como Goya, Solana, o Zabaleta quisieron plasmar bajo sus pinceles, la realidad de quienes a lo largo de la historia han sido denostados y marginados.
En este aspecto, uno de los casos más notables es el del pintor de origen burgalés Vela Zanetti cuya obra y compromiso sociopolítico forman un todo indivisible latente en todas y cada una de sus etapas creativas. Con su estilo inconfundible fruto del mestizaje entre un realismo tamizado por la estremecedora fuerza del expresionismo, y la herencia de los grandes clásicos a los que admiró, Zanetti abordó diversidad de temáticas cuyo denominador común recae en el protagonismo de la figura humana.
En obras como “Campesinos descansando después de la siega”, el pintor da luz a una verdadera epopeya del mundo rural, cuyas costumbres, gentes y trabajo, representa con un profundo sentido de la dignidad humana. Huyendo de la idealización, Zanetti apuesta por los rostros del pueblo, de aquellos que llevan grabado en sus manos, en su piel y en su mirada, la dignidad de los hombres sencillos, humildes y esforzados que poblaban los infinitos campos de su Castilla natal. El carácter monumental que otorga a sus campesinos, así como la rotundidad de sus formas, encierran el retrato individualizado de un pueblo, cuyo trabajo y sacrificio lo reivindican aquí, como dueño absoluto de la tierra que siembra. La crítica implícita cobra aún mas sentido si tenemos en cuenta la situación deplorable en las que por aquel entonces estaba sumido el país, y muy especialmente el mundo rural.
Su trazo, de una contundencia y precisión magistral, unido a un cromatismo que, aunque austero y contenido es también tan cálido y rico en matices como lo son los ocres, rojos y naranjas de su tierra, nos brindan una obra sin ambigüedades ni dobleces, tan sincera, directa y franca como los protagonistas a los que rindió tributo en su obra.
En definitiva, la pintura de Zanetti representa el relato de una parte de nuestra historia que, aunque pertenezca al pasado, permanece en nosotros a pesar de los tiempos, a pesar de los cambios. Porque por mucho que los tractores y cosechadoras hayan sustituido a las mulas y guadañas, los sueños, deseos, sacrificios y arraigo a la tierra de los hombres pervive a lo largo de la historia (y muy a pesar de ella). Y es de esta realidad universal e imperecedera de la que precisamente nos habla Vela Zanetti.