Tarrassó: la exuberancia del color
El idílico paisaje mallorquín ha sido fuente de inspiración para muchos de los grandes artistas españoles que como Casimiro Tarrassó, encontraron en la isla el escenario idóneo en el que experimentar y plasmar el nuevo espíritu vitalista y sensorial que impulsó la renovación del genero de paisaje. En Mallorca, Tarrassó desarrolló gran parte de su producción alcanzando la plenitud de su lenguaje plástico, en obras como la que el próximo día 29 presentamos en subasta.
En su obra, será de vital importancia el viaje que emprenderá a Paris para completar su formación. En la capital francesa pudo conocer de primera mano la explosión fauve que dominaba la escena parisina por aquel entonces. Desde ese momento, la obra de Tarrassó quedó marcada por la sacudida que el colorido violento y vitalista de los pintores fauvistas, provocó en su carácter artístico.
Esta impronta fauve se tradujo en exuberantes pinturas inspiradas en los paisajes que descubrió en Mallorca. Desde que en 1935 viajara por primera vez a la isla que le cautivó, Tarrassó concibe el paisaje desde una vertiente profundamente sensorial e intuitiva.
Siguiendo la estela de los grandes paisajistas catalanes como Joaquim Mir, podríamos afirmar que la pintura del artista barcelonés representó un paso más en el proceso de modernización del género de paisaje.
Completamente significativa es la obra “Costa de Mallorca” realizada en 1962 en las que Tarrassó hace alarde de una personalidad artística marcada por una profunda obsesión por el cromatismo, que se transforma en obras como la presente, en estallidos de vitalidad. De este modo veremos como las arquitecturas de sus frondosos paisajes aparecen completamente integradas en una naturaleza armónica pero salvaje, a través de manchas indefinidas de color con las que logra ese continuum natural tan característico de su obra. De igual modo, montañas, cielo y mar se funden en un sinfín de tonalidades de factura vigorosa y espatulado grueso con las que construye cierta profundidad y nos introduce en un escenario plenamente autónomo. El cromatismo de una evocadora y sensitiva subjetividad se aleja por completo del naturalismo para acercarse a la expresividad colorista fauve.
En definitiva, Tarrassó es sin duda uno de los grandes exponentes de la pintura española que llevaron el género de paisaje al más alto nivel.