Las "femme fatale" bíblicas a través del arte
La imagen de la mujer ha sido estudiada y definida a lo largo de la historia a través del arte, la literatura e incluso la ciencia, siendo el prototipo de la “femme fatal” uno de los más arraigados a nuestro imaginario cultural. La construcción y definición de este estereotipo nace en el siglo XIX de la mano de la literatura y el arte donde esta percepción de la mujer como un ser perverso, demoniaco y seductor que conduce a sus víctimas masculinas a la perdición, se extendió e impuso en todas las esferas de la sociedad. Sin embargo, el mito de la femme fatal ha estado presente desde tiempos remotos tanto en el folklore de las culturas ancestrales como en los relatos mitológicos y bíblicos. De hecho, muchas de sus protagonistas femeninas representan el paradigma bajo el cual, siglos después se construiría la imagen prototípica de la femme fatal.
En este sentido, el arte encuentra en los escritos bíblicos una de sus fuentes primigenias para construir esta iconografía cuya imagen y atributos definirán la concepción destructiva y misteriosa del género femenino. Frente al arquetipo de mujer inocente pura y de belleza clásica, el universo pictórico se llenó, -especialmente entre los pintores prerrafaelitas, simbolistas y modernistas-, de perversas Liliths, Salomés y Judiths.
Sin ir mas lejos, la figura de Eva simboliza la primera “reina del pecado” de la historia de la humanidad, siendo la mujer que desató el pecado original en el mundo, después de convencer a Adán de morder la manzana prohibida. De hecho, a partir de Eva, la figura de la mujer se vinculará en numerosas ocasiones a la serpiente. Tras ellas se sucederán infinidad de nuevos iconos de mujer, asociados siempre a los aspectos tentadores, destructores e incluso demoniacos.
Lujuria y traición se mezclan en el relato bíblico Jezabel, la cruel reina de Israel de vida libertina que asesinó a los profetas de Yahvé. Respecto a su iconografía, nos encontramos con un único tema artístico: su muerte. La mayor parte de sus representaciones nos muestran a Jezabel siendo arrojada por sus sirvientes desde la ventana de su palacio a la calle, donde los perros devoran su cadáver y lamen su sangre. A pesar del dramatismo de la escena, llama la atención la exuberancia de la reina quien sabiendo que su vida estaba en peligro, escogió vestirse con sus mejores galas como símbolo de su poderío.
Otra mujer que como Jezabel aparece en el Viejo Testamento es Judith. Su historia es una de las más difundidas en la pintura, especialmente durante el Barroco, momento en el que se producen algunas de las más excelsas obras sobre el tema como la de Caravaggio o Artemisa Gentileschi. En el arte Barroco, el relato de Judith y Holofernes se centra a menudo en la decapitación del general babilónico a manos de Judith después de que la bella mujer lo sedujera y emborrachara. Sin embargo, si bien en época barroca se buscó expresamente el dramatismo y la plasmación cruenta de la historia, en época neoclásica se prefiere una estética más atemperada y épica.
Siguiendo con la tradición en la que se presenta a la mujer como motivo de perdición de los hombres, destaca la figura de Salomé, cuya representación ha ido evolucionado a lo largo del tiempo hasta convertirse durante el romanticismo en una verdadera heroína. Según el relato bíblico, la bella Salomé bailó para su padrastro Herodes, el cual, totalmente embelesado, se ofreció a concederle el premio que ella deseara. Siguiendo las instrucciones de su madre, la joven pidió la cabeza de San Juan Bautista que le fue entregada «en bandeja de plata». Habitualmente Salomé representa la personalización del pecado carnal, una mujer atractiva y decadente, corrupta moralmente y poseída por una especie de “demonismo erótico”.
El mito de la “femme fatal” ha llegado hasta el arte de nuestros días, demostrando la fuente de inspiración inagotable que supone para los artistas sea cual sea su época y estilo, pero también para demostrarnos como a través del arte se han perpetrado muchos de los estereotipos que aún en el presente siguen instaurados en nuestra sociedad.