Leonard Fouijta: un puente entre oriente y occidente
En la historia del arte japonés, Leonard Foujita es sin duda una de las figuras que mayor prestigio internacional han alcanzado. Perteneciente a la denominada Escuela de París, Foujita marcó el arte del siglo XX con su capacidad de hibridar la modernidad artística occidental con la tradición oriental como ningún otro artista japonés lo había hecho hasta el momento. Su estilo, de un refinamiento y sensibilidad exquisitos, protagoniza la subasta del próxima dia 27, con un destacado dibujo preparatorio del espléndido lienzo “Amitié” perteneciente a la colección del Museo Pompidue de Paris.
Sutil y delicado como pocos, Foujita nos brindó más de 6000 desnudos femeninos en los que confluye el poso que dejaron en él los grandes maestros del renacimiento, pero también Ingres Manet o su compatriota Hokusai. Codiciado por coleccionistas de todo el mundo, sus desnudos femeninos alcanzan cifras astronómicas como la que, en 2016, logró con el lienzo Nu au chat vendido por mas de 5 millones de dólares.
En el año 1913, tras formarse en la Academia Imperial de Bellas Artes de Tokio, Foujita se traslada a la ciudad de Paris, donde rápidamente se convertirá en uno de los protagonistas que, desde el bohemio barrio de Montparnasse, forjaron las transformaciones del arte moderno. De hecho, el día después de su llegada, fue invitado a conocer a Picasso en su estudio. A raíz de este encuentro, nació una admiración mutua que el genio malagueño demostró al adquirir varias de las acuarelas que Foujita presentó en su primera exposición individual en el año 1918.
El evento fue un triunfo rotundo, logrando vender el total de las 110 obras que se exhibieron. Su estilo absolutamente único, fascinó al público y a la crítica hasta el punto de alcanzar una popularidad comparable a la de Picasso o Modigliani. En una época de pura efervescencia creativa, Foujta se consolidó de manera fulgurante como uno de los retratistas mas codiciados por la alta sociedad parisina de los años 20.
En su faceta como dibujante la obra que presentamos ilustra de forma clarividente la esencia de su arte, así como el papel fundamental que adquirieron los dibujos preparatorios en el desarrollo de su personalidad creativa. Nos encontramos frente al trabajo preliminar con el que posteriormente dio luz a una de las dos figuras que componen el lienzo “Amitie” de 1924. En ambos se evidencia la especial significación que a partir de los años 20 adquiere la figura de la mujer, cuyas formas y pieles marfileñas serán uno de los ejes centrales de su producción.
Será en este momento cuando Foujta arranca su etapa triunfal encontrando un estilo propio que, a pesar de ser permeable a las influencias vanguardista, mantendrá una apariencia formal de tintes clasicistas que nos remiten a la esencia de la pintura europea. Esta década conocida como ” la de los fondos blancos” coincide con la relación que inicia con Lucie, quien seria también su modelo predilecta. El característico blanco de las carnaciones que vemos en las figuras femeninas se debe al color de la piel de su amada, a quien cariñosamente apodó como “youki” (nieve en japonés)
Asimismo, la obra resulta especialmente reveladora a la hora de entender el proceso creativo de un artista que, a la manera de los granes clásicos, concibió su obra bajo la meticulosidad del estudio preliminar. En su concepción del desnudo femenino, cuya presencia en la historia del arte oriental es prácticamente nula, Foujita tomó como referencia a los grandes maestros del canon occidental, para quienes desde el renacimiento italiano su representación había sido un pilar fundamental.
En este sentido, Foujita trabaja sus bocetos de forma detallada, redescubriéndonos la pureza de un dibujo enraizado a los temas y estilos de la tradición figurativa occidental, bajo la delicadeza y precisión caligráfica de técnicas orientales tales como el Tsukuri-e. A través de ella, el artista podía trazar casi de memoria y a mano alzada, cada uno de los elementos de la composición, habiéndolos estudiado y esbozado previamente y por separado en repetidas ocasiones.
Indudablemente, el suyo es un legado artístico que representa el encuentro entre la tradición y la modernidad. Nadie como Foujita fue capaz de unir dos mundos como el de Japón y Paris, porque probablemente, nadie fue capaz de crecer y evolucionar entre dos culturas tan opuestas de forma tan armónica y natural como lo hizo el.