Martin Rico y su idilio con Venecia.
Entre los mejores paisajistas finiseculares del siglo XIX destaca Martín Rico, quien, como pionero en la introducción del paisaje realista en España, dio inicio a la modernidad del género en nuestro país. Durante sus más de 40 años de trayectoria capturó la belleza de cuantos lugares recorrió, quedando especialmente fascinado por la magia de Venecia. En sus pinceles quedaron reflejadas innumerables vistas de la ciudad, entre las cuales se encuentra el delicioso óleo que el próximo dia 15 de abril licitaremos en Setdart. El descubrimiento de la ciudad de los canales supuso la consolidación plena del estilo de Martín Rico, que como ejemplifica esta obra, nace del perfecto equilibrio entre la suavidad de ejecución, la finura de la captación de la luz y las calidades cromáticas
Tras unos inicios marcados por la influencia del realismo que pudo conocer durante su primera estancia en Paris y en los que se aprecia la huella de la Escuela de Barbizon, su obra evolucionó hacia una técnica mucho mas depurada que dará luz al estilo a su estilo más característico. Al estallar la guerra franco-prusiana el pintor se alejó de París para instalarse en Granada invitado por su amigo Mariano Fortuny. Junto a él, desarrollará el gusto por el color vibrante, la luminosidad y el virtuosismo preciosista, llegando a ser apodado como el Daubigy ensoleillé. Fue también junto a Fortuny, con quien realizará su primer viaje a italia, descubriendo ciudades como Roma Nápoles o Verona. Sin embargo, será Vencia la ciudad que le cautive como ninguna otra y con la que dará vida a sus mejores obras. Todos y cada uno de sus rincones serán desvelados a manos de Rico, inmortalizando como en la obra que nos ocupa la belleza incomparable de sus canales, puentes, calles y monumentos. Las infinitas posibilidades plásticas y estéticas que la ciudad le brinda, lo empujaron a salir de su taller para pintar al aire libre y así capturar en todo su esplendor las particularidades de su mágica atmosfera y ambiente.
En Venecia, Rico gozó de una posición privilegiada, llegándose a codear artistas de la talla de Sargent o Whistler . Sus vistas de Venecia fueron también las que le comportaron un fulgurante éxito en el mercado del arte, llegando a ser uno de los pintores más cotizados de finales del siglo XIX. Sus obras, se vendían prácticamente sin esfuerzo especialmente entre los coleccionistas de la burguesía estadounidenses, para los que Venecia representaba la ciudad por excelencia del refinamiento europeo.
En la obra que nos ocupa, Rico logra detener el tiempo en un instante fugaz de la vida cotidiana en la ciudad. La escena, totalmente bañada por la luz del mediodía, nos ofrece una imagen de la actividad desarrollada alrededor del pequeño embarcadero situado en primer término, en la que, imbuidos por los envolventes efectos atmosféricos casi podemos sentir y respirar el ambiente apacible y relajado del entorno. Junto a la luminosidad y soltura de su pincelada, el color se desbordará sobre cada uno de los elementos en infinitos matices que no hacen mas que acrecentar el carácter vivido que se desprende de la escena.
La trayectoria de Martín Rico, cuyo legado artístico representa uno de los más bellos testimonios de la idiosincrasia de la vida veneciana, permanecerá unida por siempre a la ciudad italiana que dio luz a su mejor versión.