Joaquín Sorolla, Pescadora guipuzcoana arreglando la red.
Una joven sentada en los escalones del portal de una vetusta casa encalada remienda unas redes con actitud ensimismada y paciente. Ocupa el primer plano de una perspectiva que nos muestra, detrás suyo, otras mujeres llevando a cabo esa misma labor, sentadas en grupos junto a sus casas. En esta magnífica pintura de Joaquín Sorolla, en subasta el próximo 21 de Enero, reconocemos la topografía vasca, concretamente las casitas de pescadores que conformaban la lonja de Hondarribia.
Un cielo límpido difunde una luz clara que resalta los vivos colores de la vestimenta de las mujeres que en la lejanía se reducen a impresiones cromáticas, tanto ellas como la ropa tendida al Sol ante las paredes abovedadas del más alejado de los caserones. Tras él, se divisa la línea del mar. Unas pocas embarcaciones descansan en la arena. La escena transmite la atmósfera sosegada de la tarde, cuando los pescadores ya han vuelto de faenar. A pesar de mostrar una composición estudiada, no pierde el aire de espontaneidad que caracterizó el quehacer sorrollesco.
La relación que Sorolla estableció con el País Vasco dio lugar a una importante etapa en su carrera. Además del contrapunto en cuanto luces y paisajes representaba respecto a su Valencia natal, su etapa norteña le aportó una rica y variada clientela. En San Sebastián, el pintor valenciano trabajó en apuntes y bocetos de las gentes del puerto y sus alrededores. Con mucha probabilidad, la obra que nos ocupa corresponde a una de estas visitas o excursiones que realizaría el artista por los alrededores de la capital donostiarra, aunque se la supone concluida en Madrid.
El maestro luminista trabajó este tipo de obras desde el año 1889, cuando él y su familia pasaron una corta estancia en San Sebastián, a su vuelta de la Exposición Universal de París y antes de pasar una temporada en Valencia en casa de sus suegros. Sorolla, como sus contemporáneos, comenzó a trabajar en nuevas técnicas importadas de Inglaterra y Francia, como el pastel y la acuarela, las cuales permitían la realización de apuntes o bocetos rápidos en color.
Otras obras cercanas en el tiempo a “Fuenterrabía” (1890), este gouache de tema guipuzcoano de Sorolla que Setdart pone en subasta (certificado por Blanca y Francisco Pons Sorolla), demuestran el interés del artista por los temas pesqueros: “Revisando la red” (1898) o “El Calafateo” (1890) también fueron presentadas -al igual que la obra que nos ocupa- en la Exposición de Acuarelas y Papeles celebrada en el Círculo de Bellas Artes de Madrid en el año 1890.
JOAQUÍN SOROLLA Y BASTIDA (Valencia, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923). Premiado al terminar sus estudios preliminares en la Escuela Normal Superior, ingresó en la prestigiosa Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia, en 1879. Asimismo, durante sus visitas a Madrid, realizadas en 1881 y 1882, copió cuadros de Velázquez, Ribera y El Greco en el Museo del Prado. Dos años más tarde obtuvo un gran éxito en la Exposición Nacional de Bellas Artes con un cuadro de historia, lo que estimuló para solicitar una beca para estudiar en la Academia Española de Bellas Artes en Roma. Logrado su objetivo, en 1885 Sorolla parte para Roma, permaneciendo antes de llegar varios meses en París. En la capital francesa quedó impresionado por las pinturas de los realistas y los pintores que trabajaban al aire libre. Al terminar sus años en Roma regresa a Valencia en 1889, instalándose al año siguiente en Madrid. En 1892 Sorolla muestra una nueva preocupación en su arte, interesándose en problemas sociales al representar la triste escena de “¡Otra Margarita!”, premiada con medalla de primera clase en la Nacional, y al año siguiente en la Internacional de Chicago. En 1906 celebró su primera exposición individual en la galería George Petit de París, y en ella demostró también sus habilidades como retratista. En 1908 el norteamericano Archer Milton Huntington, impresionado por la exposición del artista en la galería Grafton de Londres, pretendió adquirir dos de sus obras para su Hispanic Society. Un año después invitaría él mismo a Sorolla a exponer en su institución, siendo el resultado una muestra en 1909 que cosechó enorme éxito. La relación entre Huntington y Sorolla dio lugar al encargo más importante de la vida del pintor: la creación de los inmensos lienzos destinados a ilustrar, en las paredes de la Hispanic Society, las regiones de España. Tratando de captar la esencia de las tierras y gentes de su país, Sorolla recorrió España entre 1911 y 1919, sin dejar por ello de celebrar exposiciones. Actualmente está representado en el Museo del Prado y el que lleva su nombre en Madrid, el Metropolitan de Nueva York, el de Orsay en parís, el J. Paul Getty de Los Ángeles, los de Bellas Artes de Bilbao y Valencia, la National Portrait Gallery de Londres y muchos otros.