Manolo Valdés, Retrato de Enrique VIII en subasta en Enero.
El célebre retrato del monarca británico Enrique VIII, pintado por Hans Holbein El Joven hacia 1537, fue reinterpretado por Manolo Valdés en 1991, sometiéndolo con osadía a un concienzudo proceso de depuración plástica.
En aquellos años, Valdés se encuentra en una etapa especialmente fructífera, en que la realiza una serie de homenajes a artistas renacentistas y barrocos, centrándose en los retratos que les encargaron de reyes y cortesanos. En este caso, reconocemos la pintura de Holbein, a pesar de que los rasgos del monarca desaparecen bajo pinceladas sintéticas encaminadas a economizar las formas y abstraer lo esencial. La reducción cromática, con una paleta en la que predominan los tonos terrosos, acompaña la síntesis formal. De este modo, la figura queda dotada de una intensidad espectral, a modo de arquetipo cargado de simbolismo. Los pintores de cámara dejaron constancia de una larga historia de formalismos en la representación del poder, que interesó especialmente a Valdés.
Las pinturas y grabados de Manolo Valdés dan cuenta de un hondo conocimiento y una franca admiración por los grandes maestros, de los que tomó libremente lo que consideró oportuno en lugar de contemplarlos en su trono, como a intocables. Reinterpretar, versionar y recrear fue su divisa.
MANOLO VALDÉS BLASCO (Valencia, 1942) fue el introductor en España de una forma de expresión artística que combina el compromiso político y social con el humor y la ironía. Inició su formación en 1957, año en que ingresó en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. No obstante, dos años después abandona los estudios para dedicarse plenamente a la pintura. En 1964 fundó el grupo artístico Equipo Crónica, junto a Juan Antonio Toledo y Rafael Solbes, en el cual permaneció hasta la muerte del segundo, en 1981, pese al hecho de que Toledo había abandona el grupo a los dos años de su fundación. Desde entonces se estableció en Nueva York, ciudad en la que reside actualmente y donde ha seguido experimentando con las nuevas formas de expresión, incluyendo la escultura. Entre los numerosos galardones que ha obtenido Manolo Valdés destacan los Lissone y Biella de Milán (1965), la medalla de la plata de la II Bienal Internacional de Grabados de Tokio (1979), el premio del Museo de Arte Bridgestone en Lisboa (1979), el Premio Nacional de Artes Plásticas (1983), la medalla del Festival Internacional de Artistas Plásticos de Bagdad (1986), la Condecoración de la Orden de Andrés Bello en Venezuela (1993), el premio del Consejo Nacional de Mónaco (1997), la Medalla de Oro al Mérito de Bellas Artes (1998), el Premio de la Asociación Española de Críticos de Arte (2000) y el Premio al Mejor Artista de Estampa (2002), entre otros. Con el Equipo Crónica, Valdés se sirvió de la figuración como vehículo de expresión para sus planteamientos, para sus críticas al arte, la sociedad y la política, pero primando por encima de cualquier otro contenido el puro acto de pintar. Desde el punto de vista temático, Valdés se inspira en el arte de los grandes maestros de la pintura: Goya, Velázquez, El Greco, Ribera o Zurbarán, y nunca oculta sus modelos, sino que más bien los subraya, incluso en los títulos de sus obras. Formalmente, realiza una obra de gran formato en la que las luces y los colores expresan valores táctiles, debido al tratamiento dado a los materiales. Su obra fuerza a quien la observa a indagar en la memoria y buscar imágenes significativas de la historia del arte. Valdés está representado en algunos de los museos más destacados de todo el mundo, como el Reina Sofía de Madrid, el Metropolitan, el MoMA y el Guggenheim de Nueva York, el Centro Georges Pompidou y el Fons National d’Arts Plastiques de París, la Kusnthalle de Hamburgo, el Kunstmuseum de Berlín y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, entre muchos otros.